Cine en serie – ‘La cena’, de Ettore Scola

Valga una película italiana para conmemorar, según la tradición, que tal día como hoy hace 2761 años se fundó la eterna e inigualable ciudad de Roma. Insistimos, según la tradición.

CINE PARA CHUPARSE LOS DEDOS (II)

Esta adorable coproducción franco-italiana de 1998 nos devuelve a un Ettore Scola interesado en las historias múltiples de varios grupos de personajes en los que hay momentos para el drama, la comedia, la filosofía de la vida, la amistad o el amor. La película se detiene en la contemplación de historias cotidianas, de personajes corrientes que se encuentran cenando una misma noche en un restaurante. Los personajes, esporádicos clientes del local que acompañan la comida con buena conversación, o viceversa, historias propias o contadas, fábulas, chistes, anhelos y deseos, en el antiguo y sabio lenguaje de la confesión y la complicidad que se establecen en torno a una buena comida y un buen vino, y también los propios empleados del establecimiento, que entre fogones o circulando entre las mesas hacen de su profesión el ejercicio de un sacerdocio, entran y salen durante la hora de la cena, y nos muestran una colección de territorios humanos profundamente consumidos por las peripecias corrientes de la vida.

El restaurante es el hogar para sus empleados, el lugar donde pasan la mayor parte del día en compañía de unas personas que son casi una segunda familia (primera, en algunos casos), mientras que para los clientes la hora de la cena en un marco agradable, íntimo y familiar es el reposo del guerrero tras la agotadora jornada diaria, el momento donde la relajación invita a abrir la mente y el corazón, a ser uno mismo sin condicionantes impuestos por la hipocresía social, sin impostaciones, con una sinceridad natural en la expresión de estados de ánimo, de sueños, de humores, de amores, como un territorio personal que junto al resto de comensales forma una comunidad humana. El profesor (magnífico Giancarlo Gianini) que tiene una amante de la que no sabe cómo deshacerse, la mujer que se cita con todos sus amantes a la misma hora, el hombre solitario que no tiene a nadie con quien compartir la velada, la mujer ardiente que es codiciada con la mirada por todos, la familia que sale a cenar unida, el maestro (grande, grandísimo Vittorio Gassman) que es cliente fijo y de confianza, que charla tanto con comensales como con el personal del lugar, sobre todo con doña Fiora, maestra de ceremonias del restaurante (maravillosa, como siempre, Fanny Ardant), consumida también por sus propias dudas y deseos ocultos, los propios camareros y cocineros del restaurante, enfrentados entre sí, amigos y enemigos, compañeros voluntarios y forzosos, condenados a entenderse, a compartir, a ser una familia bien y mal avenida…

Rodada con extrema sencillez (toda la que permite una película de 124 minutos cuyas escenas transcurren en un mismo marco narrativo) y sinceridad, pese a su duración logra entretener con las vicisitudes de los distintos tipos humanos, saltanto constantemente de una a otra mesa, ofreciéndonos continuas reflexiones sobre la vida o invitándonos simplemente a observar algo socarrones (como Gassman) el comportamiento de los demás, sus contradicciones, alegrías y miedos, de forma que la suma de todas las mesas del restaurante nos ofrece una especie de colmena como la de Camilo José Cela. Realmente entretenida, quizá el problema viene desde el punto de vista de la fragmentación narrativa. La multiplicidad de enfoques y el cambio constante de historias, desde las cuestiones más profundas hasta las más banales, hacen que probablemente muchos espectadores no lleguen a identificarse con ningún personaje en particular, no tengan tiempo para simpatizar con ninguno de ellos (excepto con Ardant, la verdadera joya de la película, y con Gassman, el más carismático) y se limite a ser mero testigo, algo que de por sí ya es un valor que probablemente Scola deseara potenciar, como si el espectador estuviera sentado en una de esas mesas y lo que contemplara y escuchara fueran los retazos de vida de las mesas cercanas.

Cine sencillo, directo, amable, sutil, divertido y sabio, que combina dramatismo y humor, carisma, reflexión, profundamente humano y vitalista, exaltador de los placeres más mundanos (la comida -al menos en occidente-, la charla, la compañía) y que es un guiño a los pequeños momentos de placidez de los que podemos gozar de vez en cuando. Deliciosa película para paladear tranquilamente, que deja un poso de satisfacción y el sabor dulce de un buen postre.

