Obra maestra de la comedia: Historias de Filadelfia

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La gran Katharine Hepburn no tenía suerte a finales de los años 30. Las películas en las que intervino durante esos años, exceptuando algunos éxitos como Bringing up baby (La fiera de mi niña, rodada en 1938 por Howard Hawks), fueron estrepitosos fracasos de crítica y público, hasta tal punto que en varias publicaciones especializadas se la empezó a calificar de «veneno para la taquilla». Sin embargo, Kate era una mujer inteligente (Bogart dijo de ella que en su intelecto cabían perfectamente compatibilizadas la «Suma teológica» de Tomás de Aquino y un completo listado de consejos sobre cómo esparcir el abono en un campo), decidida y emprendedora, y cuando las cosas se pusieron mal en el cine, se marchó a Broadway para perfeccionarse como actriz, y de paso, lograr sobre las tablas el reconocimiento que se le estaba negando en el cine.

Durante su paso por Broadway cayó en sus manos una divertida e hilarante comedia escrita por Philip Barry (se dice incluso que, para completar el círculo, Barry pensaba en la Hepburn cuando escribió la obra, y en la imagen poco femenina y mandona que el público se había labrado de ella tras salir por la puerta de atrás y con cajas destempladas de la R.K.O.), The Philadelphia Story vehículo perfecto con el que Kate demostró a los críticos su gran calidad como intérprete, a la vez que lograba el reconocimiento del público neoyorquino. Inmediatamente pensó en que una adaptación a la pantalla de esta comedia le volvería a abrir las puertas del séptimo arte, y no se equivocó. Adquirió los derechos y entró en contacto con su amigo George Cukor, que trabajaba entonces como director en la Metro Goldwyn Mayer. A Cukor le entusiasmaba la obra y el contar con la Hepburn como protagonista, pero la Metro ponía reticencias a que Kate representara el papel, dados sus últimos fiascos en la taquilla. Sin embargo, como dueña de los derechos, ella fue intransigente en cuanto a la adjudicación del papel protagonista. Aceptada finalmente por la productora, se designó como encargado de la producción a un escritor, dramaturgo, director y escritor de diálogos de primera, Joseph L. Mankiewicz, que supo darle a la adaptación una vida propia lejos de la obra de Broadway. Por último, Kate quiso imponer al dúo masculino que la acompañaría en la pantalla: Spencer Tracy (ya apuntaba Kate hacia él) y Clark Gable. Su elevado caché y sus agendas tan abarrotadas de proyectos les impidieron firmar por la película. Finalmente, le ofrecieron a Kate una alternativa: Cary Grant y James Stewart. El cambio no salió nada mal.

La película, magistralmente adaptada a la pantalla por Cukor, director exquisito, contiene escenas maravillosas, ya apuntadas en el furibundo principio.

El hilo principal de la trama es precisamente ése, el rencor, el resentimiento mutuos (y los rescoldos de amor que se filtran en ellos) cuando Tracy, hija de una rica familia de la ciudad, una vez divorciada de Dexter, vividor sin oficio ni beneficio, un niño grande, planea contraer nuevo matrimonio con un tipo rico, y sin embargo, gris, oscuro, triste. En un giro precursor de lo que nos ha tocado vivir, Dexter se planta en casa de Tracy con dos periodistas, Mike y Liz, que acuden para informar de la correspondiente noticia en los ecos de sociedad, y que formarán parte del subsiguiente desaguisado con una intervención muy activa, decisiva, logrando que lo que termina sucediendo en la película, como puede pensarse desde el principio, sea muy diferente a lo esperado. Los diálogos son fantásticos, ácidos y agudos, y la conjunción de personajes tan variopintos, cada uno con sus intereses o ansias de tipo amoroso, provocarán un ir y venir constante en el que el ritmo frenético y el humor que destilan las conversaciones y situaciones entre los personajes dejan un poso amable, gratificante, como no puede ser de otra manera con este clásico de clásicos.

Pero el gran éxito de la película es el de Kate, que logra asentarse como actriz cómica con una actuación soberbia, en la que además alterna momentos hilarantes con un rictus de auténtica y vulnerable sensibilidad. Su gran acierto fue sacar partido de la fama que había adquirido entre el público para dotar a su personaje precisamente de todos aquellos tópicos que giraban sobre ella, es decir, como si constituyera una parodia de sí misma ante todos, como si reconociera su imagen pública negativa y propusiera al público su redención por medio de la puesta en la pantalla de sus defectos, lo cual generó en el público un sentimiento de perdón instantáneo a una mujer hermosa, incomprendida, infeliz, perdón que no sólo se limitó al personaje, sino que la incluyó a ella como actriz. Toda esta combinación, unida a un guión que además de frases de comedia esconde abundantes diálogos sobre cuestiones sociales importantes en 1940, convirtieron la película en un enorme éxito que, en 1956, con Bing Crosby, Frank Sinatra y Grace Kelly en el reparto, y con números musicales incluidos, dio a luz el remake Alta sociedad. Para mí, no hay color. Me quedo con Kate. Siempre.

