Música para una banda sonora vital – El otro lado de la cama (Emilio Martínez-Lázaro, 2002)

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Emilio Martínez-Lázaro es un director con suerte. Consigue que películas ligeras, presuntas comedias extraídas directamente del imaginario de las teleseries de enredos amorosos entre teintañeros que hacen de veinteañeros, asciendan a lo más alto de la taquilla. Esto, que puede parecer una virtud, en realidad no lo es (exceptuando los bolsillos directamente beneficiados en el empeño), puesto que el mecanismo para la obtención de este éxito, que ha generado el correspondiente fenónemo de emulación, no es otro que el despojo de toda exigencia argumental mínimamente compleja, reduciéndolo todo al humor de trazo grueso, los chistes sexistas, las situaciones burdas y una más que preocupante falta de ingenio humorístico. Televisión pura, vaya.

En este caso, las cuitas amoroso-sexuales de los protagonistas, por si fuera poco, toman la forma de musical, acompañadas de la partitura y las canciones compuestas por Roque Baños, y además, por lamentables versiones de temas muy populares del rock y el pop nacionales perpetradas por los propios intérpretes como sus facultades músico-vocales les han permitido hacerlo. Así, clásicos de Tequila y Los Rodríguez o Coz se ven traducidos a las voces de Ernesto Alterio o Alberto San Juan, entre otros. En fin. La más penosa, por antitética respecto a la original (de rumbita no se sabe a muy bien qué), es quizá Echo de menos, de Kiko Veneno, temazo redondo que en la película descuartizan sin miramiento. Mejor nos quedamos con la buena, que es muy buena. Esperamos que al gran Veneno al menos le compensara económicamente.

9 comentarios sobre “Música para una banda sonora vital – El otro lado de la cama (Emilio Martínez-Lázaro, 2002)

  1. Aquí me tienes… con Kiko Veneno y su ritmito… «Si tú no te das cuenta de lo que vale / El mundo es una tontería / Si vas dejando que se escape / Lo que más quería»… buena manera de empezar un viernes.

    Te diré que vi la primera parte de El otro lado de la cama cuando la estrenaron y la propuesta me pareció simpática. Me reí bastante (sobre todo con Alberto San Juan) y me daba ternura ese cutre-musical con encanto. Lo pasé bien. Pero asimilo tu bronca y todo lo que dices en el post, sniff, sniff. Jejeje. (Llanto y risa… así tragicómicamente soy).

    Besos
    Hildy

    1. ¿Has probado a verla después? Ahí está el detalle, como diría Cantinflas. En el primer intento, la abandoné a mitad. En el segundo, la acabé, pero con desgana. La verdad, no entiendo por qué en España la taquilla la dominan según qué titulos, en comparación con las fórmulas que triunfan como lo más visto en países como Francia, Italia, Alemania o Dinamarca. Nos pasa algo, y no es algo bueno.
      Besos

  2. Hola, Alfredo, buenas tardes; pues la verdad es que he de confesar que no la he visto (debo ser uno de los dos o tres compatriotas que aún están pendientes de verla), y, si bien en su día me picaba la curiosidad, ahora he de confesar que más bien no (y si alguna duda tenía, me temo que tu texto la acaba de disipar…). Por lo demás, si había pocas razones, el hecho de que masacren uno de mis temas musicales más venerados de Kiko Veneno (por cierto, pieza maestra de una extraordinaria colección de piezas maestras que responde al nombre de Échate un cantecito; disco cuya edición en vinilo conservo como oro en paño) ya termina de liquidar la vaina.

    Por cierto, lo que no deja de asombrarme es que el amigo Martínez Lázaro haya sido capaz de repetir el pelotazo, tantos años después, reproduciendo la fórmula con ligeros matices. Me supongo que dirá como decía Xavier Sardá una vez que le preguntaron en una entrevista si no se sentía incómodo haciendo la basura aquella en Telajinco que respondía al nombre de Crónicas marcianas: ‘Pues tú verás, los críticos de televisión, muy sesudos ellos, me ponen muy mala cara; pero el director de mi sucursal bancaria me mira con una sonrisa de oreja a oreja que no veas’. Pues eso debe ser, ¿no…?

    Un fuerte abrazo y buen fin de semana.

    1. Máxime viendo de dónde venía Martínez-Lázaro, de la generación de los Colomo, Trueba (mayor) y demás. En fin, es un tema complejo, que tiene que ver también con la impersonalidad general de cierto cine español. Yo entiendo la postura de que, en efecto, hay que vivir. También la de que el cine no tiene por qué ser siempre sesudo y solemne. Me gusta ver las películas como lo que son, sin añadidos, pero en el caso de estas dos que aludimos, pretenden ser comedias, y yo no me río ni una vez. Ese es el primer problema, y todo lo demás deriva de ahí. Si una comedia es chabacana, vulgar, alimenticia, pero consigue que rías, sus pecados son menores. Si no lo logra, pues eso.

