El peligro de perder pie: Gravity (Alfonso Cuarón, 2013)

GRAVITY

Rompemos hoy en este blog una práctica que ha venido siendo constante desde el primer día, allá por el 2 de abril de 2007: no dedicar textos a películas en cartel. Esta norma, implantada deliberadamente en la convicción de que el poso del tiempo, como sucede con los vinos, con los libros, con las personas, y con tantas y tantas otras cosas, es un ingrediente imprescindible en la interpretación y valoración de cualquier película (el ejercicio de un comentario reposado, reflexionado, es enemigo directo de la inmediatez: ¿cuántas estupideces se han dicho de estrenos que luego han sido capitales en la historia del cine o, al contrario, ninguneados y desaparecidos, sólo porque se confunde el comentario con la publicidad?), se rompe hoy ante otra práctica, esta ajena, que resulta preocupante: la extraña unanimidad en la valoración de un filme. Gravity podría no ser más que otro caso, tan común en los últimos tiempos, de película inflada mercadotécnicamente gracias al concurso de una crítica complaciente y de unos medios de comunicación que, deudores de sus negocios, se deciden a no contravenir los dictados de las grandes corporaciones a las que pertenecen tanto ellos como las productoras cinematográficas, o bien a seguir la marea mayoritaria, en la creencia de que no llevar la contraria al gran público es el camino más corto para mantener su parroquia. Esto sería así, sin más, si no se diera un supuesto llamativo: Gravity es una buena película. Ello parece cerrar el debate, pero no es así: lo abre,  lo abre mucho, y no para bien.

No queda más remedio que constatar una evidencia: técnicamente, la película de Cuarón es magistral. Complicadísima de rodar, el director mexicano logra un virtuosismo que difícilmente encuentra comparación en cualquier otra producción de este siglo, y en buena parte de las del anterior, dentro y fuera del género de la ciencia ficción o del cine ambientado en el espacio (que no es lo mismo). Todo funciona en su puesta en escena, desde la recreación realista de lo que es el actual desarrollo de la tecnología espacial hasta la plasmación de las características y condiciones naturales del medio en el que transcurre la historia (luces, sonidos -o más bien ausencia de ellos-, panorámicas, etc.). Mención especial merecen tres aspectos: el destilado tratamiento visual, la integración de los elementos tecnológicos y físicos en el guión y, extremo que no siempre se ha destacado debidamente, la banda sonora, que incluye tanto la estupenda partitura de Steven Price como unos efectos de sonido -o falta de él- que se intercalan dramáticamente en la historia, creando atmósfera (nunca mejor dicho) y sirviendo narrativamente al objeto primordial del argumento. Todo ello, con el complemento inmejorable de unas interpretaciones sobrias y algo distantes (obviamente, tratándose de personajes casi permanentemente tapados y que, por fuerza, escapan a la visión directa del espectador) que, especialmente en el caso de Bullock, suelen ser superiores a lo habitual en los actores protagonistas (Clooney acepta encantado su papel secundario en una trama que, en otras manos, tanto en la dirección como en la producción y la actuación, no vacilarían en convertirlo en macho heroico salvador, listillo sabelotodo). ¿Dónde está, pues, el problema de Gravity? ¿Por qué no nos sumarnos sin más a la corriente dominante que aplaude unánimemente esta obra sin reservas? Como suele ser común, en el guión, y en tres problemas principales: la debilidad de la premisa del drama, el ineficiente uso de los recursos narrativos ligados a los personajes, y la anticlimática ansia de Cuarón de buscar trascendencia más allá de la acción, intentada, a nuestro juicio, a través de medios erróneos.