22 comentarios sobre “Obra maestra de la comedia: Historias de Filadelfia

  1. Que decir de esta tremenda obra maestra, básicamente lo que has comentado tu, una de las mejores comedias de la historia del cine sin despeinarse. Aunque…yo no siempre me quedo con Kate,jeje
    un saludo

  2. Creo que ya te he dicho alguna vez que adoro a la Hepburn..maravillosa.
    Una gran comedia si señor. Hacer reír sin ofender, de forma inteligente, sana, …creo que la he visto mil veces pero no me canso nunca.
    No sabía que se habían barajado a Spencer Tracy (¡ay el amor!)y Clark Gable..no sé que hubiera resultado (supongo que bien también, creo que sí)pero los «sustitutos» son de primera. Si señor.
    Abrazos.

  3. Pues sí Iván, yo me quedo con Kate, forever. Sólo le sería infiel con Ingrid Bergman.
    La película genial. Un tipo curioso, Cukor, hablaremos de él algún día.
    Saludos

    Inma, seguramente la agresión del principio de la película sería imposible de filmar ahora (el público es menos maduro y todo se saca de quicio). Fíjate lo pronto que Kate le había echado el ojo al amigo Spencer…
    Nunca sabremos qué hubiera resultado si la Hepburn se hubiese salido con la suya en cuanto al reparto, pero seguro que mal no hubiera quedado.
    Besos

  4. En mi casa ha habido veces que se ha película se ha visto continuamente. Es una de nuestras prefereridas, sobre todo de Fernando. Es sencillamente una genialidad. Las firmas que la llevaron a buen puerto no son nada desdeñables, no señor. Y los actores consiguen una relación alquímica en sus interpretaciones como pocas veces se ven, de principio a fin. Muchas veces me he preguntado como surgen tantos momentos espléndidos de guión y de cámara sobre una línea argumental bastante tópica. Y es por que el tema del amor, los celos, las revanchas dan para un montón de buenísima situaciones. Aquí además de todo lo que has contado sobre Kate Hepburn, creo que destaca la parodia inconmensurable de las costumbres de la alta burguesía americana. En este orden, hay momentos inolvidables.

    La Hepburn es también para mi historia aparte. Me «sulivella».

  5. Pues mira que creo que esa «agresión» del comienzo se minimiza con la caída tan teatral de Kate..pero bueno, vamos a dejarlo estar por si acaso. Que el tema es chungo, si.
    En cualquier caso he de decir que, como mujer, esa escena no me parece ni mucho menos una ofensa.
    Besos again.

  6. Pues yo pienso lo mismo, Inma, pero en esta época, en lo que todo se trata desde el prisma de lo políticamente, no ya correcto, sino admitido, le caerían chuzos de punta si no expresara una condena inmediata o si no incluyera un letrero que advirtiera, como con los animales, «ninguna actriz participante en escenas violentas ha sufrido maltrato». En fin.

    Eryx Bronte, una película que es como de la familia.

    Besos y abrazos respectivos

  7. Lucía, «La fiera de mi niña» es fenomenal. A mí me chiflan las películas en las que todos están como un cencerro… También tiene un remake más moderno. Prescindible.
    Besos

    Minerva, ya no hay obras de teatro como esas, ni directores como Cukor, ni actores ni actrices como aquellos. Ahora la película tendría bastante sexo, un par de persecuciones, y probablemente fuera un pastel almibarado intragable.
    Abrazos

  8. es para mi una de las joyas guardadas en mi memoria…creo que es la película que más veces he visto junto con Casablanca…la que nunca me cansa…la que más me ha hecho reír…abrazos.

  9. Ya lo sé, ya, Fernando. Me acordé de ti cuando preparaba el post.
    Sin duda, una verdadera obra capital del cine de comedia, historia pura del cine clásico, quizá injustamente tratada por algunas antologías cinematográficas (no tanto por la película en sí, sino por su director, al que hay sectores que todavía no le perdonan su homosexualidad).
    Un abrazo

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