7 comentarios sobre “Una obra maestra del expresionismo alemán: Fausto (Faust, F. W. Murnau, 1926)”
Murnau, el impresionismo alemán. Lo que dio esta tendencia, amigo mío. Tuvo que haber una guerra para que muchos cineastas alemanes emigraran a Hollywood e iluminaran el cine negro. Joder, cuánta riqueza. Qué maravilla también “El gabinete del doctor Caligari” de Robert Wiene, Fritz Lang, Ventura Pons, Murnau, Griffith (que conjugó las técnicas descubiertas por anteriores pioneros del cine y creó prácticamente él solito el arte de la narrativa cinematográfica. Eisenstein, “El hombre de la cámara”, de Dziga Vertov, y por qué no, “Asalto y robo de un tren” (1903), de Edwin S. Porter. Los grandes pioneros. Los primeros en poner la ortografía, la sintaxis, la gramática al primer arte del siglo XX (no me gusta decir “Séptimo arte”). Ahora, los que van a ver “Megalodón” creen que el cine es un tipo que está detrás de una cámara y le dice a otro: “¡Eh, tú! ¡Ponte ahí delante que te grabo!”, que es lo que hacen ellos con las cámaras de sus móviles.
Para mí el cine de Murnau sobrevive como “sinfonía de estilo” triunfantes y con frecuencia terroríficas. Lástima que muriera prematuramente. Prácticamente me gustan todas sus películas. Es curioso que antes de que Murnau se fuera llamado para ir a Hollywood realizara dos adaptaciones de obras clásicas; Tartufo, o el hipócrita (1925), y al año siguiente Fausto. El Tartufo… era un ingenioso intento de actualizar un texto teatral, aunque reteniendo toda la teatralidad de la concepción original de Molière, sin embargo, su Fausto aprovecha, por el contrario, todos los medios del cine para convertir el famoso mito del moderno Smartphone, en algo puramente “cinematográfico”. No obstante, la habilidad de Murnau para utilizar la sintaxis básica del cine en su propio beneficio era tanta, que resulta difícil decir cuál de las dos películas es más auténticamente cinematográfica.
Qué lástima que la gente vaya a ver “Megalodón” y no se tenga en cuenta, por ejemplo, “Amanecer” (en California). Sin embargo, “Los cuatro diablos” (1928) se vio perjudicada por las interferencias de los altos ejecutivos del estudio, sí hombre, esos que más tarde realizarían “Magalodón”. O “Tabú”, ese paraíso perdido y canto del cisne del gran Murnau.
Por cierto, cuántas veces te han gritado ya desde la calle: “¡Sal, Neville!”, o «¡Sal, Alfredo!»
Jajajajajja… El cine de la república de Weimar es un tesoro, no solo el expresionista; hay otras muchas cosas que no caben bajo esa etiqueta y que son memorables. En fin, creo que a los jóvenes el discurso sobre la gramática y la sintaxis… Muchos de ellos tendrían que buscar antes esas palabras en el diccionario. Si es que tienen uno. Así van las cosas.
Todos esos que citas (menos uno) son grandes maestros. ¿Cómo sería una «Megalodón» filmada por el «expresionista» Ventura Pons?
Vaya, qué peliculón, amigo. El megalodón se zampa, con pan con tomate, a Ventura Pons. Genial. Pagaría una entrada para ver eso.
Ay, la República de Weimar… en plena crisis política, social, ideológica y económica, Alemania vivía una intensa actividad artística en todos los campos: expresionismo en pintura y poesía, Bauhaus en arquitectura, nueva objetividad en literatura, transformaciones del teatro bajo la influencia de Max Reinhard y después de Brecht. el público del cine era popular y los directores quisieron ser experimentales y populares al mismo tiempo. Esto implicaba que, durante toda la República de Weimar, el espectador cinematográfico encontró, conscientemente o no, el eco turbador de su propia realidad en la pantalla. Porque el pueblo alemán sentía cómo se perdía su identidad en una época de excesos y depravaciones (drogas, libertinaje, espiritismo), pero también de miseria, paro, prostitución y hambruna. No me canso nunca de recomendar la lectura de Adiós a Berlín o Historias de Berlín, según la edición, de Christopher Isherwood. Me apasiona estas historias que están más que acabadas y son rematadas por algo mucho más brutal. Recuerdo, por ejemplo, el éxito de «La ley del hampa» (1927), que lanzó la moda de las películas de gangsters y el cine copiaría los arquetípicos de Sternberg, incluso después de que el crac bursátil de Wall Street en octubre de 1929 produjo una crisis económica y social que supondría el fin de ciertas mitologías y del tiempo de las ilusiones de prosperidad.
