Cine en serie – El señor de los anillos (El retorno del rey)

MAGIA, ESPADA Y FANTASÍA (IX)

Último capítulo de la monumental trilogía de Peter Jackson, adaptación a su vez de la famosa trilogía de Tolkien, El señor de los anillos (El retorno del rey) es la apoteosis final, el estratosférico acopio de sus grandes virtudes y defectos como obra cinematográfica y también como adaptación a la pantalla de una obra literaria. En cuanto a la trama, una vez sitiado y derrotado Saruman, la batalla decisiva se libra en Gondor, donde Aragorn (Viggo Mortensen, como si hiciera falta decirlo…) se dispone a reclamar el trono que le pertenece y ante cuyas puertas Sauron se dispone al asalto final con su gran ejército. Sus enemigos pretenden frenar su avance lo más posible, resistir hasta la muerte si es preciso para, a la vez que intentan derrotar a sus irresistibles enemigos, dar tiempo a Frodo y Sam a que lleguen al Monte del Destino y se deshagan del anillo y distraer al mismo tiempo a Sauron para que preste atención al combate y de despiste de las andanzas de los pequeños hobbits.

La película recupera en parte el vigor y la orientación perdidos en la segunda entrega pero hace gala en mayor medida de los defectos apuntados en la misma (esquemáticos retratos de protagonistas y situaciones, personajes arquetípicos, dependencia de los efectos, pérdida de pulso, excesiva acumulación de detalles, nula labor de descarte como adaptación, doscientos un minutos de duración…). Sin embargo, a lo sombrío de su antecesora antepone de nuevo la majestuosidad y la monumentalidad, en este caso casi operística, del primer capítulo, con espectaculares paisajes y recreaciones, digitales, eso sí, de los escenarios donde transcurre la acción y fenomenales (aunque, de nuevo, excesivamente computerizadas) escenas de combate en plan videojuego que vuelven a pecar de algún guiño humorístico innecesario así como de un abuso de los efectos que nos conducen más al gráfico del ordenador que al fotograma. Eso vuelve a ser un problema, el abuso del ordenador, capaz de recrear una imagen pero no de darle espíritu, fuerza, cuerpo, que en vez de hacer más real un personaje, lo vuelve más irreal, imposible.

Con todo, la mayor perversión de la cinta es no saber podar buena parte del excesivo relato de Tolkien. Como recreándose en la aproximación al final, tanto el libro como la película se pierden en recovecos dilatorios, en últimos capítulos que hacen perder el hilo directo de la acción, que provocan la aparición de sucesivos clímax y saltos de tensión o incluso la desaparición de ésta en algunos momentos, en un ansia incomprensible de querer contarlo todo. Así, además de que la cinta se va de minutos sin sentido, como ya ocurriera con la anterior entrega (mucho más si de la versión extendida se trata), incrementa su sensación de vacío, de que tanta alharaca final no sirve para cubrir los agujeros que ha ido dejando durante las largas horas anteriores en cuanto a personajes y trama, de que tras los árboles, en esta ocasión, no vemos el bosque, sino una enorme extensión de nada. Así, la alargada conclusión tras el final de la batalla y del episodio del anillo, y también el larguísimo epílogo con los hobbits de vuelta en La Comarca, no hacen sino servir al tedio, al exceso, a la incapacidad para finiquitar una historia que, desposeída de la paja, da para bastante menos. Eso, unido a la conversión de lo épico en lo sentimental, hace que la película pierda fuelle y que carezca de un registro único, solvente, de un pulso firme que la haga caminar como un todo.

Como apunte final, dos cuestiones sobre el argumento que vienen ya viciadas desde el libro. En primer lugar, el giro final, el que permite a los «buenos» vencer en la gran última batalla. Evidentemente, cuando uno crea un enemigo tan formidable, numeroso y temible, es imposible que resulte creíble que ese enemigo pueda ser vencido. En la misma línea que esos productos de suspense que crean una intriga tan intrincada, laberíntica y elaborada que sólo puede resolverse traicionándola, que el autor se haga trampas a sí mismo y pueda dar salida a la trama a través de las limitaciones que la propia magnitud de su relato ha generado, en este caso es preciso crear, más bien sacarse de la manga, un último aliado para la causa del bien, inexistente durante más de mil páginas y seis horas largas de película previas, que acabe con los malos en un abrir y cerrar de ojos cual séptimo de caballería llegado en el último momento. Una de las grandes debilidades de la obra de Tolkien no ha sido resuelta por Jackson y su equipo, precisamente allí donde la labor del adaptador ha de saber resolver los mecanismos narrativos que en la obra original no funcionan.