      Grande Veneno, grande.

      Abrazos

  3. Nunca he sido yo de Martínez-Lázaro y de Kiko conozco más bien poco. Pero está claro que, donde esté la original. ¿Y por qué no ponen la original en la película? Nunca lo entenderé. Total, los derechos los tienen que pagar igual…

    1. Bueno, la idea es que los personajes de la película, como en los musicales clásicos, canten y bailen las canciones. De ahí que no se usen las versiones originales. El resultado general ya es otra cuestión.

  4. Me quedo de piedra con Martínez Lázaro. He visto varias de sus películas – cito: «Los peores años de nuestra vida», «Los dos lados de la cama», «8 apellidos vascos» y «8 apellidos catalanes» – me parecen no sólo fiascos sino lamentables, para descubrir, con verdadera sorpresa, que «La voz de su amo» – que no sólo la he disfrutado muchísimo sino que me parece una joyita a redescubrir en nuestro mal llamado cine español reciente – es también suya. ¿Fue abducido por los extraterrestres? Porque si no, no se entiende que una película bien hecha, con nostalgia por el cine negro norteamericano y unos actores geniales (Eduard Fernández, Silvia Abascal – qué papelazo el suyo -, Joaquim Almeida y un más que solvente Imanol Arias) haya sido parida por este cineasta. Basta ver los maravillosos títulos de crédito (que remiten a los de Saul Bass de «Vértigo») para intuir que es una película que marca diferencia y lo más irónico de todo: la única de su filmografía que pasó totalmente desapercibida por las salas de cine. ¿No es curioso?
    Saludos!!

  5. ¡Ah, por cierto! Se me olvidaba comentar la magnífica banda sonora de Roque Baños, otra maravilla para esta servidora. Y la parte penúltima del film, toda la secuencia en la estación de tren, me lleva inevitablemente – pero con diferencias, eso sí, como tiene que ser – a la secuencia del tren de «Atrapado por su pasado». El momento del disparo, tapando Abascal a Almeida, para ésta ser tapada a su vez por Fernández me encanta – parece un ballet coreografiado de balas y sangre. Conseguidísima y preciosa escena. Un último apunte sobre otra secuencia: cuando el personaje de Almeida sale del monasterio vestido de cura: de lo más turbador, sabiendo su trayectoria previa (mientras entran en la oscuridad del monasterio dos monjes ataviados él sale con la sotana – genial, el Diablo con ropajes eclesiásticos. Pero eso sí, un diablo educado y encantador . A mi parecer toda la película tiene detalles y hallazgos espléndidos, por eso no entiendo su falta de relevancia. Creo que si el director hubiese ido por este camino, en vez de dispersarse con la comedia superflua, habría tenido una trayectoria de lo más interesante. Y que me aspen, pero Abascal merecía muchísima más fama, por todo su potencial artístico, que la sosainas de Clara Lago, Ya está, lo he dicho. Con razón mi pareja está cinematográficamente enamorado de esta tía, no me extraña, jajaja.

    1. Estamos hablando de un director que llegó a obtener el Oso de Oro en Berlín por Las palabras de Max (en un tiempo en que el cine español era bien recibido y aplaudido en los festivales de clase A, no como ahora, excepto en San Sebastián, claro, que tiene que cubrir la cuota correspondiente porque para eso se paga). Sin embargo, salvo repuntes esporádicos, la realidad es que Martínez-Lázaro se ha «Colomizado», es decir, que ha terminado por ser otro Fernando Colomo (otro que tal, porque eso de la «nueva comedia madrileña» de finales de los 70 y principios de los 80 es una factoría de bodrios como catedrales). Son más los títulos a descartar de su filmografía que los que merece la pena conservar, pero entre estos, hay algunos muy buenos. La voz de su amo es, probablemente, la mejor película de este director; no entiendo cómo se aplauden tanto otros títulos suyos, ni tampoco por qué esa cosa absurda y ramplona llamada Amo tu carma rica tiene tanto predicamento entre la crítica. Si observas el resto de su filmografía, salvo excepciones como Carreteras secundarias, se aproxima más al universo Colomo que a sus mejores títulos. En cuanto a La voz de su amo, está construida (para bien) a base de referencias clásicas, herencias, homenajes y guiños. Los actores están estupendos (salvo algún exceso de naturalismo en algunos secundarios y excepto Almeida, que no sé si es la elección más adecuada para el papel), y el guion, aunque esté escrito a base de referentes, está muy cuidado en estructura, personajes, diálogos y, lo que es más importante, equilibrado dramática y moralmente, lleno de contradicciones y complejidades, para nada maniqueo o pueril. Un ejemplo: mencionas Vértigo… Pero es que, además de los créditos iniciales, toda la primera secuencia de seguimiento es un «Vértigo a la vasca», jejeje.

      Es un clásico del cine español a reivindicar y conservar.

      Muchas gracias, como siempre. Saludos!!

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