Cine de verano: La obsesión (El entierro prematuro) (The Premature Burial, Roger Corman, 1962)

19 comentarios sobre “Cine de verano: La obsesión (El entierro prematuro) (The Premature Burial, Roger Corman, 1962)

  1. “El entierro prematuro” es uno de los relatos más aterradores del gran Poe. Una vez leído ya no lo olvidas nunca (por desgracia). ¿Hay algo peor que ser enterrado vivo? Bueno, quizá la programación de estrenos en los cines, claro. La gran metáfora de este cuento es el temor de estar muerto en vida. A decir verdad, el gran escritor nos está diciendo que cada uno de nosotros estamos muertos sin haberla diñado todavía y nuestros ataúdes son nuestras casas, las oficinas donde trabajamos, el espacio que ocupamos en una butaca de cine viendo cualquier estreno de verano o, tumbaditos en nuestras camas atemorizados del día siguiente, de los posibles despidos laborales, y, a que no te despidan y tengas que estar de por vida (o de por muerte) trabajando en el mismo sitio haciendo lo mismo con los bolsillos llenos de gusanos y acumulando moscas a tu alrededor. Cuando tenemos esta serie de angustias estando en la cama adoptamos, sin darnos cuenta, la pose del muerto, del fiambre dentro de un ataúd. El entierro prematuro, eso es, el gran Poe sabía demasiado. El hombre que sabía demasiado; el hombre que lo inició todo; desde Sherlock Holmes, pasando por la ciencia ficción y el horror cósmico de Lovecraft. ¿Has leído su única novela Arthur Gordon Pyn? Tuve la mala suerte de leerla de crío antes que a Stevenson, Conrad, Kipling, London, y luego, cuando los leí me dije que eran unas nenazas. Verne quedó tan asombrado (Verne no existiría sin Poe), que escribió una segunda parte: “La esfinge de los hielos”, por cierto, excelente. Ya acabo con todo este rollo, amigo mío. Lo que viene ahora sí es bueno. Como bien sabes Arthur Gordon Pyn es la travesía de unos viajeros que llegan al principio a una extraña tierra del Polo Sur poblada por salvajes asesinos donde nada es blanco, y donde los inmensos barrancos rocosos tienen forma de titánicos caracteres egipcios que enuncian arcanos terribles y primordiales de la tierra (¿Lovecraft más tarde?); luego pasará una serie de acontecimientos horribles que llegarán al canibalismo. Ñam, ñam, al rico higadillo. Pues bien; cuarenta y siete años después de que Poe escribiera esta historia un barco de verdad naufragó y quedaron cuatro supervivientes que, como en el libro, se vieron obligados a comer a uno de ellos. El barco se llamaba “Mignonette”, y naufragó frente a las costas de Cabo Verde. Y lo más extraordinario fue que el marinero al que se comieron se llamaba Richard Parker, igual que el hombre al que devoraron los náufragos en el libro de Poe. ¡Acojonante!

    ¿Por qué te cuento todo esto? Mira, ganas de dar la tabarra, amigo. Y sí, no está mal la peli de Roger Corman, pero si has leído todo esto, también se te antoja una nenaza. Ja ja ja. Ahora duermo con las manos cruzadas en el pecho y me levanto de golpe con la espalda recta tras horribles pesadillas… ya sabes, estrenos de verano entre otras cosas.

    Abrazos mil

    1. Jajajaja. Ninguna tabarra, amigo. Todo muy interesante, aunque, la verdad, una cosa es naufragar en extrañas tierras del Polo Sur y otra hacerlo en Cabo Verde. Que digo yo que hay más transito y más personal, y que no sé si se comerían al amigo Parker por necesidad o por vicio, porque me da que por Cabo Verde y alrededores por lo menos hay cocoteros…

      Recuerda que el amigo Hitchcock también dedicó uno de los primeros capítulos de su famosa serie a la catalepsia, interpretado por Joseph Cotten (creo que hablé de ese capítulo por aquí, por el blog, Angustia, creo que se llamaba). Un tema apasionante por terrible, ciertamente orientado a revelar nuestras muertes vitales, que es, ni más ni menos, lo que le pasa al bueno del protagonista, tan preocupado por su muerte que se olvida de vivir.

