Cine en serie – Boinas verdes

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MALDITO CINE (VII)

Lamentablemente, cuando un régimen dictatorial o un gobierno dudosamente democrático en su actuación pretenden utilizar el cine como instrumento de propaganda a fin de que el público simpatice con determinados planteamientos y acciones políticas gracias a su identificación con los personajes, nunca faltan profesionales del medio que sirvan de buen grado dichos intereses por absoluto convencimiento de estar haciendo lo correcto, bien por pertenecer a ese grupo de «estómagos agradecidos» que existe en cualquier régimen, o bien por falta de capacidad de raciocinio. Este es el caso de The green berets (1968), dirigida por John Wayne y Ray Kellogg.

Es obvio que en Estados Unidos, al igual que otros países, hay géneros cuya sola concepción y desarrollo histórico obedecen a las necesidades propagandísticas de la política o de la economía nacionales (política y economía son, en los Estados Unidos, sinónimos). En el caso norteamericano, el desarrollo del cine bélico desde hace décadas va ligado a las necesidades propagandísticas de la política exterior del gobierno, a la creación de enemigos permanentes que justifiquen un apoyo masivo a la riquísima industria armamentística, a la implantación de un estado de miedo que permita el aumento del control sobre la población civil y la minoración de derechos, y al necesario mantenimiento de la moral de combate entre la población, exceptuando a aquellos creadores que filman género bélico precisamente como alegato antibelicista. Durante la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea se filmaron decenas de películas que pretendían resaltar la rectitud de los motivos por los que Estados Unidos había entrado en la guerra, el valor de sus soldados, y la perfidia, la maldad, la ineptitud y la soberbia del enemigo. Sin embargo, y aunque esa tradición ha continuado, es difícil encontrar películas que sirvieran a la propaganda intervencionista durante la guerra de Vietnam.

Pero ahí estaba John Wayne, icono de los valores conservadores por excelencia en el cine norteamericano, eterno protagonista del género auténticamente yanqui que encarnó los valores de la sociedad blanca que rifle en mano extendía su concepción del mundo de buena gana o exterminando al opositor. Cuando la opinión pública norteamericana empezaba a cuestionar los débiles pretextos de su gobierno para la intervención militar en Vietnam (la teoría del efecto dominó) y la nula justificación existente para la elevada lista de bajas que se estaban produciendo y los insignificantes progresos militares pese a haberse aumentado cada año la presencia humana y material en Indochina (incluso extendiendo guerras ilegales, secretas, gracias a la CIA a países como Camboya y Laos, nutriéndose de fondos necesarios gracias al tráfico internacional de heroína controlado por los servicios secretos americanos), cuando las manifestaciones empezaban a ser el pan de cada día y las revueltas, protestas, conferencias, marchas y actos diversos hacían tanto daño a los conservadores como los disparos de los vietcongs, John Wayne se desmarcó con este tributo a las fuerzas armadas americanas y a su actuación en Vietnam como apoyo a la política americana tradicional que consiste en utilizar la guerra, la muerte, las dictaduras y las violaciones de derechos humanos en todo el mundo para conservar lo que suelen llamar «su modo de vida» sólo dentro de sus fronteras, al precio que sea, y sin reparar en cuestionamientos morales o de otra índole.

La película, realizada con gran derroche de medios no es una gran obra. Un John Wayne muy desmejorado, ya anciano, muy poco creíble como coronel de un cuerpo de fuerzas especiales, invita a un periodista de los llamados escépticos con la guerra, a acompañarles en una delicada misión consistente en la captura de un afamado y malo, malísimo, oficial vietnamita. En el transcurso de la misión, como no podía ser de otro modo, el periodista comprueba el sacrificio de los jóvenes americanos en aquellas juglas por el mantenimiento de la «libertad», la maldad intrínseca de los rebeldes vietnamitas, el enorme valor de los marines, y la forma traidora, cruel, inhumana, asesina, pérfida, de combatir de los asiáticos, a todas luces una raza inferior que tiene que contrarrestar la superioridad blanca con el engaño, la mentira, la tortura y la injusticia. Por supuesto, el periodista se convence de la importancia de la presencia americana allí, de la grandeza de su misión, de la superioridad moral de su papel como defensores de la libertad, dignos de admiración y de reconocimiento. Una basura.

