Cine en serie – Pretty woman

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MALDITO CINE (y IX)

Finalizamos la sección Maldito Cine dentro del apartado Cine en Serie en la que durante nueve semanas (y media) hemos hecho un recorrido por el cine más cuestionable desde el punto de vista de su postura ideológica o de su clara tendenciosidad, con esta fábula romántica y empalagosa de un ya lejano 1990, en la que Richard Gere hace de magnate generoso y Julia Roberts de puta inteligente. Queriendo recuperar el espíritu de las comedias románticas (expresión que odio, por cierto) de la época dorada de Hollywood, el intrascendente pero hábil Gerry Marshall terminó creando una película que marcó un hito en el cine norteamericano de los noventa, lanzó a la fama a la protagonista, y dio cuerda a un Richard Gere que a mediados de la década anterior ya estaba defenestrado.

Esta nueva visita a los mitos de Cenicienta y Pigmalión todo en uno, cuenta la historia de Edward (Gere), tiburón de las finanzas donde los haya, que una noche, perdido en Hollywood Boulevard, pregunta a una prostituta (Roberts) la dirección de su hotel. Ella, más lista que el hambre, huele el dinero a través de la ventanilla del deportivo de lujo que conduce Gere y se autoinvita a pasar la noche con él. Edward, divertido e impresionado por la frescura y la inteligencia en bruto de la joven, la contrata como «señorita de compañía» durante la larga y aburrida semana que ha de pasar en California con sus asuntos de dineros (porque hasta los ejecutivos agresivos tienen su corazoncito, o en su defecto, tienen que follar). Como pago por sus «servicios», la joven, de nombre Vivian, podrá quemar las tarjetas de crédito de Edward gastándose una pasta en todas las tiendas en las que jamás le habrían permitido, no ya entrar, sino detenerse ante el escaparate. Para completar el cuento, Hector Elizondo interpreta a Pepito Grillo en forma de conserje de hotel que ayuda a Vivian a pulir sus modales en sociedad. Inevitablemente, la puta y el financiero se encandilan, y la cosa del dinero y el sexo salvaje (sin besos en la boca, como debe ser) pasan a un segundo plano y el almíbar lo ocupa todo, derivando el tema en una historia de amor pastelosa en toda regla.

Hasta aquí un lector habitual de esta humilde escalera podría deducir que la película debería ocupar un lugar preferente en la exitosa sección sabatina en la que ponemos a caldo lo que tiene forma de cine pero no lo es, o no debería serlo. Pero si aparece aquí es por su profundo, maléfico y perverso origen y la trola moral que pretende colarnos. En primer lugar, probablemente el planteamiento de la película no hubiera sido el mismo si en la tradición del cine norteamericano de los ochenta no hubieran predominado los protagonistas «machorros» y las acompañantes «florero», mediante el que, generalmente en películas policíacas o de acción, se vertían una serie de ideas de corte conservador cuando no directamente reaccionario en torno a la necesaria y justa eliminación de los malvados (o de los que la autoridad señalara como malvados) y en las bondades de la sociedad americana, asentada en la familia, la propiedad privada y la publicidad. Como «reacción», por el contrario, esta obra de Marshall presenta como protagonista a una puta, de diseño, increíble, inverosímil, (mi nula experiencia en el campo de la prostitución no me permite juzgar categóricamente esta cuestión, dejémoslo en al menos inverosímil), y a un experto en finanzas generoso, amable, cortés, y soltero. Una vez más, aunque traten de disimularse los roles, nos encontramos con planteamientos profundamente conservadores y retrógrados: el bueno del financiero, que como todos sabemos, son muy proclives a los buenos sentimientos, al amor a sus semejantes y a la justicia social, encuentra en Vivian la forma de dar rienda suelta a su complejo de ONG, que no puede proyectar en los Consejos de Administración. Además, pese a ser ya candongo sigue soltero, porque las colegas femeninas que le corresponderían por su clase son mujeres insensibles, vacías, simples, no como las prostitutas de Los Ángeles, que están a medio camino entre Savigny y la madre Teresa. Por otro lado, Vivian por fin encuentra en Edward lo que llevaba buscando, aquello para lo que empezó a dedicarse a la prostitución, su caballero andante (ya se sabe, para encontrar al amor de una vida no hay nada como buscarlo en la prostitución: con la de gente que se conoce, sólo es cuestión de tiempo…). Es obvio que esta historia no tiene pies ni cabeza, que es absurda, estúpida, sólo apta para aquellos a quienes aún creen en prinzesas (así, con zeta), o para los que se ganan la vida intentando hacer que otros sigan creyendo en ellas, pero es difícil decidir qué resulta más inverosímil, si el retrato de la prostituta o el del financiero amable y cariñoso. Al menos, quien escribe no ha conocido a nadie como la una ni mucho menos como el otro. Esta redención de ambos personajes (el final feliz, se supone que en boda y comiendo perdices el resto de sus días) es lo más vomitivamente reaccionario de la cinta, en un nuevo intento por vendernos la moto del sueño americano.