Por último, la otra cuestión es precisamente la caracterización invencible del enemigo, del mal. Porque, tanto en el libro como en la película, las filas de Sauron cuentan con un innumerable ejército de luchadores terribles y poderosos, pero también de criaturas malignas invencibles, un grupo que durante páginas y páginas, o minutos y minutos, es retratado de manera grandiosa, amenazante, irresistible, imparable. Pero, pensemos detenidamente: ¿qué consigue esa gran fuerza durante los tres libros o las tres películas? ¿Qué grandes poderes tiene Sauron para llevarlos a la victoria? ¿Qué batallas vencen, a qué enemigos logran eliminar? ¿En qué se traduce esa abrumadora superioridad sobre las fuerzas del bien? En nada. Las tropas de Sauron son amenazantes, imparables, invencibles porque un montón de personajes durante cientos de páginas y minutos en la pantalla se dedican a repetir lo amenazantes, imparables e invencibles que son, pero nunca las vemos vencer, dar rienda suelta a su crueldad, saquear, incendiar, asesinar, devastar. Más bien, sólo pueden apuntarse, en realidad, un tanto: la muerte de Boromir. Porque, a lo largo de los libros y las películas, más allá de perseguir, amenazar, apabullar por número e impresionar con sus uniformes negros y la nube de oscuridad que llevan tras ellos, ¿en qué batalla vencen? Si se tratara de un equipo de fútbol habrían cesado a Sauron por falta de resultados… Tanto enemigo, tanta tropa, tanto ejército, y siempre es vencido, en algunos momentos en tiempo récord, y lo que es peor, no puede apuntarse ningún tanto a favor porque siempre hay un milagro último, un golpe de suerte, un aliado todavía más poderoso y con el que nadie contaba antes, que salva a los buenos. En ninguna obra literaria o cinematográfica ser perdona algo así: para Tolkien, un genio sin duda, su imaginación es, además de su coartada, su bula para todo.

25 comentarios sobre “Cine en serie – El señor de los anillos (El retorno del rey)

  1. Bueno, es lo que tiene tratar con cosas como el Bien y el Mal, a un nivel de idealización que los falsea y convierte en irreales. El mal auténtico es menos espectacular y más dañino que los ejércitos de orcos. Es al fin y al cabo un producto encelofanado, bestsellers para sentirse bien de la manera más simplista, con malos muy malos pero que no veamos sufrir demasiado a ningún bueno. Supongo que las novelas de Tolkien pueden explicarse como un cruce entre las asociaciones mentales de un estudioso de Beowulf y el ambiente de confrontación bélica en el que se gestaron (Hitler es Sauron). Y el resultado pues es lo que es, una historia fantaseada y mitificada, con mucho emblema simbólico pero poca realidad humana.

  2. Pues eso, corroboro todo lo que dices. Me gustó más que la segunda y creo que recuperó algo de lo apabullante que fue la primera, casi lo superó… los paisajes, los dragones esos que te dejan clavado en la butaca…pero nada más. Para mí fue demasiado larga y nunca comprendí las razones que llevaron a Peter Jackson a realizar ese nefasto final de los hobbits regresando a La Comarca … buf, nunca soportaré ese final.

  3. Efectivamente, José Ángel, un contenedor excelentemente envuelto y vendido y que, tristemente, ostenta el récord de premios Oscar (a pesar de que las dos primeras partes se limitaron a obtener premios técnicos). Una broma pesada, sin duda.

