Buen cine en la España franquista: Crimen de doble filo

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Aunque a la televisión pública española le guste reducir la filmografía nacional bajo la dictadura de Franco a las consabidas recetas apologéticas del «glorioso» movimiento-cruzada, ya fuera en forma de folclore más rancio o en su habitual expresión de niños prodigio repelentes, o con productos concebidos para el lucimiento del cantante o grupo musical casposo de turno, en un constante derroche de pasteleo, almíbar y cursilería gazmoña de tres al cuarto, la verdad es que durante la época más oscura de la cinematografía, y también de la vida reciente, española, se produjeron igualmente cintas de calidad cuyas líneas temáticas y argumentales distaban mucho de la habitual retahíla de flamenco, coplas, dúos dinámicos, marisoles y joselitos. Los ejemplos, aunque menos de los que debieran haber sido y casi perdidos entre tanta patraña cinematográfica, son numerosos. Uno de ellos es Crimen de doble filo (1964), del cineasta aragonés José Luis Borau (Zaragoza, 1929).

La película, con un elenco de actores hoy prácticamente desconocidos para el gran público (Carlos Estrada, Susana Campos, Antonio Casas, José Marco…) cuenta la historia de Andrés, un pianista con talento pero sin suerte. En su piso de una vieja casona en un barrio castizo pasa largas horas encerrado componiendo, tocando, recordando sus antiguos conciertos y soñando con futuros éxitos, mientras su vida gris y rutinaria prosigue como siempre, a la sombra de su esposa. Sus encierros apenas se rompen para acudir a algún concierto, a algún ensayo y al bar de enfrente, donde toma una copa de vez en cuando y suele acudir a comprar tabaco. Pero su vida está a punto de dar un giro precisamente en una de sus intrascendentes excursiones en busca de su dosis de nicotina. Justo cuando va a salir a la calle escucha ruidos en el sótano del inmueble. Cuando, como todos los cotillas del cine, se asoma pensando que el personal de portería está en problemas, presencia un asesinato, y peor que eso, el asesino se queda con su cara. Para cerrar el círculo del drama, Andrés, temeroso de represalias por parte del asesino, elude comentar a la policía lo que ha visto.

A partir de ahí la película se desarrolla como un buen thriller en el que, por un lado, las presiones de la policía, que sospecha que Andrés sabe más de lo que ha contado, y por otro, el acoso de los culpables de la muerte para impedir que hable o porque temen que haya hablado, con sus llamadas telefónicas intempestivas, el control de las entradas y salidas de casa, sus seguimientos en plena calle…, hacen que Andrés caiga en una deriva, en una paranoia cada vez más patente, que incluso repercute en el normal desarrollo de su vida familiar, poniendo de manifiesto su carácter pusilánime, su extrema debilidad de carácter, ya apuntada en la relación doméstica con su esposa, y el interés se centra en el drama interno de un hombre que sabe cuál es el camino correcto pero se debate contra su propia arquitectura interior, a la que jamás pudo vencer.

La cinta es la segunda que dirigió José Luis Borau tras el western Brandy (1963), y, a pesar de ser un encargo y no una obra de autor, además de una muy bien ambientada atmósfera opresiva, gracias a la preferencia de las escenas en espacios cerrados y los muy escasos exteriores, y también a la magnífica fotografía en blanco y negro, maneja la intriga con buen ritmo e interés creciente, multiplicando los diferentes puntos de vista sobre un mismo misterio: la identidad del asesino, la actitud de la policía y la posibilidad de tomarle como sospechoso, y el propio debate interno de Andrés acerca de su posible confesión ante las autoridades. Pero sobre todo es también un análisis de la mente humana en situaciones de presión difícil de soportar, la duda, la dificultad de escoger entre opciones que deparan tanto perjuicio como beneficio. Incluso, desde un punto de vista sociológico, el drama de Andrés, la presión que soporta, puede interpretarse como un símbolo de las presiones y chantajes a los que la dictadura sometía a la sociedad española, agazapada, débil, pisoteada por un ambiente hostil y una autoridad que con mano firme intentaba controlar todos y cada uno de los pensamientos de la ciudadanía, una visión que parece encajar con el retrato tan poco complaciente que Borau hace de la policía y las autoridades en esta película. Sin duda, una pequeña joya oculta que prueba que en España había mucho más cine que las comedietas costumbristas, el folclore, las españoladas y los cantantes casposos.

