Diálogos de celuloide: Dos cabalgan juntos (Two Rode Together, John Ford, 1961)

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AYUDANTE: Sheriff, la viuda de Gómez va a tener un niño.

McKEY: Déle mi enhorabuena a Gómez.

AYUDANTE: ¡Pero, Sheriff! Gómez murió hace más de un año…

McKEY: Siempre dije que Gómez era uno de esos tipos que siguen dando guerra después de muertos.

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CORONEL: ¿No va a ayudarles, McKey? Esos colonos le están esperando como a un Moisés en el desierto, un Moisés que libere a sus hijos del cautiverio comanche.

McKEY: Pues si quieren un Moisés les costará quinientos dólares por barba.

CORONEL: ¿Así valora usted siempre la vida humana, sheriff?

McKEY: No siempre, mi coronel. Depende de cómo esté el mercado.

(guion de Frank S. Nugent, basado en el libro de Will Cook)

Un Brexit duro…: Jack, el destripador (The Lodger, John Brahm, 1944)

The Lodger | 1944 - YouTube

Dos son los grandes momentos de esta película de John Brahm, adaptación de una novela de Marie Belloc Lowndes, sobre el más famoso asesino en serie de la historia y toda una institución en los anales de la criminalidad británica, Jack el destripador. En primer lugar, su inicio, el deambular de la cámara por los neblinosos rincones del barrio londinense de White Chapel, laberinto de insalubres callejuelas, tugurios, tabernuchos, burdeles e infraviviendas para la clase trabajadora más desfavorecida del este de Londres de finales del siglo XIX en el que el tuvieron lugar los crímenes del célebre asesino. El ojo del espectador se desliza entre unos magníficos y decorados de estudio que reproducen con minuciosidad la imagen icónica de unos callejones sepultados por la niebla, de los arcos amenazadores, de sus peligrosas esquinas, de las siluetas de las capas y los sombreros de los agentes de policía, sombras recortadas contra la espesa y blancuzca niebla nocturna… En segundo término, la conclusión, la vertiginosa persecución entre las bambalinas del teatro, el acorralamiento del sospechoso y las aguas del Támesis como supremo juez del caso… Entre ambos puntos, poco o nada tiene que ver la historia de Brahm con lo que se sabe a ciencia cierta del caso del Destripador. Aunque se habla de asesinatos «de mujeres», sin especificar número o condición, y varios de ellos son aludidos (nunca mostrados) en pantalla o someramente descritos por algunos personajes, elementos como la misoginia, los traumas de la infancia o unos rasgos psicopáticos muy concretos (la atracción por las víctimas relacionadas, en el presente o en el pasado, con el teatro y las variedades) ocupan un lugar central en el desarrollo dramático de la película apartándose de las circunstancias más truculentas y sensacionalistas del asunto, desde la tremenda virulencia de los crímenes hasta la preferencia del asesino por las prostitutas como víctimas.

El Gabinete de Kaligari: The Lodger. 1944

La película interpela a la gran obra de Hitchcock del mismo título original, con un misterioso solitario, Mr. Slade (Laird Cregar), que con solo la ropa que lleva puesta y un pequeño maletín de médico ocupa la habitación para huéspedes que ofrecen los Bonting (Cedric Hardwicke y Sarah Allgood), anunciando, además, que alquila igualmente un desván que necesita para realizar sus «experimentos». Las noticias sobre los sucesivos crímenes vienen a aumentar las sospechas de los Bonting sobre su nuevo inquilino, más si cabe cuando se atribuye al asesino la posesión de un maletín de los típicos que usan los doctores, y definitivamente cuando la prensa anuncia un posible patrón de conducta de las asesinadas, todas ellas actrices o antiguas actrices de variedades, lo mismo que su hija (Merle Oberon), que canta y baila en un teatro de Londres bajo el nombre de Kitty Langley. Las investigaciones de la policía y las sospechas de los Bonting atraen a la casa al inspector Warwick (George Sanders), que empieza a manifestar tanto interés en la captura del Destripador como en las atenciones de la joven y vivaracha cabaretera, aunque dejando patente su bisoñez en cuestiones de seducción (se la lleva a visitar el museo de la policía…). Continuar leyendo «Un Brexit duro…: Jack, el destripador (The Lodger, John Brahm, 1944)»

Música para una banda sonora vital: Hatari (Hatari!, Howard Hawks, 1962)

Mítico tema de Henry Mancini, este Baby Elephant Walk, para esta maravillosa película del maestro Hawks. Obra de personajes, con predominio de sus relaciones por encima de la propia acción, magníficamente rodada, que contiene todos los temas e intereses habituales del universo hawksiano: amistad, camaradería, optimismo, esperanza, aventura… Y humor. Siempre humor.

Diálogos de celuloide: Algunos hombres buenos (A Few Good Men, Rob Reiner, 1992)

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-¡Tú no puedes encajar la verdad! Vivimos en un mundo que tiene muros y esos muros están vigilados por hombres armados. Yo tengo una responsabilidad mayor de la que tú jamás podrás imaginar. Lloras por Santiago y maldices. Tienes ese lujo. Pero la muerte de Santiago salvó vidas y mi existencia, aunque grotesca e incomprensible para ti, salva vidas. En zonas de tu interior de las que no charlas con los amiguetes, tú me quieres en ese muro, me necesitas en ese muro. Nosotros usamos palabras como honor, lealtad, que son la columna vertebral de una vida dedicada a defender algo y no tengo ni el tiempo ni las mínimas ganas de explicarme ante un hombre que se acuesta con la manta de la libertad que yo le proporciono y después cuestiona el modo en que lo hago.

