Mis escenas favoritas: Adivina quién viene esta noche (Guess Who’s Coming to Dinner, Stanley Kramer, 1967)

Monólogo final de esta película que, como era corriente en la filmografía de Stanley Kramer, tocaba un tema socialmente candente en la vida norteamericana del momento, en este caso, la lucha por los derechos civiles de la población negra de los Estados Unidos. Conmovedor alegato, tanto por el contenido como por la intensa interpretación de Spencer Tracy en su última aparición en la pantalla, que hace que determinadas expresiones, unidas a determinadas miradas, adquieran altas cotas de emoción no solo cinematográfica.

4 comentarios sobre “Mis escenas favoritas: Adivina quién viene esta noche (Guess Who’s Coming to Dinner, Stanley Kramer, 1967)

  1. Solo por esos ojos llorosos de Hepburn y la mirada directa de cariño de Tracy esa escena, como dices, contiene un montón de emoción extracinematográfica contenida.
    Siempre ha sido lo que más me fascina de esta secuencia.
    Beso
    Hildy

    1. Así es, mi querida Hildy. Toda la película, como más adelante, «En el estanque dorado», contiene claves particulares en esa línea que añaden un plus de emotividad, pero también de sentido (y ahí está la habilidad de Kramer para manejarse con la puesta en escena del guion), a la historia. De esas raras veces que lo personal impregna la ficción para bien.

      Besos

  2. Buenas, Alfredo:
    Habida cuenta que servidor la vió de estreno me resulta particularmente doloroso comprobar que, pasada casi una vida, lo que entonces llamábamos el «leiv motiv» de la película sigue, con pocas variaciones, dominando gran parte del globo terráqueo; cierto que quizás haya mucho famoso/popular con emparejamientos interraciales pero el trasfondo, no nos dejemos engañar, sigue más o menos igual.
    Ahora, además, el protagonista, en vez de ser un laureado médico, sería un rapero tatuado con mil anillos de oro calzando unas bambas de precios inasequibles.
    Un abrazo.

    1. Si sale un rapero tatuado de esos, ya sé que voy a estar en contra de lo que sea…

      Una pena, sí. Esto ha venido a ser casi un subgénero cinematográfico en sí mismo, y ciertamente, de país a país (la Alemania de Fassbinder, por ejemplo) y de generación a generación, poco cambian las premisas y las reacciones, ciertamente. Tal vez es que, en esencia, hay que aceptar como propias determinadas cosas que, por más que la moral del «deber ser» diga que tendrían que suceder de otra forma, ocurren y van a ocurrir siempre. No nos gustan, cultural ni socialmente hablando, las reconocemos como perniciosas y censurables, pero ¿acaso todos los comportamientos y reacciones humanas se ajustan a lo moralmente aceptable? Es de esas cuestiones que afectan a ese territorio inestable pero de lo más interesante que transita entre lo instintivo y lo adquirido. Y es que rascas un poquito, y el animal sale a la superficie mucho antes de lo que pensamos.

      Abrazos

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