31 comentarios sobre “Buen cine en la España franquista: Crimen de doble filo

  1. Grata y novedosa sorpresa la que nos ofrece usted rebuscando entre el cine nacional, no la conozco y eso es especial motivo de alegria para un servidor, buen cine y desconocido, le echaremos un vistazo a ver que tal.
    Además de brillante su blog, encima didáctico, como debe ser.
    Saludos

  2. Iván, gracias por el «usted», me hace parecer mucho más respetable de lo que soy. Échale un ojo a esta película, y procura valorarla en su justa medida; es obvio que no resistiría comparación con clásicos del género, pero teniendo en cuenta época, país, dictadura y la imagen del cine español que tenemos todos en la cabeza, no deja de ser refrescante.
    Gracias Iván, un abrazo.

  3. No la he visto, así que agradezco la información. Eso sí, ayer no pude evitar la sensación de ver un poco de «Cinema Paradiso» y me he desmoronado. La cuenta al psiquiatra te la envió a usted.

    Bacci,bacci

  4. Mi querido Alfredo. Sir Alfred. Buena película que nos trae ‘usted’ hoy aquí. Muy buena la crítica. Los diálogos, el protagonista (o protagonistas), la psicología de los mismos, el desarrollo y el final, que aunque no nos lo adelantas – me parece una buena idea – nos lo dejas en bandeja.

    Esta obra, aunque de encargo, es una de las mejores de la filmografía de nuestro José Luis Borau, hoy retirado en Madrid. Te conté que de cuando en cuando me veo con él, en la cafetería del Eurobuiliding. Vive cerca de aquí.

    Hoy, aunque viajando en AVE a Madrid, te sigo leyendo. ¡Qué maravilla esto de los blogs!. Por cierto, la salida se retrasa 50 minutos. Estoy hasta los m … de las competencias. Más bien de las incompetencias de los responsables.

    Perdona, Alfredo, me ha salido de manera espontánea.

    Un abrazo y gracias, Sir Alfred

  5. Diego, soy un admirador absoluto y total de José Luis Borau (del cual, por cierto, me invitaron muy amablemente a escribir un artículo en el Cronista de la Red). A mí me gustan casi todas sus películas, algunas mucho, mucho. En especial «Crimen de doble filo» me sorprendió muy gratamente cuando la vi.
    Ay, esas catenarias…
    Un abrazo (y apéame el tratamiento hombre, que alguien se va a pensar que soy aristócrata…)

  6. otra película prometedora que no he tenido ocasión de ver, qué rabia! Borau ha hecho cosas interesantes así que se me ponen los dientes largos… Ah, 39 escalones, estoy pensando en abrir en esta ciudad (Castellón) un video club de cine original, lo más probable es que se llamara «arrebato de cine original», y Tesa ya me ha comentado cómo funciona alguno en Madrid por ejemplo, lo importante que es dónde colocarlo, en fin, que voy preguntando a mucha gente del mundillo, cinéfilos, museos, bibliotecas, sobre el asunto (la mayoría lo ven muy arriesgado y yo el que más) y bueno, que cualquier comentario, sugerencia, lo agradezco, cada persona me aporta un punto de vista distinto y a menudo cosas que yo no he pensado o valorado lo suficiente… Gracias anticipadas y me ha alegrado mucho saber que este blog no lo miramos sólo cuatro, 50. 000 visitas son muchas visitas, ojalá fueran más porque siempre se descubre algo interesante. Un saludo.

  7. ah, sobre el cine que se hacía en la España de la dictadura, el ejemplo más sorprendente que conozco es el de VAL DE OMAR, con sus vanguardistas y originales cortos-mediometrajes, que creo que sólo se pueden encontrar por internet, alguno que otro grabado de la RAI italiana, o premiado en Cannes por sus aportaciones técnicas… este hombre, es increíble (aunque siempre será minoritario) lo que hizo, en la época en que lo hizo y en el país subdesarrollado en que lo hizo… Ah, en realidad ¿qué duración debe tener un film para ser un mediometraje en vez de cortometraje, 35, 40 minutos? Bueno, un saludo aún más grande.

  8. Alfredo, amigo. Me parece bien y prometo tratarte de tú. Sólo pienso que lo de ‘Sir’ es muy cinematográfico. ¿No te parece?

    La película que dices de José Luis, ya nos contarás.

