Cine en fotos: Joan Harrison

La productora y guionista británica Joan Harrison tuvo una larga relación profesional con sir Alfred Hitchcock, para el que escribió los guiones de Posada Jamaica (Jamaica Inn, 1939), Rebeca (Rebecca, 1940), Enviado especial (Foreign Correspondent, 1940), por la que fue la primera mujer nominada al Premio de la Academia al Mejor Guión Original, Sospecha (Suspicion, 1941) y Sabotaje (Saboteur, 1942). También escribió el guión de Aguas turbias (Dark Waters, André De Toth, 1944) y fue escritora no acreditada de Nocturno (Nocturne, Edwin L Marin, 1946) y Persecución en la noche (Ride The Pink Horse, Robert Montgomery, 1947), de las que también fue productora. Sus créditos en esta función incluyen además La dama desconocida (Phantom Lady, Robert Siodmak, 1944), Pesadilla (The Strange Affair Of Uncle Harry, Robert Siodmak, 1945) y No me creerán (They Won’t Believe Me, Irving Pichel, 1947). Más adelante fue productora de televisión y escritora, ente otros trabajos, para Alfred Hitchcock Presenta (1955-1962) y La hora de Alfred Hitchcock (1962-1965). Estuvo casada con el novelista Eric Ambler desde 1958 hasta su muerte, a los 87 años, en 1994, en Londres.

2 comentarios sobre “Cine en fotos: Joan Harrison

  1. Hay concentrado en este párrafo más interés cinematográfico y literario que en todo lo que se dice y escribe en la red en un año. Con lo que aquí se concentra, el nene que quiere estudiar cine para hacer series o la nena que quiere escribir superventas y va al taller de escritura, tendría para aprender y a la vez pasárselo estupendamente bien. A través de Joan Harrison llegarían a Daphne Du Maurier y Alma Reville, aparte de ver las películas, claro. Descubrirían la obra literaria del genial William Irish o Cornrell Woolrich, que es lo mismo, al ver “La mujer desconocida”, es decir, también la novela “La mujer fantasma” y ya de paso las películas basadas en sus obras como “La ventana indiscreta”, “La novia vestía de negro”, “La sirena del Mississippi”, “Ángel negro” o “Mil ojos tiene la noche”, entre otras y ya puestos, revisarían las obras de sus respectivos directores. Luego los llevaría a las excelentes novelas del hoy olvidado Eric Ambler y aprovecharían para ver “La máscara de Dimitrios”, de Jean Negulesco y ahí se quedarían para seguir con este director, también olvidado. Luego verían la serie de sir Alfred y a través de ella conocerían los primeros trabajos de jóvenes promesas del cine, como Steve McQueen junto a Peter Lorre, solo por poner un ejemplo. Luego irían anotando los nombres de los guionistas y los títulos de los cuentos en los que se basan los episodios para buscar también la obra de sus escritores y leerlas.

    En fin, amigo mío, con solo este párrafo a estudiar, más de un estudiante y estudianta quedarían agotados y seguiría tumbados en el sofá adorando al gran dios – de turno – Showrunner o, como yo lo llamo “Showrrada”, por mi déficit de inglés.

    Abrazos mil.

  2. Ese otro mundo es posible, pero harto improbable, me parece. Tendría que existir algo que está en peligro de extinción, que es la curiosidad, el interés. Y para eso tendría que regir otro sistema de valores en el que el primer mandamiento no fuera la rentabilidad máxima. ¿Qué jugo monetario se le puede sacar hoy a Cornell Woolrich, a Negulesco (pocas películas suyas circulan por ahí, salvo en alguna plataforma, y casi siempre las mismas) o a Eric Ambler? Esa es la clave, creo: hoy solo reinan la mercadotecnia, la publicidad y la rentabilidad. Y para lograrnos vender toda la morralla que se produce y que es la que aguanta en pie el edificio, todas esas mediocridades y zafiedades, es preciso olvidar o relegar todo aquello de calidad que se ha hecho en el pasado. Los mercachifles gobiernan (en algún caso, literalmente).

    Un abrazo pesimista

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