Mis escenas favoritas – El séptimo sello

En un ranking de mis escenas emblemáticas ésta sería probablemente parte de lo que los trasnochados llamarían el top-ten. Encierra todo el misterio de la vida y de la muerte, como dice el replicante de Blade Runner, «de dónde vengo, adónde voy, cuánto tiempo me queda…». Soberbia.

Para desdramatizar, sigue leyendo.

Para acabar con Ingmar Bergman
El séptimo sello (de Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, de Woody Allen)

(El drama se desarrolla en el dormitorio de la casa de dos pisos de Nat Ackerman, en algún lugar de Kew Gardens, Nueva York. La habitación está enmoquetada. Hay una gran cama doble y un inmenso velador. La habitación está amueblada y acortinada de forma meticulosa y en las paredes hay varias pinturas y un barómetro no muy atractivo. Se oye una música suave cuando se levanta el telón. Nat Ackerman, un confeccionista de prêt-à-porter de cincuenta y siete años, calvo y panzudo, está echado en la cama terminando de leer el Daily News. Lleva puestas una bata y zapatillas y lee a la luz de una lamparilla cogida con grapas al cabezal blanco de la cama. Es cerca de medianoche. De pronto, se oye un ruido, Nat se sienta y mira la ventana.)
NAT: ¿Qué diablos es eso?
(Trepando torpemente por la ventana, aparece una figura sombría y con capa. El intruso viste una capucha negra y ropa ajustada al cuerpo también de color negro. La capucha le cubre la cabeza, pero no la cara, que es de mediana edad y absolutamente blanca. De algún modo, tiene cierto parecido con Nat. Resopla sonoramente y luego, saltando por encima del marco de la ventana, se deja caer en la habitación.)
LA MUERTE (porque de eso se trata): ¡Dios santo! Casi me rompo el cuello.
NAT (observando perplejo): ¿Quién es usted?
LA MUERTE: La Muerte.
NAT: ¿Quién?
LA MUERTE: La Muerte. Escuche… ¿puedo sentarme? Casi me rompo el cuello. Estoy temblando como una hoja.
NAT: ¿Quién es usted?
LA MUERTE: La Muerte. ¿No tendría un vaso de agua?
NAT: ¿La Muerte? ¿Qué quiere decir… La Muerte?
LA MUERTE: ¿Qué diablos le pasa? ¿No ve mi traje negro y mi rostro blanco?
NAT: Sí.
LA MUERTE: ¿Y le parece que puedo ser Pinocho?
NAT: No.
LA MUERTE: Entonces soy La Muerte. Ahora bien, ¿podría darme un vaso de agua… o un agua tónica?
NAT: Si se trata de una broma…
LA MUERTE: ¿Qué clase de broma? ¿Tiene cincuenta y siete años? ¿Nat Ackerman? ¿Calle Pacific 118? A menos que me haya equivocado… ¿dónde habré dejado el papel?
(Se revisa los bolsillos hasta que saca una tarjeta con una dirección. La verifica.)
NAT: ¿Qué quiere de mí?
LA MUERTE: ¿Que qué quiero? ¿Qué le parece que quiero?
NAT: Debe de estar bromeando. Estoy en perfecto estado de salud.
LA MUERTE (sin dejarse impresionar): Uh-uh. (Mira en derredor.) Es un hermoso lugar. ¿Lo hizo usted mismo?
NAT: Tuvimos una decoradora, pero yo la ayudé.
LA MUERTE (mirando una foto en la pared): Me encantan esos chicos de ojos grandes.
NAT: No quiero irme todavía.
