Maestro del desconcierto: La estrategia de la araña, de Bernardo Bertolucci

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Parafraseando al sabio, puede decirse que la maestría se demuestra en todo. No cabe duda de que cuando nos encontramos ante una gran obra cinematográfica tenemos grandes posibilidades de que tras ella se encuentre un gran cineasta (aunque el inevitable tanto por ciento de chiripa haga que esta regla no sea matemática). Sin embargo, es más seguro que, cuando lo que desfila ante nuestros ojos es una obra desconcertante, inconsistente, fragmentada, incluso casi improvisada, consiguiendo pese a todo que el conjunto tenga sentido y el resultado final sea magistral, también existen serias posibilidades de que un gran cineasta, un tanto juguetón y con mala uva, esté detrás y dé rienda suelta a sus más acerados instintos profesionales en busca de fieles espectadores que compartan su broma.

Bertolucci había quedado impresionado por el relato de Jorge Luis Borges titulado El tema del traidor y del héroe, que cuenta la historia de un nacionalista irlandés que ha traicionado a sus propios compañeros de armas. El traidor, al ser descubierto, debe morir a manos de quienes ha traicionado. Y entonces surge la gran ocurrencia del traidor: ir al encuentro de su destino, pero no antes de haber hecho recaer la culpa, como forma de redención final, sobre sus adversarios. Así, sus compañeros traicionados obtienen una gran ventaja política. Porque los adversarios deben aparecer siempre y en cualquier caso como asesinos, de tal manera que el traidor pasa a la Historia como un héroe, y sus antiguos enemigos reciben una nueva ignominia con que cargar en su memoria. Apasionado con el juego interno del relato, Bertolucci se dispuso a llevarlo a la pantalla con su propio juego en 1970. Para ello, siguiendo la estela de Antonioni o Resnais, concibió una película en la que el espectador fuera cuestionándose continuamente los datos que en cualquier otra cinta damos por seguros: línea temporal, argumento, principio y final, espacio, orden de la acción, es decir, lo contrario a la plasmación convencional de las historias en el cine tradicional, con lo que el desconcierto del espectador es enorme, aunque al final de la película queda convertido en profunda satisfacción al encajar las piezas y comprender el sentido del relato. Da la vuelta a la trama y la sitúa en Italia, sustituyendo a los nacionalistas irlandeses por un grupo de partisanos italianos de la Segunda Guerra Mundial, pero la idea de base del cuento se mantiene: un hombre joven (Giulio Brogi) vuelve a la ciudad natal de su padre, un héroe de la resistencia, para aclarar las circunstancias de su muerte. Allí encuentra a sus antiguos compañeros de armas, y también a su amante (una anciana Alida Valli, dando un recital interpretativo de primer orden) y poco a poco las historias de unos y otros siembran dudas en torno a la honorable memoria del héroe paterno. Pero lo que pudiera ser una historia lineal y poco más, Bertolucci lo zambulle en la confusión, porque el hijo empieza poco a poco a representar al padre, a ser el padre, y los momentos de una época y otra se confunden. El hijo «se convierte» en el padre, incluso se enamora de su ex-amante, en un juego narrativo en el que Bertolucci se recrea para despistarnos y sacarnos los colores, a lo que contribuye un montaje y una estructura innovadores y utilizados con gran inteligencia, con los que Bertolucci siempre va un paso por delante de nosotros, moldeando nuestras expectativas y frustrando cada uno de nuestros intentos por llegar al fondo del asunto.

La película, sólo apta para espectadores activos que interaccionen con los dilemas y despistes premeditados que plantea la película, pero poco exigentes en cuanto a la comprensión de todas las preguntas que pueda formularse ante lo que vea, requiere un esfuerzo en su visionado, es casi un reto con una forma artística y estética absolutamente cautivadora. La música de Verdi o de Schönberg mezclada con los paisajes italianos, la ciudad renacentista, los palacetes y las villas de la campiña italiana, la maravillosa fotografía (obra del gran Vittorio Storaro) y la luminosidad de los planos (el objetivo casi parece cubierto con una gasa que filtre los rayos del sol) confieren a la película un marco grandioso por el que deambulan apenas unos pocos personajes pero que en conjunto consigue crear una obra de gran empaque, sin duda de lo mejor de su autor, y para muchos críticos, una de las cimas del cine europeo del siglo XX.

19 comentarios sobre “Maestro del desconcierto: La estrategia de la araña, de Bernardo Bertolucci

  1. De inicio, me alegra poder decirte que esta película si la vi. Tu reseña me ha gustado especialmente, mejor explicada la relación literatura-cine no puede haber. El relasto de Borges, «El tema del traidor y del héroe», encuentra en el guión de Bertolucci una perfecta armonía. Esa manera de cómo se va tejiendo todo -esa verdad buscada- hace de esta película sumamente recomendable. Me gustó mucho. La fotografía de Storaro me pareció muy buena.

  2. Magda, creo que exageras un pelín, pero te lo agradezco igual. Haces bien en apuntar la belleza y la importancia de la fotografía de Storaro. Es un fenómeno.
    Me alegro de haberte acertado con la película.
    Un abrazo.

  3. Alfredo, amigo, Bertolucci siempre me ha encadilado. Aquí, en esta adaptación de un relato de Borges, es verdad que el ‘maestro’ (el argentino) lo bordó. Sin embargo, pienso que la recreación o confusión de los personajes (esos ligeros retoques bertoluccianos) a mí me dejo cierto mal sabor de boca.

    Me quedo con Verdi o Schönberg mezclada, los paisajes (la luminosidad de los italianos me encantan), el renacimiento a flor de piel, los palacetes. En fin, hasta la fotografía de Storaro.