La película empieza directamente en el momento en que va a estallar el drama: no conocemos a los personajes, no están definidos y no sabemos cómo se relacionan entre sí. Lo poco que Cuarón esboza de ellos ahonda en el tópico: Matt (Clooney) es un veterano capaz y resolutivo que vive su último viaje y Ryan (Bullock) una novata que se encuentra en su primera experiencia espacial tras un adiestramiento de seis meses. Sin embargo, Cuarón acierta al excluir del drama el enfrentamiento generacional, y lo enmarca más bien en una relación de protección paternalista del hombre para con la mujer. Más adelante, cuando Cuarón siente que debe profundizar en los personajes, en lugar de buscar el conflicto humano (en vez de un tipo enrollado y una chica frágil, por ejemplo, podría haber retratado a un presuntuoso ridículo y charlatán, o una tía borde y seca, o a ambos, y que deban interaccionar y crear sinergias para sobrevivir), se vuelve acomodaticio y autocomplaciente, de manera que se trata de una cuestión del hombre frente al azar, y no de seres humanos entre sí. Por tanto, la elaboración de Cuarón no va muy lejos: Matt se queda como estaba, pero a Ryan le inventa un pasado traumático con pérdida de un ser querido. Este recurso facilón y lacrimógeno no está a la altura del resto de la construcción del filme.Por otro lado, al introducir la situación de tensión desencadenante del relato sin mostrarla gradualmente, con antelación suficiente, como una amenaza creciente, concentra el suspense en muy pocos minutos y por tanto lo convierte en sorpresa (la vieja teoría de Hitchcock y la bomba bajo la mesa): desde que la anomalía -muy pillada por los pelos: el lanzamiento (método absurdo donde los haya) de un misil por parte de los rusos para desmembrar tecnología obsoleta que se mantiene en órbita… ¿Cómo iban a hacer los rusos algo así sabiendo que hay astronautas americanos de paseo espacial? No estamos en la Guerra Fría…- es anunciada por radio hasta que desemboca en los personajes no hay elaboración del suspense: la situación se produce sin mostrarse y, al instante, se presenta. No hay tensión creciente, sino un estallido de la misma, es decir, un efecto sorpresa vacío. Al mismo tiempo, como Cuarón no nos ha mostrado a los personajes, el espectador asiste a unos fuegos de artificio que afectan a dos personajes con los que no ha establecido conexión emocional, con los que no ha empatizado, con los que se busca una conexión a posteriori, haciendo descansar toda la carga de reconocimiento en ellos en la situación de terror asociada al abandono espacial, a la muerte segura, detalle que, en su choque inicial, está narrado de manera excesivamente precipitada y superficial, sin tiempo a despertar la angustia real. Pero, al mismo tiempo sabemos que, cuando Hollywood dedica 90 minutos a la lucha de salvación de un personaje encarnado por una estrella, éste nunca muere, razón por la que sabemos de antemano cuál va a ser el final del personaje de Ryan. Esto ofrece otro flanco de debilidad: dado que no sentimos proximidad con los personajes porque Cuarón nos ha privado de cualquier episodio dramático que nos permita conocerlos y asimilarlos, la situación de riesgo tampoco traspasa la pantalla con total efectividad: no es lo mismo sentir temor por un personaje al que se aprecia que por uno que resulta indiferente. Si a eso añadimos el tópico del astronauta que muere junto a la fotografía de la familia que le espera en la Tierra, el patinazo se amplifica.

Por último, los guiños de Cuarón, en plan 2001 de Kubrick, a las cuestiones existenciales de la vida y la muerte, secuencia onírica de por medio incluida, no terminan de encajar bien ni con el tono general de un thriller de acción (que es lo que es Gravity) ni con el ejercicio de «realismo espacial», un tanto distante de la ciencia ficción», del que dota al resto de la producción. El hecho de que esa acción se detenga para recrearse en una puesta en escena del útero materno, cordón umbilical incluido, contrasta con el interés primordial de Cuarón en su historia. A esto se puede objetar igualmente algún momento de tensión por la supervivencia que, no se sabe muy bien si por una vocación de llevar el realismo a las últimas consecuencias, termina derivando en una consecuencia risible (los episodios del extintor, por ejemplo, la puesta en marcha al tuntún de los distintos módulos, la apertura del módulo sumergido…), lo cual tampoco termina de cuadrar con el tono general de la historia.

Estas objeciones aquí resumidas no se exponen con afán de desmentir a la inmensa mayoría crítica y al gran público que han aplaudido casi unánimemente esta película, sino para hacer notar que a menudo los análisis, al menos desde el punto de vista crítico, no son ni todo lo pormenorizados ni lo exhaustivos que quizá deberían ser para que los críticos no parezcan un grupo de corifeos y palmeros de las productoras, Warner en este caso. Con todo, además de por encontrarnos ante una película del espacio que, contra lo que suele ser habitual, no resulta ni fría ni metálica, recomendamos vivamente esta obra, en su condición de espectáculo visual y de impecable técnica cinematográfica, como producto de primer orden.