LA MUERTE: ¿Usted no quiere irse? Por favor, no empecemos. No empeore las cosas, la ascensión me ha mareado.
NAT: ¿Qué ascensión?
LA MUERTE: Subí por la tubería del desagüe. Quería hacer una entrada dramática. Vi las ventanas abiertas y pensé que usted estaría despierto leyendo. Imaginé que sería divertido subir y entrar así, por las buenas, ya sabe… (Chasquea los dedos.) Pero me enganché el tacón en una enredadera, se rompió la tubería y me quedé colgado por un pelo. Después se me rasgó la capa. Mire, mejor vamonos de una vez. Ha sido una noche terrible.
NAT: ¿Así que, además, me ha roto la tubería del desagüe?
LA MUERTE: Roto, roto, no, sólo un poco torcido. ¿No oyó nada? Me pegué un porrazo en el suelo.
NAT: Estaba leyendo.
LA MUERTE: Entonces debía estar muy concentrado. (Hojea el periódico que leía Nat.) «Colegialas sorprendidas en una orgía de marihuana.» ¿Me lo presta?
NAT: Aún no he terminado.
LA MUERTE: Bueno… no sé cómo decírselo, amigo, pero…
NAT: ¿Por qué no tocó el timbre abajo?
LA MUERTE: ¿Y qué, si no, estoy tratando de explicarle? Podría haberlo hecho, pero ¿qué impresión le habría causado? Así queda más dramático. Pasa algo. ¿Ha leído Fausto?
NAT: ¿Qué?
LA MUERTE: ¿Y qué habría ocurrido si hubiera estado acompañado? Estaría sentado, ahí, con gente importante. Llego yo, La Muerte. ¿Qué le parece mejor? ¿Que toque el timbre o aparezca de pronto? ¿En qué está pensando, hombre?
NAT: Escuche, señor, es muy tarde.
LA MUERTE: Tiene razón. Bueno, ¿vamos?
NAT: ¿Adonde?
LA MUERTE: La Muerte. Eso. La cosa. Los Felices Campos de Caza. (Se mira la rodilla.) ¿Sabe?, es una herida bastante profunda. Mi primer trabajo y puede que coja una gangrena.
NAT: Espere un minuto. Necesito tiempo. No estoy listo para ir.
LA MUERTE: Lo lamento mucho. No puedo hacer nada por usted. Me gustaría, pero ha llegado la hora.
NAT: ¿Cómo puede haber llegado la hora? ¡Si acabo de asociarme con Original Prêt-à-porter!
LA MUERTE: ¿Qué diferencia hay entre un par de billetes más o un par de billetes menos?
NAT: ¡Claro! A usted ¿qué le importa? Debe de tener todos los gastos pagados.
LA MUERTE: ¿Quiere venir conmigo ahora?
NAT (estudiándolo): Perdone, pero no puedo creer que sea usted La Muerte.
LA MUERTE: ¿Por qué? ¿Qué se esperaba… Rock Hudson?
NAT: No, no se trata de eso.
LA MUERTE: Siento mucho haberle desilusionado, pero, oiga usted…
NAT: No se enfade. No sé; siempre pensé que usted sería… eh… un poco más alto.
LA MUERTE: Mido un metro setenta. Es normal para mi peso.
NAT: Se parece algo a mí.
LA MUERTE: ¿Y a quién tendría que parecerme? Al fin y al cabo soy su Muerte.
NAT: Deme un poco de tiempo. Un día más.
LA MUERTE: No puedo, ¿qué quiere que le diga?
NAT: Un día más. Veinticuatro horas.
LA MUERTE: ¿Para qué las necesita? La radio dijo que mañana llovería.
NAT: ¿No podríamos llegar a algún acuerdo?
LA MUERTE: ¿Como cuál?
NAT: ¿Juega al ajedrez?
LA MUERTE: No.
NAT: Una vez vi una foto suya jugando al ajedrez.
LA MUERTE: No podía ser yo porque no juego al ajedrez. Gin rummy, quizás.