    Sí que estoy de acuerdo que el realizador sabe jugar de todo, hasta de la interacción de tan pocos personajes.

    Un abrazo y gracias,

  4. Alfredo; hac poco leia en boomeragn un entrada de Xavier Velasco en la que se quejaba de lo mal que le iba a las adapactaciones literarias; siempre se olvida algo: cuando ya no es adaptación cuando reeescritura de la pieza. Cuando nuevo hallazgo, cuanto un nuevo placer en la historia….

    – Para hoy, Nubes Pasajeras de Kaurismaki. Casi me lo he visto todo del finlandés.

    abrazos,

  5. Diego, es una película deliberadamente confusa. Son muchas las interpretaciones sobre el título: yo creo que lo que queda atrapado en la telaraña es el espectador.
    En cuanto a mi condición de «Sir», intenté impedirlo cuando me bautizaste así, pero se ha vuelto algo tan generalizado y ha proliferado tanto que ya casi hasta me da igual. En fin, utiliza el tratamiento que gustes; señor está bien, da cierto aire de dignidad no exenta de choteo…
    Un abrazo

    Malvisto, Kaurismaki es estupendo. Sobre las adaptaciones hay muchísimo que decir, pero no necesariamente en cuanto a contarlo todo, son lenguajes diferentes que exigen ritmos diferentes y generan sensaciones distintas. No es bueno comparar. Eso sí, se precisan unos criterios mínimos de fidelidad para reconocer la historia que se supone nos quieren contar. Algún día meditaremos largamente sobre ello.
    Abrazos

  6. La verdad es que no he visto la película, pero sí he leído el relato de Borges en que se inspira Bertolucci: ‘El tema del traidor y el héroe’. Es muy breve y lo tengo subido en mi blog. Lo podéis leer en un momento. Os lo recomiendo: http://innisfree1916.wordpress.com/2007/02/17/el-tema-del-traidor-y-del-heroe-de-borges/

    Amigo 39, sólo quería hacerte una pequeña corrección: dices que el protagonista del relato de Borges es un héroe/traidor del IRA. Pues bien, dado que Borges pone fecha a la historia que narra en 1824 y que el Ejército Republicano Irlandés (IRA) se funda en 1914, es evidente que la organización nacionalista irlandesa de la que habla no es el IRA. De hecho, Borges no cita al IRA. De la trama podría deducirse que alude a la Hermandad Republicana Irlandesa (la IRB, Irish Republican Brotherhood) que sí practicaron la violencia en el siglo XIX, pero se fundó en los años 1850. Me temo que la fecha escogida por Borges no tiene fundamento histórico: tras las fallidas rebeliones republicanas de 1798 y de 1803, el movimiento nacionalista irlandés en la década de 1820 (y hasta la revolución de 1848, fallida también) siguió la senda pacífica de la Emancipación católica de Daniel O’Connell. Así que, no nos demos mucho mal con esto, porque como dice el autor: «La acción transcurre en un país oprimido y tenaz: Polonia, Irlanda, La república de Venecia, algún estado sudamericano o balcánico… Ha transcurrido, mejor dicho, pues aunque el narrador es contemporáneo, la historia referida por él ocurrió al promediar o al empezar el siglo XIX. Digamos (para comodidad narrativa) Irlanda; digamos 1824.»

    Excelente trama, por cierto. Resulta lógico que otros autores se fijen en ella como fuente de inspiración.
    Erin go brach!

  7. Amigo Innisfree, podría decir que la pifia era deliberada para ver si estabas atento, pero va a ser que no… Es una pifia en toda regla, y como tal he corrido enseguida a corregirla (desde luego, uno no puede fiarse ni siquiera de los propios datos publicitados con la película…´; a mí me sonaba un poco raro, pero, cómo desconfiar de la propia productora…).
    Como acto de desagravio te enlazo en el post para quien quiera pueda leer el relato directamente en Innisfree.
    La historia me pareció soberbia, aunque siempre me quedará el regusto amargo de no haberla visto en su presunto marco natural, la irredenta Irlanda.
    Gracias por la advertencia y por la lección.
    Un abrazo.

  8. Gracias, Diego, no había reparado en la entrevista. Muy listo, Lee, sí señor.
    Un abrazo y una venia.

    Entrenómadas, como dijo Alfonso Guerra con respecto a España, si yo cogiera La2 no la iba a conocer ni la madre que la parió.
    Besos

    Fernando, tú sí que eres… Un abrazo.

  9. estimado: qué diría frente a tu apasionado post el necio que acusó a borges de copión? nunca ví esta película, nunca me pasó cerca. tampoco ví otra(s) basada(s) en un cuento de bioy, otro copión según los grandes necios, llamado «la invención de morel» tú sí? inclusive creía que podía ser esta, nunca vista.
    querría volver a ver «la luna». la ví en parís hace muchos años y al salir del cine, solo e impactado, me lleve una puerta de cristal por delante.

  10. Pues si fue lo bastante necio como para llamar eso a Borges, supongo que a nosotros nos llamaría algo mucho peor. Conozco la película que citas, pero de momento aún no la he visto. Me la apunto, a ver si la consigo.
    «La luna» es magnífica, aunque yo prefiero «El cielo protector», pero es cuestión de gustos.

  11. los bowles, qué problema de conciencia. nunca le perdoné a paul que «olvidara» a su mujer desquiciada en un hogar de monjas de la españa franquista. una neoyorkina sofisticada, lesbiana, imaginativa, atea y rompedora obligada a leer el rosario. magnífica escritora, doña jane, con una novela, supera casi toda la obra de su marido. desgraciadamente el punto de vista de BB es el de bowles.

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