(guion de Aaron Sorkin)

Mujeres del cine clásico en La Torre de Babel, de Aragón Radio

Nueva entrega de mi sección en el programa La Torre de Babel, de Aragón Radio, la radio pública de Aragón, en este caso dedicada cuatro importantes mujeres del cine clásico: Ida Lupino, Anita Loos, Lillian Hellman y Leigh Brackett.

Música para una banda sonora vital: El hombre de La Mancha (Man from La Mancha, Arthur Hiller, 1972)

El más conocido fragmento de la partitura compuesta por Laurence Rosenthal para este musical de Arthur Hiller basado, muy libremente, en Don Quijote de La Mancha y en su autor, Miguel de Cervantes, más un acopio de tópicos y escenas de la obra que un intento riguroso de adaptación del universo cervantino.

Diálogos de celuloide: Patton (Franklin J. Shaffner, 1970)

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Ningún soldado ganó nunca ninguna guerra muriendo por su patria: la ganó haciendo que otros pobres estúpidos bastardos murieran por ella. Los que escribieron esa majadería sobre el individualismo no conocen una verdadera batalla más de lo que saben sobre fornicación. Compadezco a esos pobres contra los que vamos a luchar: porque no solo vamos a disparar contra ellos. Nuestra intención es arrancarles las entrañas y usarlas después para engrasar las ruedas de nuestros tanques. Vamos a matar a esos miserables teutones por millares. Algunos de vosotros estáis dudando sobre si tendréis miedo bajo el fuego. Eso no debe preocuparos. Los nazis son el enemigo: derramad su sangre, disparadles en el vientre. Cuando pongáis vuestra mano sobre una masa informe que antes era el rostro de vuestro mejor amigo, entonces no dudaréis.

(guion de Francis Ford Coppola y Edmund H. North)

Cine en fotos: un apunte sobre cine, moral y arte.

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Si fuera posible desearía realizar films que, aparte de entrener al público, hiciesen ver al más adocenado de los espectadores que no está viviendo en el mejor de todos los mundos posibles. De ese modo mi trabajo, por modesto que fuera, resultaría altamente constructivo. Las películas de hoy, incluyendo las llamadas neorrealistas, se dedican justamente a la tarea contraria. ¿Cómo es posible que se pueda esperar una mejora en la calidad moral de un film, y, por tanto, en el gusto del público y del productor, cuando aún en las más insulsas comedias sociales, nuestros conceptos de patria, religión, amor, justicia, etc., aunque tal vez «imperfectos», son únicos y necesarios? El verdadero opio del espectador es el conformismo y la gigantesca maquinaria del film se consagra en su totalidad a propagar ese confortable sentimiento, aunque a veces lo disimule revistiendo sus creaciones con el insidioso disfraz del arte.

Luis Buñuel en The Filmaker and the Audience (Robert Hughes, 1959).

Música para una banda sonora vital: Los vikingos (The Vikings, Richard Fleischer, 1958)

Inolvidable partitura de Mario Nascimbene para este clásico del cine de aventuras ambientado en la Edad Media, obra de Richard Fleischer. Una epopeya brillante y colorista de cuyo rodaje el vídeo adjunto ofrece un buen puñado de imágenes (en blanco y negro).

Diálogos de celuloide: ¿Vencedores o vencidos? (El juicio de Nuremberg) (Judgement at Nuremberg, Stanley Kramer, 1961)

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-Una fiebre se apoderó de la nación. Teníamos miedo de todo. La democracia estaba corrompida. Entonces Hitler nos dijo «Alzad la cabeza, cuando acabemos con nuestros enemigos, acaberemos con nuestros problemas.» ¿Qué pasó con los que sabíamos que estas palabras eran mentira, peor que mentira? ¿Por qué nos callamos? Porque amábamos a nuestra patria. ¿Qué importa que unas minorías raciales perdiesen sus derechos? Algún día eso cambiará. Lo que solo iba a ser una fase pasajera se convirtió en un modo de vivir. No resulta fácil decir la verdad, pero si hay alguna solución para Alemania los que sabemos que somos culpables tenemos que reconocerlo. Mi abogado pretende que piensen que no sabíamos nada de los campos de concentración. ¿Ignorarlo? ¿Dónde se creían que estábamos? ¿Dónde estábamos cuando los judíos eran arrastrados a los campos, cuando los vagones de ganado eran utilizados para conducir a los niños al terrible destino de su exterminio? Cuando las víctimas llamaban a gritos, estábamos mudos, sordos, ciegos. Nos justificaría decir que solo conocíamos el exterminio de unos cientos. Eso no nos hace menos culpables. Si no sabíamos es porque no queríamos saber. De todos los que están en esta sala, yo soy el peor, porque sabía lo que eran y sin embargo seguí con ellos.

(guion de Abby Mann, sobre su propia obra de teatro)