Música para una banda sonora vital – Semilla de maldad (The blackboard jungle, Richard Brooks, 1955)

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Esta magnífica película de Richard Brooks es el pistoletazo de salida de varias cosas. En primer lugar, del género de películas sobre profesores metidos en aulas conflictivas de colegios o institutos situados en barrios poco recomendables, que tanto recorrido ha tenido y tiene, especialmente en el cine de los últimos veinte años. También es el descubrimiento de Sidney Poitier, que más adelante, y en uno de los personajes más emblemáticos (aunque, vista hoy, en una de sus películas más ñoñas, cursis y pelmazas), se pasaría al otro lado de la tarima. Finalmente, la banda sonora contiene el que para muchos es el momento fundacional del rock and roll, el tema de Bill Haley & His Comets Rock around the clock, el archiconocido Rock del reloj, que abre el metraje. Tal fue el éxito de la película que hay quien opina que el rock le debe buena parte de su crédito inicial al cine. Como tantas cosas de la vida, por cierto.

10 comentarios sobre “Música para una banda sonora vital – Semilla de maldad (The blackboard jungle, Richard Brooks, 1955)

  1. ¡Richard Brooks! Olvido en el mundo en donde vivo y me sumerjo en otro mundo más cálido, más real… Brooks era un destacado novelista y fue guionista sin acreditar de películas como Forajidos y La ciudad desnuda (casi ná). Si el gran tuerto de Ford describió la agonía del pueblo Cheyenne en El gran combate, unos años antes, en 1956, Brooks provocó sentimientos profundos sobre la aniquilación física de una nación en el excelente western The Last Hunt. Defendió la libertad de prensa en Deadline USA, criticó los vicios de los militares en Take the High Cround, y se esforzó por la supervivencia del amor en La última vez que vi París, basada en una obrita del borrachuzo y festero pero genial Scott Fitzgerald. Y siguió en tío maravillándonos con la peli que aquí mencionas; Semilla de maldad y La gata sobre el tejado de zinc y Dulce pájaro de juventud y A sangre fría (qué maravilla, tío). ¿Y qué me dices de Los profesionales? Y Brooks fumaba en pipa y se casó con la guapa Jean Simmons. Claro, eran otros tiempos.

    ¡Joder ya he vuelto a este otra vez! ¡Qué asco!

    Ahora me voy a escuchar el Rock Around the clock (el rock alrededor del reloj), es decir, que vuelvo de nuevo a otro tiempo.

    Abrazos y buen finde, amigo mío.

    1. Recuerdo un pasaje en el que Garci habla de una de esas comidas de celebración para nominados a los Óscar, de sus encuentros y desencuentros con Billy Wilder a lo largo de los años, en esas comidas y en las ceremonias y cenas posteriores, y menciona al amigo Brooks, que andaba por allí siempre con un vaso de tubo bien surtido y bastante escaso de dientes, y de algún encuentro posterior en que ya tenía de nuevo dientes, pero el vaso no daba más que para zumos y refrescos. Ay, el viejo cine, amigo. Un buen lugar donde refugiarse.

      Abrazos

  2. ¡Los dientes! Otro tema para reflexionar y escribir, amigo mío. Saliendo del ámbito cinematográfico (bueno, tampoco tanto, porque de este gran tipo se hizo un documental excelente); estoy hablando o escribiendo de Chet Baker, el gran cantante y trompetista, para mí, el poeta del jazz. El pobre estaba tan metido en las drogas que le se cayeron todos los dientes, además de gastarse toda la pasta en todos los vicios habidos y por haber no podía costearse una dentadura postiza, y, como comprenderás, no se puede tocar la trompeta sin dientes. Pues bien, va el tipo y se esfuerza en tocarla con las encías. Resultado: que ningún trompetista se explica todavía cómo lo podía tocar de aquella manera tan magistral. Eso sí, cuando el viejo Chet acababa de tocarla nadie se atrevió jamás en pedirle prestada su trompeta.

    Conozco cientos de anécdotas referente a los dientes, dentaduras postizas, implantes y mellas en la historia del cine y de la música de jazz. Cuando nos veamos te las cuentos. Aquí no las quiero dejar simplemente por respeto a lectores que puedan estar leyéndote y a la vez comiendo (con o sin dientes).

    Más abrazos y más deseos de que tengas un buen finde.

    1. Ay, amigo, entramos en escatologías sensibles… ¿Recuerdas al guarda del campo de prisioneros de «La gran evasión», el tipo al que James Garner le birla la cartera para que Donald Pleasance (el latin lover de Carmen Sevilla) pueda copiar los nuevos modelos de documentos alemanes? El tipo le confiesa: «ah, mis dientes, le contaría cada cosa de mis dientes…».

      Abrazos

  3. ¿Cómo olvidarlo, amigo? A partir de aquella película me puse a cepillarme los dientes como un loco. Le tenía mucho miedo “al frente ruso” aunque no sabía lo que era eso ni en dónde estaba. ¿Recuerdas a Steve McQueen en Papillón? Esta encerrado cruelmente en aquel pestilente lugar. Hace ejercicio y se da contra la pared y luego se arranca una muela. ¿Recuerda esa excelente película, Aflicción cuando Nick Nolte se extrae, en un primer plano, una muela con los dedos? ¿Se puede olvidar el sufrimiento de Dustin Hoffman a manos del dentista nazi Laurence Olivier en Marathon man?

    Ya te lo he advertido, amigo, hay anécdotas para rato. Parafraseando los títulos de los libros de Garci, se podría escribir uno con este título: Dientes de cine.

    Abrazos

    1. ¡¡Horror!! ¡¡Horror!! Lo de los dientes sí que es terrorífico, y eso que ni siquiera hemos hablado de la factura que te meten después… Y en «Ladykillers», esa dentadura postiza en el vaso…? Argh!!!

      Ya lo estoy viendo: «Morder de cine». Oh, acabo de alcanzar el «orégano».

      Por cierto, ayer me hice con el pedazo de libro «El universo de Billy Wilder», editado por Notorious Ediciones, con prólogo y epílogo de Garci, y con un recorrido por toda la obra del viejo zorro y fotografías de primera. Estás avisado.

      Abrazos

  4. Me has puesto los dientes largos. Mañana mismo voy a Barcelona para comprarlo. Ah, sí, ¿qué me dices de aquellos dientes asquerosos y metálicos de Richard Kiel en el bodrio de Moonraker? Y me voy ya, pero no antes de dejar constancia aquí sobre el error de las películas de zombis, y aquí la pregunta: ¿Por qué todos los zombis tienen buenos dientes? ¿Es que no hay nadie que se haya muerto, no sé, mellado o que se le haya caído la dentadura postiza o, que con la misma podredumbre esos dientes no estén en donde deberían?

    Más abrazos.

    1. Hablando de dientes…

      Y es que además los zombis no necesitan los dientes afilados, porque, si no me equivoco, comen cerebros, y el cerebro está blandito. Dicen, porque últimamente yo no he probado ninguno…

      Abrazos

  5. Pero bueno de Brook, a Sidney Poitier, de ahí al rock and roll, después una cascada de dientes… y a cómo tocaba la trompeta Chet Baker, y más dientes y dentaduras en Papillon, La Gran Evasión… o Ladykiller o el quinteto de la muerte… Madre mía. Y solo con hablar de Semilla de maldad, profesores y adolescentes conflictivos… Pero ¡esto qué es!
    En fin, un placer pasearse por estos queridos escalones

    Besos
    Hildy

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