Una de las formas tradicionales de que disponían -y disponen- las muchachas norteamericanas para acceder a la gran pantalla, casi nunca la mejor, puesto que no permite prácticamente nunca demostrar cualidad artística alguna (hechas sean las notables salvedades por todos conocidas, fuera de España por supuesto), consiste en conseguir un título de Miss Esto o Aquello. Carroll Baker, nacida Karolina Piekarski en el seno de una familia de origen polaco allá por 1931 obtuvo nada menos que el principal galardón del concurso Miss Frutas y Verduras de Florida de 1949 (pese a haber venido al mundo en Pennsylvania). Y bien pudo ser nada más que otra rubia tonta, u otro clon de Marilyn Monroe, si no hubiera destacado en su primer papel relevante en el celuloide, nada menos que la tentación de Karl Malden y Eli Wallach en Baby Doll (Elia Kazan, 1956). Este personaje, además de convertirla en un sex symbol, le proporcionó una nominación al Oscar como mejor actriz principal, todo un logro para una debutante.
Sin embargo, su pasado como ayudante de un mago y sus clases en el Actors Studio le permitieron ya el mismo año formar parte del reparto de una de los melodramas más aclamados de los cincuenta, Gigante (George Stevens, 1956), película que vista hoy, y conocidos muchos de los avatares de su triángulo de protagonistas principales, puede mover a la risa floja, por no mencionar que deriva en comedia involuntaria cuando la trama avanza en lo temporal y Rock Hudson, Elizabeth Taylor y James Dean tienen que aparentar edad madura; sus caracterizaciones parecen propias de un programa barato de parodias o de imitaciones burdas de un canal de televisión local. Una de las damnificadas es, precisamente, Carroll Baker, que interpreta a la hija de la Taylor, que en la vida real era, curiosamente, un puñado de semanas mayor que ella.
Sin demasiada suerte en la elección de papeles, fue en el western donde mejor logró encajar, en cintas como Horizontes de grandeza (William Wyler, 1958), La conquista del Oeste (Henry Hathaway, George Marshall, Richard Thorpe, John Ford, 1962) o El gran combate / Otoño Cheyenne (John Ford, 1964), donde da vida a la maestra cuáquera que enamora a Richard Widmark. Su estrella declinó rápidamente, y aparte de encarnar a Jean Harlow en un biopic y de colaborar con Andy Warhol, sus siguientes trabajos fueron discretas películas europeas, de corte erótico, policíaco o terrorífico, que utilizaban la imagen sexy de la actriz como vehículo promocional. Eso, antes de regresar a América para aparecer en Tallo de hierro (Héctor Babenco, 1987), Poli de guardería (Ivan Reitman, 1990) o The game (David Fincher, 1997).
En este caso, como suele ocurrir con las misses, por mucho Actors Studio que pisen, mucho más guapa que actriz.
Baby Doll es una película que me encanta de ELIA KAZAN… es tan extraña y tan rica en visiones y matices. Ahí está una Carroll Baker metida en una especie de cuna… y un Karl Malden espiándola… Imagen para la memoria cinéfila.
Ríete, ríete pero a mí me encanta GIGANTE. A esa película la tengo un cariño super especial. Ahí está en una de mis estanterias de dvd y de vez en cuando cae su visionado. Aunque es totalmente cierto que da cierta risa y ternura
esa Liz Taylor con un rostro sin una sola arruga, un tipín precioso y el pelo espolvoreado (lo mismo ocurre con el bueno de Rock Hudson)… Y totalmente de acuerdo en que es un buen personaje, bien construido, el que realiza Carroll Baker. Al igual que su hermano en la ficción, Dennis Hopper, que también está muy bien.
Me apetece verla en una peli de 1963 de Edward Dmytryk… un melodrama exaltado, de esos que sabes que me gustan, LOS INSACIABLES, ¿la has visto?
A parte de los western a Baker se le pierde la pista… parece ser que se entrega en los giallos italianos…
Pero después vuelvo a verla como esposa triste y desencantada en esa obra melancólica de Hector Babenco, Tallo de hierro.
… buena galeria la de tus vidas de cine. Me engancho irremediablemente a esta sección.
Besos
Hildy
«Baby Doll» es casi casi una perversión en sí misma…
No he visto «Los insaciables». Siempre me han tirado para atrás demasiadas cosas de ella: que no es la mejor época de Dmytryk, que salen George Peppard y Alan Ladd, que dura dos horas y media, y que Howard Hughes me cae bastante mal.
Obviamente, no comparto tu atracción por «Gigante», reconociendo sus virtudes, claro está. Pero para mí no posee esa magia que te hace volver una y otra vez a una película. Hay demasiadas cosas que no me entusiasman de ella.
Besos
No sabía que se hubiese dado a conocer como Miss pero recuerdo lejanamente sus apariciones en productos europeos que ciertamente se aprovechaban de su nombre, como también lo hacían en el caso de algunos actores venidos a menos.
Creo que Gigante se merecería una Tienda y casi me encantaría intervenir como representante del ministerio fiscal… 😉
Un abrazo.
Lo consideraré, Josep. Me fastidia un poco, porque creo que George Stevens merece un lugar mejor en la posteridad del cine (por otros trabajos, sin duda), pero me lo pienso.
Un abrazo
Guapas y mediocres.Pero aún quedaba algo especial que no sabría explicar.Hoy hay guapas y mediocres pero sabría explicar que no seducen nada.Scarlett Johansson,por ejemplo.Son caras bobalicolas con el labio inferior colgando como simples tontas.Doris Day,actriz mediocre,guapa resultona pero no me atrevería a decir de ella lo que he dicho de la Johansson,por ejemplo.
Abrazos con lluvia.
Scarlett empezó muy bien, creo yo, demostrando encanto y poderío en películas pequeñas, sin pretensiones. Luego la han convertido en estrella por razones cinematográficas, y desde entonces es otro busto parlante entontecido, uno de tantos. A mí Doris Day no me gusta nada de nada. Pero sí hay otras rubias, muchísimas, de aquella época clásica, a veces en un único papel relevante, que aguantaban el tirón, y que incluso aguantan el paso del tiempo.
Abrazos
Hombre, es que empezar con Elia Kazan es empezar muy fuerte. Y seguir además con las caracterizaciones de «Gigante» pues puede llegar a ser un estigma. Pero sí, le pegaba el western, aunque nada más sea por su título de Miss verduras y hortalizas, o frutas… En fin, lo mejor «Horizontes de grandeza» ¿no?
De lo mejor, sin duda. Es una película que a mí me gusta mucho, más allá de que se pase un poco de minutaje y que algunas cosas sean previsibles. Pero me gusta, es de las mejores cintas del Oeste, John Ford aparte, y es un acierto total colocar un marino en el océano de praderas en secano.