Buena intriga de los 80: ‘No hay salida’

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Esta obra de Roger Donaldson dirigida en 1987 es uno de los más resultones filmes de intriga de los 80, que combina sexo, romance, acción, política, espionaje y crímenes. Quizá sin llegar a ser brillante, es un buen exponente del buen cine de entretenimiento, idónea para acompañarla con palomitas, frutos secos, pipas y demás menudencias alimentarias. Tom Farrell (Kevin Costner) es un oficial de la marina norteamericana que conoce en la fiesta de reelección del Presidente a Susan, una ardiente joven (Sean Young) -la escena de sexo entre ambos en una limusina que da vueltas por Washington ha quedado para los restos- con la que inicia una relación. Sin embargo, ella tiene un particular modo de ganarse la vida: es la amante de David Brice (Gene Hackman), Secretario de Defensa (que es como se llaman en EE.UU. los ministros) del gobierno reelegido y superior directo de Tom en su nuevo puesto en el Pentágono. La cosa se complica cuando, en un arrebato de furia motivado por los celos que siente Brice al saber que ella tiene un novio cuya identidad se niega a revelar, Brice mata a Susan.

Brice, horrorizado, acude a su secretario personal, Scott (estupendo Will Patton), un hombre resolutivo y expeditivo, que apenas puede ocultar su devoción por Brice y que para camuflar el crimen monta una operación secreta en la cual el otro novio de Susan, sea quien sea, es acusado del crimen, para lo cual pone al frente de la investigación precisamente a Tom. La investigación se disfraza como la búsqueda de Yuri, una leyenda urbana del contraespionaje americano: un espía ruso habría sido introducido en Estados Unidos a una edad muy temprana, habría crecido con una familia americana, habría seguido sus estudios y su carrera militar en el ejército americano y por lo tanto a todos los efectos podría pasar por norteamericano. El personaje de leyenda recibe el nombre de Yuri, y Scott simula que Yuri y el novio de Susan, el presunto autor de la muerte que debe servir como hombre de paja para que Brice no sea culpado, son la misma persona. Sin embargo, nadie en la comunidad de Inteligencia (CIA, FBI…) cree que Yuri exista realmente, y sospechan que hay gato encerrado. Lo peor para Tom es que, obviamente, todas las pistas para conducir a las fuerzas de seguridad hacia el otro novio de Susan apuntan directamente a él mismo…

Entretenidísima, vibrante a ratos, con algunos momentos de máxima tensión y con escenas de acción y persecuciones muy logradas, supone una película idónea para pasar una tarde sin darle demasiado al tarro y con un pasatiempo de calidad, no exento de emoción y con un remate final de altura. Tanto Gene Hackman como Kevin Costner están muy correctos, Patton se luce, y Sean Young da todo lo que puede, que no es mucho. Un cada vez más orondo George Dzundza, el ex-candidato a la Casa Blanca Fred Thompson (como director de la CIA) e Imán, la esposa del músico David Bowie, completan el reparto de una película que, montada sobre una narración típica de cualquier bestseller modelo Tom Clancy, es efectiva y mantiene el interés gracias a un guión muy bien engranado que no chirría pese a lo complicado de los giros, matices y recovecos que maneja. Como otros dos puntos de interés resultan sugerentes la música de Maurice Jarre y los decorados utilizados, que imitan los interiores del Pentágono (tal como eran a finales de los ochenta), lugar en el que tiene lugar la mayor parte de la acción.

Pero lo más interesante quizá, además de la propia intriga, sea la ficción sobre cómo son las luchas de poder en las catacumbas del imperio, las relaciones, enfrentamientos velados, presiones, en suma, la competencia por un poder que el Presidente ni siquiera sabe que existe y al cual es el primero que está sujeto (que se lo pregunten a los Kennedy), el dominio de la información, de los datos que no sólo sirven para defender al país de agresiones exteriores sino de los propios «peligros» internos, del control de su propia población y de la ocultación consciente de todo un mundo de intereses e influencias que nunca salen a la luz pública, que los ciudadanos desconocen, y que no tienen nada que ver con depositar un voto cada cuatro años, un poder subterráneo que está por encima de la democracia, cuyas reglas no se aplican en aras de una libertad reducida a concepto de discurso y a coartada para dejar vía libre, en su caso, a acciones criminales.

