Música para una banda sonora vital: Cookie’s Fortune (Robert Altman, 1999)

Cookie's Fortune (1999) - IMDb

David A. Stewart, compositor de la partitura de la película, y la saxofonista neerlandesa Candy Dulfer comparten Cookie, tema principal de esta comedia negra de Robert Altman en torno al suicidio de una anciana en un pueblo del sur de Estados Unidos, y a las complicaciones que crea la manipulación de la escena de la muerte por parte de dos de sus familiares, que consideran la muerte por la propia mano una deshonra para sus apellidos, y que derivan en la acusación de asesinato que planea sobre un hombre negro. Probablemente una de las películas más comerciales de Robert Altman, su protagonismo coral corresponde a Glenn Close, Julianne Moore, Liv Tyler y Chris O’Donnell, con la aparición destacada de veteranos como Patricia Neal y Ned Beatty.

2 comentarios sobre “Música para una banda sonora vital: Cookie’s Fortune (Robert Altman, 1999)

  1. Siempre quise contarte una anécdota muy interesante de cuando era niño respecto al cine, pero nunca se dio la ocasión hasta hoy con el gran nombre de Robert Altman. Yo vivía en una provincia tan pequeña e insignificante que ni constaba en los mapas. Ahora tampoco. Allí no existían los estrenos y la gente solía decir que las películas llegaban muy tarde. Siempre defendí mi idea de que las películas jamás llegan tarde, como el mago Gandalf cuando le dice a Frodo: “Un mago nunca llega tarde, ni pronto: llega exactamente cuando se lo propone.” Pue eso. MASH de 1970 llegó en 1976, justo cuando empecé a tomar notas en un cuadernillo. Escribía los nombres de los directores de las películas que más me gustaban para que no se me olvidaran y tenerlos en cuenta si veía sus nombres en los carteles. MASH me encantó. Luego Alan Alda – excelente actor – encontraría un filón en una serie con más de mil y pico de temporadas.  Vamos, ni Michael Landon con “La casa de la pradera”. Pecador. ¿Por dónde iba? ¡Malditas digresiones! Ah, sí, el primer nombre que anoté en mi cuaderno fue “Robert Altman” con esa película y ese cartel que tenía yo pegado en la cabecera de mi cama. Película ostensiblemente ambientada durante la guerra de Corea, su postura antimilitarista dura y por tanto antibélica que tenía mucho que ver con la antipopular guerra de Vietnam. Luego vino “Nashville” de 1975 en 1977 y también me gustó, sobre todo por su música. Aún hoy sigo escuchando música country y la banda sonora de la película, sobre todo el tema “I’m Easy”, interpretado por Keith Carradine. Cuando vi la película se me quedó grabada en la memoria aquella chica dentuda, feucha y flaca llamada Shelley Duvall. Luego vino “El largo adiós” de 1973 en 1977. ¡Me encantaba el cine de Altman! Vino “Annie Hall” de 1977 en 1980 y la Duvall volvía a estar allí medio emporrada, medio hippie, religiosamente alucinada por el rock y por Bob Dylan.  Le acompañaba un tipo feucho, con gafas, enclenque, poca cosa y no le hacía maldita la gracia todo aquel ambiente. En ese mismo año llegó “El Resplandor” pocas semanas después de su estreno. La provincia ya se estaba poniendo algo moderna en eso de los estrenos. Allí volvía a estar Shelley Duvall. Me dije: la pobre quiso quitarse de esos ambientes y sentar la cabeza casándose con un tipo llamado Jack Torrance. Yo, por aquel entonces, me tomaba muy en serio el cine y veía, de modo real, las evoluciones de las vidas de los actores a través de sus películas. Y, en el mismo año, es decir, 1980, llegó con dos o tres semanas después de su estreno “Popeye”. Esta no me gustó nada, pero pude comprobar que la pobre Shelley Duvall había salido casi ilesa de aquel berenjenal de pasillos, laberintos congelados y hachas sangrientas y volvió a enmendar su vida apostando por lo seguro: casarse con Popeye.

    He aquí mi homenaje a este director de cuyo éxito con MASH, Hollywood y la industria americana del cine mantuvieron una relación de amor-odio con este destacado director. Se le amaba porque, a una edad relativamente avanzada, supo convertirse en el hijo pródigo del nuevo Hollywood y en uno de los realizadores favoritos de la contracultura. Se le odiaba por su versatilidad y porque hacía películas con la misma facilidad con la que otra gente servía café.

    Perdón por este tostón, amigo mío.

    Abrazos mil y buen finde.

    1. Entonces tienes a Robert Altman muy enraizado en tu biografía cinematográfica. Más que yo, que no lo tengo en mucho aprecio, salvo algunos títulos puntuales que sí me interesan, principalmente de sus inicios. Hablo de algunas de las que citas, además de «Los vividores», «Tres mujeres», «California Split» o incluso «Buffalo Bill y los indios». Pero luego, desde «Popeye» y «Quinteto», me parece que se suicida artísticamente, salvo repuntes como «El juego de Hollywood» o «Gosford Park». «Vidas cruzadas», que tiene bastante buena reputación, a mí solo me convence parcialmente. En todo caso, para los yanquis fue el rey del plano secuencia, simplemente porque no conocían, o no conocen, a Berlanga.

      Abrazos

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