18 comentarios sobre “Cine en serie – ‘La cena’, de Ettore Scola

  1. Sir, esta pelí me encantó. El dúo Ardant-Gassman es impagable, ese toque de tratoria llena de chic, no se ha vuelto a repetir en ninguna pélícula. A Gassman le tomé un poco de tirría por atormentar a La Mangano en «Anna» pero en esta peli me reconcilié rápidisimo con él.

    Siempre me alegras los lunes, los lunes son días feos y tú siempre escoges la peli que te reconcilía al instante con la belleza y los días de fiesta.

    Un abrazo súper

  2. Sonia, Gassman es mucho Gassman. La película es deliciosa, y ni siquiera se hace larga aunque dura más de dos horas.
    Muchísimas gracias por lo que dices, porque es un esfuerzo a veces comenzar semanas que se avecinan duras.

    Abrazos

  3. Con esta serie de «Cine para chuparse los dedos» voy de cabeza, Alfredo. Esta tampoco la he visto. Así de golpe se me ocurre que sí he visto «El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante», ¿vas a hablar de ella?.
    Besos.

  4. Es una joya en el sentido de que uno no quiere dejarle de ver. (Yo me la he visto en cine, dvd, tele, en casa ajena, por pedazos)
    Bueno, en cuanto al cambio de historia, yo creo que es un punto fuerte, mucho, porque parece que Scla quisiera que uno no estuviera al frente viendo, sino al lado, escuchando, entrometiéndose. Tal y como pasa cuando uno va a un restaurante, que no se identifica del todo, pero sí escucha y escucha. Lo otro que una maravilla la selección de actores. No hay ninguo que me moleste.

    un fuerte abrazo.

  5. aquí Taliano, esta película merece la pena. Yo no diría que el cine coral estadounidense le deba algo, más bien son interacciones paralelas. La película es de 1998, posterior a las clásicas películas corales de Robert Altman, anterior en solo un año a «Magnolia», de P. T. Anderson, y muy anterior a otras como «Crash», que más bien beben del cine estadounidense.

    Malvisto, en efecto, el punto fuerte es la recreación para el espectador de la fugacidad de miradas, de detalles, de escuchas, de la estancia en un restaurante normal y corriente.
    Abrazos, hermano

    PD: mejor esta foto, amigo

  6. Este film de Scola lo tengo pendiente hace tiempo, lo fui dejando y aún no lo he visto. Lo de la sensación final de sabor dulce de un buen postre me ha convencido, que últimamente los postres no salen amargos y rancios Alfredo.
    Saludos!

  7. Sí que son un placer esos momentos de descanso (y comida) en los que puedes «desconectar» por un rato y sentarte en una mesa con tus amigos o tu gente, para ser tú misma, reírte, comer (que nunca está de más), y escuchar esos retazos de conversaciones (o esa carcajada que estalla de pronto en la mesa de al lado) o ver a los camareros y los clientes que vienen y van… siempre viene bien este momento, ya sea en una cena o incluso en la cafetería en la Universidad (bien que se agradece ese momento de descanso entre clases).
    La veré, me gustan las buenas comidas, y más si acaban en un buen postre.
    Besos.
    Rosa.

  8. Rosa, es uno de los pequeños momentos de plenitud que tiene la vida. Es como si se parase el tiempo. Te gustará.
    Besos

    Entrenómadas, tú y yo sabemos lo que puede llegar a salir de esas sobremesas, incluso poemas irreverentes…
    Besos

  9. Claro, claro, lógico…estaba pensando en Cela a medida que leía. Enseguida lo has sacado a relucir como no podía ser de otra manera…¿inventaría Cela esta forma de estudiar ó curiosear cada abeja con Café de Artistas y La Colmena?
    El comentario da ganas de ver la peli.

    1. Pues no la dejes pasar, Carlos (que yo sepa, La2 la ha puesto ya un par o tres de veces). Nada está inventado, así que antes de Cela seguro que alguien hizo algo parecido. Pero Cela lo bordó, sin duda. «La colmena», además de obra genial, es una película fantástica que sale más que airosa de la difícil traslación de una trama tan rica, compleja y absorbente. Me la apunto para más adelante.

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