NAT: Juega al gin rummy?
LA MUERTE: ¿Si juego al gin rummy? Juega McEnroe al tenis?
NAT: Es muy bueno, ¿no?
LA MUERTE: Muy bueno.
NAT: Le diré lo que haré…
LA MUERTE: No quiera llegar a ningún acuerdo conmigo.
NAT: Le reto al gin rummy. Si gana usted, me voy enseguida. Si gano yo, me da un poco más de tiempo. Un poquitín… un día más.
LA MUERTE: ¿Y quién tiene tiempo para jugar al rummy?
NAT: Vamos, vamos. Dice que es tan bueno…
LA MUERTE: Aunque me gustaría hacer una partidita…
NAT: Vamos, pórtese como un caballero. Jugamos media hora.
LA MUERTE: En realidad, no debería…
NAT: Aquí mismo tengo las cartas. No se ahogue en un vaso de agua. Vamos.
LA MUERTE: De acuerdo, empecemos. Juguemos un poco. Me relajará.
NAT(tomando las cartas, una hoja, para anotar, un lápiz): No se arrepentirá.
LA MUERTE: No me dore la píldora. Vamos a las cartas, deme un agua tónica y algo de picar. ¡Vaya! Aparece un desconocido en su casa y usted no tiene ni patatas fritas para ofrecerle.
NAT: Abajo hay galletas en un plato.
LA MUERTE: ¿Galletas? Y si viene el presidente, ¿qué? ¿También le daría galletas?
NAT: Usted no es el presidente.
LA MUERTE: Dé las cartas.
(Nat da y sirve un cinco.)
NAT: ¿Quiere jugar a una décima de centavo para hacerlo más interesante?
LA MUERTE: ¿No le parece aún lo suficientemente interesante para usted?
NAT: Juego mejor si hay dinero de por medio.
LA MUERTE: Lo que usted diga, Newt.
NAT: Nat. Nat Ackerman. ¿No sabe mi nombre?
LA MUERTE: Newt, Nat… ¡tengo tanta jaqueca!
NAT: ¿Quiere ese cinco?
LA MUERTE: No.
NAT: Entonces, recoja.
LA MUERTE (mirando sus cartas mientras recoge): Dios santo, no conseguí nada.
NAT: ¿A qué se parece?
LA MUERTE: ¿A qué se parece qué!
(A lo largo de la siguiente conversación, cogen y abren cartas.)
NAT: La Muerte.
LA MUERTE: ¿Cómo tendría que ser? Usted abrió allí.
NAT: ¿Hay algo después?
LA MUERTE: Aaahhh, se está guardando los dos.
NAT: Le estoy preguntando. ¿Hay algo después?
LA MUERTE (con aire ausente): Ya verá.
NAT: Ah, entonces, ¿voy a ver algo?
LA MUERTE: Pues, quizá no tendría que habérselo dicho de ese modo. Descarte.
NAT: No suelta usted prenda, ¿eh?
LA MUERTE: Estoy jugando a las cartas.
NAT: Pues bien, juegue.
LA MUERTE: Mientras tanto, le estoy regalando una carta tras otra.
NAT: No mire el mazo.
LA MUERTE: No estoy mirando. Lo estoy poniendo recto. ¿Cuál es la carta para cerrar?
NAT: ¿Ya está listo para cerrar?
LA MUERTE: ¿Quién dijo que estaba listo para cerrar? Lo único que pregunté es con qué carta se cierra.
NAT: Y lo único que yo pregunto es si debo esperar algo después.
LA MUERTE: Juegue.
NAT: ¿No puede decirme nada? ¿Adonde vamos?
LA MUERTE: ¿Nosotros? Para decirle la verdad, usted tropezará en un montón de pliegues en el suelo y se caerá.
NAT: ¡Oh, no quiero verlo! ¿Me va a doler?
LA MUERTE: Un par de segundos.
NAT: Extraordinario. (Suspira.) Lo que me faltaba Un hombre acaba de asociarse con Original Prêt-à-Porter y…
LA MUERTE: ¿Qué tal con cuatro puntos?
