Música para una banda sonora vital – Haz conmigo lo que quieras (Ramón de España, 2003)

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El extraño pero estimulante debut en la dirección de Ramón de España, a pesar de su irregularidad, resulta estimable gracias a las magníficas interpretaciones de Ingrid Rubio, Emilio Gutiérrez Caba y Alberto San Juan, y a un puñado de momentos verdaderamente estupendos en la combinación que su guión, escrito por el director a partir de un hecho real, hace del costumbrismo de inicios del siglo XXI y de un relato social de tintes negruzcos. Los altibajos narrativos y la diferencia de calidad en los intérpretes vienen superados por una historia que nunca pierde interés, la de Néstor, un pastelero viudo que se encapricha de Maribel, la hija de su asistenta, la cual a su vez solo piensa en ganarse la vida en el gabinete de sadomasoquismo que regenta su hermana y que se enamora de Manolo, un joven que trabaja como perseguidor de morosos a la espera de un golpe de suerte que le cambie la vida: la oferta de matrimonio que plantea Néstor a Maribel y, en caso de aceptar, la sustanciosa herencia que ella recibiría cuando su marido fallezca.

A pesar de desarrollarse entre Mataró y Barcelona, la música flamenca cobra buena parte del protagonismo en la banda sonora, en especial en el cierre, con el «mítico» Se acabó de María Jiménez.

Música para una banda sonora vital – El otro lado de la cama (Emilio Martínez-Lázaro, 2002)

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Emilio Martínez-Lázaro es un director con suerte. Consigue que películas ligeras, presuntas comedias extraídas directamente del imaginario de las teleseries de enredos amorosos entre teintañeros que hacen de veinteañeros, asciendan a lo más alto de la taquilla. Esto, que puede parecer una virtud, en realidad no lo es (exceptuando los bolsillos directamente beneficiados en el empeño), puesto que el mecanismo para la obtención de este éxito, que ha generado el correspondiente fenónemo de emulación, no es otro que el despojo de toda exigencia argumental mínimamente compleja, reduciéndolo todo al humor de trazo grueso, los chistes sexistas, las situaciones burdas y una más que preocupante falta de ingenio humorístico. Televisión pura, vaya.

En este caso, las cuitas amoroso-sexuales de los protagonistas, por si fuera poco, toman la forma de musical, acompañadas de la partitura y las canciones compuestas por Roque Baños, y además, por lamentables versiones de temas muy populares del rock y el pop nacionales perpetradas por los propios intérpretes como sus facultades músico-vocales les han permitido hacerlo. Así, clásicos de Tequila y Los Rodríguez o Coz se ven traducidos a las voces de Ernesto Alterio o Alberto San Juan, entre otros. En fin. La más penosa, por antitética respecto a la original (de rumbita no se sabe a muy bien qué), es quizá Echo de menos, de Kiko Veneno, temazo redondo que en la película descuartizan sin miramiento. Mejor nos quedamos con la buena, que es muy buena. Esperamos que al gran Veneno al menos le compensara económicamente.

Diálogos de celuloide – Días de fútbol

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CHARLY: Estás tranquilamente cenando en el restaurante. Que no se te note que te la quieres follar, porque como se te note, no te la follas en la vida […]. Pide vino.
JORGE: ¿Qué le digo?
CHARLY: Que beba…

(…)

BÁRBARA: Jorge, cállate. Llevas toda la noche diciéndome gilipolleces. Mira, Jorge, yo soy una mujer. Mírame. Tengo un par de tetas que, por cierto, ya no sé dónde subírmelas para que me las mires. Tú eres un hombre con tus cositas. Pues ya está: disfrutemos, juguemos. Jorge, no sé por qué fenómeno extraño tú me pones muy cachonda. Quiero follar contigo. ¿Tú quieres follar conmigo?

Días de fútbol. David Serrano (2003).