19 comentarios sobre “El peligro de perder pie: Gravity (Alfonso Cuarón, 2013)

  1. Hola, Alfredo, buenos días; veo que, aunque con matices (por otro lado, lógicos y bien fundados: bien está que se pongan de relieve aquellos elementos con que Cuarón ha tenido que satisfacer -supongo- exigencias de mercado, y buscar un perfil con el que ganarse el volumen de público al que, teóricamente, debe aspirar una producción del calibre de ésta), avalas la propuesta. Estoy de acuerdo totalmente contigo; me parece una buena peli (no una obra maestra, pero sí una cinta bastante por encima de la media actual de calidad del ‘material de estreno’), y esos aspectos que le restan intensidad, profundidad o, incluso, verosimilitud no merman su valoración global positiva.

    A ver si a partir de ahora sigues ‘infringiendo norma’, y le ‘pegas’ más al cine de estrenos (y no me pongas como excusa lo de lo malas que son las pelis; tu sección ‘paredónica’ te delata, te va la marcha…).

    Un fuerte abrazo y hasta pronto.

    1. Me has pillado, Manuel… En fin, ya iremos viendo qué nos ofrece la cartelera. La razón principal, además de la cuestión del poso del tiempo, para no hablar de estrenos suele ser más la tibieza que el rechazo. No termino de ver cosas espantosamente malas (las rehúyo, obviamente, dado que el coste de las entradas -semanas especiales aparte- no permite alegrías exploratorias), y las que más o menos consiguen interesarme, no lo hacen tanto como para merecer mil palabras de texto. Y luego, no lo negaré, tengo tantos deberes «domésticos» pendientes casi siempre (en torno al centenar de filmes -todos legales, ojo- para ver y puede que comentar) que nutro suficientemente mis necesidades sin tener que echar mano de la pantalla grande -cada vez menos- del cine.
      Abrazos

  2. Después de tu análisis me apetece más verla porque me cuesta coger los matices de las películas. Sólo me quedo en que me gusta o no me gusta o me quedo igual o no me enterado de nada y no sé a qué a venido ese final. Y tienes toda la razón, una película del espacio no necesariamente tiene que ser de ciencia ficción. Ahora mismo me viene a la cabeza Atmósfera Cero que la veo más como un western que una película del espacio.

    1. Efectivamente, es una traslación al espacio de nada menos que «Solo ante el peligro» de Fred ZInnemann (1952). Sin embargo, yo diría que sí, que es ciencia ficción mezclada con thriller, del mismo modo que «Alien» mezcla ciencia ficción y terror y «Blade runner» ciencia ficción y cine negro. Me refería a que una película «realista» sobre el espacio, obviamente, no es ciencia ficción. Será ciencia a secas, o ciencia más aventura…

  3. Magnífico análisis para una película que está creando muchas controversias, amigo Alfredo. Una de ellas es por parte del espectador, acostumbrado a las etiquetas y los tópicos. La ciencia ficción tiene que ser de aventuras trepidantes y muchos efectos especiales horteras, por mucho digital que pueda haber. Que se vean los rayos láser en el espacio (no es posible) y, que se escuche mucho ruido (tampoco). Me parece interesante lo que dices en el comentario cuando clasificas este difícil género junto a otros; es verdad. Gravity no llega del todo a ser ciencia a secas y tampoco de aventuras (tradicional,claro),basta ver a la Bullock al final de la película dentro de esa lata entrando a la atmósfera de la Tierra y la fricción del contacto con ella. Se prende fuego, pero no es suficiente,como sería en la realidad, porque ella debe salvarse. Es ahí donde entra, entre la no ciencia a secas y la ciencia ficción,la «flipada» americana. Por otra parte, veo que muchas de las escenas tienen que ver con 2001: una odisea del espacio, sobre todo cuando nos sitúa en el interior de los trajes espaciales para percibir la respiración; un efecto perfecto para darnos cuenta lo poco que somos allí arriba. La película me gustó. Y además creo que solo se puede apreciar en una pantalla grande. Lo digo porque no tengo en casa una de esas de plasma que ocupa toda la pared, pero de todas formas, es un película para apreciarla en el cine.

    Abrazos con palomitas.

