La tienda de los horrores: Rápida y mortal

Y nunca mejor dicho. Nos referimos a lo de mortal… Porque lo es, y de necesidad, situarse ante este truñowestern dirigido, más o menos, por Sam Raimi. Ya advertimos en su día que Raimi, consagrado por la serie B gracias a sus «comedias» de terror Posesión infernal y El ejército de las tinieblas, entre otras, y perdido en la nada de la saga Spiderman, aparecería tarde o temprano en esta sección por méritos propios, y lo hace por la puerta grande. Y, una vez más, aunque falte su partenaire habitual, de la mano de Russell Crowe, quien se convirtiera en rostro reconocible en el cine americano en aquel 1995, el año de su desembarco, gracias a su participación en esta cosa junto a un impresionante reparto -de nombres- para una historia que bien valdría la tortura del guionista responsable, un tal Simon Moore cuya manicura y depilación, si hubiera justicia, sería encargada a una muchedumbre de tiburones blancos.

En fin. Sharon Stone (otra habitual de este peldaño del blog) es Ellen, una atractiva y misteriosa joven vestida de pistolero (uniforme que, tras meticulosa consulta con un buen número de congéneres masculinos, por lo visto pone farruco al personal de ese género) que llega a un pueblo del oeste para inscribirse en la competición definitiva de duelos. Vamos, que los pistoleros más famosos del oeste, ouh yeah, organizan su propio Mundial para zurrarse la badana a plomadas y que, como en Los inmortales, sólo pueda quedar uno. Claro, la chorrada es de espanto, así como la ausencia de míticas figuras históricas o cinematográficas que bien les hubieran dado p’al pelo a toda esta panda de indocumentados. Pero bueno, allí anda la buena de Ellen calentando al personal mientras menea las caderas adornadas con sus revólveres, y entra en contacto con el resto de merluzos que se citan para la ocasión. Entre ellos, Herod (Gene Hackman; sí, Gene Hackman. ¿Que qué narices está haciendo aquí? Pues ni él mismo puede que lo supiera…), el mandamás del lugar, que rige a golpe de pistolón los destinos del pueblo, un niñato pedorro de lo más antipático (Leonardo DiCaprio, especializado por entonces en niñatos pedorros, no como ahora, estupendo recreador de adultos pedorros), y un extraño predicador de la no violencia (Crowe, que ya sabía poner la única cara que sabe poner), que, claro, fornica oportunamente con la guapa.

El caso es que, como en el circo romano, en los toros o en el fútbol, la gente en la ciudad hace corrillo alrededor de los que van a ajustarse las cuentas a tiro limpio por una bolsa de dinero, jalean, vitorean, aplauden y apuestan mientras, por parejas, los matones van clasificándose para la siguiente ronda (sí, si hubiera alguno español seguramente lo matarían en cuartos de final) con el envío de sus rivales a un cajón de pino. Este absurdo y ridículo paraíso del enterrador sirve, en cambio, para que Ellen encuentre el vehículo de una venganza personal que es el verdadero motivo por el que se encuentra allí entre tanto varón sudoroso, guarrindongo, polvoriento y, cuando sale ella, palote. Vamos, que el argumento es una idiotez difícilmente igualable.

La cuestión es que Raimi intenta traducir al western su tendencia a los efectismos visuales y a la caricatura de los personajes, construye un folletín repetitivo hasta la saciedad en los ciento cinco largos, larguísimos, minutos de duración, con un gusto excesivo, obsesivo, machacón, por los vértigos del cine de acción y las maneras del videoclip (angulaciones «exóticas», primeros planos innecesarios, mal compuestos y peor colocados) y cayendo uno tras otro en todos y cada uno de los tópicos del peor western, desde las clásicas escenas de duelo hasta en la presunta trascendencia de unas frases de guión de lo más risibles, pasando por la idea de venganza por un hecho del pasado o la mutación del ser no violento, contenido y racional en la bestia parda del revólver que no deja títere con cabeza, además de las habituales acrobacias manuales para enfundar y desenfundar de toda esta morralla de palurdos armados. El reparto, única virtud de este petardo, está tan infrautilizado que son las apariciones de Gary Sinise (estimable actor, aún mejor director) y del clásico Woody Strode (el actor negro fordiano por excelencia) las únicas alegrías que el filme proporciona en ese aspecto.

