Diálogos de celuloide – El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001)

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¿Pero qué le va a decir? ¿Lo del discernimiento a un hombre que sigue enamorado después de cuarenta y cuatro años? Honestamente padre, ¿usted cree que las siete parejas que se vienen a casar aquí por sábado tienen discernimiento? ¿No le dan ganas de decir a veces: “No chico, tu pareja no es lo maravillosa que vos crees que es”, “este tiene una cara de chanta infernal”, “ella no va a ser tan comprensiva dentro de tres años”…? ¿Por qué no me pidieron discernimiento cuando me casé? ¿Sabe la mala sangre que me hubiera ahorrado? No, cuando me casé, víctima del amor, algo con lo que ustedes trafican desde hace dos mil años, me recibieron con los brazos abiertos. Diez años después, en mis cabales y con un discernimiento espantoso, me quise separar y me dijeron “ahora no, ahora no se puede”. ¡Por favor padre! ¿Ahora resulta que para ser católico hay que razonar? Mi mamá no razonaba cuando la bautizaron, pero en ese momento no importó, había que aumentar la clientela. El primero [sacramento] te lo regalan, el segundo te lo venden, y después te borran.

El hijo de la novia. Guión de Juan José Campanella y Fernando Castets.

Música para una banda sonora vital – El otro lado de la cama (Emilio Martínez-Lázaro, 2002)

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Emilio Martínez-Lázaro es un director con suerte. Consigue que películas ligeras, presuntas comedias extraídas directamente del imaginario de las teleseries de enredos amorosos entre teintañeros que hacen de veinteañeros, asciendan a lo más alto de la taquilla. Esto, que puede parecer una virtud, en realidad no lo es (exceptuando los bolsillos directamente beneficiados en el empeño), puesto que el mecanismo para la obtención de este éxito, que ha generado el correspondiente fenónemo de emulación, no es otro que el despojo de toda exigencia argumental mínimamente compleja, reduciéndolo todo al humor de trazo grueso, los chistes sexistas, las situaciones burdas y una más que preocupante falta de ingenio humorístico. Televisión pura, vaya.

En este caso, las cuitas amoroso-sexuales de los protagonistas, por si fuera poco, toman la forma de musical, acompañadas de la partitura y las canciones compuestas por Roque Baños, y además, por lamentables versiones de temas muy populares del rock y el pop nacionales perpetradas por los propios intérpretes como sus facultades músico-vocales les han permitido hacerlo. Así, clásicos de Tequila y Los Rodríguez o Coz se ven traducidos a las voces de Ernesto Alterio o Alberto San Juan, entre otros. En fin. La más penosa, por antitética respecto a la original (de rumbita no se sabe a muy bien qué), es quizá Echo de menos, de Kiko Veneno, temazo redondo que en la película descuartizan sin miramiento. Mejor nos quedamos con la buena, que es muy buena. Esperamos que al gran Veneno al menos le compensara económicamente.

Diálogos de celuloide – Días de fútbol

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CHARLY: Estás tranquilamente cenando en el restaurante. Que no se te note que te la quieres follar, porque como se te note, no te la follas en la vida […]. Pide vino.
JORGE: ¿Qué le digo?
CHARLY: Que beba…

(…)

BÁRBARA: Jorge, cállate. Llevas toda la noche diciéndome gilipolleces. Mira, Jorge, yo soy una mujer. Mírame. Tengo un par de tetas que, por cierto, ya no sé dónde subírmelas para que me las mires. Tú eres un hombre con tus cositas. Pues ya está: disfrutemos, juguemos. Jorge, no sé por qué fenómeno extraño tú me pones muy cachonda. Quiero follar contigo. ¿Tú quieres follar conmigo?

Días de fútbol. David Serrano (2003).