13 comentarios sobre “Buena intriga de los 80: ‘No hay salida’

  1. Hala, que cantidad de vueltas argumentarias. Pero es verdad que a menudo la realidad de los subterráneos del poder debe ser muy parecido a ésto. Otras, sin embargo, seguro que es más simple de lo que creemos.
    Hace milenios que no tengo una tarde de esas de película pa no darle al bolo y no dar ni bolo, con pipas o avellanas y tal… Y sería estupendo, porque a veces hace falta un poco de mullido sofa.
    Besotes arquitectónicos….

  2. Alfredo,los ochenta fue una avancha de buenos títulos;Atracción fatal,Melodía de seducción,Fuego en el cuerpo,No hay salida,Sospechoso,etc,todo un impulso que desencadenó a principios de los noventa con Instinto básico.
    Buena reseña,como siempre.

    Un fuerte abrazo,amigo.

  3. Crimen también era la moda de esos pantalones, o de aquél peinado. En los 80 hubo una marea de intrigas, de pasiones, de chanchullos, y el presidente como si nada. También es que se hacen los cegatones.

    abrazos,

  4. Luisa, hay que darse un homenaje cinéfilo de vez en cuando. Con palomitas o directamente con bocata.
    La película no está mal, el argumento da vueltas y vueltas…
    Besos

    Francisco, quizá fue la última buena época del thriller y del cine negro.
    Un gran abrazo

    Malvisto, los ochenta están llenos de crímenes de esos de los que hablas. No hay más que acordarse de Miguel Bosé.
    Abrazos

  5. Uff… ¡Cuántas vueltas!
    Aunque teniendo en cuenta las cosas que es capaz de hacer la gente con y por poder, seguro que hay «realidades» que lo superan.
    Entonces, la recurrida escena de montárselo en un coche se rodó en esta película por primera vez… de esas escenas mola la cara del que conduce, ahí tratando de hacer como que no se está dando cuenta de ná, jajaja!!!
    De Bosé todavía no sé qué fue peor: la falda, el disfraz de diablo el de ángel.
    Besos.
    Rosa.

  6. Hola, Escalones, es la segunda vez que escribo este comentario. No sé qué pasa que no aparecen. Te decía que ésta la he visto un montón de veces, siempre que la ponen en la tele, y siempre muy a gusto. Uno de sus atractivos es lo apetitoso que estaba entonces el señor Costner.

  7. Noe, inadmisiblemente, tus comentarios eran catalogados como ¡¡¡spam!!! Por supuesto, he depurado responsabilidades, no faltaba más. Disculpa que haya tardado tanto en darme cuenta.
    Un abrazo.

    Rosa, en realidad no sucede nada que la Historia del Imperio Romano no nos haya enseñado antes. Las catacumbas del poder son iguales desde entonces, e incluso antes. Pero el hecho de que todo político o dirigente desde entonces pretenda erigirse en César hace que el ejemplo de Roma sea siempre pertinente para analizar los distintos problemas relacionados con el ejercicio del poder.
    La escena erótica es dentro de una limusina, y al pobre conductor le suben la trampilla de separación, así que no ve mucho.
    Besos

  8. buena intriga, si, con Kevin en plan bollito recién salido del horno y Sean Young derramando su ansiedad sexual, esa que la habrá llevado a un frenopático, rodeada de las fotos de James Wood. El señor mayor, don Hackman, como siempre: impecable.
    nicole moviendo la naricita? tal vez un domingo de invierno, en la tele de casa, me atreva.

    1. Ay, Lidia, no has estado muy atenta a la película… Yuri es Kevin Costner; el suicida lo hace porque en su ansia por ocultar la culpabilidad de su jefe ha cometido todo tipo de ilegalidades, y cree realmente que su culpabilidad está a punto de descubrirse.

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