Pero no es la única trampa. Porque si bien Vivian es un retrato irreal y fuera de lugar de las realidades de la prostitución (en ningún momento se retratan experiencias dolorosas o visualmente incómodas con sus «clientes», ya sean jóvenes, abuelos, camioneros, viajeros u otra gente de paso, etc., ni se tratan cuestiones relacionadas con los ambientes marginales o de delincuencia con el que muchas veces estas actividades se ven inevitablemente ligadas), Edward encarna la vacía idea del éxito de un sistema de vida basado en la cuantificación en cifras, o incluso en dólares, la soberbia del blanco con estilo, belleza e inteligencia, un personaje que ha marcado toda la filmografía posterior de Gere, un tipo que personalmente resulta repulsivo por varias cuestiones, incluso más allá de sus límites innegables como actor, muy, muy justitos. Primero, por su hipocresía a la hora de preocuparse por cuestiones políticas (su legítima defensa de los derechos tibetanos frente a China, incluso llegando a pedir que se le retire el carácter de sede de los Juegos Olímpicos de 2008, y su conveniente olvido de otros derechos que Estados Unidos recorta a diestro y siniestro, por no mencionar que no se manifestó contra los Juegos de Los Ángeles o Atlanta por el hecho de que Estados Unidos no devuelva a México el territorio que le usurpó en la guerra de 1848 y que consta de la mitad occidental del país enterita). Segundo, por su permanente encasillamiento en papeles de personajes cuyo pecado máximo es la soberbia: siempre sus personajes son los más listos, los más ocurrentes, los más chistosos, los más geniales, los más rápidos, los más moralmente intachables, los más rectos, los más infalibles… Francamente irritante.

Pero las verdaderas mentiras de esta película son mucho más graves que todo esto. En primer lugar, esta historia ciertamente pastelosa y más propia de Disney que de cine para adultos responsables y con capacidad de discernimiento, parte de un guión original titulado 3 Thousand, en el que, para pasmarse, se hacía un retrato crudo, realista, descarnado, crítico, del mundo de la prostitución en Los Ángeles, con una visión de conjunto que incluía desde el mundo de la prostitución de lujo hasta las más profundas cloacas de la delincuencia, la toxicomanía y la trata de blancas, sin dejar de lado ni siquiera sus amplias conexiones con los poderes económicos, constituyendo por tanto una traidora perversión de lo que era la idea original, un tema mucho más interesante y mucho más necesario de enfocar pero que, sin duda, los productores, y probablemente los políticos, creyeron demasiado realista y políticamente incorrecto para los inocentes y pueriles ojos de la mayoría de su población, en su permanente esfuerzo por la sedación masiva de la sociedad que acepte todos los «trágalas», mucho más receptiva a los cuentos para niños que a las realidades de su propio barrio (de nuevo, la fantasía del sueño americano frente a la realidad de las putrefacciones de la sociedad de consumo). En segundo lugar, no hace falta retrotraerse demasiado en el tiempo para recordar una historia con ciertos paralelismos a ésta y que fue juzgada de forma muy distinta: hablamos, por supuesto, del episodio Clinton-Lewinsky, la famosa becaria aficionada a adorar al santo por la peana. En aquella ocasión el romanticismo, el buen corazón, los sentimientos, el almíbar, brillaron por su ausencia, desencadenando toda una historia mediática que llegó hasta el último rincón del mundo, donde Lewinsky ganó miles de dólares, Hillary Clinton consiguió hipotecas a fondo perdido para iniciar una carrera política cuyo solo planteamiento antes del affaire hubiese sido una chufla, y sin embargo ahora, dotada de un halo de competencia y capacidad muy lejano a la realidad de sus incoherencias y su falta de sentido político, mientras que Bill Clinton (reconocido hombre de paz que junto a otro reconocido hombre de paz, Al Gore, bombardearon media docena de países durante su mandato, sobre todo objetivos no militares acabando con la vida de centenares de inocentes) fue sometido por primera vez desde Nixon al impeachment, el proceso por el cual un Presidente puede ser destituido (bajo acusación de mentir); caso paradójico donde los haya, el hecho de que Clinton fuera procesado por mentir acerca de su relación de sexo oral con su becaria (legendario aquel argumento de que la felación no es sexo, en la mejor tradición americana de «si hay dinero para la defensa y un abogado de mil quinientos dólares lo dice, debe de ser verdad) y todos los presidentes norteamericanos desde 1945, y la gran mayoría de los anteriores, embusteros sin remisión y todos serios candidatos a ser calificados de criminales de guerra, se hayan ido de rositas y además algunos de ellos se hayan ganado fama de estadistas. Sin duda, sólo una contradicción tan enorme es posible en la gran sociedad norteamericana, capaz de la mayor sublimidad y la mayor miseria sin solución de continuidad, paradoja que películas como Pretty Woman (desde entonces ya no he podido soportar la canción de Roy Orbison) contribuyen a cimentar, motivo por el cual tiene un puesto dignísimo en este apartado y constituye un inmejorable colofón al mismo.