      Abrazos

  2. Además es uno de sus mejores capítulos. Ya no se hacen series como esa. Recuerdo cuando daban por muerto a Joseph Cotten, porque ni siquiera le encontraban los latidos. Cuando estaban a punto de practicarle la autopsia, es decir, de rajarlo mientras seguía vivo y gritaba en silencio, derramaba una sola lágrima para hacerles ver que no había muerto. Fue conmovedor. Stephen King tiene un excelente relato con el mismo tema titulado «Sala de autopsias número 4», donde estoy completamente convencido que al viejo Hitch le hubiera encantado.

    Hombre, cuando llegan a Cabo Verde el pobre hombre estaba ya como el hueso de un jamón pasada ya las navidades en casa de una familia de gitanos. Eso de comer carne humana no es tan macabro como parece, amigo mío. Visto en lo que se ha convertido hoy el ser humano podría comerme a uno de ellos como un pollo al ast, allí, ensartados dando vueltas en ese cacharro que desprende tanto calor. Hasta podría yo mismo echarle el aceitito de vez en cuando. No tendría el sentimiento de estar comiéndome a un ser humano cuando ya han dejado de serlo. Acaso ¡no nos comemos a los pobres pollos sin ningún tipo de aprensión siendo tan honestos, tan civilizados? Nada más imaginarle ver en el espetón el rico muslo de Junqueras dando vueltas se me hace la boca agua.

    Más abrazos miles.

    1. Creo que también podía mover un dedo, creo, pero los médicos no reparaban en ello…

      Precisamente, ayer vi una película, nefasta, que trata de algo parecido, El motel del infierno, con Rory Calhoun hecho un vejestorio, acompañado de la profesora de gimnasia de la saga Porky’s, plantando gente en el suelo, como en Amanece que no es poco y cebándolos para luego emplear su carne para aderezar la carne de cerdo y hacerse rico vendiendo la mejor carne ahumada del estado. No me digas que para escribir un argumento así no ha habido que naufragar, en Cabo Verde o donde sea, montones de veces…

      Si te comes un muslo de Junqueras te entra una diarrea, fijo.

      Abrazos

  3. Después de disfrutaros a ambos con esas referencias literarias de Francisco y ese recuerdo de capítulo mítico de la serie del maestro del suspense, os digo que yo vi La obsesión de pequeña y me causó gran miedo e impresión. En un momento en que la muerte te parece lejana, pero ya empieza a darte miedo su presencia… Y cuando comienzas ya la lectura de cuentos y leyendas donde la muerte está muy presente como personaje.

    Beso veraniego
    Hildy

    1. Son piezas de ficción imprescindibles para la educación y el proceso de maduración. Es, precisamente, la forma de introducir esos conceptos poco a poco en la mente de los jóvenes, aún preadolescentes, de modo que vayan familiarizándose con un tratamiento no banal de la cuestión, que pueden proporcionar otros géneros como la aventura, el western, el bélico o las cintas de piratas. Porque el cine banaliza, en general, la muerte, sí, y esta debe de ir volviéndose más «seria» a medida que el público madura, por mentalidad y edad. Claro que, como sabemos, esto no es así en absoluto, pero en teoría, sobre el papel, debería.

      Besos

  4. Otro título más a apuntar, y ya van… buff!, he perdido la cuenta, jejeje.

    La muerte. El gran tema de la vida. En mi caso hace ya mucho tiempo que vivo cada día como si fuese un verdadero regalo. Me aplico el Carpe Diem continuamente. Y es que después de haber trabajado durante un tiempo en una Unidad de Cuidados Paliativos y Medicina Interna, absolutamente TODO se ve de otra manera.

    Besos.

    1. Bueno, esta se ve sin darse uno cuenta… Tan corta, pero tanta sustancia…

      Entiendo lo que dices. Es algo a tener en cuenta pero nunca tanto como cuando adquieres una experiencia como la que comentas; a mí, en otro plano, o desde el prisma contrario, me ha ocurrido muchas veces algo parecido, y ahora mismo, merced a una dolorosa experiencia familiar que me toca vivir estos días, estoy más convencido que nunca.

      Besos

      1. Me apena saber por lo que estás pasando. Sea cual sea este doloroso trance, desearte mucho, mucho ánimo.

        Un fuerte abrazo y miles de besos. En momentos como éstos decir cualquier otra cosa sobra.

      2. Muchas gracias, querida Miriam. Una de esas cosas que uno acostumbra ver en las vidas de los demás, pero que solo se comprenden de verdad cuando tocan de cerca.