NAT: ¿Cierra y se va?
LA MUERTE: ¿Son buenos cuatro puntos?
NAT: No, yo tengo dos.
LA MUERTE: Está bromeando.
NAT: No, usted pierde.
LA MUERTE: ¡Dios santo! Y pensar que creía estar guardando los seis.
NAT: No, su turno. Veinte puntos y dos cajas. Dé. (La Muerte da las cartas.) Debo caerme al suelo, ¿eh? ¿No puedo estar de pie encima del sofá cuando suceda?
LA MUERTE: No; juegue.
NAT: ¿Por qué no?
LA MUERTE: ¡Porque todo el mundo se cae al suelo! Déjeme en paz. Estoy tratando de concentrarme.
NAT: ¿Por qué tiene que ser al suelo? ¡Es lo único que digo! ¿Por qué demonios no puedo estar al lado de un sofá cuando suceda?
LA MUERTE: Haré lo que pueda. ¿Quiere jugar, sí o no?
NAT: De eso estoy hablando. Usted me recuerda a Moe Leftkowitz. Tozudo como una mula.
LA MUERTE: ¿Que le recuerdo a Moe Leftkowitz? ¡Soy una de las figuras más terroríficas que pueda imaginarse y al señor le recuerdo a Moe Leftkowitz! ¿Quién es? ¿Un peletero?
NAT: Ya le gustaría ser ese peletero. Gana ochenta mil dólares al año. Fabricante de pasamanos. Tiene su propia fábrica. Dos puntos.
LA MUERTE: ¿Qué?
NAT: Dos puntos. Voy. ¿Qué tiene?
LA MUERTE: Tengo una mano como el resultado de un partido de baloncesto.
NAT: Y son espadas.
LA MUERTE: ¡Si no hablara tanto!
(Vuelven a dar y siguen el juego.)
NAT: ¿Qué quiso decir cuando dijo que era su primer trabajo?
LA MUERTE: ¿Qué le parece?
NAT: ¿Quería decirme acaso… que antes de mí no ha muerto nadie?
LA MUERTE: Por supuesto que sí. Pero no los llevé yo.
NAT: Entonces ¿quién lo hizo?
LA MUERTE: Los Otros.
NAT: ¿Hay otros?
LA MUERTE: Claro. Cada uno tiene su forma personal de irse.
NAT: No lo sabía.
LA MUERTE: ¿Por qué habría de saberlo? ¿Quién se cree que es al fin y al cabo?
NAT: ¿Qué pretende decir con eso de quién me creo que soy? ¿Acaso soy un Don Nadie?
LA MUERTE: Nadie no. Es un confeccionista de prêt-à-porter. ¿De dónde va a sacar un conocimiento de los misterios eternos?
NAT: ¿De qué está hablando? Yo gano mucha pasta. Envié a mis dos chicos a la universidad. Uno está en publicidad, el otro se casó. Tengo casa propia. Llevo un Chrysler. Mi mujer tiene lo que se le antoja. Criadas, abrigo de visón, vacaciones. En este momento está en Eden Roc. Cincuenta dólares al día sólo porque quiere estar cerca de su hermana. Tengo que reunirme con ella la semana que viene, entonces, ¿qué piensa que soy? ¿Un tipo corriente?
LA MUERTE: Está bien. No sea tan quisquilloso.
NAT: ¿Quién es quisquilloso?
LA MUERTE: Yo también podría enfadarme porque me ha insultado.
NAT: ¿Quién le ha insultado?
LA MUERTE: ¿No dijo que lo había desilusionado?
NAT: ¿Qué espera? ¿Pretende que tire la casa por la ventana?
LA MUERTE: No estoy hablando de eso. Quiero decir, yo personalmente, que soy demasiado bajo, que soy eso, que soy lo otro.
NAT: Dije que se parecía a mí. Es como un reflejo.
LA MUERTE: OK, está bien, corte, corte.