42 comentarios sobre “Cine en serie – Pretty woman

  1. Alfredo, amigo, buena reflexión y retrato psicológico no ya sólo del autor sino del mismo Richard Gere, un budista convencido que parece no es coherente con su filosofía de vida.

    Por cierto, leyéndote, no has mencionado a la ‘Princezita’ Julia Roberts, apenas se sabe de su vida privada, aunque algo de sus amorios y desamores. Nada más. Su carrera cinematográfica desconozco si es lineal o sufre altibajos, como todo hij@ de vecin@.

    Me parece, Alfredo, que el actor hoy protagonista – Richard Gere – es un tipo comprometido con la sociedad. Nos gustará más o menos pero su sentido del compromiso público es muy alto.

    Claro que, saliendo a la luz pública y diciendo lo que piensa, más de una vez le han llovido críticas. Así es muy fácil, pienso no sé.

    Quizás otr@ podría adoptar una postura más remolona hasta el punto de separar su vida pública de la privada. Pero, claro, ¿Debe de ser tan díficil?

    Soy de los que pienso que si eres una persona pública te debes a la sociedad, y tu compromiso es necesario. Bueno, no sólo eso sino que denota una preocupación por la sociedad en la que vives.

    Sí que estoy de acuerdo, dicho esto, que la sociedad americana es hipócrita a más no poder. Una persona blanca, de éxito, con dinero – tiburón financiero – encuentra su amor platónico ¿cómo? en una joven prostituta.

    Dices bien cuándo en la película no se muestra la realidad de esta profesión. La conozco por lo que difunden en los medios. ¡Deben de ser personas que han sufrido y sufren mucho! Pues bien aquí en ‘Pretty woman’ parece todo un cuento de hadas.

    Me encantan tus reflexiones, Alfredo, gracias. Mañana viajo, hasta el martes.

    Un abrazo,

  2. Precisamente esa postura sobre Pretty Woman es la que llevo años defiendo para criticar esta bochornosa película ante mucha gente que admira este bodrio. Es moralmente repugnante bajo mi punto de vista, si eres prostituta te llegará tu príncipe azul y te sacará de las calles, esa es la conclusión que saqué yo de la película, y ojo, que no fue años más tarde cuando tiene conciencia de lo que es el mundo y lo que le rodea, no no, incluso en mi más tierna pre-adolescencia ya me lo preguntaba como podian meter semejante mensaje en el film.
    Saludos