Ridícula, boba, alucinógena, arquetípica, infantil, supone hora y tres cuartos de pasatiempo (que no entretenimiento) para encefalogramas planos. Especialmente el guión sería digno de estudio: probablemente es la historia más plana y tonta jamás escrita. Un western rebozado de cómic que provocaría la sarna tanto de los clásicos Ford, Hawks, Mann o Hathaway como de los Leone, Siegel o Eastwood. Eso sí, a Tarantino posiblemente le guste y esté pensando en un remake protagonizado por chicas en bikini… Ya se sabe el gusto que tiene por el subcine de tercera división.

Acusados: todos
Atenuantes: Woody Strode
Agravantes: la penosa dirección de Raimi
Condena: culpables
Sentencia: supositorios de plomo con punta explosiva para todos

15 comentarios sobre “La tienda de los horrores: Rápida y mortal

  1. BAndidas, ésta otra…todas a la Tienda. Las feministas radicales y poco inteligentes te van a linchar. Sugiero que vayas armado, forastero.

  2. Esa película es del género consumo para realizar la digestión y echar una buena siestecilla a medio día. Peli para abrir y cerrar los ojos de vez en cuando y sentir que nada te has perdido, incluso, adornarla con ensoñaciones mientras cierras los ojos y no estás ni dormido ni despierto. No recuerdo el personaje de Gary Sinise (quizá en ese momento estaba con los ojos cerrados). Mi lanza se la echo a Leonardo DiCaprio que a mí, particularmente, es un actor que me gusta mucho así como la filmografía que se está construyendo. Sus ‘adultos pedorros’ me llegan y enganchan, ¿seré una pedorra adulta?
    Besos
    Hildy

  3. Pues de esta me libré por casualidad, porque confieso que sentí verdadera curiosidad por verla; al fin pasó su estreno y un buen día me apareció -creo que casi al final- en A3 y entre que me quedé pasmado por la forma de filmar de Raimi y los anuncios que iban a llegar, opté por abandonar.

    Compruebo, leyendo tu catilinaria, que mis escasos esfuerzos por verla han sido inspirados por mi hada madrina.

    Eso sí: me he caído de la silla dos veces leyendo tus embates y mandobles a distro y siniestro: está clarísimo que te has quedado a gusto, pero, como anticipa Carlos, mejor que te busques una buena coraza para ir a por el pan, porque la lista de fanáticos que puedes llegar a provocar no cabe en un espacio tan corto como éste, empezando por la invectiva futbolera que, además, denota una redacción temprana… 😉

    Saludos sabatinos.

  4. ¿Alucinójena? jejeje. Teniendo pendientes tantísimas obras maestras del western cómo perder el tiempo en este truño, más aún tras tan exhaustivo análisis ¿o debiera decir descuartizamiento?. Me ha gustadoe esta «carnicería». Sigue así. Un abrazo.

  5. Qué pena, compa Alfredo, una de mis pelis favoritas de todos los tiempos… Chistes malos aparte (no la he visto, y después de leer tu cariñosa reseña, como que va a estar complicadillo…), a mí Raimi siempre me ha parecido un director interesante, pero, además de con sus altibajos, con cierta tendencia al efectismo (salvo en Un plan sencillo, una peli más que estimable). Más ingenio que talento, quizá. Así que nada, lo casamos con Tarantino y los mandamos de luna de miel a una isla de la Micronesia (allí sí que tiene que haber pelis raras…).

    Un fuerte abrazo y buen fin de semana.

  6. Querido Carlos, la gente radical y poco inteligente, feminista o no, me importa un bledo. Este cine se hace para ellos, al fin y al cabo.