(Continúan jugando mientras sube el volumen de la música y se van apagando las luces hasta la oscuridad total. Las luces vuelven a encenderse lentamente; ha pasado el tiempo y se ha terminado la partida. Nat cuenta los puntos.)
NAT: Sesenta y ocho… ciento cincuenta… Bueno, ha perdido.
LA MUERTE (mirando, abatido, los naipes): Sabía que no debía haber tirado ese nueve. ¡Mierda!
NAT: Entonces, le veo mañana.
LA MUERTE: ¿Qué significa eso de que me ve mañana?
NAT: Me gané un día extra. Ahora déjeme.
LA MUERTE: ¿Habla en serio?
NAT: Un trato es un trato.
LA MUERTE: Sí, pero…
NAT: No me venga con «peros». Le gané las veinticuatro horas. Vuelva mañana.
LA MUERTE: No sabía que jugábamos por tiempo.
NAT: Lo siento mucho. Tendría que prestar más atención.
LA MUERTE: ¿Y ahora qué voy a hacer durante veinticuatro horas?
NAT: A mí ¿qué me importa? El asunto es que le gané un día extra.
LA MUERTE: ¿Qué quiere que haga… que camine por las calles?
NAT: Métase en un hotel, váyase al cine. Tome un schvitz. ¡No haga de eso un asunto de Estado!
LA MUERTE: A lo mejor se ha equivocado al contar.
NAT: No sólo no me he equivocado, sino que me debe, además, veintiocho dólares.
LA MUERTE: ¿Qué?
NAT: Así es, amigo. Aquí está, léalo.
LA MUERTE (revisándose los bolsillos): Tengo sólo unas cuantas monedas, pero no veintiocho dólares.
NAT: Le acepto un cheque.
LA MUERTE: ¿Un cheque? ¿En qué cuenta?
NAT: ¡Si todos mis clientes fueran como usted!
LA MUERTE: Ponga un pleito, demándeme, haga lo que quiera. ¿Cómo voy a tener yo una cuenta corriente?
NAT: Muy bien, muy bien. Deme lo que tenga y quedamos en paz.
LA MUERTE: Escuche, necesito este dinero.
NAT: ¿Por qué va a necesitar dinero La Muerte? Cuénteselo a su tía.
LA MUERTE: No haga bromitas. Está a punto de ir al Más Allá.
NAT: ¿Y qué?
LA MUERTE: ¿Cómo, y qué? ¿Sabe lo lejos que está?
NAT: ¿Y qué?
LA MUERTE: Y la gasolina ¿qué? ¿Y el peaje?
NAT: ¿Conque vamos en coche?
LA MUERTE: Ya verá. (Agitado.) Mire, vuelvo mañana y me da otra oportunidad para recuperar mi pasta, ¿eh? De lo contrario, tendrá problemas.
NAT: Como quiera. Es muy posible que gane una semana extra o un mes. Quizás un año… Del modo que juega…
LA MUERTE: Mientras tanto, me he quedado sin un centavo.
NAT: ¡Hasta mañana!
LA MUERTE (empujado hacia la puerta): ¿Dónde hay un buen hotel? ¿Qué hablo de hoteles si no tengo un céntimo? Iré a sentarme en una confitería. (Recoge el News.)
NAT: Eh, deje eso. Es mi diario. (Se lo quita.)
LA MUERTE (yéndose): ¡Y pensar que pude agarrarlo y llevármelo sin problemas! ¿Por qué me dejé enrollar con el rummy?
NAT (llamándole): Y tenga cuidado al bajar. ¡En uno de los escalones, la alfombra está suelta!
(Y, al instante, se oye un gran estruendo y el sonido de alguien que cae. Nat suspira, luego se dirige a la mesita de noche y hace una llamada telefónica.)
NAT: ¿Hola, Moe? Yo. Escucha, no sé si alguien me ha hecho una broma o qué, pero La Muerte acaba de salir de aquí. Jugamos un poco al rummy… No, La Muerte. En persona. O alguien que afirma ser La Muerte. Pero, Moe, ¡es un schlep! ¡El rey de los huevones!