    Un abrazo desde el AVE (ahora sí)

  9. Bueno, Samuel, vamos por partes. La película no está mal y te prometo que no aparece ninguna folclórica, ni Joselito, ni Raphael… El ejemplo que citas es rompedor, de hecho quizá el más rompedor de la cinematografía española, injustamente ignorado, por cierto, incluso desde el propio estamento del cine. En cuanto a la frontera corto-mediometraje anda por ahí, sobre los 30 minutos.
    En cuanto a lo del vídeo-club, por desgracia (porque sería un negocio del que yo personalmente me consituiría en cliente fijo, si no preferente) coincido con quienes lo ven arriesgado. Un negocio es para ganar dinero, y ten en cuenta que combatiendo con internet, las descargas, el DVD, las plataformas digitales, etc. tienes comido el terreno. Eso, por no referirme a la escasez de público y de clientela para un proyecto como el tuyo, a la cada vez mayor incultura cinematográfica del personal en general. Piensa qué demanda tendría la solicitud de películas de Jean Renoir o Andrei Tarkovski, por ejemplo, y piensa luego en «La jungla de cristal» o «Matrix». Compara.
    Yo, si tu pasión cinéfila es tan grande que tiene que estallar por algún sitio, me lanzaría a un proyecto menos comercial y más cultural, la creación de algún cinefórum con cinéfilos aficionados castellonenses y de los alrededores, en plan visionado de la película, tertulia, debate o lo que fuera, ciclos, difusión de noticias, incluso exposiciones, llegado el caso. Eso ofrece un añadido a la mera película para quienes la hayan visto o tengan otras posibilidades de verla, pero es tan complicado montar algo así, al menos en Zaragoza, donde, como sospecho que en todas partes, lo cultural es un círculo casi cerrado sólo para «iniciados» o bien relacionados individuos. Seguro que hay alguna infraestructura cultural en Castellón donde puedas empezar a dar algunos pasos, y seguro que gente apasionada de la misma idea no falta.
    En cualquier caso, el panorama está muy mal para los que solamente somos aficionados y no estamos conectados con el mundillo de la «farándula».
    Bueno, siento ser tan pesimista, pero también es cierto que el entusiasmo suple a veces la falta de apoyos.
    Gracias y un abrazo.

  10. Diego, ten cuidado con los socavones, que los carga el diablo.
    De Borau hablaremos más veces, sin duda.
    Lo de ‘Sir’ suena bien, pero es una marca de clase, y no me gustan. Por otro lado, el primero que me viene a la cabeza siempre es Sir Mordred, el hijo y asesino del rey Arturo. No mola.
    Un abrazo, y a ver si mañana nos vemos en el bloggellón (y hablamos del famoso corto).

  11. Perdonado, cómo no, Iván. El caso es que habéis sido varios los que de repente me habéis empezado a tratar de usted, o con títulos de nobleza, y me he asustado. A ver si la gente se cree que soy un señor mayor…
    Un abrazo.

  12. Pues qué suerte tienes, Ana M. Pero seguro que no has escapado del todo a los últimos reductos (eso espero, que sean los últimos) de esos viejos tópicos: la Pantoja, Cine de barrio, «Murcia, qué hermosa eres», la tauromaquia, Sara Montiel… seguro que alguno de estos te han hecho atragantarte con el café.

    Besos.

    PD: por cierto, vaya día que llevo… a uno le da por tratarme de usted, así, de repente; otro me trata de «Sir»; ahora tú me dices que hablo de cosas anteriores a tu generación. Entre todos me habéis puesto treinta años más encima de los que tengo…

  13. Qué gracia! ¿Sabes, Alfredo? Conocí a una buena señora, fiel colaboradora de un gran periodista y pionera de las ondas, con la que llegué a hablar mucho – por razones de trabajo – durante unos meses. La cuestión es que el periodista me invita todos los años a su casa a pasar el día y una comida que suele ser por estas epocas.

    Bien, pues la dulce y adorable señora, al verme por primera vez sonrió, se rió. ¡Me asustose! y le miré sorprendido. Y es que ella pensaba que era un señor bajito, gordito y calvito. Me dijo que eso es lo que pensaba al oir mi voz.

    Desde entonces, cada vez que hablamos, me saluda así: ‘Buenos días señor bajito, gordito y calvito’.

    Alfred, mi amigo Alfredo, me has hecho recordar esta anecdota al decir que según que ‘tratamientos’ tus lectores puedan pensar que eres una persona mayor. A mí que me hacía ilusión que Maite, que así se llama esta dulce señora – y amiga – me llame así.