    1. Mi querido Paco: me gustó la película a pesar de sus pasadas por alto a unas cuantas cosas y sus guiños sin venir a cuento. Pero no me entusiasmó.
      Me gustó personalmente por una costumbre que suelo manejar y que conecta con parte de lo que expone la película: cuando estoy muy harto del mundo, despliego un mapa nocturno de la Tierra -un falso planisferio configurado a partir de fotos nocturnas de todo el planeta- y me quedo mirándolo durante rato y rato… Todo es muy pequeño desde ahí arriba..
      Por otro lado, le reconozco una voluntad de verismo alejada del sensacionalismo pirotécnico de la mayor parte de la ciencia ficción actual -si es que la hay-, una vocación de ser respetuoso con lo que puede ser real en lo alto. Fueron los personajes y las situaciones para describirlos lo que no me convenció.
      Abrazos

  4. Me quedo con esa escena en la que el personaje de George invita al de Sandra a que mire amanecer en la tierra suspendidos en el vacío…
    ¿Hay algo más sencillo y a la vez bonito?
    Buen análisis. Bajamos de la nave y del espacio. Volvemos a sentir la gravedad en el centro de la tierra.
    Besos
    Hildy

  5. Pues iré a verla porque si a ti te ha gustado, yo que soy un consumidor poco cr´tico seguro que flipo.
    Tengo la sensación de que la Bullock ésta cada vez va ganando importancia y a ti también te va gustando más. Paradójicamente cuánto más vieja se hace.

    1. Muy bien, ya me contarás. No te creas, la Bullock sigue sin gustarme un pelo. Pero cuando lo hace medianamente bien, hay que reconocerlo. Por otro lado, su Oscar es el más vergonzoso que se ha entregado en los últimos 30 años.

  6. Pues yo también, saltandome no se que costumbre, tevoy a dejar un comentario. Venía para decir amén. O en todo caso para no decir nada y asentir.
    Pero voy a entrar en un apartado en el que parece que no hay discusión alguna y sobre el que discrepo.
    Su presunta excelencia en lo que a su técnica cinematográfica se refiere. No lo veo. Si realmente estuviera filmada en el espacio exterior, me quitaría el sombrero. Pero como se muy bien que está filmada en un estudio y multi retocada por ordenador, pues no me sorprende su acabado. Es mas, otra cosa hubiese sido una chapuza.
    Y
    lo de los planos secuencia elaborados, bueno, si aportaran algo dramáticamente, pues bien, pero como su objetivo no es potro que dejar al público boquiabierto en 3D, Pues una vez logrado el objetivo, ya está. Creo que es una película que envejecerá mucho más pronto de lo que sus autores piensan..Un abrazo

    1. Me alegro, Víctor, de que también te saltes normas…
      He tenido en cuenta lo que apuntas, y sigue pareciéndome estupenda técnicamente. Rodar monigotes sin referencias, sobre una pantalla, llenar noventa minutos de fantasmadas y efectos especiales, conjugarlo todo con el movimiento rotacional de la Tierra, y que no pierda ritmo, coherencia, y que al mismo tiempo emule a la perfección las imágenes televisivas que hemos visto todos del espacio, sigue pareciéndome prodigioso. Evitar el videojuego, vaya, cuando todo apunta en que, tarde o temprano, vas a caer en él, creo que merece reconocimiento (tambíen te digo que quizá por contraste a los dos tráileres que vi antes: un horror de remake, por decir algo, de «47 Ronin» con el pintamonas de Keanu Reeves, y la secuela de «300», que promete ser una patochada mayor que la anterior). Sin embargo, estoy de acuerdo contigo en que envejecerá muy rápidamente. A toda película actual, empezando ya por «Matrix», les ocurre antes de que pasen cinco años.
      Yo la vi en 2D (me niego a caer en el negocio-chapuza del 3D), y te aseguro que esos planos secuencia, más allá de su espectacularidad, tienen una función primordial: meternos en el espacio y creérnoslo. Lo que no consigue la Bullock, precisamente: creérnosla.