TELÓN


La pulquería. El día de los muertos.

38 comentarios sobre “Mis escenas favoritas – El séptimo sello

  1. Que grande esta obra maestra, todavia recuerdo el escalofrio que me provocó esa escena, ese miedo irracional que se apodera de nosotros y nos congoja, similar al que me provocó la lectura de mi adorado Poe con «William Wilson», que precisamente emparenté con esa escena sin tener en apariencia ninguna similitud más que la inquietud.
    saludos

  2. Deja que me quede con Woody Allen y ese magnífico momento , es que ese libro no tiene desperdicio jajajaja….¡como va a morir alguien que acaba de asociarse con Original Prêt-à-porter!, como es posible dejar este mundo cuando acabas de iniciar un proyecto…….
    Ahora en serio: aunque no he visto la peli de Bergman al completo esa escena es memorable y, si la piensas, te pone la carne de gallina. Hay que tener mucho valor, o confianza en uno mismo para pensar en enfrentarse a la muerte cara a cara. Aunque al final quizá es lo que tú dices: soberbia.
    Buenos días majo.
    PD Que genial es Woody, por Dios.

  3. Lucía, le echaremos un vistazo. Gracias.

    Iván, Bergman es mucho Bergman. A mí me inquieta más, sin embargo, la siguiente aparición de La Muerte, en una especie de capilla o confesionario o algo así; la reiteración, la constatación de que no se ha olvidado y de que está siguiendo al caballero para hacerse con él a la menor ocasión… Un abrazo.

    LaMima, curiosamente, Allen no sería él sin Bergman, aunque quizá por estilos no lo parezca (sin embargo, si ves «Desmontando a Harry» es un tributo a «Fresas salvajes» de Bergman). A mi juicio, dos genios.
    Buen día, y buen puente (si te dejan tenerlo). Besotes.

  4. Obra maestra, sin duda, obra imprescindible. La escena del caballero y la muerte, amén de ser lo que es en sí misma, con toda su carga metafórica y de brutal realidad al mismo tiempo, contiene tantas, tantas referencias culturales que apabulla un poco sí. Tanto esta escena como la de Allen pintan muy bien lo que es en realidad el día a día: una partida ente la vida y la muerte. Y desde luego, es más conveniente tomarlo con el humor de Allen.

    Besos pontoneros.

  5. «Hace ya tiempo que camino a tu lado»: me pone los pelos de punta.
    Menos mal que le has quitado hierro al asunto con el relato de Allen. Envidio ese sentido del humor que tiene.
    Besos.

  6. Entrenómadas, alucinado me quedo. No me parece para tanto, pero la percepción individual es cosa de cada uno. A mí me resulta genial su tratamiento del tema y sobre todo sus poderosas imágenes. Pero me resulta mucho más filosófica que trágica, más sugestiva que deprimente. Supongo que tiene que ver mucho con la concepción que de la muerte tiene cada cual.

    Luisa, a mí siempre me ha impresionado la escena del teatro en la plaza, cuando aparece el cortejo de frailes con los penitentes expiando culpas para que Dios no les castigue con la peste. Me deja turulato. Allen tiene mucho morro.

    Lucía, si yo tuviera pelos, también los tendría como escarpias con esa frase. Realmente siempre camina a nuestro lado, o encima, o debajo. Siempre está ahí. ¿No crees que si la gente tuviera más conciencia de ello la vida sería mejor para todos?

    Besos por triplicado

  7. Chapó para Bergman y Allen. Qué maneras tan deliciosas de tratar la muerte… cada una a su forma. Hace años escribí un relato: Jaque Mate. En el que su protagonista jugaba una curiosa partida de ajedrez, yo, por entonces no tenía ni idea de que existía El Séptimo Sello así que cuando la vi… bueno, pensé, los que lean el relato pensarán que he copiado cosas de la película 🙂 En fin…

    Lo de Allen es genial, es que ese hombre se merece muchas estatuas.

    Un abrazo

  8. Pues no alucines, no es el guión o el texto lo que me aterra, es la imagen, lo que de sueños y pesadillas tiene. No creo que tenga que ver con mi concepto de la otra vida, que por otra parte es muy contradictorio. Es que hay un no sé qué que me pueda, pero por buena peli, no por lo contrario. Yo creo que hay una peli dentro de esta peli y otra dentro de la otra, es grande, tal vez demasiado para mi. Yo aquí en tu blog quiero ser sincera. No quedar bien con grandes palabras.
    Besitos sin sello pero con remite

  9. Me ha encantado releer el capítulo de W.Allen. Me recomendaste el libro hace unos meses y me lo pasé genial leyéndolo.
    El mundo sería mejor con más personas como él.