Esta película patriótica en la mejor línea de la burda propaganda totalitaria de los nazis o de los franquistas, es sólo recordada, por suerte, como una película maldita precisamente por su postura ideológica, y desde luego, no por su calidad. Para hacer cine hace falta algo más que compromiso político con unas ideas que pretenden disfrazar la verdad, y veinte años después el gran Stanley Kubrick demostró que, tomando como premisa la misma que la cinta de Wayne, se puede hacer una obra maestra desde la honestidad y el realismo, sin intención de querer convencer al espectador de que el caballo blanco de Santiago es rosa. Se llama La chaqueta metálica.

29 comentarios sobre “Cine en serie – Boinas verdes

  1. Creo que fuera del western Wayne tenía poco que hacer ¿no?. o me he perdido algo, vaya.
    Yo creo que el error parte de considerar a la gente imbécil, borrega, incapaz de criterio cuando ve estas cosas (arg, si, esto es así demasiadas veces) con lo que no ponen ningún interés en hacer algo digno o creíble. Eso, sumado al puntito de soberbia que siempre tienen alguno ( «lo digo yo y va a misa») da estos resultados.
    Ya sabes:de donde no hay no se puede sacar, que dice siempre mi madre.
    Ni la mas mínima intención de tragarme semejante cosa.
    Besos luneseros.

  2. Cine para glorificar una determinada política exterior norteamericana, que se pasa por el forro conceptos como la soberanía nacional o la democracia. Efectivamente, aquí la calidad cinematográfica era lo menos importante.
    Un abrazo

  3. LaMima, te alabo el gusto. Fuera del western Wayne tiene algunas películas bélicas interesantes, y además sus películas de John Ford de ambiente irlandés, sobre todo «El hombre tranquilo». Esa sí merece mucho la pena.
    Besos de lunes (la semana amenaza tormenta…)

    Valentín, si al menos hubiera calidad… Pero tampoco es el caso.
    Un abrazo.

  4. Noe, grave, grave, pues no. Yo con lo que no puedo es con las batallitas porque sí, pero hay clásicos del cine bélico que sí merecen la pena: «El puente sobre el río Kwai», «Platoon», sobre todo «La chaqueta metálica», y unas cuantas interesantes más sobre todo en el marco de la II Guerra Mundial. Un puñado de buenas películas en un género que, de acuerdo, no me apasiona, pero que sí cuenta con algunas buenas obras.
    Si no has visto «La chaqueta metálica», te la recomiendo como terapia; cine bélico antibelicista de primera.
    Un abrazo.

  5. «El hombre tranquilo» me gusta mucho. El cine bélico, poco la verdad, aunque hay,como dices, un buen puñado de grandes películas dentro del género, eso lo reconozco, como las que citas y a mi modo de ver sobre todo «La chaqueta metálica» y «Senderos de gloria», que cita Noé. Y eso que me he tragado un mogollón de películas de la segunda guerra mundial en la tv. Los bodrios ideológicamente perversos, cada vez los aguanto menos. John Wayne me gusta como actor (un poco por lo menos). Así que ni he visto ni veré esta película. Para no enfadarme con él. En los western es estupendo y da la talla en las pelis de guerra, claro.

    Besitos

  6. No puedo con John Wayne, es superior a mis fuerzas, me da naúseas este hombre, incluso en Centauros del Desierto… pero lo considero necesario para la industria cinematográfica norteamericana, en su momento, como también lo serían Pajares y Esteso (en su momento) para la «industria» española de cine.

    Ay, qué cosas…

    Un saludo

  7. Estoy de acuerdo con lo que han dicho antes, Jhon Wayne está magnifico en su papel de Sean Thornton en «El hombre tranquilo», magnifico, sublime, pero el resto de su trabajo me pone de mal genio, no lo aguanto.

    Y joder con el título, debe ser una peli romántica…
    No, no la he visto.
    Besitos sin sombrero

  8. Y eso, Luisa, si hablamos de cine bélico americano, porque hay películas bélicas de otros lugares que también son excelentes, como la alemana «Stalingrado», por ejemplo.
    Besos en batería.

    AdR, respeto tu opinión, pero, aunque casi toda la carrera de John Wayne se reduce a papeles casi idénticos, no siempre es así. Hay excepciones que merece la pena conocer y valorar. «Centauros…» es una de ellas. «El hombre tranquilo» es otra. En cualquier caso, la comparación con Pajares y Esteso está fuera de lugar. En América su equivalente nunca sería Wayne, sino más bien Wilder y Pryor, o si me apuras hasta Abott y Costello.
    Un abrazo.

