Diálogos de celuloide: Fitzcarraldo (Werner Herzog, 1982)

FITZCARRALDO (Klaus Kinski): ¡Por Verdi! ¡Por Rossini! ¡Por Caruso!

DON ARAÚJO, EL BARÓN DEL CAUCHO: (Ruy Polanah): ¡Por Fitzcarraldo, conquistador de lo inútil!

FITZCARRALDO: ¡Tan cierto como que estoy aquí, algún día traeré la gran ópera a Iquitos! Le destriparé. Le superaré en número. Le superaré en mil millones. Le superaré. Señor, la realidad de su mundo no es más que una caricatura podrida de una gran ópera.

MOLLY (Claudia Cardinale): Fitz, Fitz, vámonos. Este hombre no es rival para ti. Está tan muerto como el clavo de una puerta.

EL BARÓN DEL CAUCHO: ¡Señora, sigo firme sobre mis piernas!

MOLLY: ¿Usted practica la caza mayor, verdad?

EL BARÓN DEL CAUCHO: ¡Sí, señora! ¿Qué tiene eso que ver?

MOLLY: Entonces debería saberlo. Cuando disparas a un elefante, a veces se mantiene sobre sus patas hasta diez días antes de caer. ¡Buenas noches!

(guion de Werner Herzog)

8 comentarios sobre “Diálogos de celuloide: Fitzcarraldo (Werner Herzog, 1982)

  1. Cuando vi el cartel de “Fitzcarraldo” en el cine en 1982 creí que se trataba de una película tardía catastrofista de los setenta que tanto me gustaban. En un primer plano Klaus Kinski señalando con patetismo un barco que se iba a pique, un río revuelto y gente con rostro de pánico. Sí, era un cartel muy de los setenta, muy similar al de «La aventura del Poseidón». Cuando la vi me di cuenta de que tenía mucho de aquellas viejas pelis catastrofistas que trataban sobre la soberbia humana: trasatlánticos de lujos que se hunden y quedas del revés, rascacielos espectaculares que se incendian, etcétera. En la película de Herzog vi el absurdo de la ambición o estupidez humana cuando aquel excéntrico quiere construir un teatro en plena selva amazónica poniéndole banda sonora a través de un gramófono. Es curioso, pero al año siguiente se estrenaría “E la nave va” de Fellini, otro viaje hacia la nada o a la catástrofe entre arias de ópera. No me extrañó nada que Groucho en “Una noche en la ópera” le dijera al cochero, que lo llevaba a ella, que diera otra vuelta a la manzana para no tener que soportarla. Groucho fue el más listo de todos.

    A veces me pongo a Verdi a todo volumen y es impresionante. Para mí la ópera tiene algo de patetismo. Si escuchas el «Va, pensiero» de la ópera «Nabucco», es como si navegaras en un barco hacia el abismo. Luego pones las noticias y te confirma que es cierto, pero sin grandeza.

    Abrazos mil.

    1. Recuperar este diálogo de Fitzcarraldo ha venido de la lectura de Conquista de lo inútil, el espléndido libro de Herzog sobre su aventura en la selva amazónica peruana para el rodaje de esta película: crecidas, mosquitos, accidentes, riesgo de guerra fronteriza con Ecuador, privaciones, calor sofocante, ataques nativos, escenas de riesgo en los rápidos… Pero nada comparable a aguantar a Kinski. O sea, que si, que catastrofismo puro, pero real como la vida de Herzog misma.

      Hace poco he estado en la ópera, viendo Norma, de Bellini. Me gustó solo a medias, quizá porque me chirriaba una soprano coreana y un tenor japonés en la Galia de la ocupación romana. Bueno, dado que en Zaragoza no tenemos un teatro de ópera como es debido (el proyecto destinado a tal lleva décadas parado), las producciones operísticas que vienen son de medios y atractivos limitados.

      Ya conoces el dicho: «la ópera no termina hasta que no canta la gorda».

      Abrazos

  2. Joer; tres párrafos y un funeral. He leído ese libro. Después de haber visto tantas películas y el cine de hoy ya no dice nada, es interesantísimo volver a los clásicos pero desde la trasera y sigues alucinando, porque tienes el buen cine y las buenas traseras que no dejan de ser otras buenas películas. En los cedés, Blu-ray, plataformas, etcétera, vemos el material extra del cómo se hizo y entrevistas a los actores y equipo técnico, incluido el perro, y no tiene ningún interés. Pero cuando uno lee cosas sobre el rodaje de “La reina de África”, “Apocalypse Now” y tantas otras son deliciosas, jugosas. ¿Has leído las memorias de Herzog? Ya en la cubierta lo vemos con un traje anti-radiación como si estuviera en el centro de la catástrofe de Chernóbil. También es un tipo que va en busca del berenjenal como lo cuenta en su libro “Del camino sobre el hielo”. Ahora los directores van con sus hijos a Disney World, y con seguratas.