    Bueno, el final alargado y, aparentemente innecesario, está ya en el libro. Pero Jackson y compañía debieron podar, como digo más arriba, todo aquello no asimilable por el medio cinematográfico. Porque una adaptación de nueve horas contándolo todo la hace cualquiera; lo difícil es buscar la esencia de un relato -si la hay-, entresacarla de sus páginas, volcarla en un guión, y convertirla en imágenes dentro de los límites físicos del espectador. Ahí está el mérito. Dame millones de dólares y toda la duración que quiera y verás cómo hago la mejor adaptación de «El Quijote» que se haya hecho nunca…

  4. Soy más fan de Peter Jackson que de Tolkien, así que creo que hizo un buen trabajo -en general- sobre un libro larguísimo y difícil de adaptar. Sin embargo, creo que quiso contentar a los fans de Tolkien en el final de la historia y se le fue la mano con esos finales del final. Recuerdo que pensé: «tira el anillo y títulos de crédito, coño». Y la cosa se alargó sobremanera y de forma increíble; todo eso tenía que haber ido para la versión extendida, la verdad; solamente para los fans de Tolkien.
    Pero bueno, ahora estoy que me muero de ganas de ver la última peli de Peter Jackson. Me leí «Desde mi cielo» y me encantó, es una novela emotiva y estupenda, pero a mi modo de ver, como película, le sobran las cien páginas finales. A ver cómo la adapta Jackson. De nuevo, lo tiene muy difícil para contentar a todo el mundo. Es una novela a la que hay que meterle la tijera sin contemplaciones, y eso mucha gente no lo va a entender.

  5. Buen análisis Alfredo.Creo que la obra de Tolkien permanecerá en el tiempo y la trilogía de Jackson,puede que no.Lo más criticable de la trilogía es el tratamiento de sus personajes que a veces nos resulta ridículos.Gimli,Legolas,Frodo,Sam,etc,todos ellos tan complejos y ricos en la obra literaria.Evidentemente no se puede exigir tanto en una película.

    Un abrazo.

  6. Es que yo, Roberto, creo que hizo poco trabajo de adaptación, y mucho -quizá demasiado- de puesta en escena. Pero como dijo Alfred Hithcock en aquella famosa cena-homenaje que le hicieron cuando apenas podía ya sostenerse en pie, las tijeras son la clave de todo.
    No soy muy optimista con los otros trabajos de Jackson pendientes de estreno y/o rodaje; su modelo productivo es Spielberg: mal modelo.

    Gracias, Francisco. Los aspectos que comento aquí son los que me han tirado más para atrás de la lectura del libro. En la película, no sólo no los solucionan sino que los empeoran, añadiendo, como bien dices, problemas capitales a la hora de retratar, por ejemplo, a los personajes. O sea, que se convierte en un gran telón que cuando se retira no oculta nada.
    Un abrazo.

  7. Yo lo siento, pero con esta trilogía no conseguí pasar de la primera película. Con la obra de Tolkien, aunque sea larga y, a veces, excesiva, disfruté mucho en su día, pero la primera película de Jackson se me hizo muy pesada y no me quedaron ganas de ver más.
    Saludos

  8. A mí el libro me encantó, aunque algunas partes, especialmente del segundo libro, se hacían arduas. En mi opinión, desviaban la atención, quizá demasiados frentes abiertos al mismo tiempo. Las películas me gustaron por la capacidad de recreación, desde los paisajes de la comarca, hasta la oscuridad de los jinetes negros pasando por la fonética del lenguaje élfico. Coincido contigo, en la tercera se recupera la espectacularidad, increíbles esos supuestos planos aereos de Gandalf subiendo a caballo hasta la fortaleza de minas Tirith. Pero eso sí, no soporto los momentos de ñoñería (que no existen para mí en el libro) y especialmente, los comentarios jocosos del enano y su competición matanza de orcos con Legolas.

  9. No me extraña Carmen, sobre todo si son las versiones extendidas. De todos modos, si la primera se te hizo pesada, las otras ya…
    Saludos.

    Pues sí, Minerva, la cosa se desvirtúa poco a poco en aras de una espectacularidad vacía. La labor de montaje de todo esto es ingente, pero descuidada en lo principal: los pesonajes.

  10. No quisiera yo repetir el comentario que ya te dejé en la anterior entrega de esta saga, en el que ya hablábamos del espectáculo visual y CASI cinematográfico que suponen las tres películas que la componen; y de las dificultades del director al pretender lo imposible; y de sus vicios y megalomanía; y de la progresión descendente en cuanto a lo cualitativo, que no en cuanto a lo efectista; y de todo lo demás…

  11. Ya dejé dicho que desconozco obra literaria y películas, porque sólo tengo la primera y no he podido pasar de la primera media hora. Ello no quita para que te agradezca el excelente trabajo que has realizado y, contra lo que tú mismo dices, entiendo más justo y apropiado haber dedicado tres reseñas a esa trilogía que, a priori, me resulta difícil de iniciar; mi curiosidad hacia ella se ha visto recompensada con tus textos, querido Alfredo, y me parece que aguardaré bastante antes de meterme en esa vereda, sobre todo porque su extensión me parece excesiva.

