No hace ni cinco minutos que he visto en las noticias que en el estreno de esa película para discapacitados titulada Mascotas, se ha permitido la entrada de los perros de los espectadores. Según los lumbreras de la productora han creído conveniente esta estrategia para atraer más los fanáticos de esos animaluchos que se cagan en todas partes, se le caen la baba y se huelen el culo unos a otros. Un tipo con un micrófono estaba esperando en la salida del cine para preguntar a los dueños de los chihuahuas, bulldoges franceses, labradores retrievers, huskys siberianos, pits bulls, terriers, etc., por la gran experiencia. Todos estaban encantados. Es más, todos exigían que se permitiera entran a sus perros en todas las películas. El cine nació en una barraca de feria y termina en una vulgar perrera. Ya me da igual todo, mi querido amigo. Quien lo tiene jodido son esos pringaos que esperan a que se desaloje la sala, con la escoba en ristre, para recoger toda la basura que dejan los espectadores y ahora deberán recoger la mierda de los perros, limpiar las babas y cepillar las butacas de pelos. Me pregunto, ¿qué pasará cuando un chihuahua tenga diarrea? Porque también les compran coca-cola y palomitas.
Sí, he oído que se trata de una experiencia piloto. Los medios de comunicación, adeptos inquebrantables a todo brote de subnormalidad profunda, han celebrado la curiosidad con el habitual catálogo de sandeces cuando no se trata de otra cosa que de hacerle el juego a una campaña publicitaria. En fin, que vamos cuesta abajo y sin frenos a la estupidez total, mi querido amigo. El tiop que tenga que recoger la mierda, además, tendrá un contrato basura por horas, o le pagarán en negro. Pero eso no será noticia.
Abrazos
Mi querida Hildy, el verano es solamente una estación aceptable porque hay vacaciones, especialmente en el horno zaragozano. De buena gana convertiría julio y agosto en Noruega… Espero, eso sí, que tú lo estés viviendo como una segunda primavera.
Besos
Respecto a los perros en los cines…¿tan mal está la cosa que necesitan estos nuevos clientes?.
Por otro lado, ¿estamos asistiendo a la evolución intelectual de los chuchos? Empezaron con las consultas veterinarias y ya tienen peluquerías, hoteles con recreativos, de todo, vamos…
Ay, si Charlot levantara la cabeza. Ya no podría hacer Vida de perro así.
carlos
Yo creo que no es más que agilipollamento masivo. También ahora hay salas con columpios, hinchables y demás para que los niños no monten gresca en el cine. Vivimos en una época en la que todo el mundo pretende haber inventado la rueda o descubierto el fuego, todos quieren apuntarse el tanto de la invención de la última imbecilidad. En particular, en esto de los cines, lejos de rehabilitar el lugar lo que hacen es hundirlo un poco más. Porque el espectador de cine, el buen espectador, no el consumidor de películas, no va aceptar nunca, aunque le gusten, ver el cine entre una jauría de perros. Un paso más en la estupidización general, en la infantilización masiva y en la consideración del espectador como simple consumidor de películas.
No hace ni cinco minutos que he visto en las noticias que en el estreno de esa película para discapacitados titulada Mascotas, se ha permitido la entrada de los perros de los espectadores. Según los lumbreras de la productora han creído conveniente esta estrategia para atraer más los fanáticos de esos animaluchos que se cagan en todas partes, se le caen la baba y se huelen el culo unos a otros. Un tipo con un micrófono estaba esperando en la salida del cine para preguntar a los dueños de los chihuahuas, bulldoges franceses, labradores retrievers, huskys siberianos, pits bulls, terriers, etc., por la gran experiencia. Todos estaban encantados. Es más, todos exigían que se permitiera entran a sus perros en todas las películas. El cine nació en una barraca de feria y termina en una vulgar perrera. Ya me da igual todo, mi querido amigo. Quien lo tiene jodido son esos pringaos que esperan a que se desaloje la sala, con la escoba en ristre, para recoger toda la basura que dejan los espectadores y ahora deberán recoger la mierda de los perros, limpiar las babas y cepillar las butacas de pelos. Me pregunto, ¿qué pasará cuando un chihuahua tenga diarrea? Porque también les compran coca-cola y palomitas.
Abrazos, amigo.
Sí, he oído que se trata de una experiencia piloto. Los medios de comunicación, adeptos inquebrantables a todo brote de subnormalidad profunda, han celebrado la curiosidad con el habitual catálogo de sandeces cuando no se trata de otra cosa que de hacerle el juego a una campaña publicitaria. En fin, que vamos cuesta abajo y sin frenos a la estupidez total, mi querido amigo. El tiop que tenga que recoger la mierda, además, tendrá un contrato basura por horas, o le pagarán en negro. Pero eso no será noticia.
Abrazos
Jo, mi querido Alfredo, pero cuantos documentales interesantes. ¡Qué verano ameno! Espero que estés disfrutando.
Beso
Hildy
Mi querida Hildy, el verano es solamente una estación aceptable porque hay vacaciones, especialmente en el horno zaragozano. De buena gana convertiría julio y agosto en Noruega… Espero, eso sí, que tú lo estés viviendo como una segunda primavera.
Besos
D
Respecto a los perros en los cines…¿tan mal está la cosa que necesitan estos nuevos clientes?.
Por otro lado, ¿estamos asistiendo a la evolución intelectual de los chuchos? Empezaron con las consultas veterinarias y ya tienen peluquerías, hoteles con recreativos, de todo, vamos…
Ay, si Charlot levantara la cabeza. Ya no podría hacer Vida de perro así.
carlos
Yo creo que no es más que agilipollamento masivo. También ahora hay salas con columpios, hinchables y demás para que los niños no monten gresca en el cine. Vivimos en una época en la que todo el mundo pretende haber inventado la rueda o descubierto el fuego, todos quieren apuntarse el tanto de la invención de la última imbecilidad. En particular, en esto de los cines, lejos de rehabilitar el lugar lo que hacen es hundirlo un poco más. Porque el espectador de cine, el buen espectador, no el consumidor de películas, no va aceptar nunca, aunque le gusten, ver el cine entre una jauría de perros. Un paso más en la estupidización general, en la infantilización masiva y en la consideración del espectador como simple consumidor de películas.