Cine en serie – El señor de los anillos (Las dos torres)

MAGIA, ESPADA Y FANTASÍA (VI)

La segunda parte de la monumental adaptación a la pantalla de la obra de J.R.R. Tolkien por Peter Jackson y su equipo da comienzo en el punto en que la Comunidad del Anillo se disuelve: Frodo y Sam siguen su camino hacia Mordor, Merry y Pipin han caído prisioneros de los orcos de Sauron, y Aragorn, Legolas y Gimli, dejando a los pequeños portadores del anillo que encuentren su propio destino, van tras los cautivos para liberarlos, mientras Sauron y su aliado Saruman siguen acumulando fuerzas con las que aplastar a las razas libres de la Tierra Media, desunidas y parapetadas tras sus débiles defensas…

Tras el impactante efecto sorpresa de la primera entrega, Las dos torres ofrece más de lo mismo (pero peor) en la forma, aunque empieza la decadencia en cuanto al fondo. Como dijimos en su momento en esta misma sección, a medida que la trilogía avanza, sus grandes virtudes se van poco a poco diluyendo y los pequeños inconvenientes del primer capítulo, minimizados ante la grandiosidad del conjunto, van creciendo hasta poco a poco adueñarse de este puente hacia la conclusión. El problema, precisamente, es la entrega incondicional a la espectacularidad de las formas y el paulatino descuido de unas, ya de por sí, demasiado elementales, lineales, esquemáticas cuestiones de fondo (personajes, psicología, motivaciones, reacciones ante los hechos…) siguiendo, obviamente, las pautas marcadas por Tolkien pero haciendo que la película, exactamente igual que su antecesora y su continuación, dependa en exclusiva de los conocimientos previos del espectador sobre la obra literaria a fin de que pueda entender la lógica de acontecimientos y personajes, sin que se trate de un producto cinematográfico autónomo. A ello no es ajena la introducción de las grandes batallas y de las escenas de acción propias de la historia en las que la entrega a la espectacularidad es total, y en las que se desvirtúan algunos logros de la primera parte. Por ejemplo, donde hay un ingente esfuerzo por utilizar el maquillaje y la caracterización para la construcción de las diversas criaturas «no humanas» y de ambientación y dirección artística para los espacios, comienza a haber demasiada labor de computadora a fin de recrear enormes ejércitos en movimiento, espacios abiertos o decorados en los que transcurran los combates, auténticamente de videojuego por más espectaculares que sean, y también en el momento de provocar un buen número de efectos de la violencia sobre individuos y objetos. La batalla principal es tan grandiosa como artificiosa, con algún que otro guiño que supera lo humorístico para adentrarse en lo ridículo, completamente fuera del tono general de la historia, y las múltiples y complejas tramas paralelas que como un mosaico van salpicando la narración y cambiando el punto de interés y de tensión a cada momento, unidas a la excesiva duración del film, hacen que el ritmo vaya desde la lentitud más extrema al servicio del crecimiento de una tensión no siempre lograda (porque hay que entender que al igual que se depende del libro para presuponer aspectos de los personajes el espectador ya conoce el desenlace de los hechos sobre los que se pretende cargar emoción) hasta la vertiginosa sucesión de acontecimientos acelerados que siembran la película de altibajos y lagunas de emoción.

El problema es que la ingenuidad y expectación del discurso de la primera parte se torna aquí en una oda a las imágenes animadas desprovistas de discurso de cualquier tipo o, lo que es peor, intentando alcanzar la sublimidad de ciertos mensajes a través de la mera repetición de frases y situaciones pretendidamente trascendentes y decisivas (cuando, insistimos, el lector de Tolkien, espectador a quien va dirigida la película, no como intención, pero sí como construcción, ya sabe qué va a pasar y qué no) pero que, a través de ese culto a lo entendido como modernidad e innovación visuales, son en el fondo de una emotividad vacía, de una emoción nula, sin una aventura real, sin un riesgo o un peligro que realmente cruce al otro lado de la pantalla, sin unos personajes vivos por los que podamos sentir una empatía que vaya más allá de lo que los personajes dicen representar, sin llegar a sentir algo por los personajes en sí.

La película acumula historias que transcurren de manera paralela pero no por ello gana en solidez, muy al contrario, es una forma de perder pulso, de deshilvanar un puzzle que en la primera entrega había quedado ensamblado de manera aceptable. Se vuelve facilona, vulgar, reiterativa, simple y lineal, por más que visualmente pretenda todo lo contrario, resultar majestuosa, abigarrada, rica, espectacular; busca enganchar por la belleza y el impacto de imágenes grandilocuentes, olvidándose de atraparnos por el cariz de los acontecimientos que cuenta, y es ahí donde, a pesar de que engancha y obliga a seguirla, apuesta por explotar los elementos más pobres y simplones del lenguaje cinematográfico y busca convencer a través de algo, en el fondo, tan fácil como es apabullar, embaucar por aplastamiento.

Habiendo alcanzado así la trilogía la cúspide de lo que podía ofrecer, buena parte de esta segunda entrega y toda la tercera parte son un lento caer hacia la superficialidad en el discurso y el tributo a las formas animadas por ordenador en detrimento de la historia misma, al metraje excesivo en la creencia de que la mejor adaptación es la que cuenta todo (ya dijo Voltaire que el secreto de aburrir consiste en decirlo todo), de que a más, siempre es mejor. Y el cine nos ha dado gran cantidad de muestras, seguramente las mejores, de que lo mejor suele ser siempre lo contrario.

19 comentarios sobre “Cine en serie – El señor de los anillos (Las dos torres)

  1. Totalmente deacuerdo contigo. Aquí se basa todo en dejar al espectador atónito apabullándolo de efecto gráficos y hay que reconocer que a Jackson se le fue un poquito de las manos a pesar de la monumentalidad reconocida de los paisajes. Se podría decir que fue «menos buena» que la primera. La banda sonora siguió estando a la altura.