    Yo flipé con Kinski cuando me enteré de que era el padre de esa criatura llamada Nastassja Kinski. Estaba preciosa en “Tess”. No sé qué ha sido de ella. De joven tenía un extraño parecido físico a Isabella Rossellini.

    La ópera, por regla general, es patética; no tiene humor y todos los del escenario están muy serios y los tenores y sopranos tienen sobrepeso y cantan a pulmón pelado con esos trajes ridículos. Aunque no tenga nada que ver con la época isabelina, todos van de isabelinos. Nunca he comprendido por qué las viejas cacatúas de los palcos necesitan prismáticos para ver a esos gordos que se ven a un kilómetro. Mi soprano favorita es Susanna Rigacci que estaba la pobre con un sobrepeso impresionante, pero hizo un régimen estricto y ahora está bellísima. Nadie ha interpretado el tema “Éxtasis del oro” de Morricone como ella. La puse al final de mi ciclo del spaghetti western. ¿Lo recuerdas?

    Digo que la ópera no tiene humor pero yo, aparte del patetismo, la veo muy humorística y es por culpa de “Una noche en la ópera” que vi de niño. Cuando escucho ópera estoy visionando a Rodolfo Lasspparri (Walter Woolf King) que siempre he considerado más ridículo su nombre real que el ficticio, y a Herman Gottlieb (Sig Ruman). Ya de adulto me interesé más profundamente por la ópera y su historia y me di cuenta de que tiene mucho que ver con estos dos personajes. Te lo juro.

    Más abrazos mil.

    1. Tengo las memorias de Herzog, pero aún no las he leído. Precisamente, quería leer primero este libro y ver la mayor parte posible de las películas que me faltaban de su filmografía, algunas de las cuales hemos enlazado también aquí como «cine de verano». Nastassja Kinski heredó en el físico más de su madre, aunque cierto parecido paterno hay, pero en el temperamento y el ánimo, algo del padre se le quedó. Hay una famosa anécdota, gritada a Paul Schrader: «siempre me acuesto con los directores de mis películas, pero contigo no tienes idea de lo que me costó».

      Tengo varios libros y manuales de ópera a través de los cuales sistematizar y organizar un poco mis caóticas y desorganizadas aproximaciones al género. Como en todo, hay sus más y sus menos. Wagner, por ejemplo, me tiene impresionado.

      Quien ha visto a los Marx en la ópera es dudoso que pueda tomarse el género sin, al menos, una sonrisa. Lo que más achaco yo al género en un lugar como Zaragoza es lo mal educado que está el público: no para de toser, de moverse, de incordiar, de entrar y salir cuando no debe (si se lo permiten los ujieres, que son más o menos estrictos con esto), y suerte es si hacen caso a los mensajes de aviso y realmente apagan los móviles.

      Abrazos

  3. … Jo, qué bueno ese libro de Herzog,  Conquista de lo inútil. Se disfruta un montón su lectura.

    Kinski es tremendo, leí también sus memorias y flipaba en cada página con el tipo en cuestión. Al final, una bestia parda vulnerable, la vulnerabilidad es lo único que salva a estos tipos.

    Y Fizcarraldo fue una película que disfruté de su visionado. La poesía de lo absurdo. Todo por la celebración de la belleza… Esto es otra épica totalmente diferente a cómo se suele representar el dicho «el espectáculo debe continuar».

    Beso

    Hildy

    1. Un libro fantástico, y muy poético. Aventuras, reveses, problemas… Y Kinski. Menudo huracán. Se pasa casi todo el libro gritando fuera de sí. Bueno, y fuera del libro, también.

      Es uno de los mejores retratos del visionario que ha dado el cine. Lo más llamativo, al menos para mí, es que después de verla te hace pensar en qué habría sido de la historia del mundo, o cómo, sin estos personajes que ponen la consecución de sus sueños, o deseos, por encima de todo. Pero no en la clave neoliberal de ahora, sino pensando en la épica, en la lírica, de darle sentido a la vida.

      Besos

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