Música para una banda sonora vital: Instinto básico (Basic Instinct, Paul Verhoeven, 1992)

 

Jerry Goldsmith pone la banda sonora de este pelotazo de taquilla, tan cuidado en su acabado formal como tramposo y manipulador es el cotizadísimo guion (el mejor pagado hasta entonces) de Joe Eszterhas, que a estas alturas es ya un icono del cine gracias a un punzón de hielo y al famoso cruce de piernas de Sharon Stone, a la que, tras una carrera más bien discreta, convirtió automáticamente en estrella mediática rápidamente consumida. Controvertida y dudosa, resultona y nada fácil (quien piense lo contrario, que le eche un ojo a su secuela, una de las peores de todos los tiempos) combinación de inquietud, suspense, morbo sexual e intriga que alcanza su extensión natural en la partitura de Goldsmith, un clásico de las bandas sonoras de los noventa.

 

Música para una banda sonora vital: Hoosiers, más que ídolos (Hoosiers, David Anspaugh, 1986)

Tópica y típica historia de superación personal, y de grupo, enmarcada en el mundo del baloncesto estadounidense no profesional de la década prodigiosa de los cincuenta, la mejor baza de esta cinta es un trío protagonista (Gene Hackman, Barbara Hershey y Dennis Hopper), que se mueve con solvencia y mucho carisma entre las costuras de un argumento que parte del lugar común afín al western (un extraño cuya inmersión en un círculo cerrado local despierta suspicacias, celos, envidias y odios) en dirección hacia el hallazgo de la redención personal de un pasado atormentado y el redescubrimiento del orgullo y la autoestima de una comunidad venida a menos. Héroes domésticos ordinarios y cultura de la victoria, valores muy americanos que recrea y refuerza la banda sonora compuesta por Jerry Goldsmith.

Un plan sencillo o el peligro de la tentación

Quien escribe confiesa que removió la filmografía de Sam Raimi en busca de cualquiera de sus bodrios de terror o petardos de Spiderman con que nutrir la tienda de los horrores, sección en la que masacramos las indignidades que hoy en día se ruedan, pero que, al recordar Un plan sencillo, cinta de 1998 protagonizada por Bill Paxton, Billy Bob Thronton y Bridget Fonda, con diferencia lo mejor de Raimi tras la cámara, descartó por el momento hacer mofa de sus acostumbrados subproductos y recoger lo mejor de su dedicación a esto del celuloide. Aunque que conste en acta que sólo se trata de un aplazamiento y que volveremos sobre él.

Un plan sencillo es una película pequeña de estética televisiva. No destaca por el uso de la cámara, ni por el empleo de efectos visuales o por una fotografía reseñable. Al contrario, lo mismo que sucede con los dramas rodados para televisión que algunos canales españoles insisten en endilgarnos en las sobremesas de los fines de semana, está extraña y casi totalmente desprovista de ese lenguaje audiovisual que entendemos propio del cine. Dicho en plata, Raimi no parece hacer otra cosa que colocar la cámara de manera convencional en un lugar todavía más convencional y dejar que los actores pasen delante de ella, molestándose únicamente en mantener con piloto automático las formas que le permiten narrar una historia en clave de suspense, esto es, con muchos planos de detalle que acompañan las pistas esparcidas aquí y allá, los datos ocultos a los personajes y alguna sorpresa de guión. Eso en apariencia porque, con buen criterio, lo que hace Raimi es diluir su labor de dirección en el interés creciente que va adquiriendo la trama con el paso de los minutos, es decir, pasar desapercibido, no molestar, lo cual viniendo de donde viene y yendo a donde iba, el cine de efectismos y de obscena cacharrería que tanto le gusta, es todo un detalle por su parte.

El guión es el principal acierto de la película. Obra de Scott B. Smith y basado en su propia novela, es una historia que recoge buena parte de las motivaciones, situaciones y dilemas que surcan la historia del cine negro, convenientemente actualizadas pero conservando su esencia. Nos encontramos en un pueblo del norte de Estados Unidos, en pleno invierno, un lugar rodeado de bosques y montañas donde abunda la caza y que cuando llegan los fríos se ve sepultado por intensas nevadas hasta el deshielo de la primavera. Hank (Paxton) disfruta de una vida plácida y tranquila: tiene un buen trabajo, vive en un hogar confortable, está felizmente casado (Bridget Fonda) y espera su primer hijo. La vida le sonríe y no le genera complicaciones. Hasta la mañana de caza en que, junto a su hermano (Thornton), un poco lelo, y un amigo de éste, encuentran una avioneta bajo la nieve y, dentro de ella, junto a los restos del piloto, una bolsa de deporte con cuatro millones y medio de dólares. Ahí, tras la esquina de la alegría, empieza el drama.

Porque Hank, hombre recto de reputación intachable y muy considerado en el pueblo, pretende devolverlo, pero su hermano y su amigo no tardan en sentir el aguijón de la avaricia y formular la hipótesis de esconderlo y repartirlo, achacando su aparición a algún negocio sucio ligado al narcotráfico y a la más que improbable reclamación de unos dueños ilegítimos. Continuar leyendo «Un plan sencillo o el peligro de la tentación»