    Entrenómadas, te entiendo, pero dadle una oportunidad a Ethan en «Centauros…», papel riquísimo en matices y en el que su típica actuación de un solo registro viene que ni pintada. En serio, creo que es su mejor papel.
    Por otro lado, podría ser romántica, algo así como «Los paraguas de Cherburgo» pero en plan boina. Tampoco te recomiendo que la veas. Tiempo perdido.
    Besos pacíficos.

  9. Alfredo, amigo. ‘El hombre tranquilo’ es una de mis preferidas, no de Wayne – perdonarme – sino sobre Irlanda, lo que representa y sus gentes. ¡Tranquilas!

    A John Wayne es verdad que buen actor no era. Ni en su tiempo ni después de muchos años sin él.

    Tu comienzo «Lamentablemente, cuando un régimen dictatorial o un gobierno dudosamente democrático en su actuación». Desconozco si es una entradilla o estás hablando de Estados Unidos, país al que admiro por lo del ‘sueño américano’. Cualquiera con ganas, talento y algo más puede triunfar. La envidia, nuestro deporte nacional, allí apenas se le conoce y se le sigued. Quizás, Alfredo, tú conozcas de algún caso que destacando sobre los demás (por su seriedad, profesionalidad, valía) el resto lo intenta ‘aplacar’ o destrozar.

    Bien, aparte de este asunto también me gusta la parte del reportero o periodista que acompaña al militar para que escriba la crónica del día a día de los soldados destacados (en este caso) en Vietnam (mostrando así su grado de heroismo), o más bien – como dices – relatando la crueldad de los vietnamitas.

    Aquí me encantaría leer a Gervasio Sánchez, nuestro reportero de Heraldo de Aragón, que ha cubierto más de un conflicto o guerra o al mismísimo Pérez Reverte, que transmite mucho en su columna semanal de sus historias y sus ojos. ¿Qué habrán visto pasar por sus ojos? Horror y cruento horror.

    Es verdad y suscribo todo lo que dices y piensas.

    También quiero pensar que sin los documentos o películas cómo esta que aquí traes los periodistas de hoy en día, ya desde hace años, ya no se creen ni se involucran en este tipo de propaganda que como dices bien, es basura.

    Recordarás la guerra de Irak y cómo el ejército américano ‘adiestraba’ a los periodistas en cómo abordar dicha ocupación. Más bien, se aseguraban de antemano cómo impedir y neutralizar las malas noticias. En definitiva, los américanos de Bush lo que pretendían es asegurar que nada negativo saliese de sus plumas o sus negativos.

    La jugada salió mal. Muchos de los soldados periodistas contaron las atrocidades cometidas al pueblo iraquí, a través de sus blogs o bitácoras. Cuando el ejército se enteró, cortaron toda posibilidad de comunicación exterior. La verdad no saben la fuerza tan grande que tienen los blogs y los bloggers.

    Lo cuenta hoy Entrenómadas en su post de hoy, que la red social y la conversación os hará libres. Y ya creo que nos hace libres.

    Aqui te dejo un botón de muestra de la fuerza de los blogs en la guerra de Irak.

    http://www.clarin.com/diario/2006/03/27/um/m-01166195.htm

    Buen post, querido amigo.

    Un abrazo

  10. Diego, totalmente de acuerdo. En cuanto a la entradilla, no me refiero especialmente a Estados Unidos, pero también está incluido. Todo país ha utilizado el cine en ese sentido en un momento u otro, pero en los americanos llega a una perfección absoluta. En lo del «sueño americano» no estoy para nada de acuerdo ni en su visión tan complaciente tampoco. Ten en cuenta que por cada uno que «triunfa», dependiendo de lo que entendemos por triunfo, muchos, muchísimos, son machacados. Por otro lado, lo de triunfar depende demasiado del color, de la raza, de la etnia, de la posición social y de la procedencia para que sea algo admirable. Yo al menos lo identifico más con la tierra de las oportunidades que con la del sueño americano que su cine suele vendernos y que es una falacia que no representa a la mayor parte de la población de allí, como quedó constatado por ejemplo en la catástrofe de Nueva Orleans, cuando se vio que muchísima gente no ve el sueño americano más que en los anuncios. Ahora, en lo que a la envidia española te refieres, tienes más razón que un Aristóteles.
    En cuanto a las películas de periodistas metidos en conflictos, son casi un subgénero; ese aspecto se apunta también en «La chaqueta metálica» pero hay muchas otras películas interesantes como «Los gritos del silencio», «Los años que vivimos peligrosamente» o «Bajo la línea de fuego». Algo tendremos que hablar de este tipo de películas, como bien dices, muy aleccionadoras.
    Gracias, Diego. Un abrazo.