        Besos

  5. La vi en aquel mítico ciclo que se le dedicó a Roger Corman en el otoño-invierno del año 88, los domingos por la tarde, (en primavera del 88 el ciclo de los domingos había sido para Chaplin al completo), y me fascinó; sobre todo, las adaptaciones de Poe (la Máscara de la Muerte Roja me gustó mucho) y ésta en particular me dio un miedo atroz porque…a todos puede sucedernos. El protagonista estaba genia, por otra parte.
    Después ya leí los relatos originales y terminé de alucinar.

    1. Unas adaptaciones muy cuidadas, en ambientación y guión, para disimular lo más posible las escaseces presupuestarias. Cine muy resultón e interesante que, visto a la edad oportuna, abre vías para insistir en años inmediatos sobre determinado tipo de cine y de literatura. Poe, por otro lado, ha influido tanto, y a tantos, y fue tan importante en los primeros años de las imágenes en movimiento, que puede ser considerado justamente como una de las fuentes narrativas del cine.

  6. Allan Poe reciclado por Roger Corman en un producto de la A.I.P., productora especializada en películas baratas de terror y comedias playeras. Contra todo pronóstico y pese a las salvajes licencias argumentales con respecto al original literario, el resultado de “LA OBSESIÓN” es en verdad escalofriante y de una impactante “fidelidad” al poeta de Boston. Es decir, estamos ante un film de terror atmosférico, mortuorio y enfermizo.

  7. Saludos a todos:
    Hacía un tiempo que no os escribía. Pero por lo que veo estais teniendo un verano bastante cormaniano. Yo creía que cuando «39 escalones» colgó el video ese de “Feliz verano con Robert Mitchum” con todos esos calipsos y tal, sospechaba que alguno por ahí se iba a tomar tres meses de vacaciones o algo así, y nos iba a dejar colgados con Mitchum a cuestas. Pero nada. Ahí estais dándole duro otra vez. Y nada menos que con Roger Corman al aparato. Percibo cierta necrofilia en todo esto…..Precisamente hace unos pocos meses yo también había retomado casi todas las adaptaciones de Poe que Corman había hecho para la AIP, y la verdad es que destilan un buen gusto exquisito, independientemente de que algunos guiones estén inflados para adaptarlos al cine y demás. No obstante, Richard Matheson era un tipo con talento que sabía hacer esas cosas. Y muchas más.

    “Obsesión” no la tengo tan fresca, pero da lo mismo porque es de esas películas que ves y ya no las olvidas jamás. Porque os parecerá una tontería, pero esa obsesión por la catalepsia es algo que, aún hoy en día, yo tampoco he acabado de superar del todo (yo creo que a Chicho Ibañez Serrador en el fondo también le pasaba ¿habría dejado Chicho estrictas reglas de cumplimiento obligado de manera adecuada para evitar este posible “imprevisto”? ¿Sería acaso tan extraño? ¿Creeis que son todo paranoias mías o alguno de vosotros ha sentido alguna vez esta inquietud también?)

    Porque, efectivamente, eso de ser enterrado vivo es algo que acojona de verdad, acojona MUCHO. ¿Os lo imaginais? Y no estoy yo muy seguro de que eso sea algo que no se haya dado jamás en la realidad (todos piensan “Bah. Mira que sois peliculeros…”) Pero lo cierto es que yo, hace no demasiados años, escuchando el famoso programa “Hablar por hablar” (hoy desaparecido) de la cadena SER, un día escuché a un chófer de una funeraria como, una noche, estaba transportando un ataúd de una ciudad a otra, y que, cuando se paró en una estación de servicio, compro un bocadillo y una bebida, y volvió al coche para no perder demasiado tiempo. De repente, escuchó unos ruidos en el ataúd, abrió la tapa, y resulta que el supuesto fiambre se incorporó y volvió a la vida como si quisiera participar del refrigerio. A lo mejor el tipo se lo inventó todo, pero ¿y si fuera verdad lo que contó? ¿Qué necesidad tenía de engañar a todo el país para epatarnos si a fin de cuentas era una voz anónima la que nos lo contaba? Yo no me fío nada de que eso de la catalepsia sea un mito……