  3. Diego, la película, además de bastante ñoña, es moralmente tramposa, y por tanto rechazable. De la vida privada de Julia Roberts no se sabe gran cosa aparte de que colecciona maridos y amantes, pero a mí personalmente su vida personal me da igual. Con que hiciera buenos papeles me basta, pero en su carrera cosas que destaquen hay muy poquitas, quizá tres o cuatro papeles y alguna película que está bien aunque no sea por ella. La verdad es que las mujeres lo tienen crudo en América para encontrar buenos personajes. Cuando la Roberts lo ha logrado lo ha hecho bien, pero ocurre tan pocas veces… De Gere mejor no hablar, a mí me parece que su compromiso es meramente publicitario; no puede uno apuntar con el dedo a las injusticias de los demás y no ver las de su propia casa. Hay otros actores, como Sean Penn, más coherentes y con un ejemplo más edificante.
    Buen viaje. Un abrazo.

    Iván, la conclusión también es la contraria: que si eres ejecutivo sólo puedes ser feliz con una ex-puta sencilla y afable. Un ejecutivo irreal, una prostituta más irreal aún, un guión de traca y un cuento de hadas, en resumen, vomitivo. Sin embargo, la taquilla y la publicidad tienen sus propias normas y poco importa la calidad.
    Un abrazo.

  4. Pues a mí me encantó esa peli, ya sabes que no sé nada de cine, igual hoy me creerás,ja,ja,ja… Me gusta el cine que me hace sentir y con esta «peli» sentí muchas cosas y luego esta Gere, el hombre más sexy que pisó este planeta en la década de los ochenta- noventa… Aún recuerdo su paseo con Kim Bassinger atravesando el agua en «Atrapados sin salida»… Ya ves que necesitaba como agua de mayo un cinéfilo como tú en mi vida,ja,ja,ja

    Un abrazo súper

  5. Jo, Sonia, me has ‘matao’… Te perdono por eso de que te gusta el cine que te hace sentir. Ese es un terreno en el que ninguna crítica debe entrar, porque coresponde al mundo interior de cada uno. Lo que no te perdono es lo de Gere; entiendo el éxito de otros galanes entre las mujeres, pero Gere es lo peor.
    Bueno, bueno, hablamos y me cuentas eso de Gere, que no me convence mucho.
    Un abrazo mega.

  6. Bueno la escena de la KIm atravesando el agua en «Atrapados sin salida», uffff, me encanta.
    A ver la pelí es un bodrio pero mi parte mas kreaky se lo pasó bien.
    Me da algo de vergüenza, pero es cierto.
    Es que la actriz me gusta, el Richard, no, la verdad que no.
    Yo la vi como un cuento, sin más. Pero reconozco que tienes razón, y que si tuviera que analizarla me saldría el bodrio que es.
    Pero mi otro yo…se lo paso bien.

    ufff, qué lío llevo…

  7. Nada, nada, Entrenómadas. Es cierto que es una película para no pensar mucho y dejarse llevar, sin más, por el bien de nuestro equilibrio mental. El problema es a veces el público que no sabe diferenciar entre ficción azucarada y la realidad de la vida, y eso en América ocurre con frecuencia: un tipo acaba de sugerir que la frontera entre USA y México sea custodiada por Chuck Norris… Está p’allá…
    De todos modos, es lo que tiene ser varios a la vez.
    Besos a las dos.

  8. ¡Les has dado por arriba y por abajo! Con toda la razón del mundo, por supuesto, el guión no se lo creen ni los mismos guionistas.
    Lo único que me gustó de la película fue lo de quemar la visa, y si me lo permites, Alfredo, voy a hacer un llamamiento desde aquí: ¿algún ricachón/ricachona aburrido que no sepa que hacer con su dinero me presta su visa un ratito? En una hora se la dejo bien flojita. ¡Ah! y no hay cargos extras por el servicio.
    Besos.

  9. Lucía, la peli no es para menos. La comedia romántica es un género del que abomino, salvo excepciones («El apartamento», por ejemplo). Lo de la tarjeta mola, yo me apunto, pero como en la peli, uséase, sin intercambio físico de fluidos corporales, así por las buenas. Oye, si te lo propone alguno, recuerda que la comisión habitual del blog es del 5%.
    Besos.

  10. ¿Chuck Norris es el primo yanqui de Santiago Segura?
    NO habrá un lugar en marte para que vigilen allí un poco.
    A mí me gustaría una versión de esta peli a la francesa.
    Me la imagino con un punto erótico, parisino y con queso, mucho queso.
    El queso puede ser asturiano.

