El viejo Woody Allen, ácido y corrosivo como nunca en este magnífico descenso a los infiernos, en cuyo sector español, a poco que la distribución por plantas fuera la misma, debería haber superpoblación.
Reflexiones desde un rollo de celuloide
El viejo Woody Allen, ácido y corrosivo como nunca en este magnífico descenso a los infiernos, en cuyo sector español, a poco que la distribución por plantas fuera la misma, debería haber superpoblación.
Quizá la última gran película de Woody Allen, libre y salvaje.
Hombre, yo no diría tanto. Acepto «Celebrity», «Match point» y «Blue Jasmine», como mínimo, en el lote de sus grandes películas.
Si fueran calificaciones colegiales, las que nombras me parecen notables películas. «Desmontando…», de sobresaliente. Pero cuestión de gustos, claro.
Seguramente tienes razón, y es superior a todas esas… Excepto «Match point», que es de matrícula de honor.
Ay, Woody… y el sentido de la vida.
Besos
Hildy
Y el sinsentido…
Besos de metacrilato.
Es el mejor infierno que he visto nunca, superior al de Dante. Aquí el padre del viejo Woody no está tan mal porque solo se le ocurre ir a un restaurante chino (El pato feliz). En Mataró existe un restaurante chino con el mismo nombre (suerte que estos chinos no tienen comprada la patente de la frase), en fin, que he ido de vez en cuando y es preferible quedarse en el infierno particular que uno arrastra.
Woody no volvió a ser tan divertido después de esta película.
Abrazox
Es verdad. Se ha puesto muy serio. Será la edad…
Ay, qué sería de Mataró sin tus anécdotas en los restaurantes chinos, especialmente en Navidad, como en El apartamento…
Abrazos