Cine en serie – La huelga (Stachka)

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MALDITO CINE (III)

La primera película del estratosféricamente genial cineasta ruso Sergei Eisenstein es un absoluto panfleto propagandístico de las bondades y maravillas de la implantación del marxismo-leninismo (de las cuales no se llegó a ver gran cosa en el posterior devenir histórico), desde un punto de vista tremendamente ingenuo, si no descaradamente infantil. Eisenstein había concebido una serie de películas que, entre la dramatización y el documental, fueran reflejando la paulatina llegada de los nuevos principios comunistas a Rusia y los avances logrados gracias a ellos. La posterior censura del gobierno soviético, como una cruda realidad que nadie pensaba que pudiera llegar a materializarse (de ahí la profunda ingenuidad de la que se hablaba) frustró la continuidad del proyecto, y La huelga fue una de las pocas piezas previstas que vieron la luz.

Eisenstein fue un revolucinario global, es decir, lo era en todas las facetas de la vida, y por supuesto, como cineasta. Perfeccionando las técnicas de montaje de Griffith elaboró un particular estilo narrativo en el que la contraposición de planos y secuencias, las contradicciones visuales y la filosofía marxista se dan la mano de forma conjuntada. Esta película es un apenas disimulado catálogo propagandístico que Eisenstein, quizá como otros grandes creadores, no toma como un fin en sí mismo, sino como forma de explorar las vías abiertas para su inmenso arte y capacidad.

La historia de la película es el levantamiento obrero en una fábrica, cuyos propietarios son unos tipos corruptos y codiciosos, siempre hambrientos de beneficios a costa de cada vez las mayores condiciones de precariedad laboral de los empleados, quienes terminan por fin viendo que la rebelión es el único camino para salir de su situación. La atmósfera es creciente. La película primero nos muestra escenas de descontento entre los obreros, pero eso sí, siempre desde una perspectiva amable, va mostrando la elevación de sus formas de protesta, siempre correctas y civilizadas, y finalmente, ante un acto de traición inasumible, por fin se lanzan a la lucha obrera en forma de motín acompañado por un paro prolongado. La respuesta no se hace esperar, y los propietarios, apoyados por las fuerzas del orden, les dan lo suyo en una magistral secuencia de represión por parte de las tropas enviadas por el gobierno, momento en el que uno de los creativos montajes de Eisenstein va mezclando planos de la matanza de obreros con otros de unas vacas sacrificadas en un matadero: la hecatombre de huelguistas (por cierto, para recordar la primera secuencia de Tiempos Modernos, de Chaplin, los obreros saliendo por las escaleras del metro, y superpuesta algunos instantes después, la imagen de unas ovejas camino del matadero; no es de extrañar que a Chaplin terminaran acusándole de comunista).

Como forma de acentuar el carácter bondadoso y natural de los obreros y el aire pérfido y traidor de los propietarios y de la autoridad, los obreros son retratados de forma desnuda, casi documental, como si Eisenstein hubiera acudido a una fábrica real y hubiera plantado su cámara en medio, y además de forma casi anónima, es decir, que ningún personaje de entre los obreros obtiene realmente un grado de protagonismo superior a la masa, a la colectividad, verdadera protagonista de la película (y de la revolución) y personaje positivo de la misma. Sin embargo, los personajes negativos aparecen estilizados, maquillados, teatrales, como postizos, sin cabida en un mundo real. Es decir, los pesonajes son claramente arquetípicos en una línea adoctrinadora y maniquea.