    En absoluto, mi querida Hildy. Sin embargo, creo que DiCaprio es el tipo más sobrevalorado del mundo, y esa filmografía que se está construyendo tiene más oscuros que claros. Personalmente, sólo en «Revolutionary road» me ha parecido realmente un actor. No sólo posee un físico inadecuado para casi todo, lo que suele provocar errores monumentales de casting, sino que su lenguaje facial, gestual y corporal es inexistente. Este hombre jamás podría protagonizar algo mudo.
    Besos

    Vuelves a estar de suerte, mi querido Josep, mucho más que yo…
    Yo es que lo del Mundial, como tantas otras cosas, lo sufro por anticipado.
    Saludos

    Es que, Marcos, no puedes creer cuando lo ves que esto es verdad; inmediatamente piensas en que has fumado algo sin querer, que has vuelto a darle al bourbon o que te has tomado doble ración de pastillas.
    Un abrazo.

    Ya lo siento, Larraz. Lo malo es que no hay folleto que avise de las contraindicaciones.

    Menos mal que es un chiste, Manuel, que menudo susto que me ha dado empezar a leerte… Oye, pero con unas birritas y algo de comer, entre amigos gustosos del cachondeo, te lo puedes pasar bomba con lo mala que es, de verdad.
    «Un plan sencillo» ya la recogimos aquí hace poco y es realmente lo mejor que ha hecho. Quizá debería dedicarse a la tele.
    Abrazos.

  7. Esta vez la condena es justa, muy justa… Y entiendo que a alguno le pueda bastar con ver a la Stone, o al Dicaprio, pero… ¿pagar el precio de ver esta peli? jurlrjrlrjuj
    Besos

  8. Esta la vi en la tele y apenas recuerdo nada del argumento. Sólo que salía la Stone haciendo el tonto vestida de pistolero/a de carnaval, como muy bien describes en tu entrada, y poco más. Merece la sentencia que propones. Me ha gustado lo de la manicura y depilación hecha por tiburones blancos, jejeje.
    De Gene Hackman no me acuerdo. Se ve que cuando salió él, ya se me había puesto el cerebro en modo «ahorro de energía».
    Por cierto, Woody Strode es el de Espartaco, ¿no? ¡Qué tristeza para él, verse en semejante bodrio después de haber conocido tiempos mejores!
    Saludos

  9. Buenísimo el post 39, yo también me he caido de la silla varias veces mientras lo leía, tronchada de la risa.
    Creo que una vez en la tele vi como un minuto, trece segundos, o algo así, debí desmayarme toa. Totalmente de acuerdo con la sentencia.
    Abrazos de domingo «a la parrilla».

  10. Pues fíjate, Ana, que yo creo que me he quedado hasta corto.
    Besos.

    Exacto, ése es Strode. Aunque yo prefiero recordarlo en las cintas de Ford o en el comienzo de «Hasta que llegó su hora», de Leone.
    Saludos.

    Gracias, Gema. Si viste 1:13′ ya viste demasiado…
    Abrazos.

  11. No estoy de acuerdo, Alfredo. Esta película es una obra maestra del séptimo arte!!! Qué movimientos de cámara de Sam Raimi. Qué interpretaciones. Ese duelo paterno-filial entre Hackman y Di Caprio. Esa recreación del western. Esos homenajes a Sergio Leone.

    Y ahora en serio… Esta película es mala hasta decir basta. Mala, mala, mala. La estuve viendo a trozos un día por la tele porque no la soportaba mucho rato de seguido. ¡Qué paguen dinero por ¿guiones? como esto! Y en lo demás estoy contigo.
    Una tontería a la que le has dedicado más espacio del que se merecía.

  12. Esta película es buenísima, no se que carajo le gustara a ustedes, españoles boludos y muertos de hambre, que critican todo, AGUANTE RAPIDA Y MORTAL! ESPAÑOLES SALGAN DE LA CRISIS ANTES DE CRITICAR, PUTOS!

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