  10. Entrenómadas, tienes razón, pero a mí eso no me horroriza; más bien me estimula. Pero claro, con lo truculento que soy yo… Me gusta que seas sincera. Es más, es obligatorio.
    Besos certificados

  11. Magda, es verdad. A lo mejor bastaría con que la gente tuviera conciencia de que el tiempo es limitado y preocuparse más de disfrutar de la vida y menos de lo que dirá la posteridad de nosotros.
    Un abrazo.

  12. Tienes razón, Javigic, no es el lugar idóneo, pero tu post y el enlace sí lo son. En Zaragoza pasan muchas, muchas cosas, bajo mano, claro. Estamos dormidos en la autocomplacencia y en el espejismo EXPO.
    Saludos.

  13. Lucía, ya me disculparás, pero incomprensiblemente tus comentarios habían sido catalogados como spam y desviados a la papelera; los he encontrado y recuperado de casualidad. Muchísimas gracias, el fondo del cajón del pan es inescrutable. En este momento soy el tipo más feliz del hemisferio occidental y parte del otro. Muchas, muchas, muchísimas gracias (y también por el reportaje de Kate).
    Oye, siendo que se te da tan bien encontrarme divas (ya sé que no paro de pedirte cosas, en fin), pero, ¿no tendrás por ahí a Scarlett Johanssonde carne y hueso? No te creas, que no es mi tipo, no me gusta, pero cuando estuvo por aquí con Woody quedé en explicarle el pan tumaca y el escanciado de la sidra y lo tenemos pendiente…
    Besos y gracias mil (te paso la dirección inmediatly).

    Budokán, ésa es precisamente la clave de esta sección: la unión de gente de muchos tipos, procedencias, edades y formas de pensar por el extraño nexo que es la memoria que despierta una escena. Gracias. Saludos.

    Malvisto, cine para darle al tarro, para filosofar y hacerse preguntas. Es otra forma de disfrutar el cine.
    Abrazos.

  14. Interesante pareja de diálogos, cada uno con su tono propio. Ambos impresionan, sobretodo porque normalizan la muerte, algo que los occidentales intentamos desterrar de nuestra existencia, pero claro, siempre acabamos encontrándonos con ella.

  15. Allen está influenciadísimo por el cine de Bergman, en unas películas más que en otras, pero en general, muchísimo. En cualquier caso, no imagino a un par de amigos más opuestos.
    Un abrazo.

  16. Minerva, muy interesante lo que apuntas, el diferente concepto de la muerte que existe en la cultura judeocristiana y en la oriental: ¿por qué los católicos, si se supone que la muerte acerca al hombre al Dios al que busca toda la vida, se entristecen tanto en los funerales y le dan esa estética tétrica, oscura y deprimente? ¿No debería ser una ocasión alegre y ansiada por todos los que aspiran a emularla, y por tanto, debería ser más alegre que triste? Complejo asunto.

  17. Ya me siento mejor, esa terapia parece que funciona. Gracias por el vídeo, ahora puedo rehacer mi vida.
    Veré lo que puedo hacer con Scarlett pero no prometo nada, su secretaría es bastante borde y no le pasa las llamadas así como así.
    Besos.

  18. Lucía, va en serio. Si llego a Ministro cuenta con una partida presupuestaria. Fijo que sí. Muchas gracias por el enlace, una maravilla.
    Si no se pone Scarlett, la secretaria me vale igualmente. Siempre me han gustado las secretarias con carácter.
    Besos, y gracias.

  19. Me gusta Bergman, mucho, jopé, y esta escena del ajedrez ni te digo… lo que pasa es que al director lo conocí gracias a un novio que ahora ya no lo es. y me pongo triste cuando veo sus pelis…

    Y yo que me fui a la Secretaría «de toa la vida»… ay. No puede ser.

    Besos y pasa buen puente.