    Yo, a medio camino de la otra más cursi

  11. Alfredo, yo que siempre ando buscando una buena peli de amor, o como sea, entonces por lo regular caigo en esto de ver el cine tipo gringo, ya marcado y con código de barras. Pero ni siquiera el saber eso impide el que vuelva y caiga: ayuda, amigo. Pasame el dato de una buena, 😦

    – POr cierto: I´m a Cyborg… bastante conmovedora, y técincamente es perfecta: la historia se cierra muy bien.

  12. Entrenómadas, recuerda que el protocolo de Kyoto afecta también a la basura espacial… Hay algunas películas francesas con temática parecida, y por supuesto, son mejores (y con queso, mucho queso, de cabrales, creo).
    Besos queseros.

    Malvisto, «In the mood for love» («Deseando amar») es tu película, sin duda. En su defecto, «Rojo», de Kieslowski, aunque ninguna de las dos son historias de amor convencionales y románticamente empalagosas; por eso me gustan.
    Abrazos!!

  13. Yo debo reconocer que el género de la comedia romántica no me incomoda en exceso, en realidad, solo un género me provoca malestar, y es el musical, no lo soporto (salvo alguna excepción como «Todos dicen I love you» de Allen). La comedia romántica incluso me provoca una leve sonrisa, pero claro, cuando al menos no resulta insultante. Yo debo confesar que la comedia romántica británica por ejemplo, si es de mi agrado, precisamente una emitida ayer en tv me gustó cuando la vi pese a sus defectos y lo almibarado de su propuesta («love actually»). Del cine romántico americano, poco, muy poco es de mi agrado, en cambio creo que el cine asiático (además del cine de Kar Wai comentado) tiene propuestas en el género altamente estimulantes.
    Que grandes reseñas Escalones, siempre acertando en la diana.
    Saludos afectuosos

  14. Gracias Iván, hacemos lo que podemos; no te creas, que la mayoría de las veces no me quedo muy satisfecho de cómo terminan siendo los posts.
    Apuesto por el romanticismo asiático, sin duda, incluso por cierto cine romántico francés e italiano (pero no «Manuale d’amore», por favor). El musical, mejor vamos a dejarlo, le tengo fobia, excepto a una media docena que me parecen fantásticos (sobre todo, «Cantando bajo la lluvia»).
    Un abrazo.

  15. Alfredo, no entiendo de cine, siempre digo que me gusta o no me gusta, como el vino, del que tampoco «entiendo», pero a los dos los disftuto.
    Por una vez al leerte, he pensado, «biennnn, una peli que he visto de la que habla».
    Me gusta el cine que me hace pensar o que me hace sentir algo, y pese a que me encantan las comedias románticas (sobre gustos no está nada escrito), todas las veo como un cuento de… ¿hadas? Un cuento, nada mas.
    Saludos.

  16. Bien Isabel, ya le comento a alguien más arriba que el gusto es soberano, y que la crítica no puede entrar en él. Lo que uno siente no es susceptible de ser criticado más que por uno mismo. Siempre procuramos diferenciar entre las cualidades objetivas de un film y el gusto subjetivo de cada cual (excepto en los horrores de los sábados, que es una sección más irónica que otra cosa; por cierto yo soy el primero al que le gustan películas objetivamente mediocres o incluso malas). El problema es que desde los medios se nos vende esto como buen cine, y no lo es, más allá de que guste o no. Y sólo es la punta del iceberg mediante la cual se nos cuelan a la fuerza películas de calidad mediocre, incluso en los telediarios, lo que por otra parte, y quizá sin quererlo, llega a transformar la percepción en los espectadores de lo que es cine de verdad por falta de oportunidades de catarlo.
    En cualquier caso, a veces es bueno que nos cuenten cuentos, ¿quién no necesita uno de vez en cuando?
    Un abrazo.

  17. Del guión de «Pretty Woman» salvo una frase que yo uso a menudo, aunque no se corresponda con la realidad, en tiendas y restaurantes: «Trátenme bien, porque voy a gastarme una cantidad indecente de dinero». Se supone que la peli la ha visto mucha gente; deberían reconocer la frase; pues no: me miran como si estuviera loca. A mí me da igual.

