La tienda de los horrores – El reino de los cielos

cielos

Un tema atractivo: Las Cruzadas. Un director de renombre: Ridley Scott. Un reparto de altura (por el caché más que nada): Orlando Bloom (por cierto, la foto no pertenece a ninguna evacuación intestinal, aunque se encuentre en cuclillas y con careto de trance), Liam Neeson, Jeremy Irons, Edward Norton, Michael Sheen (Tony Blair, para entendernos), Brendan Gleason, Eva Green, Ulrich Thomsen, David Thewlis… Un presupuesto enorme al estilo Hollywood: ciento treinta millones de dólares. Un guión creado por cuotas para garantizar la atracción de todos los públicos: tanto por ciento de épica, tanto de romance, tanto de violencia, tanto de mensajes políticos subrepticios, tantos personajes buenos, tantos malos… Grandes expectativas: abundantes y majestuosas localizaciones, vestuario y escenarios meticulosamente recreados, ordenador potente con el que maquillar errores, redondear atmósferas o crear ejércitos en medio de la nada. Resultado: un cagarro mayúsculo, inigualable, de récord.

Segunda ocasión en que Scott aparece en esta sección tras Gladiator, pero no es para menos. Cielos, sí. Esa es la expresión recurrente que, invocada como una desesperada plegaria ante el hecho de haber perdido ciento cuarenta y cuatro irrecuperables minutos de existencia con el visionado de este engendro, acude irremisiblemente a la garganta, no se sabe si por el deseo de que la divinidad nos guarde de otros bodrios semejantes o por la incredulidad de haber asistido a uno de los fiascos más clamorosos del cine reciente, de 2005 en concreto, cuando parecía tenerlo todo a favor.

Pero el tiro de gracia, lo que resulta ya de juzgado de guardia, es la unánime acogida favorable a este petardo por parte de la crítica, no ya la americana, acostumbrada a dejarse impresionar por grandilocuentes ramplonerías, sino por la europea, en la que el criterio, sometido a otras preferencias, empieza a no sobrar. Ante ciertos comentarios entusiastas sobre la película, cabe preguntarse si toda la crítica «especializada» se ha vendido ya a los intereses comerciales o corporativos de los medios para los que trabajan o si, simplemente, les ha dado un tabardillo. La historia, que tantas posibilidades hubiera permitido a poco que Scott se hubiera acercado a un fenómeno histórico de tanto calado y tanta riqueza cultural, espiritual y política como Las Cruzadas con algo de sinceridad, seriedad, curiosidad y rigor, es la devaluación en clave contemporánea pasada por la batidora de los tópicos más nauseabundos, los mensajes más superficiales y políticamente correctos y cierta mentalidad de culebrón barato, de uno de los episodios más emblemáticos de la Edad Media y del que más conclusiones pueden extraerse en orden a entender las relaciones entre el Próximo Oriente y Occidente. Sin embargo, la película se queda en mera y pretenciosa ambición formal y renuncia totalmente a explorar cualquier aspecto intelectual, cultural o que invite a la reflexión más allá de los cuatro manidos eslóganes tipo «We are the world, we are the children» que diferentes personajes cacarean en plan Kofi Annan de tercera división a lo largo del metraje. Continuar leyendo «La tienda de los horrores – El reino de los cielos»