  20. Lucía, no voy a esperar a ser Ministro; mañana mismo me pongo un chiringuito en la Pza. de España de ZGZ y recojo firmas para que te subvencionen (así te podrás comprar una mandolina con que amenizarte el retiro…).
    «Blade runner» es de mis favoritas, pero es que esas fotos, su orden y su disposición son geniales; hay fotos-fijas y fotogramas de la película, incluso de los pasajes suprimidos, como el del sueño de Harrison Ford (el unicornio cuyos planos provienen de «Legend», también de R. Scott). Un regalo mucho mejor que Scarlett, Lucía, muchísimas gracias. Ya veré cómo te compenso.
    ¿Trabajas el festivo? No serás enterradora…
    Besos.

    Ana M., te conmino a que pases a verme algún día antes de que termines la carrera, el doctorado, o en su defecto, antes de que el edificio sea demolido. Esa confesión del ex-novio bergmaniano le encantaría a Ingmar: ¿qué te pone triste? ¿acordarte de tu ex-? ¿no haberlo dejado antes de que te descubriera a Bergman? Creo que al viejo Bergman le darías pie para una peli.
    Por cierto, ¿y ese texto que tienes pendiente?
    ¿Buen puente? Ojalá. Mañana curro, hija; mi segundo apellido es ‘pringao’.
    Besos, y disfruta, tú que podrás.

  21. lo siento: no puedo con el doblaje…vi todo Bergman en el cine Lorraine de Buenos Aires hace cientos de años, en versión orginal subtitulada…no puedo con ese acento tan de aquí en unos personajes tan suecos…pero es genial, si. corro a verla otra vez.
    gracias por el recuerdo.

  22. Pues yo voy a estar de puente a puente y «me se» llevará la corriente de lo que tengo que estudiar… seguro que me comprendes bien.

    No obstante, sin estreses. Hoy he ido a ver «Trece Rosas» con una amiga que necesitaba mimos… «¡pero aquí venimos a llorar, ¿no?!», le he preguntado.

    Imagina. De nuevo, seguro que me comprendes bien. Y eso que yo no lloro con las pelis. Nunca. La primera y casi última vez fue con «Forrest Gump». Ya ves.

    Necesito tu correo para mandarte el texto…

  23. Un poquito largo, Magda, lo sé, pero creo que merecía la pena. Es un tema más difícil cuanto que la gente vive despreocupada, ausente de él, sin darse cuenta de que es el único momento, junto al nacimiento, que todos y cada uno de nosotros, más allá de cualquier diferencia de carácter, riqueza, geografía, etc., vamos a protagonizar.

    Cacho de pan, te entiendo, yo prefiero todo en versión original. De hecho, tenía los dos vídeos, pero al no ir con subtítulos en español o en inglés decidí ponerlo doblado, más que nada para que alguien entienda algo. Ay, la lucha por la audiencia…

    Ana M., ¿tienes noviembres? En cualquier caso, estudia con moderación; los efectos del estudio excesivo en la mente humana son inescrutables (te lo digo yo, que pasé de currar en un psiquiátrico a hacerlo en la Universidad y no noté la diferencia).
    «Trece rosas» no me gustó como película. Me resulta blandorra y frágil. Pero te entiendo muy bien. Emotivamente sí es muy poderosa, cuando se es sensible y no se es un facha, claro. Quizá no sea lo más apropiado para los amigos que necesitan mimos, pero entre eso y «Supersalidos», en fin… ¿Lloraste con «Forrest Gump»? ¿De emoción o porque te pareció mala? Ya te recomendaré alguna para que llores a gusto.
    Te mando mi correo por is-mael, que si lo pongo aquí me acosan las fans…
    Besos y buen puente de estudio (y diversión)

  24. Grande, grande, una de mis favoritas absolutas, como le pasa a tanta gente, en esto da igual no ser original. También Fresas salvajes, desde luego, pero algunos peldaños por abajo. Una cosa, Alfredo, abusando de tu paciencia, si tienes un momento y lo consideras oportuno échale un vistazo a la página de un amigo mío, Jossie Malis, zumbakamera.com, en especial a los cortos que tiene colgados y a uno de animación que es estupendo y ha sido multipremiado en concursos de relumbrón, Bendito machine, por si quieres incluir unos dibus originales e impecables en la sección de cortos. Un abrazo, Pat.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.