  7. Esta todavía no me ha llegado y me parece que al final deberé esperar al video club y de paso la veo en v.o.s.e.
    De entrada me interesa porque parece que por fin le han dado cancha a Sandra y, claro, eso hay que oírlo al cien por cien: ya me imaginaba que las interpretaciones deben ser una baza importante dada la dificultad de la propuesta escénica y por otra parte las alegorías que he leído de refilón respecto a 2001 me apartan las ganas, pero siento mucha curiosidad y espero que, por lo menos, no haya mucha morosidad «espacial».
    Me alegra comprobar que sigues dando caña y en uso de libertad irrenunciable aunque sea colocándote en un extremo casi eremítico y me parece que has sido bastante suave en tu discrepancia, con lo que colijo que la pieza debe tener, por lo menos, lo suficiente como para que el espectador avieso -que no avisado- no se sienta defraudado ni artística ni económicamente; salvando, por supuesto, fallos de guión que parecen ser marca identitaria del cine de este siglo, pero eso ya lo sabes tú muy bien.
    En definitiva, te digo que tenía mis dudas y sigo en las mismas, pero ahora, por lo menos, después de verla, seguro que no me siento tan raro…. 🙂
    Un abrazo.

    1. Bueno, Sandra está correcta, no la caga, no pone caritas (o no se le ven)… No es un personaje bien construido, en todo caso.
      Pero, con defectos, yo creo que vale la pena. No perdurará, desde luego, a pesar de lo que digan tantos y tantos. Pero, hoy por hoy, es más que digna. Vale la oportunidad.
      Un abrazo

  8. Vaya. Has sabido exponer de forma muy clara lo que opiné al salir del cine. Y además sin perder los papeles, cosa que yo no hice… Despotriqué como un descosido. Me alentaron con críticas maravillosas y me bombardearon la patata existencial con la posibilidad de una cinta de una exquisitez técnica tal que me sentiría en órbita. Claro, lo que hice mal fue dar por sentado que no tendría que preocuparme por un aspecto tan sumamente importante como es la chicha de los personajes, que ya estaría cubierto y que me encontraría con interpretaciones maravillosas. HA HA. Iluso de mí, aunque veía a la Bullock ahí en cartel, cada día que el estreno estaba más cerca me decía que esta sería la película con la que la del «Oscar» se desquitaría… Ay. En fin.
    Y en la escena del útero… Juro que estuve por levantarme e irme de la sala. Me llegó a parecer incluso un insulto.
    Me pareció correcta en la medida de que se cuidaron matices como la difusión del sonido y demás. Pero en todo lo demás… ¡Y qué final más…!
    Te seguía desde hace tiempo, pero no te leía asiduamente. Eso cambiará. Enhorabuena y un abrazo.
    (Perdón por el rollazo que te he soltado!)

      1. Gracias, Osmio.
        Creo que, desgraciadamente, el cine actual presta demasiada atención a la forma (o mejor dicho, a las maneras de explotar tecnológicamente las cuestiones de forma), y muy poco, o casi nada, al contenido «literario-narrativo» de las películas. Creo que falta trabajo de lápiz y papel, el puramente creativo, en origen. Quizá las cuestiones del presupuesto y las necesidades de rentabilidad hacen a la gente perder un poco el norte. No soy ningún iluso: sé que el cine es primordialmente un negocio. Pero en otros tiempos eso implicaba un respeto al espectador que incluía dar respuestas, buenas o malas, convenientes o no, a los detalles narrativos del guión. Actualmente asistimos a algo insólito: los guiones, o la mayoría de ellos, parecen enormes quesos de gruyère llenos de agujeros. Hablo de cine puramente comercial, claro.

  9. Concuerdo en que desde el aspecto visual la película es brillante, y seguramente marque un mojón de aquí en más en este tipo de películas, pero lamentablemente pierde pie al momento de las situaciones dramáticas, creo que Cuarón debería dejar en manos de otros la elaboración de los guiones, aún sin llegar al penoso límite lacrimógeno de su compatriota González Iñárritu, con el drama forzado que plantea en la película, termina desmereciendo el resultado final. Muy buena crítica, la cual comparto en su mayoría ya que aún sus debilidades la película me parece muy buena, pero sin dudas que no es la octava maravilla del mundo.

    1. Desde luego, no lo es. Acostumbrados a películas excesivamente largas y efectistas en los últimos tiempos, resulta que en esta no hubiera venido mal algo más de minutaje con el que explicar muchas más cosas, situar a los personajes, dotarlos de dimensiones, pausar tanta precipitación, elaborar el suspense…

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