Es evidente que los planteamientos políticos de la película hoy chirrían porque es una cinta claramente vinculada a su momento histórico (1925), pero visualmente es sobrecogedora, dentro de la línea tan querida para Eisenstein (y para el que escribe) del cine-puño, la película que nos deja tocados y nos obliga a plantearnos cuestiones y a tomar postura, no sólo artística, sino vital. El hecho de que aparezca en esta sección no tiene que ver realmente con que su postura política sea tan abominable como por ejemplo la de Griffith y su racismo. En absoluto, y a pesar de que el mensaje histórico de la cinta haya quedado desfasado y anulado por la propia Historia, es evidente que los postulados últimos de las ideas que defiende son hoy en día más aplicables, si cabe, que nunca, inmersos como estamos en un mundo de capitalismo desaforado que es el principal riesgo y la primera causa de incertidumbre en el futuro humano. Si la película aparece en esta sección es por su carácter claramente propagandístico sin entrar en el meollo de la realidad, de los hechos que ya se estaban produciendo en aquellos momentos (purgas, persecuciones, fusilamentos, destierros a Siberia, exilios, crímenes, terrorismo…) y a los que parece cubrir con una tela (roja, por supuesto). Es decir, que el pecado de Eisenstein no viene implícito, como en Griffith, en el uso de la palabra, sino en la omisión de otros datos que son imprescindibles para hacernos un juicio exacto de lo que la llegada del marxismo-leninismo significaba, por mucho que entendamos que su fin no era la objetividad ni el periodismo documental, y por más que podamos simpatizar con quienes llevaban siglos pisoteados por las botas de los zares, los aristócratas ociosos y los políticos miserables y corruptos de la historia rusa.

Por lo tanto, aunque en esencia (qué vamos a hacerle, rojillo que es uno) no puedo menos que mostrarme entusiasmado con los mensajes maximalistas que plantea la cinta, no puede dejarse de reconocer que las pretendidas bondades que anuncia Eisenstein son imposibles de llevar a la práctica porque son opuestas al carácter humano (o de la mayoría de los humanos), al tiempo que no menciona sus desventajas ni las actividades criminales de quienes pretendían imponer por la fuerza unas convicciones que llevaban la palabra «libertad» escrita en la primera página. El propio Eisenstein se dio cuenta de ello, y sus trabajos posteriores fueron muy diferentes. Debemos responsabilizarle en la justa medida: él creía de verdad en ese otro mundo que nacía, y no podemos hacer recaer sobre él un ejercicio de previsión acerca de lo que el estalinismo iba a suponer a nivel de crímenes y falta de libertades y derechos.

26 comentarios sobre “Cine en serie – La huelga (Stachka)

  1. Prometo verla en cuanto me haga con ella. Completamente de acuerdo con lo que dices en el último párrafo. Incluso la más ilusionante de las utopias produce monstruos.

  2. Así es. Pero no olvidemos que, banderas, verborreas y parafernalias aparte, el autoritarismo, se disfrace de lo que se disfrace, y lo ejerza Hitler, Franco, Stalin, Bush o Castro, es un monstruo de la derecha.

  3. Entrenómadas, merece la pena la pinícula, aunque sea como ejercicio de arquelogía cinéfila. Lo de rojillo se refería a mí mismo, ya ves qué cosas. Eisenstein era más que rojillo, era un rojazo en toda regla.

    Besos rojos

  4. Te felicito por el análisis de la película. del director y del momento en que se crea la primera y crea el segundo.
    Coincido con el párrafo final, realmente creía en lo que mostraba y por eso acaba mostrándose crítico con el sistema.
    Al hilo de la propaganda soviética, recomiendo un paseo, sino visita diaria, por este blog:
    http://sovietposter.blogspot.com/
    Muy, muy interesante.
    Saludos.

  5. Gracias Minerva. Como ves, la crítica a Eisenstein es diferente a las hechas a Griffith días atras; éste pecaba por acción, Eisenstein por omisión. Pero no cabe duda de la maestría de ambos. Me apunto al enlace.
    Abrazos

  6. «Por encima de las cabezas de los censores de los países burgueses, toda la película lleva su fraternal ¡»hurra»!, del mismo modo que, en la película, el sentimiento fraternal sobrevuela el mar, del acorazado amotinado hasta tierra firme.»
    Sergei M. Eisenstein, L’Organique e le Pathétique.

  7. No me imagino que habrían hecho esos dos lejos del compromiso: ¿qué sería a un Esisntein completamente libre? Aunque en el caso de Tarkovski se enloqueció un poquito, al ofrecernos sendas odiseas largas y ladrilludas; siempre me pongo a pensar en la suerte de los hombres de talento que no tienen un perrito al lado, y una censura fuerte que los fuerze a hacer las cosas de determinada forma.
    abrazos!