  18. Igual que dice El Quijote que no hay libro malo que no contenga algo bueno, pasa con el cine. Y esa frase es buenísima. Ahora, no sé si te miran raro por lo inesperado de la frase, porque les asusta la palabra «indecente» o porque recuerdan que en la peli la pronuncia una prostituta… Aunque probablemente será porque no aparece en los manuales de atención al cliente. Me encantaría ir de tiendas contigo, debe uno pasárselo muy bien.

  19. Me has leido la mente, justamente estaba pensando en pedirte una entrada, uy pedir, qué confianza me mando, sobre in the mood for love: esa pelicula es bestial…. yo aún no me repongo. En serio. Es bellísima.
    Pienso también en El Hijo de la NOvia: yo no sé qué tiene este cine argentino, pero se me hace el más tieno del mundo.

    abrazos,

  20. Pide, pide, Malvisto, no te dé corte alguno. Probablemente haya una entrada de ambas en algún momento. «In the mood for love» es una de mis películas de cabecera, pero hablar de ella exige quizá un trabajo previo, hablar de al menos dos películas anteriores que le preparan el terreno.
    De todos modos, tomo nota, y no dudes de que va a aparecer aquí en un futuro cercano.
    Abrazos.

  21. Pues yo he de confesar que la primera vez que la ví me gustó, mea culpa, aunque evidentemente la he aborrecido (¿cuantas veces la han puesto en TV?). Supongo que me quedé en lo obvio olvidando pensar acerca de lo que veía.
    Reconozco que es mas falsa que la falsa moneda, por supuesto, pero a veces solo queremos pasar el rato.. otra cosa es que nos conformemos con hacerlo con productos de este calibre. Sí señor.

  22. Querido Alfredo, debo decir algo que después de leer tu texto me da verguenza decirlo, pero me aguanto la verguenza: a mi «Mujer bonita» es una pelicula que me gusta mucho y que he visto y veré siempre. ¿Que es boba, cursi, empalagosa y muchas cosas más? sí, es verdad, pero con todo esto me encanta. Es relajante, alegre, cuento de hadas, linda música. Y Richard Gere, guapísimo. Se que es una película que no invita a nada trascendente, pero cada vez que estoy un poco agüitada la veo, y santo remedio 🙂

  23. Bueno, Magda, como digo por ahí arriba, el gusto de cada uno no debe ser criticado, y si la película tiene incluso funciones terapéuticas, mejor que mejor. Te sorprendería si supieras algunas películas que ejercen en mí como bálsamo para los males y que son bastante peores que ésta. Lo de Gere, sin embargo, sigo sin entenderlo.
    Abrazos.

  24. coherente comentario, lujoso y bien escrito…sin embargo, estimado 39, yo me la pasé muy bien con todos los guiños absurdos de esa bella mujer, con la actuación de elizondo, simpática y solvente y con una historia mucho más que liviana pero muy entretenida…gere es infumable, cai tanto como cruise, pero el personaje no necesita mucho más…y lo de inverosímil, una gran parte del arte lo es. Por suerte, dado lo que nos circunda como realidad.

  25. De esto se trata, amigo Cacho de Pan, de que cada uno disfrute con lo que quiera. Nosotros sólo hablamos de lo que las cosas son, no de las emociones que provocan, y que a veces se deben a su gran calidad, y otras se producen a pesar de la falta de ella.

  26. Las obras de arte, que en el cine hay muchas y la tal «pretty» no lo es, no han de ser verosímiles para ser arte. El grado de parecido o la comparación con la realidad no tiene que ser la medida por la que se rige el arte o la literatura. El valor está en sí mismas (en las obras), si no ¿dónde quedarían las vanguardias en todos los campos?Como no son realistas… No quiero decir que la película del malísimo Gere y el florero Roberts sea de esta clase (o sea, salvable). Lo que quiero decir es que la realidad no tiene por qué tener nada qué ver para valorar un película. Es un error, porque la obra en cuestión tiene sentido en sí misma (o no), es ficción y la COHERENCIA debe encontrarse dentro de la obra y no en relación con el mundo real. Pretty Woman no es un pastel porque no sea realista (tampoco lo son, realistas, digo, Psicosis, Con la muerte en los talones, Dumbo, Los siete magníficos, Qué bello es vivir…, en las que siempre vence el bien y hay finales felices). Por lo demás, 39escalones, es una crítica fantástica y certera la que has hecho de la película. Te felicito. Y también por tu nombre, una película memorable.

