Diálogos de celuloide – El estado de la Unión (State of the Union, Frank Capra, 1948)

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La Casa Blanca, la Casa Blanca, qué conmovedor… Imagínese: todos los presidentes desde John Adams han ocupado ese noble edificio.

– Hay que pintarlo.

– ¿Pero qué está diciendo?

– Que necesita pintura.

– ¿Necesita pintura? Oh, amigo, eso sería un verdadero sacrilegio. ¿Qué colores añadiría a una auténtica puesta de sol, al frío y verde mar o al azul del firmamento? ¿Necesita maquillaje la Estatua de la Libertad? ¿Sabe usted, amigo mío, quién vive en esa histórica mansión?

– Sí. El espíritu de todos aquellos que lucharon por la dignidad humana: Moisés, Buda, Confucio, San Juan, San Pablo, San Francisco, San Agustín, Roger Bacon, Juana de Arco, Martín Lutero, Platón, Homero, Dante, Shakespeare, Miguel Ángel, Pasteur, Newton, Galileo, Edison, Washington, Milton, Jefferson, Lincoln, Roosevelt, Garibaldi, y miles y miles de nombres… Los mártires, los santos y los poetas, civilizaciones pasadas y presentes, el Hombre y toda la historia de su discutida evolución, Einstein y su angustiosa búsqueda de Dios, todos ellos viven en esa noble mansión pero yo insisto en que necesita pintura.

– Señor, ¿puedo invitarle a un vaso de cerveza?

– Una buena idea.

State of the Union. Frank Capra (1948).

8 comentarios sobre “Diálogos de celuloide – El estado de la Unión (State of the Union, Frank Capra, 1948)

  1. Esto trae a colación mi reseña sobre Hola, América de Ballard. Unos tipos han cruzado el desierto y descansan dentro de la sala oval,agrietada y llena de lagartijas. Un personaje del grupo se sienta en el sofá donde pusieron los culos americanos los últimos presidentes. Levanta una de sus nalgas y aprieta. El pedo levanta una nubecilla de polvo. «Las lagartijas ni se inmutaron».

    Reivindico todavía muchas cosas buenas del bueno de Capra.

    Abrazos,mil

    1. Capra es muy reivindicable por muchas cosas, pero no, precisamente, por su complaciente visión «política» de EE.UU. Azucarada, edulcorada, llorica. Es un gran cineasta, en cambio, cuando se suelta la melena.

      Y qué decir del pedo… Eso sí que es un argumento bien gráfico. ¿Qué diría Capra?

      Abrazos

  2. Ahí tocas un tema la mar de interesante. Creo que un artista no debería nunca tocar el tema de la política y los ejemplos que te diré son muy significativos. Creo que un artista (el de verdad) no está dotado para ello. Si hacemos un repaso a lo largo de la historia y por diversas ramas del saber lo veremos de inmediato. El recientemente fallecido García Márquez (ahora todo el mundo anda diciendo «Gabo») gran escritor pero lamentable respecto a sus devaneos políticos (Fidel Castro). Julio Cortázar se le aprecia ahora mejor porque sus cagadas políticas las ha borrado el tiempo. Vargas Llosa, otro gran escritor y ya ves lo que hizo en Perú cuando quiso ser presidente. Amigo personal de la Thatcher. Sartre; magnífico escritor,grandísimo pensador, estupendo dramaturgo. Lo que más me gustaba de él era cuando se reía de los nacionalismos (que yo tanto detesto), pero si repasamos su vida optó a menudo por vericuetos políticos que no estaban a la altura del gran pensador. Camus lo mismo. Knut Hamsun afiliado al partido nazi. Suerte que en su gran obra no hay nada de toda esa mierda. Pero ahí está la mancha. Louis-Ferdinand Céline;radical antisemita y gracias hacia el nazismo. Por suerte, no hay nada de esto en su obra. Pero ahí está lo otro. Borges declaró un día que los negros eran seres inferiores. ¡Borges! Pero no hay nada de esto en su obra. Un talento como el de Borges y declarando esa bestialidad. Martin Heidegger,genial filósofo alemán de cuyo Ser y Tiempo es de lectura obligatoria y lo digo muy en serio si queremos entender algo de nuestra contemporaneidad de mierda. Pues bien, va el chico y se pone de lado de los nazis. Suerte que en su obra no hay nada de esto. Y aquí no hablo ni de cineastas,ni de cantantes ni de poetas. ¿Qué le pasó al gran poeta Ezra Pound? Suerte que en sus poemas no hay nada de su simpatía al partido nazi. ¿Lo hizo solo para provocar? Seguro. Pero eso no debe hacerse ni de coña. En fin. Hoy tenemos un eterno discurso reduccionista respecto a todo esto y más, mucho más. Tema peliagudo, a veces manipulado por los fanáticos de la contra, a veces, o siempre, es la ignorancia general y particular.