  8. Lucía, me encanta la cita, toda un clásico en la forma de pensar de Eisenstein. Lástima que la fraternidad empezara y terminara en el partido.
    Besos

    Malvisto, a veces las censuras, las cortapisas, suponen un acicate para la creatividad, despiertan el pequeño duende del instinto y el ingenio.Se da la paradoja de que algunos directores que por fin pudieron crear libremente tras periodos de censura, nunca llegaron a la calidad de sus primeros trabajos. Curioso.
    Abrazos

  9. Creo que este film hay que verlo y esto lo dices muy bien, en relación de su época porque si se pierde este objeto de vista puede quedar un tanto viejo e incomprensible. Una obra maestra de su tiempo. Saludos!

  10. En efecto, Budokán, cualquier otra cosa reduce la película a ser un panfleto bastante infantil. Pero si tenemos en cuenta que la mayoría de los rusos sabía entonces qué era poder tener un pensamiento propio, una emancipación intelectual, pues no nos sorprende.
    Saludos

  11. desde el punto estrictamente cinematográfico que grande era EISENSTEIN, lo escribo en mayusculas porque…que grande, palabras mayores para este arte que tantas alegrias nos proporciona, excelente articulo, una vez mas
    saludos

  12. Gracias Iván (tienes un buen nombre para protagonista de un film de Eisenstein…). Este maestro ruso es otro de los «inventores» de todo esto. Supongo que sabes de su corto periplo por Hollywood (empeñadísimo en que el ruso trabajara con ellos) y las quejas que formuló sobre el modo de trabajar en América y las predicciones tan acertadas que hizo sobre el futuro de Hollywood y en lo que tarde o temprano derivaría su cine. Un monstruo.
    Un abrazo

  13. Hola, veo que la relación de la vida Eisenstein con la historia y conjuntamente con la película es indiscutible, pero cabe decir que la película tiene un mensaje que se puede comparar con lo que ocurre hoy día, no me parece que hoy día en nuestro país o en cualquier otro occidental capitalista exista una liberta mayor de expresión que el la época de la dictadura del proletariado de la Unión Soviética, es decir, ir en contra de la restricción de libertades de comercio para la libre explotación hace que recrimine directamente a todo pnsamiento comunista, vamos que es absurdo pensar que la libertad existe o debe existir, no en ese modo, en relación a la película sin olvidar lo antreriormente dicho veo que tiene un alto contenidopropagandístico que envía un mensaje que se resume así: «si quieres vivir con dignidad debes enfrentarte hasta la victoria o morir en el intento», por supuesto no hay tal frase pero ese es el mensaje de expansión de conciencia obrera que se percibe y que en el cual todas las personas que han visto esta película y que no se dejan llevar`por intelectuales de tres al cuarto, coinciden con ese mensaje, coinciden con que eso es lo que quiso decir Eisenstein, y ahora más en relación al director solo queda decir que su trabajo ha sido elogiado en la URSS, cierto es que ha tenido mucha crítica pero al contrario que cualquier persona sin la mente clara, éste aceptaba las críticas pero fue envuelto en una nube propagandística y de influencias anticomunistas que su voz quedó cegada o confusa entre la información que se refiera a este hombre, quiero decir con lo último que a no ser que obtenga la información directamente de Eisenstein la bola es muy gorda y sólo sirve para alienar un simple artículo de opinión en un ataque salvaje mediático contra la figura del marxismo-leninismo.

