La tienda de los horrores – Juegos salvajes

Estas chicas que practican la natación sincronizada con un estilo tan peculiar son Neve Campbell y Denise Richards, las dos mozas que junto a Matt Dillon completan el trío (en alguna escena, en sentido literal) protagonista de una de las mayores gilipolleces que ha parido madre, en lo que a cine se refiere, de los últimos diez o veinte… siglos. Porque Juegos salvajes, pretenciosamente vendido como thriller erótico lleno de sorpresas, giros de guión inesperados, bucles, engaños, dobles sentidos y despiste general con final apabullante e impactante, no es más que una tomadura de pelo que parte de dos únicas premisas: primera, poner cachondo perdido al «espectador tipo» al que va dirigida definido como ser humano de sexo masculino y de inmadurez galopante de corte ‘adolescente lleno de granos’; y segunda, la utilización de la mentira, el engaño y la incongruencia argumental no para construir una trama compleja, sino para faltarle el respeto al espectador (incluso al adolescente) tomándolo por gilipollas e intentar que crea enrevesadamente genial lo que es una apología de la confusión deliberada. Tanta, que la propia película ya no sabe ni por dónde va, quién está liado con quién, quién es bisexual y quién sabe qué más, etc.

La historia, por llamarla de alguna forma, nos cuenta los avatares de tres personajillos, un profesor y dos chicas de una zona pijotera de Florida. Sam (Matt Dillon) es el atractivo consejero de un instituto (¿consejero de qué? ¿a qué puñetas se dedica un consejero de instituto? ¿no será conserje?) por el que todas las señoras y niñas bien de los contornos beben los vientos. Su fama de hombretón mujeriego, exitoso y conquistador se viene abajo cuando es acusado de violación por una sexy y seductora alumna (Denise Richards), Lolita un poquito crecidita para hacer de nena de colegio, hija de una importante mujer de la alta sociedad (Theresa Russell) del lugar. El caso se pone en manos de Ray Duquette (Kevin Bacon), que comienza a investigar el asunto, y en el juicio se descubre que otra alumna (Neve Campbell) también declara haber sido violada por Sam. Duquette no tardará en darse cuenta de que tras el asunto hay mucho más de lo que parecía, una compleja trama de intereses, seducción, sexo y dinero de la que la acusación de violación no es más que la punta. Del iceberg, se entiende. Todo ello rebozado con las convenientes dosis de sexo edulcorado para calentar al personal.

Con pretensiones de acercarse al cine negro en la construcción con ingredientes de thriller y erotismo de lo que no es más que un fraude para obtener dinero son muchos y muy importantes los problemas de la película. Primero de concepto y de actitud. Está muy bien el cine sustentado en sorpresas y giros de guión, pero éste nunca puede fundamentarse en la mentira, en la elección parcial de lo que se cuenta y lo que se oculta, en el hecho de que, al contrario de lo que sucede en el suspense cuando está bien construido, sean los personajes los que disponen de datos ocultos al espectador, y no al revés. La única finalidad de la película, calentones a base de morreos entre chicas y escenas de tríos aparte, parece ser la mera acumulación de escenas que se desmientan unas a otras con la intención de jugar con las percepciones del espectador (en su mayoría ocupado en las tetas de la Richards) y querer dejarlo boquiabierto con un desenlace que, intentando pasar por genial, no es más que la demencial única salida a un batiburrillo infumable.