  27. Gracias por tu opinión, Marisol, y por lo demás.
    Creo, no obstante, que la diferencia radica en la mezcla de conceptos. Donde tú dices verosimilitud, yo digo credibilidad. El cine no tiene que ser verosímil en relación con la realidad -como decía el maestro Hitchcock, por cierto-, sino ajustarse al principio de coherencia interna del guión, es decir, a la «realidad» del guión. Ahí estamos de acuerdo. Pero también decía el maestro Hitch, y para mí es la Biblia, que si bien al cine no hay que pedirle que sea verosímil con respecto a la realidad («Con la muerte en los talones», «Los siete magníficos», «Psicosis»; «Dumbo es un cuento infantil: su misión es utilizar fantasías, sin límites, para hacer entrar a los niños en el mundo), sí hay que pedirle que sea creíble dentro de esa misma lógica interna, que sea fiel a la realidad que ha diseñado. Digamos que «Pretty Woman», tanto como «¡Qué bello es vivir!» son tan ciencia ficción como «Solaris» o «2001». Pero que hay gente que padece psicosis y que ha matado violentamente, que hay un mundo de agentes secretos desconocido para el gran público en el que se mata y se muere, a veces por motivos irrisorios, que a veces los inocentes son culpados y perseguidos injustamente, que existe el mercado de mercenarios, etc., son verdades incontestables a las que el cine pone las licencias poéticas y narrativas que corresponden. Que hay un mercado de putas para políticos, abogados y hombres de negocios también es cierto (verosimilitud), pero que ellos sean ejecutivos de algodón de azúcar, buenos samaritanos, y se enamoren de ellas -que son putas pero puras, frescas, corazones de oro incomprendidos con talento, personalidad y enormes cualidades humanas, hasta el punto de pedirles matrimonio ramo de flores en mano no se lo creen ni ellos (credibilidad). El problema de «Pretty Woman» no es que no se parezca a la realidad, sino que su realidad interna, su lógica, sus reglas, no son creíbles.
    Un saludo

    1. No has podido explicarlo mejor y más inteligiblemente que yo. Si, además lo dijo Hitch, que junto con Billy Wilder son mi Bilbila, mejor, porque es un principio básico también en Literatura, cosa a la que me dedico, de forma docente, claro. Hice aposta una mezcla de géneros queriendo abarcar gran parte de los géneros de cine para defender que todos pueden ser válidos (infantil, oeste, ciencia-ficción, etc.) siempre que respeten su coherencia interna. Es verdad que «¡Qué bello es vivir!» parece más de ciencia-ficción que otra cosa, pero tendrás que admitir que ni en interpretción, factura, o dirección tiene punto de comparación con «P. w». De todas formas, como se ha repetido en muchos comentarios, uno puede ver una película para «fliparse», con todo el derecho a sabiendas de que es una porquería como producto cinemágráfico. Lo mismo que te comes un bocadillo de panceta sabiendo que es un puñetazo para una dieta sana. A mí no todos los géneros me gustan: ni el western, ni el musical, ni el acción, ni el bélico. En general: ya sabemos que hay obras maestras en cada uno de ellos. Es cuestión de preferencias. Y como creo que estamos diciendo lo mismo, no me repito más y me despido.
      Saludos

      1. Efectivamente, Marisol, Capra son palabras mayorse en la dirección, y no puede ser sujeto de comparación.
        Otra cosa, en efecto, son las razones por las que vemos algo a pesar de que en ello reconocemos fallos, errores, imperfecciones (aquí tenemos una sección dedicada exclusivamente a ello). El caso de «Pretty woman» va más allá, aunque el envoltorio de azúcar no deje verlo a mucha gente: un ejecutivo que no se comporta como un ejecutivo y una prostituta que no se comporta como una prostituta. Los cuentos de hadas tampoco pasan de moda, aunque antes elegían príncipes y damiselas como protagonistas a los que era más fácil creerse en el plano romanticón-almibarado. Tampoco muy reales, por cierto.
        Saludos.

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