  2. Vaya, pues no sabía que la segunda había quedado un poco floja, solo he visto la primera, pero cuando pueda la veré, solo por saciar la curiosidad.

    Un abrazo.

    PD. ¡Contigo no hay quien pueda! Acertaste con la serie.

  3. Uf, yo de serie estoy más verde… Excepto «Los Soprano», si me preguntas cualquier cosa de esas series con millones de fans, no tengo ni idea.
    En cuanto a «Las dos torres», el «cuando pueda» será más bien de tres horas y pico (si es versión extendida, mucho más); no es que sea una mala película (si te gustan este cine y estas historias), pero con respecto a la primera, apuesta por un estilo más de forma que de fondo. Una forma no demasiado atractiva en algunos aspectos.
    Abrazos.

  4. Creo que lo mejor que tiene Las dos torres son las escenas de la batalla del abismo de Helm,que fueron copiadas minuciosamente por el brillante dibujante Alan Lee.Eso sí,Jackson estropea la batalla cuando Légolas baja por unas escaleras subido en su escudo como si fuera un monopatín.La verdad,no le veo la gracia,y además,acompañado de una música muy similar a la de Regreso al futuro,cuanto Marthy coje su monopatín en huída de sus eternos enemigos.

    Excelente texto.Un fuerte abrazo.

  5. Efectivamente, Francisco, una forma pretendidamente simpática de estropear el clímax de la película. Aunque, para mi gusto, la necesidad de echar mano de los efectos digitales por las excesivas dimensiones del proyecto hacen que buena parte de todo se base en el videojuego, y no en el cine.
    Gracias. Abrazos.

  6. ¿Acaso se puede hacer una película de lo epopéyico? ¿Se puede llevar al cine, por ejemplo, la Biblia con ciertas garantías narrativas? Pues por muchos efectos especiales que le pongamos a la cosa, los ejemplos –por muy clásicos que sean- dicen que no, y eso es lo que creo.

    Creo que Jackson, al que de crío me lo imagino tan friki como Guillermo del Toro o Alex de la Iglesia, juega aquí con las cartas marcadas y en su contra. Cuando uno encara un proyecto de esta envergadura, sin libertad y sujeto a demasiadas premisas (afrontar una historia grandiosa, ser lo más fiel posible a la novela, no defraudar a los acólitos, jugar a aparentar ser buen director, etc.) uno ya sabe de antemano que ha perdido la partida de lo correcto, y que se va a tener que medir, únicamente, en el terreno de lo efectista.

    La Trilogía es un gran espectáculo con reminiscencias cinematográficas, pero ninguna de las tres películas que la componen es una gran película. Punto. Entretienen, sí, pero ni enriquecen ni emocionan. Coincido por lo tanto contigo en que la progresión cualitativa es descendente, y que esta segunda es peor que la primera y sólo un poquito mejor que la tercera; pero también tengo claro que los primeros que lo saben son los que afrontaron un reto que consistió, únicamente, en ganar muchísimo dinero.

    Abrazos.

  7. 1/Estupendo post.
    2/ ¿Como puede ser que se me escaparan en esta tantas cosas que tu explicas, como siempre ,estupendamente ?.(Ya me he contestado yo misma a esa duda…..)
    3/De todas formas a mi me gustó.Reconozco que no como la primera, pero al leer el post ,he entendido porqué.
    4/Estoy de acuerdo en que no envejecerá bien.
    5/Conforme con lo que dice F.Machuca.La batalla del abismo de Helm me gustó mucho,y eso que a mi lo de las batallas….
    6/Gracias.
    Saludicos.

  8. A mí me entretuvo, Carmen, pero es demasiado larga incluso para considerarla entretenimiento. Personalmente, no soporto esas manías de las películas kilométricas salvo cuando la riqueza narrativa lo exige y, si en, por ejemplo, «Doctor Zhivago» las tres horas están más que justificadas, en ésta no. Imagínate «Satántango» de Béla Tarr, que dura siete…
    Gracias a ti.
    Saludos.

  9. Ya dije en su día que la primera, pese a disponer del dvd, la tengo pendiente; así que huelga decir que esta la ignoro por completo; de tu comentario, analítico y más objetivo de lo que cabría esperar, me quedo con ese párrafo final y la cita de Voltaire que sigue tan vigente como cuando la pronunció. Se me ocurre que hoy Voltaire sería un crítico de cine temible.
    Saludos.

  10. En efecto, pero seguro que nadie publicaría hoy a Voltaire…
    Puedes guardarte un puente o unas fiestas patronales para echarle un ojo a la saga completa. Bueno, si ves las versiones extendidas, mejor guárdate parte de las vacaciones de verano…
    Saludos.

  11. Me gusta, me relaja, me evade, me disuelve. No sé si es buena,mala o regular, pero me recuerda a un tiempo en el que disfruté leyendo el libro. Sueño cuando veo esas imagenes, lo hago sin darme cuenta.
    Nada sesudo lo que te cuento, pero es lo que me ocurre.

    Kisses,

    Marta

  12. Tienes razón, sobre todo en eso de los personajes, que cada vez muestran menos de su personalidad… con todo, como aventura sigue siendo impresionante. Eso sí: en algunas escenas, sobre todo en esas donde se ve a los orcos subiendo por las escaleras, se nota demasiado el «ordenador», algunos movimientos en esas escenas son de videojuego puro.
    Menos mal que a P. Jackson se le quitó de la cabeza la idea de meter a Arwen en el ejército de elfos, eso sí que hubiera sido más grave… al menos, para quienes hemos leído el libro.
    Besos.
    Rosa.

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