A John McNaughton, otrora estimable director de Henry, retrato de un asesino, se le fue la pinza con esta tontada mayúscula cuya única intención parece ser la de asombrar a cada escena, pero que sólo consigue la hilaridad o el escepticismo del espectador bombardeado, incluso insultado a cada rato por los zafios y tramposos intentos de colarle una mentira tras otra. Los personajes resultan burdamente perfilados, incluso vacíos si no directamente bobos, las interpretaciones no pasan de mera caricatura (hay escenas realmente lamentables, como la de las chicas que acuden a casa del «consejero», sea lo que sea eso, a lavarle el coche, lo cual da paso a un penoso videoclip de chicas en camiseta mojada enjabonadas y que casi parecen dispuestas a cepillarse el coche, y no en sentido literal, precisamente) y surge la pregunta de cómo actores con aspiraciones como Kevin Bacon, Bill Murray o Matt Dillon participaron en esta mierda, cuyo guión es el mayor desvarío visto en los últimos tiempos de engaños, mentiras, dobles sentidos, miradas sugeridas y frases sacadas de contexto en aras de una sorpresa inadmisible y tramposa si hablamos de público inteligente, mayor de edad y exigente. Probablemente, en un libro de estilo cinematográfico este bodrio podría formar parte de un capítulo que ejemplificara cómo perderle el respeto al espectador con una historia que uno por uno va tirando a la basura todos y cada uno de los elementos que se ha de pedir a cualquier narración que sea considerada seria.

Y seria es la cosa, porque a esta bazofia la siguieron dos partes más con la misma fórmula: trampas, mentiras de guión, sexo light entre chicas o en grupo y ni un gramo de inteligencia. Tontada supina apta sólo para encefalogramas planos o para pajilleros de vía estrecha que se ponen con cualquier cosa.

Acusados: John McNaughton, Denise Richards, Neve Campbell, Matt Dillon y Stephen Peters (guionista).
Atenuantes: ni en mil años encontraríamos uno.
Agravantes: el insulto al espectador es inadmisible para alguien que en su trabajo debería reverenciarlo, homenajear su gusto y su inteligencia.
Sentencia: culpables
Condena: McNaughton a partir de esta película sólo debería dirigir el tráfico de pirañas en los ríos de Sudamérica; Richards, Campbell y Dillon protagonizar un cuarteto sexual con Santiago Segura en el próximo Torrente y para Stephen Peters, si es que aún no ha emigrado a la Antártida bajo nombre falso, no hay castigo sobre la faz de la Tierra que se considere suficientemente digno y doloroso a la vista de su obra. Una fusión nuclear en el intestino grueso sería lo más cercano a la justicia aplicable al caso.

30 comentarios sobre “La tienda de los horrores – Juegos salvajes

  1. Horrorosa!, no me gusta ni la piscina y mira que me gusta el agua.
    Yo creo que comieron tortilla de cañamones con anís del mono mientras hacían carambolas en la noria. Más o menos así me los imagino yo filmando esta película. De la que por los visto y,según Raúl, sólo hay un par de cosas que se salvan.

    Yo los enviaba a escobar las dunas de Túnez, tal vez allí les de por pensar, meditar y todo eso. Algo de relax les vendría bien.
    Y soy muy buena en la condena, demasiado.

    Bicos,

    M

  2. Ah, Raúl, ¿pero es que son suyas…?

    Gabriel, mucho cuidadín, que esto te puede estropear la mula, el aparato e incluso el humor… Bájate las dos escenas clave y olvida lo demás. Tu salud te lo agradecerá.
    Un abrazo

    Entrenómadas, yo no salvo ni eso. No me gusta el plástico, oye.
    La condena es suave; yo de ti esperaba más: no sé, obligarles a tejer condones ganchillo o algo así…
    Besos

  3. Jajaja… Si es que me parto… Menos mal que nunca la he visto y mira que la han puesto veces por la tele. Tú como siempre soberbio. 39, la publicidad es lo que tiene, te engañan de una manera que piensas que la película es la leche (con perdón)… Imaginate lo que harán con las campañas políticas. Tiemblo de miedo… Por cierto, para mí que te has quedado corto con el castigo del guionista. Jejeje

    Besotes!

  4. De esta me libré por ignorancia: ni sabía de su existencia. Pero tomo nota para evitarla, visto lo que cuentas.
    Sí que es para estudio averiguar las razones de algunos intérpretes para caer en engendros semejantes; creo que alguna condenilla deberías aplicarles también a ellos: me refiero, claro, a Kevin Bacon y Bill Murray: no sé, pasarse quince meses en tienda de campaña en el desierto del Mohave con Matt Dillon, sin ducharse ninguno, a ver si entre todos acaban por darse cuenta de sus muchas pifias…
    Saludos.