  14. Fíjate, Stalin, que normalmente no suelo contestar los comentarios maleducados o aquellos escritos por gente que se pone como sobrenombre el de uno de los mayores tiranos y asesinos que ha habido en la historia de la Humanidad, pero en tu caso voy a hacer una excepción porque me puede el afán pedagógico y no puedo dejar de intentar que la próxima vez que se te ocurra dejarle un comentario a alguien tengas la dignidad de cambiarte el nombre. Porque se puede ser comunista, con todo el derecho del mundo (y además, no es de lo peor que se puede ser en esta vida, ni mucho menos). Pero lo que no hay derecho es a convertirse en apologeta de un enorme hijo de perra como el «Tío Pepe».
    Y dicho esto, primer error: dices «no me parece que hoy día en nuestro país o en cualquier otro occidental capitalista exista una liberta mayor de expresión que el la época de la dictadura del proletariado de la Unión Soviética. Evidentemente, en esta democracia occidental o lo que sea un párrafo como éste no te hace ser deportado a un gulag, ni a Siberia, ni ser fusilado, ni que tu familia sea encarcelada, a diferencia de las costumbres del dictador Stalin, de sus purgas, sus asesinatos y demás crímenes.
    En cuanto al mensaje de la película, es claro, y en ningún momento se discute el contenido del mismo, sino la hipocresía de contar una media verdad y una mentira completa. Porque Eisenstein, efectivamente víctima de las manipulaciones del poder, sólo cuenta lo que le dejan. De ahí el hecho de considerar esta película como ideológicamente abominable, puesto que omite la verdadera naturaleza del comunismo ruso, que él sí conocía, como otros muchos.
    Te refieres a «intelectuales de tres al cuarto». Quizá te refieres a los que se bautizan con nombres de asesinos, caso que no es el del autor de la crítica. Y a decir verdad visto el nulo apoyo registrado por los comunistas en las últimas consultas electorales españolas (y me refiero desde 1977 hasta hoy), esta ideología sí parece invadida de intelectuales de tres al cuarto.
    Y en cuanto a Eisenstein, su trabajo no fue sólo elogiado en la URSS, sino también en USA, donde incluso fracasó en un intento de trabajar en Hollywood (y no por culpa suya, sino porque obviamente se temían los mensajes de sus películas).
    Por último, no es la intención del autor desacreditar el marxismo-leninismo (no hace ninguna falta; ya lo desacreditó bastante la propia URSS, empezando por Stalin y su recua de corruptos, asesinos y criminales), sino, como en el resto de la mini-sección, constatar que hay verdaderas obras maestras del cine, como ésta, que técnicamente son magistrales pero cuyas tesis son realmente repulsivas, en este caso no por exceso, como podría ocurrirle a Griffith, sino por defecto. En este caso, por no contar toda la verdad y quedarse en la letra gorda del mensaje, en el eslógan de una publicidad que escondía miseria física y moral. Y no lo digo yo, sino todos los intelectuales (seguramente para ti, de tres al cuarto) que no vivían o pretendían vivir a costa del Partido.

  15. Excelente crítica, la parte del cine es tratada con suavidad y cariño, evidente muestra de afecto a un gran cineasta aunque me parece que no se juzga con exactitud el momento histórico y se extrapolan ciertas actitutes típicas d ela época para machacarlas con aspectos actuales…En cuanto a la opinión política tampoco me agrada, pero em sorpredende que paar se r un burgués y repetidor de cuentos falaces de churchill o los que irrigaba la alemania nazi hagas un intento tan sincero de no falsear a Eisenstein…

  16. Estimado Manuel, muchas gracias por comentar y sobre todo por discrepar. Pero el valor de la película en su momento histórico es éste: propaganda y ocultación de los crímenes y corruptelas varias que ya se estaban dando en la URSS y continuarían a lo largo de su devenir. Por otro lado, no es mi intención agradar con opiniones políticas.
    Y en cuanto al resto, me llama usted «burgués» (craso error, amigo, no sé por qué se permite usted pretender deducir semejante cosa, como si criticar las mentiras del comunismo indicara obligatoriamente la necesidad de ser burgués) y «repetidor de cuentos falaces de Churchill». Veo que el que flojea de opiniones políticas es usted, y más con su inapropiada equiparación con el argumentario nazi. Quizá debería usted leer algo acerca de los represaliados por la URSS, sobre todo por Lenin y Stalin, y quitarse prejuicios de encima, o bien desmitificar uno de los regímenes más crueles de la Historia, lo cual no es una falacia, sino un hecho constatado. Los datos están ahí, no me hace falta acudir a Churchill (que por cierto, no es santo de mi devoción) ni mucho menos a los nazis (más análogos al comunismo de lo que usted se cree, tanto en lo ideológico como en lo práctico) para descalificar un régimen político que afortunadamente pasó a la Historia. Como todo régimen, incluido el nazi, tuvo virtudes. Pero comprenderá que no comparta su opinión de que el sufrimiento de millones de ciudadanos podía compensarse con parches.
    Por otro lado, le aconsejo no aventurar sobre la condición política o social del autor del texto; imagínese si yo hiciera lo mismo con el comentario de usted.