Jajajajajj… es que no me quito de la cabeza a ese megalodón untando tomate en una rodaja de pan para zamparse a Ventura Pons… Más que impresionismo es repugnantemente impresionante.
Abrazos
¡¡Aaaagh!! ¡Otro libro para apuntar!
Hala, pues yo te voy a citar las novelas de Volker Kutscher sobre el comisario Gereon Rath, que transcurren, precisamente, en aquel Berlín. Y, claro, El huevo de la serpiente del gran Bergman, una película tan atípica en él y a la vez tan personal que es la rareza de un tipo de por sí bien raro. Y te voy a citar El orden del día, el cortito pero brillante libro de Eric Vuillard, que es una maravilla.
En fin, amigo mío, ¿no crees que Megalodón se haría antes vegetariano? No sé, acuérdate de la secuencia de Tiburón en la que abren al bicho y empiezan a sacarle todo lo que se ha zampado en las últimas semanas. Imagínate que lo abren y, como en los cuentos infantiles, sale intacto Ventura Pons, con el flequillo revuelto…
Abrazos
Que tal Alfredo!
Pues gracias por subir el enlace, no la habia visto pero me pongo con ella. A mi Sunrise (1927) me sigue pareciendo sublime, recuerdo que la tenia en cinta VHS, creo que se la compre a Divisa, tenian una buena colección de clasicos.
Sobre lo que plantea Francisco Machuca, especialmente en cuanto a la cultura audiovisula imperante, hablo a menudo con gente mas joven (yo 51) en mi trabajo y el tema del cine es habitual. Me ha sorprendido el conocimiento de alguno a la hora de hablar de clasicos, tambien es verdad que otro porcentaje no ven mas que series.
Saludos y feliz finde!
Bueno, eso es un alivio, pero no creo que sea la tónica general. Lo de las series, sí, seguramente las malas (con franqueza, a mí casi todas me lo parecen, no aguanto ninguna más de tres o cuatro capítulos, los últimos ya con mucho esfuerzo y voluntad por mi parte).
Todo ese cine de aquellos tiempos (hablo antes de los ochenta) es carne de museo. En un futuro no muy lejano será el lugar donde vayamos a contemplarlo.
¡MEnuda imaginación! No puedo verla entera pero son fascinantes las escenas fantásticas hechas con miniaturas, y el laboratorio y el pueblo en la lejanía…¡Qué grande, Murnau! hasta Bela Lugosi tiene aquí su precedente…ja,ja,ja!
Murnau, el impresionismo alemán. Lo que dio esta tendencia, amigo mío. Tuvo que haber una guerra para que muchos cineastas alemanes emigraran a Hollywood e iluminaran el cine negro. Joder, cuánta riqueza. Qué maravilla también “El gabinete del doctor Caligari” de Robert Wiene, Fritz Lang, Ventura Pons, Murnau, Griffith (que conjugó las técnicas descubiertas por anteriores pioneros del cine y creó prácticamente él solito el arte de la narrativa cinematográfica. Eisenstein, “El hombre de la cámara”, de Dziga Vertov, y por qué no, “Asalto y robo de un tren” (1903), de Edwin S. Porter. Los grandes pioneros. Los primeros en poner la ortografía, la sintaxis, la gramática al primer arte del siglo XX (no me gusta decir “Séptimo arte”). Ahora, los que van a ver “Megalodón” creen que el cine es un tipo que está detrás de una cámara y le dice a otro: “¡Eh, tú! ¡Ponte ahí delante que te grabo!”, que es lo que hacen ellos con las cámaras de sus móviles.
Para mí el cine de Murnau sobrevive como “sinfonía de estilo” triunfantes y con frecuencia terroríficas. Lástima que muriera prematuramente. Prácticamente me gustan todas sus películas. Es curioso que antes de que Murnau se fuera llamado para ir a Hollywood realizara dos adaptaciones de obras clásicas; Tartufo, o el hipócrita (1925), y al año siguiente Fausto. El Tartufo… era un ingenioso intento de actualizar un texto teatral, aunque reteniendo toda la teatralidad de la concepción original de Molière, sin embargo, su Fausto aprovecha, por el contrario, todos los medios del cine para convertir el famoso mito del moderno Smartphone, en algo puramente “cinematográfico”. No obstante, la habilidad de Murnau para utilizar la sintaxis básica del cine en su propio beneficio era tanta, que resulta difícil decir cuál de las dos películas es más auténticamente cinematográfica.
Qué lástima que la gente vaya a ver “Megalodón” y no se tenga en cuenta, por ejemplo, “Amanecer” (en California). Sin embargo, “Los cuatro diablos” (1928) se vio perjudicada por las interferencias de los altos ejecutivos del estudio, sí hombre, esos que más tarde realizarían “Magalodón”. O “Tabú”, ese paraíso perdido y canto del cisne del gran Murnau.
