El extraño amor de Martha Ivers: melodramático cine negro

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Esta película de 1946 dirigida por el eficacísimo Lewis Milestone (Sin novedad en el frente, Arco de triunfo, La cuadrilla de los once, Rebelión a bordo…) es una de las cimas del cine negro americano de los años cuarenta. No es para menos si tenemos en cuenta la nómina de involucrados en el proyecto, desde los intérpretes hasta los productores, pasando por el guionista o el compositor de la música.

La historia, adaptada por Robert Rossen, nos presenta a tres antiguos amigos, Martha (Barbara Stanwyck, en un personaje hecho a medida para ella), Sam (Van Heflin) y Walter (Kirk Douglas, en su debut en la interpretación) que comparten un oscuro y sórdido secreto relacionado con un suceso desgraciado que tuvo lugar en su primera adolescencia y que ha forjado sus respectivos destinos: Sam abandonó la ciudad como polizón en el tren de un circo, Martha y Walter terminaron casándose (es opinable determinar quién salió peor parado…). Muchos años después, Sam vuelve a la ciudad: Martha ha aumentado la cuantiosa fortuna que heredó de su anciana tía fallecida años atrás (Judith Anderson, en otro personaje, breve pero implacable, que ni pintado en la senda del ama de llaves de Rebecca), mientras que Walter, hijo del antiguo tutor legal de Martha, es su flamante esposo y candidato a revalidar su mandato como fiscal del distrito. Como siempre sucede en estos casos, el regreso inesperado de una presencia del pasado remueve los cimientos del presente y amenaza cualquier esperanza de futuro. Las intenciones de Sam se reducen a solamente ir de paso, pero tras conocer a una chica recién salida de la cárcel y cruzarse con sus antiguos amigos, algo paranoicos por culpa de una existencia a la que se han visto anclados por un secreto irrenunciable, hacen que aparezcan en escena palabras como extorsión, adulterio, chantaje, amenazas o asesinato.

Excelentemente interpretada, con una historia negra salpicada de apuntes melodramáticos, la película nos introduce en una historia compleja cuyos resortes maneja Lewistone a voluntad. Es uno de los mejores ejemplos en el cine de cómo fenómenos azarosos y desgraciados del pasado pueden llegar a conformar una personalidad, variar el destino de una o varias vidas o iniciar una espiral incontrolable de sucesos prolongados en el tiempo que sólo esperan el momento de estallar. En ese sentido, el manejo de la historia y la tensión resultan muy notables, pero sobre todo es digna de aprecio la construcción de unos personajes sólidos, creíbles, nada forzados ni producto del mero capricho de un guionista, que van poco a poco y de una manera lógica, paso por paso, derivando psicológicamente hacia una realidad que durante años ha permanecido latente pero que ha controlado cada instante de su vida desde una tormentosa noche de su última infancia.

Acompañada por la fantástica música de Miklós Rózsa, algo estridente sin necesidad, eso sí, en algunos momentos dramáticos, la película oscila continuamente con cambios de prisma y expectativas argumentales que eclosionan en un final memorable y un tanto expiatorio que hace remontar el vuelo de golpe a una parte central de la narración algo tibia y estática.

Melodrama con ribetes de cine negro o cine negro que sigue ciertos cánones del melodrama, lo cierto es que la película refleja abundantes cuestiones tales como el amor insatisfecho, el remordimiento, la avaricia, la sospecha y, sobre todo, el poder del recuerdo y de la reinterpretación constante de la memoria como hecho determinante en los sucesos del presente, una amenaza dormida pero implacable.

22 comentarios sobre “El extraño amor de Martha Ivers: melodramático cine negro

  1. Me gusta.
    Como dices cine negro con gotas de melodrama. Y todo espolvoreado con psicología y psiquiatría.
    Me gusta el ambiente. Esa casona que no se desprende del espíritu de una Anderson que moldea a los personajes como quiere (¡¡¡qué buena es toda la secuencia de la infancia donde ya intuimos la personalidad de los tres personajes protagonistas!!!)
    Me gusta Marhta con rostro de Barbara Stanwyck. Compleja como ella sola. ¡¡¡Qué bien le sentaban estos personajes!!!
    Aquí doy la palma a las actrices…, porque también Lizabeth Scott tiene un precioso, y complejo papel (no podía ser menos). Como esa rubia superviviente que ve la posibilidad de empezar una vida mejor junto a uno de los protagonistas.
    Kirk Douglas ya empezaba a demostrar que era genial para papeles de atormentado.
    Van Heflin es el duro de la función, el perdedor fuerte, y no lo hace nada mal. Un superviviente nato… pero, ay, el amor de la niña rica.
    Y para no desvelar nada pero despertar el gusanillo, ¡¡¡qué final!!!
    Un beso
    Hildy Johnson

  2. Parece muy intensa, de esas películas que con las que casi te olvidas de respirar. A ver ahora como me hago con ella para verla, porque me has metido en ganas, Alfredo.
    Un abrazo.