    Más abrazos

    1. Bueno, yo creo que todo lo que un artista produce es susceptible de una mirada política, desde un cuadro de Goya («La familia de Carlos IV», por ejemplo) a una película de Ford («No eran imprescindibles», sin ir más lejos; un tipo que financió al IRA, grupo terrorista, toda su vida…). Otra cosa son las afinidades políticas de tal o cual autor, que pueden explicar total o parcialmente su obra, pero que no me interesan especialmente al margen de ello (como no me interesa su vida sentimental, o sexual, si no forma parte de su arte), y otra muy distinta cuando explícitamente se crean obras políticas. Capra me gusta mucho cuando hace cine; cuando hace cine con intenciones políticas no me gusta tanto, especialmente porque no hace política, sino propaganda.

      Una joya de comentario, amigo. Eso compensa lo del pato y lo de Miliki…

      Abrazos

  3. … Guau genial debate el aquí planteado (de acuerdo Alfredo con que el comentario de Francisco es para leerlo despacio y muy pero que muy interesante).

    Lo primero es que yo también me uno y canto alabanzas a Frank Capra… más controvertido y complejo de lo que parece a simple vista.

    El diálogo no tiene desperdicio… Pintura y cerveza…

    Cine y política, tema complejo. ¿Se puede hacer cine político sin que sea propagandístico? ¿Una película propagandística puede tener calidad…? Joder, ahí hay tema para rato. Por ejemplo, siempre he defendido JUAN NADIE, me parece buen cine político donde Frank Capra realiza una buena reflexión sobre la facilidad con la que puede instalarse el fascismo… SI nos vamos a ejemplos más contemporáneos: cineastas como Jafar Panahi realizan un cine político y además son perseguidos por ello. Sus películas son puro cine pero también muestran una situación social y política de manera sutil y sencilla… y son silenciados. El otro día, como pudiste leer, vi Vida y muerte del coronel Blimp que en manos de otros creadores hubiese sido cine propagandístico, sin valor alguno, y sin embargo no se queda en simplemente propaganda. Otro cine político interesantísimo para analizar y estudiar es el cine mudo soviético. A veces no hace falta tocar directamente temas políticos para hacer un cine político… Y eso se ve cuando en las dictaduras de las primeras cosas que se destruyen (a parte de la literatura…) es el cine que se estaba realizando… En fin que es un tema apasionannnnteeee.

    Besos
    Hildy

    1. Esa era la intención de traer aquí este diálogo, una Casa Blanca que necesita pintura y unos tipos que se convidan a cervezas para hablar de ello. Digamos que hay que relativizar la política porque si no acaba contigo…

      El cine político puede tener calidad (Costa-Gavras, Pontecorvo, Stone -a veces-…) pero no así el propagandístico. La diferencia entre ambos, para mí, es que mientras el político presenta unos hechos que proporcionan una interpretación política, el propagandístico parte de una interpretación política que le interesa vender para escoger los hechos que le resultan útiles y obviar otros. Bueno, más o menos como los medios de (des)información de hoy. El problema es si das el salto al panfleto o conservas el rigor y cierta objetividad, es decir, no callarse nada, aunque luego le des el prisma que te interese. Es la misma diferencia que hay entre interpretar y mentir.

      Para mí, el problema de Capra es que muchas veces incide en ese panfleto, y lo reboza de sensiblería, lugares comunes y cantos vacíos a un patriotismo demasiado barato que no muestra la realidad completa de las cosas. Y aunque su voluntad pueda ser combatir el fascismo, la sensiblería patriótica y el adocenamiento de la masa alrededor de lugares comunes patrioteros es otra de sus puertas de entrada, y no menor. Capra no me parece sospechoso de ello (se las vio con McCarthy y los suyos, como bien sabes, y eso provocó un cambio en él no demasiado encomiable, por cierto), pero sí es «víctima» de ese poso de la sociedad norteamericana conservadora que tan próxima está a él en algunas cosas, y que lo mismo está tras el imperialismo que tras el culto a las armas, así como al hecho de que tantos nazis fueran salvados por los EE.UU. para trabajar a su favor. Esta dualidad esencial norteamericana está en su propio origen y continúa hoy: los tipos que redactaron la Declaración de Derechos de Virginia y la Declaración de Independencia tenían esclavos. Pues en Capra veo esa misma contradicción.

      El cineasta iraní que comentas, creo que es un caso aparte: en regímenes puramente totalitarios cualquier cosa, hasta la más nimia, es política. No se trata de ideologías, sino de formas globales de concebir la vida, y todo lo que se sale de ella es censurable. El cine es un arma muy poderosa, como los políticos aprendieron muy pronto, y su control por las dictaduras y las democracias capitalistas es esencial. La primera lo intenta a través de la represión; las segundas, a través del infantilismo y la desustancialidad de las películas (animación, superhéroes, comedias románticas de quinceañeros gilipollescos, apellidos vascos y un largo etc…). Lo mismo, pero más sutil.

      Besos

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