Mis escenas favoritas: Cyrano de Bergerac (Jean-Paul Rappeneau, 1990)

Gran momento, ni mucho menos el único, de este clásico del cine francés coescrito por su director, Jean-Paul Rappeneau, y Jean-Claude Carrière a partir de la obra de Edmond Rostand, y con un Depardieu inmenso.

4 comentarios sobre “Mis escenas favoritas: Cyrano de Bergerac (Jean-Paul Rappeneau, 1990)

  1. Sí señor: de cómo se lleva al cine un clásico del teatro. Me falta verla en v.o.s.e.

    Los franceses, como los ingleses, tienen suerte de contar entre sus autores teatrales a tipos de la talla de Lope de Vega, Calderón, Cervantes, Moratín…. y no como nosotros, pobres españoles, que no tenemos a nadie……

    Un abrazo.

    1. Eso es. Algunas cositas se han hecho, pero nunca (salvo Pilar Miró, que luchó contra viento y marea para poder hacer su peliculita en verso) han alcanzado el nivel de esta obra de Rappeneau, u otras similares (tampoco hay cine histórico como La reina Margot, por ejemplo). Y vamos a lo de siempre, si las instituciones controladas por Gobiernos, centrales y autonómicos, o por televisiones públicas y privadas, tienen que poner la pasta, en España estas cosas no las veremos jamás.

      Abrazos

  2. Hace mucho tiempo leí la obra de Edmond Rostand en una pésima traducción, cuando esta gran obro está escrita en una prosa exquisita, es más, el verdadero héroe del libro es la poética con la que está escrita. Ese tipo narigudo tenía que ganarse a las mujeres precisamente a través de las palabras, pero, ay, yo no sé el francés, me cuesta mucho hablar por la nariz, por eso los franceses la tienen tan larga. Sin embargo, el gran Cyrano, el tipo que podía oler el pescado frito a unos cuantos kilómetros y que un día ensartó con su espada a un pobre mono callejero porque lo habían disfrazado, precisamente, de Cyrano. Pobre monito. En fin, que este espadachín escribió una novela descacharrante titulada «Viaje a la luna», que junto a «Las aventuras del barón Munchausen, de Erich Raspe, podría llevárselas uno bajo del brazo al mismo tiempo que vas a votar. Es una lástima que no exista una nueva edición. Yo la tengo en Anaya con unas ilustraciones muy buenas.

    Un abrazo

    1. Tal como estaban las cosas, era lógico que la revolución fuera francesa. Trinchando monos, qué barbaridad… En fin, siento una gran simpatía por el personaje, incluso llegué a sentirla por Depardieu, antes de que, en vez de trincharlos, se comiera los monos de una pieza y sin tragar, o de que se tragara a sí mismo. O de que se pusiera a mear en los pasillos de los aviones, como sucedió hace no mucho. Es que ser ruso implica una gran responsabilidad. Eso también son aventuras viajeras, mi querido amigo, aunque nada de Lunas; antología de la cutrez y de la guarrería.

      Abrazos

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