    Saludos.

  12. A mi me gusta Tolkien mucho más leído.Ahora tengo que reconocer que las pelis me gustaron ,no al cien por cien ,pero me las vi las tres.
    Tengo que decir que el final de esta se me hizo absolutamente tedioso.
    Y muy bien por ti, porque aunque ya la primera se te hizo cuesta arriba comentarla,has terminado tu trabajo .
    Saludicos.

  13. Definitivamente, los libros ganan por goleada… aunque reconozco que a mí las películas me gustan bastante: en mi época de friki quinceañera me compré las tres extendidas. Ahora me hubiera conformado con las normales o por lo menos me hubiera esperado un par de años que bajaran de precio, que salieron por un pico y hace poco salió un pack con las tres que estaba tirado (en comparación al menos). Eso sí, sólo puedo verlas como mero espectáculo… aunque un espectáculo muy «espectacular» (los mûmakil y demás… al menos la primera vez que se ven, impactan bastante).
    Como dices, eso del séptimo de caballería que llega al final estropea un poco la emoción, tanto de los libros como de las películas: cuando lo estaba leyendo me dejó bastante confundida, sobre todo por ser personajes (los «salvadores» de última hora) que no habían pintado casi nada en toda la historia.
    Tampoco me gusta, como también han apuntado por aquí, eso de que conviertan la historia de Gimli y Legolas (que en el libro muestra la reconcilición entre dos pueblos enfrentados, la amistad entre dos culturas diferentes y demás) en un gag de Los Morancos.
    Sobre el final, pues sí, hasta a mí en mi época de fan se me hacía «jartible»… y con todo le agradezco a Jackson que al menos cortara la parte de Zarquino y todo eso… en mi opinión, Tolkien se cargó un poco el final de la historia con eso, que no venía a qué.
    Lo de los puertos grises, en el libro bien, porque se explica lo suficiente, al menos, como para tener una idea de qué va la cosa, y porque la partida de los elfos está bastante presente en la historia escrita, es algo que está presente en la mente de todos los personajes, esa melancolía por perder a los elfos y todo lo que representan… en el libro lo vas leyendo entre líneas y a mí al menos me gustó bastante, pero en la película, en mi humilde opinión, si no has explicado de qué va el asunto, todo eso sobra… por que la gente que no conocía los libros acabó bastante confundida.
    En fin, que esto me está quedando más largo que las películas (es el comentario «extendido» XD)… que con las pelis lo paso bien cuando me apetece echarles un vistazo, pero como los libros… porque eso sí, los libros, aunque también tengan sus fallos, los adoro.
    Besos.
    Rosa.

  14. Pues sí, Josep, guárdate de ellas a no ser que te posea un mono muy fuerte. En nueve horas largas puedes ver unas cuantas cosas apetecibles que tendrías que aparcar.
    Saludos.

    También yo prefiero la lectura, Carmen; en este caso un visionado creo que es bastante, sobre todo por el esfuerzo físico y de horarios que precisa.
    Saludos.

    Rosa, te veo hecha una entusiasta, casi friki. A mí me gustaba más cuando era más joven. Ahora, no tanto.
    Besos.

  15. ¿entusiasta yoooo? qué qué va… cosas tuyas, ejem…
    Al menos todavía no estudio élfico ni celebro todos los años el cumpleaños de Bilbo, jejeje!!
    Bss.
    Rosa.

      1. Pues en mi opinión lo peor de las películas es, precisamente, que dejan muchos cabos sueltos. Y no hablo de cabos relacionados con la novela sino cosas que el filme introduce y no resuelve.

        Si acaso de esta tercera parte sobra parte de la exposición inicial y la larguísima conclusión… pero el resto del metraje lo veo bastante ajustado, la verdad.

  16. Kike, ¿acaso pretendes ser gracioso u ocurrente? ¿Hacer un chiste o quizá alguna insinuación? Pues te diré que «Priscilla, reina del desierto», es una película, más allá de la peculiaridad de sus personajes, sublime, desde luego mucho más que esta trilogía de Peter Jackson y que toda la vida de John Milius, profesional o no.

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