  17. No debería escribir esto porque es algo personal y éste es un blog de cine pero soy de los que quiere creer que sin la prematura muerte de Lenin o con Trotsky en el poder, y sin la II Guerra Mundial, quizá el comunismo habría ido por otros derroteros más humanos. A pesar de los represaliados iniciales de la guerra civil y de la policía política (supongo inevitables en pleno encontronazo de guerra civil). Creo que sí, que hacia falta el cambio brusco que supuso la Revolución y que quizá los socialdemócratas de Kerenski no habrian podido realizar con la oposición de los conservadores. Quiero creer que la personalidad de Lenin, Trostky y otros líderes era menos megalómana y más culta y humana que la de Stalin y comprendían la necesaria libertad individual por ejemplo para permitir la pequeña empresa (según tengo entendido que buscaron con la Nueva Política Económica) Quiero creer que habría sido posible la busqueda al menos del ideal de un comunismo de individuos…
    Y es que este sistema económico-político nuestro en que cada partido es apoyados por unas grandes empresas, hay empresas privadas que tienen más poder que los gobiernos y los coaccionan y claro, vamos irremisiblemente al caos ecológico porque producimos a lo bestia supeditados a que para que haya trabajo hay que consumir aunque no necesitemos ese cacharro…pues…este modelo no me puede convencer.
    Ya sé que soy ingenuo y crédulo pero déjame,39, que en mi santoral mítico-histórico tenga junto a Jesús a Lenin y a Trotsky. (aunque intuyo que estás pensando que éstos quizá no me dejaran tener simpatía por el primero)

  18. Bueno, Carlos, cada uno es libre de pensar lo que quiera, yo ahí no entro. La cuestión es que hay ideas que sobre el papel son estupendas pero que son imposibles (y como dijo Cánovas, en política, lo imposible no existe) porque no cuentan con la propia condición del ser humano y sus debilidades. Por ello creo yo que si no hubiera sido Stalin, el propio Lenin, Trotski o cualquier otro hubieran derivado en lo mismo. No es cuestión de nombres, sino de naturaleza humana. Y ya que nombras a Jesús, cuyos postulados no diferían tanto en esencia del comunismo, por más que hayan sido antagonistas políticos toda la vida, Jesús digo, tuvo la suerte de ser ejecutado antes de tener tiempo de defraudarnos a todos, de mostrarnos sus debilidades y contradicciones. Por suerte para la Iglesia, claro.

  19. Borrado queda, amigo Carlos. No te falta razón en algunas cosas, en particular en cuanto a la búsqueda de un nuevo (y muy necesario) rumbo para la izquierda, que no da una desde hace tiempo y se está derrumbando a marchas forzadas por todo el mundo. Referencias como Chávez contribuyen a ello sin duda.

  20. Y para le economía española, en mi muy ignorante opinión, ¿no le vendría bien más nacionalismo económico, no digo nacionalización sino nacionalismo y autoconsumo, para contrarrestar esta globalización en la que no podemos competir ni agrícola, ni industrialmente ni en casi nada me temo? lo contrario, nos lleva a una dependencia de multinacionales ó por el contrario que nuestras empresas fastidien al tercer mundo. Es que esta globalización sólo es para los ricos… en cuanto a Europa, claro, ahora tenemos que pagar sus inversiones aquí, lo contrario sería deslealtad y desagradecimiento pero, ¿deberíamos haber hecho como Inglaterra y haber sido menos pedigúeños en el pasado? ¿yA no será posible obtener autonomía económica sin el trauma de romper con Europa?