Por cierto, cuántas veces te han gritado ya desde la calle: “¡Sal, Neville!”, o «¡Sal, Alfredo!»
Abrazos mil
Jajajajajja… El cine de la república de Weimar es un tesoro, no solo el expresionista; hay otras muchas cosas que no caben bajo esa etiqueta y que son memorables. En fin, creo que a los jóvenes el discurso sobre la gramática y la sintaxis… Muchos de ellos tendrían que buscar antes esas palabras en el diccionario. Si es que tienen uno. Así van las cosas.
Todos esos que citas (menos uno) son grandes maestros. ¿Cómo sería una «Megalodón» filmada por el «expresionista» Ventura Pons?
Abrazos
Vaya, qué peliculón, amigo. El megalodón se zampa, con pan con tomate, a Ventura Pons. Genial. Pagaría una entrada para ver eso.
Ay, la República de Weimar… en plena crisis política, social, ideológica y económica, Alemania vivía una intensa actividad artística en todos los campos: expresionismo en pintura y poesía, Bauhaus en arquitectura, nueva objetividad en literatura, transformaciones del teatro bajo la influencia de Max Reinhard y después de Brecht. el público del cine era popular y los directores quisieron ser experimentales y populares al mismo tiempo. Esto implicaba que, durante toda la República de Weimar, el espectador cinematográfico encontró, conscientemente o no, el eco turbador de su propia realidad en la pantalla. Porque el pueblo alemán sentía cómo se perdía su identidad en una época de excesos y depravaciones (drogas, libertinaje, espiritismo), pero también de miseria, paro, prostitución y hambruna. No me canso nunca de recomendar la lectura de Adiós a Berlín o Historias de Berlín, según la edición, de Christopher Isherwood. Me apasiona estas historias que están más que acabadas y son rematadas por algo mucho más brutal. Recuerdo, por ejemplo, el éxito de «La ley del hampa» (1927), que lanzó la moda de las películas de gangsters y el cine copiaría los arquetípicos de Sternberg, incluso después de que el crac bursátil de Wall Street en octubre de 1929 produjo una crisis económica y social que supondría el fin de ciertas mitologías y del tiempo de las ilusiones de prosperidad.
Jajajajajj… es que no me quito de la cabeza a ese megalodón untando tomate en una rodaja de pan para zamparse a Ventura Pons… Más que impresionismo es repugnantemente impresionante.
Abrazos
¡¡Aaaagh!! ¡Otro libro para apuntar!
Hala, pues yo te voy a citar las novelas de Volker Kutscher sobre el comisario Gereon Rath, que transcurren, precisamente, en aquel Berlín. Y, claro, El huevo de la serpiente del gran Bergman, una película tan atípica en él y a la vez tan personal que es la rareza de un tipo de por sí bien raro. Y te voy a citar El orden del día, el cortito pero brillante libro de Eric Vuillard, que es una maravilla.
En fin, amigo mío, ¿no crees que Megalodón se haría antes vegetariano? No sé, acuérdate de la secuencia de Tiburón en la que abren al bicho y empiezan a sacarle todo lo que se ha zampado en las últimas semanas. Imagínate que lo abren y, como en los cuentos infantiles, sale intacto Ventura Pons, con el flequillo revuelto…
Abrazos
Que tal Alfredo!
Pues gracias por subir el enlace, no la habia visto pero me pongo con ella. A mi Sunrise (1927) me sigue pareciendo sublime, recuerdo que la tenia en cinta VHS, creo que se la compre a Divisa, tenian una buena colección de clasicos.
Sobre lo que plantea Francisco Machuca, especialmente en cuanto a la cultura audiovisula imperante, hablo a menudo con gente mas joven (yo 51) en mi trabajo y el tema del cine es habitual. Me ha sorprendido el conocimiento de alguno a la hora de hablar de clasicos, tambien es verdad que otro porcentaje no ven mas que series.
Saludos y feliz finde!
Bueno, eso es un alivio, pero no creo que sea la tónica general. Lo de las series, sí, seguramente las malas (con franqueza, a mí casi todas me lo parecen, no aguanto ninguna más de tres o cuatro capítulos, los últimos ya con mucho esfuerzo y voluntad por mi parte).
Todo ese cine de aquellos tiempos (hablo antes de los ochenta) es carne de museo. En un futuro no muy lejano será el lugar donde vayamos a contemplarlo.
Saludos!
¡MEnuda imaginación! No puedo verla entera pero son fascinantes las escenas fantásticas hechas con miniaturas, y el laboratorio y el pueblo en la lejanía…¡Qué grande, Murnau! hasta Bela Lugosi tiene aquí su precedente…ja,ja,ja!