Mis escenas favoritas: Sospechosos habituales (The usual suspects, Bryan Singer, 1995)

(si no has visto la película, no le des al play)

1995 fue el año del descubrimiento para el gran público de Kevin Spacey, uno de los mejores y más carismáticos actores de Hollywood desde entonces. Aunque ya había interpretado unos cuantos papeles algo más que reseñables (como en Glenngarry Glen Ross de James Foley, 1992), sería por su espectacular aparición en Seven (David Fincher, 1995) y, sobre todo, por su magistral caracterización como Verbal Kint en esta película de Bryan Singer, por lo que se ganaría un lugar personal e intransferible entre lo mejor del cine americano actual.

En cuanto a la película, lo mejor sin duda de la carrera de Singer (perdida en la irrelevancia de las secuelas superheroicas, el cine juvenil y las películas de acción), en la línea de clásicos como Ciudadano Kane (Citizen Kane, Orson Welles, 1941), los desajustes de guión, el problema de base que hace que todo el edificio construido para la trama se caiga como un castillo de naipes, no impiden que se trate de una obra mayor, de un auténtico y merecido filme de culto.

 

2 comentarios sobre “Mis escenas favoritas: Sospechosos habituales (The usual suspects, Bryan Singer, 1995)

  1. Le he dado al play y luego he visto que no debería haberlo hecho. Joder. Es broma, vi la película en su momento. Y es cierto, fue muy bueno Kevin Space, pero duró muy poco su carrera cinematográfica. Ahora se le ha puesto la cara de «papa» como decía mi abuela y vive de las series televisivas. Al menos los actores tienen alternativas. El título siempre me recuerda aquella famosa frase (me parece que lo son todas) de la película Casablanca: «Que detengas a los sospechosos habituales», decía el gran Claude Rains. Tarantino fue el puto amo de esa década: Pulp fiction se rodó dos años antes de Sospechosos habituales y puso de moda ciertas cosas que eran más viejas que el cagar, pero florecieron como ramilletes frescos. Ya sabes que últimamente estoy haciendo un exhaustivo trabajo sobre la literatura pulp (sí ya sé que a ti te gusta más los pulpos a la gallega), mira, se puede leer pulp y luego comer esos trozos de pulpo sobre una tabla de madera, o viceversa. Por cierto, me jode mucho que en la mayoría de los bares los sirven fríos y eso no puede ser. Comer tentáculos fríos que cuelgan del plato no hace mucha gracia. Con esto quiero decir, que las escenas más trepidantes, las más alocadas, las más flipantes (incluyo a los hermanos Coen) provienen de ese subgénero que se publicaba en las amarillentas páginas de aquellas revistas con portadas de color chillón y con tías despechugadas, todo un atrevimiento para la época. ¿Por dónde iba? ¿Play? ¿Cara papa? ¿Casablanca? ¿Tarantina? ¿Pulpos a la gallega? ¿Papel de pulpa? Joder, y hoy tengo cita con mi psiquiatra. Y no querrá abrirme la puerta, como siempre.

    Un abrazo, amigo mío.

    1. Y seguro que tu psiquiatra se parece a Kevin Spacey… En fin, dices tantas cosas que no sé si podré referirme a todo. Eso sí, en lo del pulpo frío tienes toda la razón: qué ascazo…

      El pulp mola, y es más que estimable cuando la gente tiene clara la idea de que lo popular también es cultura, y que nada es despreciable por ser popular, sino por ser de baja calidad. En fin, eso.

      Dale recuerdos, si te abre…

      Abrazos

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