    1. Bueno, Carlos, lo que describes fue la ruina de España entre 1939 y 1954, la famosa autarquía, la época del racionamiento, la miseria y las privaciones. Más o menos, con salvedades, es el mismo caso que si tú en tu casa pretendes sobrevivir con lo que puedes producir con lo que te cabe entre sus muros. ¿No podrías, verdad? Incluso aunque tengas una finca de dos mil metros cuadrados en el campo no podrías. ¿Cierto? En la macroeconomía sucede igual. La cuestión es que todos los sistemas político-económicos han de basarse en el dinero (incluso el comunismo o el anarquismo, aunque pretendan negarlo) y éste tiene unas reglas de funcionamiento que están por encima de sistemas, constituciones, reglas y normas. Siempre ha sido así, desde el Neolítico, la riqueza para los ricos dominantes y la pobreza para los pobres dominados. En cuanto a Inglaterra, si te refieres a su relación con la UE, cumplen un papel muy concreto que no tiene que ver demasiado con el dinero: son la piedra en el zapato introducida por Estados Unidos. Dicho en cristiano: que están en la UE para joder y por necesidad, porque les conviene económicamente, no por gusto (de hecho, el Reino Unido jamás ha realizado ninguna empresa que no le conviniera por interés monetario). Quizá no pueda medirse su beneficio en la UE en los términos españoles (subvenciones y demás) pero, ¿qué hay del sistema del «cheque inglés»? Pedigüeños o no, se lo llevan muerto desde 1973 a la vez que, políticamente, torpedean cualquier intento de otorgarle al conjunto de la UE mayor peso político propio en detrimento de los Estados (no aceptan el euro, no están a favor de los cargos políticos con poder ejecutivo -si no los ocupan ingleses, claro-, dilapidaron la UEO en favor de la OTAN…). De Gaulle, que era como era pero en esto acertó, se opuso dos veces a que Reino Unido entrara en la entonces CEE. Decía que era dejar pasar al enemigo dentro de casa. Y no se equivocaba. Una pregunta: quitando el asunto del cheque inglés y otros asuntos particulares que les han beneficiado (Eurotúnel, regímenes fiscales propios de paraísos fiscales para Gibraltar, isla de Man, isla de Wight o islas Anglonormandas, etc.), ¿en qué se implica GB en los temas de la UE? En nada, ni a nivel internacional (siguen a EE.UU.) ni militar ni económico (fuera del euro)…
      Tu conclusión es correcta, parte de un tópico falso (Europa sólo nos ha supueso arrancar viñedos, abandonar explotaciones lecheras y recibir subvenciones), pero es correcta: no existe la «autonomía económica» para España fuera de Europa; tampoco la hay para nadie en el mundo, ni para nosotros ni para nadie que no sea el imperio hegemónico; así ha sido siempre y así será.

  21. ¿Qué hacer? ¿Votar? ¿No votar? ¿A quién hacerlo?El simpatizante de la Izquierda está en un compromiso Que el partido gobernante se haya comportado quizá ingenuamente e irresponsablemente cuando las vacas gordas sin preveer las flacas y sin hablarnos claro, tratandonos como adultos…es cierto. Que ahora se contradiga, también, (aunque sea cierta que de donde no hay nada se pueda sacar, y que los productores nos hayamos aburguesado y, francamente, pensemos más en derechos que en obligaciones y por tanto haya que reformar algo, porque es evidente que un pequño empresario no puede asumir el mismo costo que la gran empresa).. pero pensar que van a sacar tajada quienes la van a sacar, que sólo tienen que sentarse a esperar inevitables (espero, por otro lado,) mejorías económicas, y que se apoyan muchas veces en los que muchas veces parece que torpedean la sociedad los logros sociales… es desconsolador… Así que andamos dudando oscilando entre la rebeldía ante el bipartidismo y la sensación de democracia falseada y manipulada como un negocio y el deber y opurtinidad de salvar lo que queda de esperanza en la Izquierda.
    Qué sensación más desagradable.