    Imaginaos por un momento que vosotros, yo o cualquier otra persona, inquietados ante esta posibilidad, dejáramos claro y bien claro en nuestro bello testamento impreso en Word con impresora láser y con mayúsculas, negrita y texto subrayado ante el Ilustrisimo Colegio de Notarios de Madrid (o de nuestra respectiva localidad) que, por ejemplo: “EL DIFUNTO SERÁ ENTERRADO Y AMORTAJADO, Y EN UN BOLSILLO SE LE PONDRÁ SU TELEFONO MOVIL CON CARGA COMPLETA. ESTA DECISION DEBE CUMPLIRSE A RAJATABLA BAJO EL RIESGO DE QUE QUIENES LA INCUMPLAN SERÁN OBJETO DE UNA MALDICIÓN GITANA O EGIPCIA, O DE UNA COMBINACION DE AMBAS A LA VEZ” Imagínemoslo por un momento. ¿Vosotros creeis que nuestros familiares vivos respetarían esta decisión? NI POR EL FORRO. Si redactáramos eso en nuestro testamento y una vez enterrados volviéramos a la vida por haber sido víctimas de la catalepsia, ni tendríamos móvil ni en el muy fantasioso caso de que alguien hubiera respetado nuestra sacrosanta Ultima Voluntad, si por el reconocimiento de llamada algún familiar reconociera nuestro número, no solo se cagaría de miedo, sino que además tiraría el teléfono por la ventana, y no hablaría del tema con nadie jamás en la vida. Yo pienso por eso, que, nosotros, en vida, de quienes tenemos que tener verdadero miedo es de los Vivos no de los Muertos. Porque los Muertos, esos, ya no pueden hacernos daño. Pero todo el mal que se produce en este mundo procede de la mezquindad de los Vivos. Ni siquiera esa variedad intermedia, los Zombis, esos No-Muertos (pero también No-Vivos), suponen un gran peligro para casi nadie. Porque tanto George A. Romero como Rob Zombie (y recientemente también Jim Jarmusch), nos han dejado siempre muy claro que los zombis, son bastante «paquetes». Carecen de reflejos, no son precisamente unos velocistas, y sus andares son como de tortuga coja. Eso sí, resultan profundamente desagradables porque no se asean, son bastante guarrillos, y casi todos tienen halitosis y necesitan urgentemente un estilista que les cambie su look completamente desaliñado. Además, carecen de nivel intelectual. Su retórica deja bastante que desear. Que no han estudiado en Harvard, vamos. De esos, pocas cosas hay que temer…..

    No sé si recordais una columna satírica que Juan José Millás publicó hará cosa de veinte años en “El País” que se hizo muy famosa. Narraba la escena (no sé si verídica) de cómo en medio de un entierro tras un funeral, estaban todos los seres queridos del difunto llorando al penado y de riguroso negro en el cementerio mientras le echaban paladas de tierra cuando empezó de repente a sonar un inoportuno teléfono móvil. Y resultaba que era el móvil del difunto, que nadie le había arrebatado y que todavía estaba con el cadáver en su mortaja. Entonces, la viuda, resueltamente, se anima a cogerlo para contestar, y resultaba al final que quien llamaba al muerto era nada menos que su otra amante, que no se había enterado de la tragedia (si no recuerdo mal…..) Esto no tiene nada que ver con la catalepsia, pero nos avisa de otros peligros (de las cuitas de los vivos, y de los profundos males que a veces trae la tecnología….)

    En cuanto a “Obsesión”, me parece una gran película. De las mejores de Corman de ese ciclo con la AIP. Luego, en otra entrada hablais también de “The Terror”, pero esa me parece considerablemente mas floja…..

    Sin nada más que añadir, recibid un cordial saludo.

    1. Digamos que aquí nunca es lo que parece, ni conviene fiarse mucho del mantenedor del blog…

      Por otro lado, dado el verano que he pasado, mi ánimo no está mucho por frivolizar con la muerte ni con los muertos, pero valgan dos apuntes, la muerte de fray Luis de León, por un lado, y el capítulo de Alfred Hitchcock presenta titulado (en España) Angustia, protagonizado por Joseph Cotten, y del que ya hablamos aquí.

      Saludos

  8. les agrego que EAPoe, a sus tres años era llevado por su madre a las obras de teatro en que trabajaba, dado que muchas veces no tenia con quien dejarlo, y mientras actuaba, lo dejaba sentadito a un costado del escenario, detràs del telòn. Se ha contado en su biografia, que ella estaba protagonizando una obra en que debia morir al final. Es asi que èl veia a su madre «morir» y luego levantarse cuando se cerraba el telòn. y al parecer, que eso pudo haberlo traumado al no poder entender la muerte desde tan pequeño, mas allà que luego en su biografìa, devinieron hechos muy fuertes, como la hemoptisis de ella y otras personas por la tisis, tan comùn en esos tiempos.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.