    Un abrazo

  14. Es que, Diego, la gente ya de por sí cuando me ve cree que tengo tres o cuatro años más de los que tengo. Si encima cuando me lee, me pone diez, ¿no te parece demasiado? Que sólo acabo de superar la treintena…
    Un abrazo

  15. esta peli no la conocía, la verdad, pero de la época de Franco me viene a la cabeza el verdugo, por ejemplo, o bienvenido mr. Marshall.. y a Joselito, Marisol y demás me los paso por el forro de los cojones..

    saludos!

  16. Tu cinefília me gusta.Tocas todas las películas y épocas del cine.
    Con la dictadura los grandes artistas tenían que agudizar el ingenio para hacer pasar por debajo de las narices y bigotillos franquistas sus críticas al régimen,entre otras cosas.
    Como sé que la has visto,quiero mencionarte,a modo muy personal,que amo la película La prima Angélica de Carlos Saura.Siempre me hace llorar esa obra maestra.La manera que tiene de tratar el espacio-tiempo,truco reconquistado por el gran Bergman en Fresas salvajes,y,además,sin efectos especiales.Bueno,a lo que iba;en la película de Saura vemos al actor Fernando Delgado que lleva el brazo escayolado a modo de saludo a lo facha.Me parece simplemente genial.

  17. Bueno,ya que estoy aquí,también te comento que Alumbramiento me fascinó.Que te voy a decir de Erice.El sol del membrillo es para mí una de las diez mejores películas de la historia del cine español.
    Un abrazo.

  18. Quesito rosa, veo que estás enardecido contra el sector casposo de esos años, pero, de verdad, los cojones no son el mejor sitio para tener a Joselito… Las películas que citas son obras maestras del cine español, y, aunque esporádicamente, de aquellos años hay unas cuantas. De «Bienvenido…» ya hablamos aquí. Poco a poco irán saliendo otras.
    Un abrazo.

    Diego, sí, sí, de acuerdo, pero cuanto más mayor, más cerca del hoyo… Pero te entiendo, que la veteranía es un grado (menos en Venezuela, que «veterano» allí significa otra cosa -y no tiene nada que ver con la política actual-).
    Un abrazo.

    Fmaesteban, me alegra que te gustara el corto de Erice. La verdad, es mejor que el 90% de los largometrajes españoles. «La prima Angélica» me fascinó, es soberbia. La apunto en la lista de pendientes (que ya va siendo larga) para hablar aquí (ya que sólo nos hemos ocupado de Saura tangencialmente).
    Por otro lado, el ingenio siempre se activa cuando hay que filmar pese a la precariedad de medios o frente a la censura. Muchas de las grandes obras del cine mundial han nacido de una u otra limitación.

    Budokán, no es que sea una película imprescindible, no es una obra maestra (aunque Borau sí las tiene, si no lo conoces, te lo recomiendo, sobre todo «Furtivos»), pero sí da idea de que en la España tristona y zafia de la posguerra la gente empezaba a moverse también dentro de España, que además de Buñuel, había más cosas.
    Saludos.

  19. gracias, 39 escalones, tomo nota, quizá sea verdad, yo tampoco soy especialmente optimista y veo un poco esos peligros, si va adelante será porque quiera arriesgarme y pueda, tanto… por otra parte empiezo blog (aún es un copia y pega de la historia del cine) en arrebatodecineoriginal.blogspot.com Un saludo

  20. A ver si termino de verla en el podcast de Historia de Nuestro Cine porque la primera mitad me pareció muy interesante. Me sorprendió sobre todo la fotografía, como dices, y esa mirada documental que parece rodada con cámara oculta en las calles lluviosas de Madrid. También la descripción minuciosa de la actuación policial tras el descubrimiento del cadáver: el trabajo del médico forense que lo toma rutinariamente mientras comenta lo que vio een el reciente invento de la tele, la encuesta a los vecinos entre los que sale Jose Mª Prada haciendo de sastre en el que se insinúa a un homosexual…Y también me gustó un detalle de la pasión que Borau sentía por Imperio Argentina: en el escenario del crimen hay un cartel de «Morena Clara» del paisano Florián Rey.

    1. Pues me alegro de que te gustara. Es cine de género muy bien hecho, y con su miga para estar rodado en plena dictadura, dentro de lo que se podía, claro. Para mí ha sido un poco una sorpresa que la recuperaran en el programa.

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