  22. La «democracia» española es un fraude, Carlos. Inevitable, siendo resultado del fraude de la transición, que se ha vendido como modélica y para mucha gente, y cada vez más, es una pura vergüenza. En España la izquierda renunció a todo por la «reconciliación». ¿Y la derecha? ¿A qué renunció? Fíjate en la actual cúpula del partido conservador y en las distintas familias que lo componen. Fíjate su nulo respeto, por ejemplo, a la libertad de información. ¿Ha cambiado la derecha española en los últimos doscientos años? La respuesta está clara. La izquierda aceptó el maquillaje de la actual democracia para poder actuar en ella; la derecha lo aceptó para poder seguir siendo ella misma sin que cambiara nada. Franco murió; el franquismo sigue vivo. Cada día más. Somos un país acomplejado en el que diez millones de ciudadanos piensan que necesitan un papaíto que vele por sus privilegios, y varios millones más que no saben lo que quiere decir ser de izquierdas. Un país inmaduro, torpe, inculto, desmemoriado, patán. Cancha abierta para los farsantes y los mediocres. Fíjate, sin salir de Aragón, en la colección de candidatos que tenemos para el día 22. Somos un país de vergüenza.

  23. Alfredo, tú estás a la izquierda de cualquier izquierda. Y crees en el perfecto ciudadano responsable y libre. Tu mundo no es de este mundo. Y lo digo admirativamente ¡ojo!

  24. Amigo Carlos, no soy un extremista, te lo aseguro. La extrema izquierda y la extrema derecha no son sino fanáticos que creen que las palabras -habiéndolas vaciado previamente de significado- son lo mismo que la realidad: que ésta se adapte a su mundo previamente diseñado manipulando el lenguaje a su conveniencia. En cambio, yo acepto que las palabras que tienen significado universal se entiendan como tales. Apuesto por una democracia auténtica, por una derecha auténtica y por una izquierda auténtica. La respuesta a todo, sin embargo, está en todo aquello que ningún partido político quiere garantizar: en la educación. No interesan los ciudadanos responsables ni cultos ni preparados. No interesa que estudien, que sepan. No interesa el espíritu crítico ni la capacidad de discernir. No interesan ciudadanos ni votantes responsables que obliguen a los políticos a construir discursos inteligentes, maduros, que no dependan de la propaganda de la prensa y la televisión para hacer de altavoces de sus mensajes infantiloides. Ningún partido político, por ejemplo, salvará la educación pública del caos al que va encaminada. A nadie le interesa que un ciudadano responda a esta pregunta: ¿por qué tengo yo que votar a este?
    Fíjate en un detalle: se estuvo durante cuatro años largos dándonos la paliza con un Estatut catalán que a cuyo favor no votó ni la mitad de la mitad del censo electoral. Sí, formalmente eso es legal porque la ley lo permite, pero, ¿es legítimo? ¿Es ético? ¿Es moral? ¿Es admisible en una sociedad culta y madura? Por otro lado, fíjate en otro detalle: ¿en cuántas elecciones se valora la abstención ciudadana como un valor o un dato más a tener en cuenta? ¿Por qué se valoran los porcentajes de participación y no los de abstención? Imagínate a qué conclusión nos hubiera llevado, por ejemplo, en el caso catalán.
    Vivimos en un país de propaganda, de forofos, en un sistema que propala la ignorancia como medio de control y dominio. Y la derecha, en esto, es la máxima responsable: sus cortijos, sus instrumentos de lavado de cerebro, siguen a pleno rendimiento como en el franquismo (la religión el primero: mira cuánto cerebro desaprovechado en la Plaza de San Pedro de Roma estos días; hay gente cuyo discurso merecería sin duda el ingreso psiquiátrico inmediato).
    No se trata de a qué lado estar: se trata de que si vivimos en un sistema adornado de palabras, éstas signifiquen algo. La dictadura es criminal, sí, pero, al menos, no engaña. En España tenemos a la única persona que ha buscado responsabilidades por los crímenes de Franco y los suyos en el banquillo. El juez que ha investigado a los chorizos del PP ha ido a juicio antes que ellos. Y todavía tenemos la poca vergüenza de nadar en la autocomplacencia de nuestra «asentada democracia». El día 22, viendo los porcentajes de participación, veremos a un montón de estúpidos hablar de una jornada de éxito. Lo dicho, una vergüenza. Somos una sociedad estúpida y, lo que es peor, tan inconsciente de no darse cuenta de que lo es.

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