  3. Es curioso, Hildy, como con el tiempo se han metamorfoseado los distintos carteles de la película. Al principio Kirk Douglas salía en letras más pequeñas que Heflin y siempre detrás de él; con el tiempo ha sido más bien al contrario.
    La fórmula de esta película se ha copiado después hasta la saciedad.
    Besos

    Lucía, lo es. A ello contribuye también la música, como decíamos, algo agobiante y desasosegante. Merece la pena.
    Un abrazo.

    Noe, últimamente me dicen mucho eso… (lo de las ganas, digo). La película merece revisitarse, sorprendentemente moderna para 1946.

  4. Me pasa como a Noe: sé que la he visto por lo menos dos veces en la tele (y ese dato ya anuncia que la última visión es de hace años) y sé que me gustó mucho, pero apenas recuerdo nada.

    Seguro que cuando la revise, porque no podré resistirme mucho después de tu magnífica reseña, me acordaré de golpe (como me ocurre a menudo), pero no me importará, porque siempre es un placer inagotable la revisión de grandes películas como esta.

    Saludos.

  5. Es curioso: yo también creo haberla visto hace muchos, muchísimos años, pero apenas la recuerdo. Habrá que hacerse con esta película para revisitarla. Y más, después de haber leído tu estupenda reseña (nos has puesto los dientes largos).
    Saludos

  6. Lo siento ,pero yo también me he quedado con las ganas.A ver si consigo verla y te contaré,aunque despues de leer lo que has escrito sobre ella,poco te puedo contar….Saludicos

  7. Pues Josep, las buenas peliculas es lo que tienen. Parece que las tenemos enterradas por ahí y un día vemos un fotograma o alguien nos comenta algo y nos la mete en la cabeza de nuevo. El cine es grande por esas cosas.
    Saludos.

    Gracias, Carmen. Espero que cuando vuelvas a verla sigas pensando lo mismo, je, je.
    Saludos.

    Carmen, siempre hay algo más que contar. Cada película tiene tantas versiones como ojos que la miran. Seguro que dices algo más.
    Saludos.

  8. El personaje de Martha, tiene en esencia bastante que ver con el de Phillys, en la peli de Wilder. En definitiva, hablamos de «la perdición rubia».
    La tenía prácticamente olvidada. Ahora que me la has recordado, tendremos que homenajearla un día de estos, digo yo.

  9. La ví hace varios años en versión original subtitulada en catalán y me gustó pese a las dificultades por no dominar ninguna de las lenguas (sobre todo el inglés). Tengo que repasarla porque hace poco me la regalaron.
    Buen análisis.
    Un abrazo.

  10. He visto Martha Ivers varias veces, la última hace apenas un mes, y es una de esas películas que la disfrutas en cada nueva visión y ocupa un espacio para siempre en algun lugar de nuestra memoria.
    Poco que añadir a tu comentario, una vez más has dado en el clavo al recuperar películas como ésta y comentarlas de manera tan clara y certera. Sólamente querría comentar que en Martha Ivers descubrí a una actriz poco conocida, que se movió sobre todo en melodramas y films noir de serie B. Hablo de Lizabett Scott que estaba estupenda en esta película y también junto a Bogart en Callejon sin Salida (John Cromwell, 1947), un clásico menor (por poco conocido) del cine negro, en el papel de una femme fatale ambigua y peligrosa. Mujer de expresión dura, un tanto altiva, cabellera rubia, mirada triste y sensual voz, quizá mereció mejor suerte.
    Que tengas un buen día. Hasta otra (película).

  11. Gracias Eloy. Tu comentario rescata merecidamente a esta actriz olvidada pero muy eficaz y de la que resulta imposible entender cómo, como tantas otras, ciertamente, no pasó a la historia.
    Nos leemos.

  12. Excelente post Alfredo.El cine negro americano parece haber sido inventado por Sigmund Freud.Los claros oscuros,los grises,las seducciones fatales,la psicología de los personajes,la delicada línea entre la realidad y lo imaginado,la noche con calles mojadas,los callejones sin salida,etc.El extraño amor de Martha Ivers nos introduce o mejor dicho,no nos deja salir del intenso sueño o pesadilla.Ver a la Stanwych,a Douglas,oir a Rózsa es la continuación del nunca acabar de todas las obras maestras de este género:Wilder,Hitchcoch,Huston,Hawks,Ray,Reed,Preminger,Lang,Torneur,etc.Ya digo;sueño o pesadilla a la que uno no quisiera despertar nunca.

    Un fuerte abrazo amigo.

  13. Gracias, Francisco. Hay géneros habitualmente denostados o considerados de segunda división. El cine negro es uno de ellos en buena parte (exceptuando los grandes clásicos notoriamente aceptados). Se lo considera tópico, manido, repetitivo, pero al igual que la comedia o el western, es quizá el género que, bajo una capa de ficción sórdida y pesimista, mejor habla de la condición humana. Eso sí, como pertenece a un tiempo en el cual el espectador era consciente de ello, casi ya ha dejado de hacerse por completo. El público actual, en su mayoría, raramente es consciente de algo.
    Un abrazo.

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