  5. Y digo yo, Sir, ¿qué culpa tienen las pirañas por muy carnívoras que sean?…

    Me pirran tus textos de las tiendas de los horrores, te lo juro. Es que son unas cacho piezas de espléndida composición, de verdad. Mira que te sienta bien el cabreo. Genial, genial…

    Besototes

  6. Missing, ¿una fusión nuclear intestinal te parece poco? Joé, cómo os las gastáis por los Madriles…
    Besos

    Josep, menuda suerte la tuya. Por cierto, que acabo de descubrir tu talento para la tortura sutil y refinada… Te pediré consejo para la próxima.
    Saludos

    Pues es verdad, Luisa. Aunque yo creo que las pirañas a éstos los escupirían después de probarlos…
    Esta sección siempre la escribo en momentos de bajón, más que de cabreo. Cuando necesito reírme o estoy harto del mundo busco un horror de estos y a machacarlo se ha dicho. Y después del destrozo uno se siente genial.
    Besos

  7. No he visto esta película, Alfredo, pero parece que no vale mucho la pena, segun te leo y leo los comentarios de quien sí la vio. Pero si ha conseguido que después del destrozo te sientas genial, ha valido la pena mirarla 😀

  8. Mónica, duda irresoluble, la tuya, tarea imposible escoger al peor.
    Eso sí, porque no has visto la segunda parte…
    Un abrazo

    Virginia, cosas del electroshock… Única manera de reponerse tras algo como esto.
    Un abrazo

  9. Salut, mes amis!
    Jajaj… Corrijanme si me equivoco, pero entre The Witchcraft’s y Scream’s, mi teoria es que Neve Campbell no filma peliculas, sino que LAS PERPETRA…
    Hala! Excelente autopsia, apreciado anfitrion… Por mi parte, me adhiero al comentario de Luisa, de que esta es la mejor Tienda que conozco en internet…Hala! A manera de brevisima digresion… Seria impertinente de mi parte pedirte que incluyas en tu lista de pelis por analiar, a «Hancock», con Will Smith? Ayer la vi por accidente, y a medida que transcurria la historia, a cada rato asaltaba mi cabeza la pregunta: «Que opinion le mereceria esta pelicula a 39escalones??»
    Un fuerte abrazo!

  10. Coyote Loco, buen diagnóstico… Estoy esperando ver por accidente «Hancock» para incluirla aquí con todos los honores. De momento, iremos metiendo unas cuantas más.
    Gracias, amigo.
    Un abrazo

  11. Tú has usado la palabra acertada: «gilipollez» de película. Lo único bueno ver a estas dos bellezas en plan sexy, pero hay tantas pelis parecidas donde se pueden ver buenos cuerpos que esta ha pasado (y muy justamente, por cierto) al olvido.

    Ni thriller, ni historia ni nada…

    Saludos cordiales.

  12. Yo casi caigo en la trampa con esta película…

    Desde luego, eres único escribiendo críticas. Si algún día publico algo y lo lees, que sea desde una perspectiva cinematográfica, que quiero ver cómo destripar mi película… si es que hay que destriparla, claro 🙂

    Abrazos

  13. Ese «casi» me hace mantener la esperanza…
    Hombre, la idea de esta sección es sobre todo echarnos unas risas, por eso escojo los subproductos que dan más juego. Evidentemente estas cosas no dan para una crítica en serio; de tu obra, cuando la publiques, porque estoy seguro de que publicarás algo, estoy convencido que no cabrán más que comentarios y análisis serios, así que no tienes nada que temer de esta escalera…
    Un abrazo

  14. Brillante y divertida, como es habitual en esta sección. Creo que la emitieron un domingo tarde hace no mucho, y yo la verdad, sólo aguanté media hora, tenía tan mala pinta como confirman tus palabras.
    Por cierto, que respecto a lo del consejero… pues no sé qué funciones tendrán en EEUU, pero aquí también existen, aunque se les llamen orientadores, y se suponen que orientan a nuestros adolescetnes sobre su vida, futuro… ¡pufff!

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