Cine en fotos: Vittorio de Sica y María Mercader

«Especialmente cuando lo conocí, Vittorio estaba convencido de que estamos rodeados de una cantidad de influjos malignos y que debemos observar continuamente toda una serie de ritos si queremos influir en la suerte en nuestro favor. Hay gente que considera desafortunado el número trece, mientras que otros temen al diecisiete. Vittorio tenía miedo al uno y al otro. Era víctima de todas las supersticiones corrientes. La sal derramada sobre la servilleta desencadenaba en él rapidísimos gestos de conjuro: cogía cuatro o cinco pizcas y las lanzaba tras el por encima del hombro. Un sombrero en la cama provocaba en él un estado de violenta agitación. Y lo mismo podría decirse de los gatos negros, el pan puesto al revés y el viernes diecisiete. Que yo pasase junto a señales tan evidentes de peligro olvidando todo tipo de conjuros, lo hacía, por una parte temblar, y, por otra, lo ponía furioso, porque despreciar las precauciones, los amuletos, las cábalas y los gestos propiciatorios solo podía ser otra consecuencia de mi soberbia española».

(María Mercader, Mi vida con Vittorio).

6 comentarios sobre “Cine en fotos: Vittorio de Sica y María Mercader

  1. Esto me hace mucha gracia por parte del bueno de Vittorio, porque Luis Buñuel cuenta que una vez Vittorio le preguntó a Jeanne Rucar si su marido le pegaba.  Fue todo lo que pudo apreciar Vittorio del cine que había visto de don Luis.

    Abrazos mil.

    1. Cada uno con lo suyo. Por otro lado, Vittorio recuerda a Fellini y su gusto por la superstición y las supercherías, por los mediums y esas cosas. De Sica, en el fondo, era todo un señor burgués que quemaba en la ruleta de los casinos buena parte del dinero que ganaba, que llegó a ser mucho. Era, probablemente, el espectador-tipo, el mundano profundamente católico, queriéndolo o no, potencialmente «escandalizable» por el cine de don Luis.

      Al hilo de esto del abundante dinero ganado, hay una anécdota de Alberto Sordi, creo que con Monicelli, que me parece muy divertida. A Monicelli le extraña que Sordi siga soltero tan mayor, y le pregunta si, con todo el dinero que ha ganado, millones y millones de liras, y con lo ahorrativo que es, si no cree que ha llegado el momento de casarse, si no cree que puede de sobras permitírselo. Y Sordi, horrorizado, le contesta: «¿Quéééé? ¿Y meter en casa a una extraña?»

      Abrazos

  2. Jajaja. Menudo era Sordi. ¿Y qué me dices de Franco Fabrizi? Por lo visto era un calco del personaje que interpreta en I Vitelloni. Creo que hay más historias jugosas en todo esto que en el cine actual.

    Abrazos mil.

  3. Jajaja. Y para postre Boyero ha sacado un libro de cuya cubierta sale él mirándonos desde el patio de butacas como diciendo: «Yo sí que sé de cine. Soy muy interesante, ¿verdad?»

    Más abrazos miles.

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