  11. Alfredo, amigo. Me alegra de tu respuesta y tono tan didáctico que denota mucha inteligencia y sentido común.

    Estoy de acuerdo en lo que dices sobre el ‘sueño américano’. Es más una ‘tierra de oportunidades’ porque el sueño es cosa de anuncios y de la publicidad.

    Me encanta cuando dices que algún día de estos nos hablaras de películas sobre periodistas en zonas de conflictos o guerras. Es la libertad de expresión, pura y dura. Y aquí los gobiernos y gobernantes demuestran si se cree en esta libertad o en qué se cree.

    Un abrazo

  12. Gracias, Diego, no exageres… En «Los gritos del silencio» se retrata muy bien eso que nombras cuando Sidney, el periodista americano, trata de informarse de un posible bombardeo ilegal por parte de la aviación americana de ciudades camboyanas (país que no estaba involucrado oficialmente en la guerra de Vietnam y cuya guerra pretendía la CIA llevar en secreto). Es el propio ejército americano el que impide la actuación de la prensa en este punto, y eso dice muy claramente que los derechos y libertades se admiten cuando sirven a los intereses políticos (y sobre todo económicos) del poder, pero son un molesto obstáculo para conseguir fines sucios. No es más que la muestra de la hipocresía de occidente, quien se salta sus propios valores y normas si hay un dólar que ganar, y además pretende dar lecciones de moral política al resto del mundo.
    Cada día estoy más convencido de que la libertad molesta al poder, así que su existencia es meramente un escaparate.
    Abrazos

  13. A mi me dejan un poco de piedra ustedes con que John Wayne no es un buen actor, pese a su cuestionable posicionamiento ideológico en toda su vida, yo considero que ha demostrado en sobradas ocasiones (aunque no en esta mediocre película en concreto) su capacidad actoral (algo limitada a determinados personajes casi siempre, eso si, pero bueno, como casi todos los actores). Yo personalmente disfruto mucho con el cine bélico, aunque no son pocas las ocasiones en las que , sobretodo en el cine clásico, esconden un mensaje encubierto cuestionable, y no solo me refiero al cine americano, sino por ejemplo al también propagandístico cine japonés, chino o de cualquier otra parte del planeta. Sin que por ello se resienta la calidad de la mayoría de grandes obras del cine bélico, yo creo que no por ser antibélica es mejor película que otras, sin que por ello tampoco dejen de ser extraordinarias películas claro.
    Sobre el sueño americano, yo tendría ciertos peros, por una parte si que lo veo como algo real y tangible, existe, porque he conocido gente que lo ha conseguido, pero claro, es cierto, y no por ello engañoso, que por el camino se quedan la mayoría.
    Saludos, cada vez más interesante esta sección.

  14. Alfredo, querido amigo, ya me gustaría no exagerar pero nada más lejos de la realidad. Y el camino lo demuestras andando. Tú lo haces día a día y te admiro por ello. ¡Esto es la suerte de la blogosfera! Siempre estás aprendiendo.

    Esto que dices aquí es verdad pero, lamentablemente, también sucede a día a día en la esquina de aquí al lado. No sólo me refiero a la política, que la lllevo en mis genes, sino que ocurre en todos los órdenes de la vida.

    Y no ya por un dólar, sino por un céntimo de euro. Hace años supe, un caso muy cercano, de un diputado en cortés (omito el nombre por razones obvias) que por hablar de una empresa determinada – y defenderla o conseguir para ella la aprobación de una ley – recibió a cambio un millón de las antiguas pesetas.

    ¡Una verguenza! que quieres que te diga. Por esto y por mi historia prefiero presenciar la política desde la barrera, pero no en la fila cero por si salpica.

    Esto si te hablo desde el áspecto económico, monetario más bien. Si te hablo de otro tipo de intereses no pararía. Tengo experiencias detras, desde mi lado de empresa, que a uno no lo deja indiferente. Más bien lo contrario. Pero de esto ya hablaremos algún día.

    Un abrazo

  15. de verdad es tan interesante el vaquero como para llenar diez cuartillas?…seamos serios señores el cine de americano siempre ha sido profeta de sus valores, algunos buenos y otros muy malos…cómo sería el cien de los romanos en época de Cesar, Adriano…etc.?…abrazos.

