Música para una banda sonora vital: Una cita para el verano (Jack goes boating, Philip Seymour Hoffman, 2010)

Rivers of Babylon, espiritual rastafari compuesto por Brent Dowe y Trevor McNaughton, de The Melodians, está basada en salmos de la Biblia que expresan el lamento del pueblo judío en el exilio tras la conquista de Jerusalén en el año 586 a. C. por los babilonios, y su llegada a las riberas de los ríos Tigris y Éufrates.

Tontadas aparte, la canción es una especie de mantra anímico que emplea Jack, el personaje de Philip Seymour Hoffman en esta su única película como director. Una película pequeña, modesta, sobre los traumas de los amores tardíos, irregular pero fenomenalmente interpretada, a ratos encantadora, y bastante equilibrada en su mezcla de drama y comedia.

La tienda de los horrores – Juegos salvajes

Estas chicas que practican la natación sincronizada con un estilo tan peculiar son Neve Campbell y Denise Richards, las dos mozas que junto a Matt Dillon completan el trío (en alguna escena, en sentido literal) protagonista de una de las mayores gilipolleces que ha parido madre, en lo que a cine se refiere, de los últimos diez o veinte… siglos. Porque Juegos salvajes, pretenciosamente vendido como thriller erótico lleno de sorpresas, giros de guión inesperados, bucles, engaños, dobles sentidos y despiste general con final apabullante e impactante, no es más que una tomadura de pelo que parte de dos únicas premisas: primera, poner cachondo perdido al «espectador tipo» al que va dirigida definido como ser humano de sexo masculino y de inmadurez galopante de corte ‘adolescente lleno de granos’; y segunda, la utilización de la mentira, el engaño y la incongruencia argumental no para construir una trama compleja, sino para faltarle el respeto al espectador (incluso al adolescente) tomándolo por gilipollas e intentar que crea enrevesadamente genial lo que es una apología de la confusión deliberada. Tanta, que la propia película ya no sabe ni por dónde va, quién está liado con quién, quién es bisexual y quién sabe qué más, etc.

La historia, por llamarla de alguna forma, nos cuenta los avatares de tres personajillos, un profesor y dos chicas de una zona pijotera de Florida. Sam (Matt Dillon) es el atractivo consejero de un instituto (¿consejero de qué? ¿a qué puñetas se dedica un consejero de instituto? ¿no será conserje?) por el que todas las señoras y niñas bien de los contornos beben los vientos. Su fama de hombretón mujeriego, exitoso y conquistador se viene abajo cuando es acusado de violación por una sexy y seductora alumna (Denise Richards), Lolita un poquito crecidita para hacer de nena de colegio, hija de una importante mujer de la alta sociedad (Theresa Russell) del lugar. El caso se pone en manos de Ray Duquette (Kevin Bacon), que comienza a investigar el asunto, y en el juicio se descubre que otra alumna (Neve Campbell) también declara haber sido violada por Sam. Duquette no tardará en darse cuenta de que tras el asunto hay mucho más de lo que parecía, una compleja trama de intereses, seducción, sexo y dinero de la que la acusación de violación no es más que la punta. Del iceberg, se entiende. Todo ello rebozado con las convenientes dosis de sexo edulcorado para calentar al personal.
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