Town without pity, de Gene Pitney, es casi la razón de ser de Ciudad sin piedad, dirigida por Gottfried Reinhardt en 1961, en la que Kirk Douglas interpreta a un abogado militar que defiende a cuatro soldados americanos de una base militar estadounidense acusados de la violación de una muchacha alemana. En el reparto, además de Douglas, nombres como Richard Jaeckel o Robert Blake acompañan a actrices como Barbara Rütting, Christine Kauffman o Ingrid van Bergen.
La película resulta uno de esos casos excepcionales en los que una canción va ligada a la trama ya desde su primer momento, y la van acompañando a cada instante hasta la conclusión final, como una moraleja redundante, como un estribillo recurrente que ilustra la narración, que la hace inquietante y tremebunda, que no hace sino subrayar una historia en la que no hay inocentes, y en la que queda de manifiesto lo que de extrema crueldad reside en el alma humana.
Jooooooooo… pelines, últimamente no haces más que mandarme al baúl de películas pendientes…
Encima una de mi Kirk Douglas…
Ay, ay, ay…
Besos
Hildy
Disculpa, mi querida Hildy, no sabía que Kirk era tuyo…
Te la recomiendo, aunque la película no tiene otra razón de ser que tributar la calidad y la presencia de Douglas.
Besos
Creo que esta película la he visto porque la conjunción Douglas-Jaeckel-Blake me suena conocida, más que la canción, pero no recuerdo nada, nada. Me la apunto, porque a priori las de tribunales me gustan, aunque sean militares… 🙂
En cambio, he de confesar que Gene Pitney nunca me emocionó y siempre se me hizo difícil entender la mucha fama que tuvo… ???
Un abrazo.
Bueno, yo lo único que conozco de Pitney, y después de leerte, supongo que por suerte para mí, es esto, y que sin la película o sin otras películas de tono muy diferente en las que suena esta canción, más para ambientar las atmósferas cincuenteras o sesenteras que por otra cosa, nunca me hubiera fijado en semejante personaje.
Un abrazo
Tal parece que sea la banda sonora de una entrga de 007… tiene todo ese sonido que lo caracterizaba.
Reseñas como ésta, compa Alfredo, me vienen muy bien para ponerme a mí mismo “en contexto” (o sea, hacerme más consciente, si cabe, de las dimensiones estratosféricas de mi ignorancia): no sabía ni de la existencia de la peli, y es la primera vez en mi vida que oigo la coplilla (un estándar de su época, o, al menos, a mí así me lo parece y me suena). Y ya sé que no sirve de consuelo (al menos, a mí no me sirve), pero si no lo digo, reviento: a Kirk Douglas SÍ LO CONOZCO, es el padre del actor Michael Douglas, ¿no…? –y suegro, por cierto, de una señora que me gusta un montón…-.
Un fuerte abrazo y buen día.
Bueno, Marcos, no diría yo tanto. Tira más bien hacia el duduá y al cantante con flequillo o tupé para adolescentes que a lo Bond. Fíjate que la inmensa mayoría de los temas de Bond son interpretados por mujeres, excepto Matt Monro y poco más.
Un abrazo
Estoy seguro, Manuel, de que de la canción, aunque sean fragmentos (especialmente su conclusión) has oído, porque en muchas películas que recrean los cincuenta y sesenta aparece como fondo (incluso Juan Tresvueltas -John Travolta- la tararea o bailotea en una peli infantojuvenil titulada «Mira quién habla»).
Y dime, ¿la señora Douglas, nuera de Douglas, te gustaba ya antes de recauchutarse o ha sido después?
La peli te la recomiendo (Reinhard, además de director, también fue guionista y productor de alguna que otra cosa interesante): Douglas hace de un defensor que intenta hundir la imagen de una joven «ingenua» con tal de sacar libres a sus clientes, y no se detiene en medios. Vamos, que no llega a ser el Charles Tatum de «El gran carnaval», porque escrúpulos morales sí tiene, pero en aras de una extrema profesionalidad no vacila en cumplir a rajatabla con su cometido.
Abrazos