  16. Bueno, tampoco quise comparar a Esteso and Co. con Wayne. Me refiero a que fueron necesarios cada uno en su lugar, y con eso quiero decir que igual que no me gusta el cine de esos actores sí sé reconocer que es fundamental en sus épocas. 🙂

    Un saludo

  17. Gracias Iván, pero yo no digo que sea mal actor, pero es que sólo tenía un registro; que lo hacía muy bien y tal, pero sólo uno. Le pasa lo mismo que a otros grandes, como Cary Grant, por ejemplo, y por eso no son peores, son más limitados y por tanto menos lucidos. Nada más.
    En cuanto a la propaganda, fíjate que en los cómics japoneses de este género les puede el nacionalismo y venden como victorias sus derrotas de la guerra. Así es. Pero convendrás conmigo en que los americanos han logrado el colmo de la perfección, porque lo consiguen en todos los géneros cinematográficos; sobre todo el mérito está en aquellos en que ni siquiera lo notas-
    Un abrazo.

    Diego, también hay películas sobre esas otras corruptelas que comentas, no te queda duda de que irán apareciendo por este blog. La corrupción moral o de la otra, siempre ha sido un tema preferente en la literatura, y también del cine. Tarde o temprano asomará. Un abrazo.

    Fernando, de acuerdo, pero el cine americano no sólo es capaz de lo peor; también de lo mejor. «Tiempos modernos» también es una película americana, o «El mundo marcha», «Las uvas de la ira», «Los viajes de Sullivan»… por citar películas anti-sistema cuando podían hacerse, claro. Pero en lo demás estoy de acuerdo. Esta película no merece tanto espacio.
    Un abrazo.

    AdR, ya lo sé, hombre. Fíjate en la paradoja. Antes de Pajares y Cïa teníamos a J.A. Bardem, Berlanga, Buñuel, Borau, lo mejor de Garci, de Camus, de Iván Zulueta, de Martín Patino, de Saura, etc. ¿Qué nos ha quedado después? Desolador panorama hecho de publicidad y retales.
    Un abrazo.

    Lucía, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. El médico me ha dicho que si el tratamiento va bien dentro de un par de años podremos dejar los electroshocks. Además, ya sólo me atan por las noches y he dejado de esnifar pegamento…
    Muchísimas gracias por esas cosas tan chulas que me mandas de vez en cuando.
    Besotes.

  18. No no, con lo de mal actor no me refería a su opinión, sino a otras que he leido, pero bueno, estoy con usted, suele pasar eso que dice. Y sobre el tema propagandistico, es cierto, los americanos son muy listos y saben camuflarlo tan bien que incluso en ocasiones lo sentimos casi como nuestro, gran habilidad la que tienen, sin duda…jeje
    Saludos

  19. Iván, lo bueno que tienen los americanos es que, siempre hasta ciertos límites, saben hacer crítica demoledora de ellos mismos (a veces, o cuando les dejan). A mí Wayne no me parece mal actor en sí; sí limitado, pero, por ejemplo, si lo compararámos con actores actuales como Nicolas Cage o Val Kilmer, por ejemplo, igualmente limitados, saldría ganando. Y eso por citar sólo dos, y americanos.
    Un abrazo.

  20. Guillermo, ya sabes que tienes dos maneras de conseguirla, la legal y la ilegal. Nosotros sólo aconsejamos la primera, y esa la puedes buscar perfectamente en cualquier tienda online o comercios especializados. De la otra no hablamos (aunque la sabemos).
    Gracias a ti, de todos modos.

  21. Supongo que hay guerras y guerras… todo es relativo. El mismo gobierno económico e imperialista yanqui también se sirvió de Chaplin para la propaganda en El Bono o Armas al hombro ó ´le instó a terminar El Gran Dictador. Y menos mal que lo hicieron, supongo.

    1. Carlos, no hay guerras y guerras, no te engañes. Esta percepción es personal y va ligada al hecho de ser parte de los vencedores, de los perdedores o de las simpatías ideológicas hacia unos u otros. Si eliminamos esa connotación personal, no podemos negar que todas las guerras son iguales y que nunca, nunca, jamás, responden a los intereses de quienes las libran o de quienes las sufren.
      Por otro lado, ciertamente el gobierno impulsó a Chaplin a terminar El Gran Dictador (como bien dices, por suerte), pero también es cierto que la terminó como quiso y que luego supuso un argumento para las acusaciones del Comité de Actividades Antiamericanas que forzaron su exilio en Suiza.

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