El terror como producto sociológico: Universal horror (Kevin Brownlow, 1998)

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El cine de terror ha gozado de sus mejores momentos siempre como reflejo de un estado sociológico determinado. Al igual que el cine negro clásico no habría podido concebirse en la forma en que hoy lo conocemos sin el efecto que los horrores conocidos durante la Segunda Guerra Mundial tuvieron en los norteamericanos y extranjeros asimilados a Hollywood que la vivieron de cerca ni sin los traumas ligados a las dificultades de readaptación de los ex combatientes a la vida civil, el cine terror en sus diversas formas, el de zombis, por ejemplo, ha disfrutado de sus más prestigiosas y mejores épocas como resultado de conmociones colectivas previas o contemporáneas, como al principio de los años treinta, efecto colateral de los desastres provocados por el crack del veintinueve (con títulos que van desde La legión de los hombres sin almaWhite zombie-, Victor Halperin, 1932, a Yo anduve con un zombiI walked with a zombie-, Jacques Tourneur, 1943), o como plasmación de la ebullición ideológica y social de los años sesenta en Estados Unidos (La noche de los muertos vivientesNight of the living dead-, George A. Romero, estrenada nada menos que en pleno y convulso 68). Los estudios Universal fueron los que con más talento y originalidad capitalizaron este renacido interés por el mundo del terror, legando a la posteridad una imprescindible colección de títulos que no sólo suponen las más altas cimas del género a lo largo de la historia del cine, sino que se han convertido en iconos universales (nunca mejor dicho) que han llegado a menudo a condicionar, como poco estéticamente, pero incluso mucho más allá, los recuerdos y evocaciones que el público ha hecho de aquellos personajes e historias basados en originales literarios que, después de pasar por el filtro del cine, ya no han vuelto a ser lo que fueron, que siempre serán como el cine los dibujó.

El espléndido documental de Kevin Brownlow, Universal horror producción británica de 1998, recorre todo este magnífico periodo de terror cinematográfico desde principios de los años treinta a mediados o finales de los cuarenta, deteniéndose en los antecedentes literarios (Bram Stoker, Mary Shelley, Lord Byron, Edgar Allan Poe, Gaston Leroux, H.G. Wells, etc., etc.), cinematográficos (Rupert Julian y Lon Chaney, Robert Wiene, F. W. Murnau, Fritz Lang, etc., etc.) y sociológicos (el impacto que supusieron los desastres de la Primera Guerra Mundial y el descubrimiento de la muerte violenta de militares e inocentes a gran escala, o incluso los avances médicos que posibilitaron la supervivencia de heridos que en cualquier otro momento histórico previo habrían muerto y que ahora mostraban abiertamente malformaciones, mutilaciones, taras, etc., ante el indisimulado morbo de cierto público) que desembocaron en un interés y una aceptación sin precedentes por las películas de horror, por lo gótico, lo grotesco, lo extraño y extravagante. Igualmente, el documental aborda las figuras de Carl Laemmle, Carl Laemmle Jr. e Irving Thalberg, los valedores industriales de esta nueva corriente, así como por los productos más conocidos y trascendentales del momento, los personajes más importantes (el Golem, Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo, el Hombre Invisible, el Doctor Jeckyll, Mr. Hyde, King Kong, entre muchos otros), los actores que los interpretaron (Lon Chaney, Bela Lugosi, Boris Karloff, Claude Rains, Fredric March, Elsa Lanchester, etc. etc.) y los directores que los hicieron inmortales (Tod Browning, James Whale, Robert y Curt Siodmak, Rouben Mamoulian…), a menudo con testimonios de «primera mano» de hijos, nietos y demás amigos y parientes de los implicados en el cine de aquellos tiempos, o de veteranos actores y escritores (como el caso de Ray Bradbury) fallecido hace unos 2 años, que relatan sus experiencias vitales como espectadores impresionados por aquel cine.

Con un buen ritmo narrativo que logra mantener el interés durante la hora y media de metraje, y con abundancia de imágenes ilustrativas de los argumentos expositivos, tanto de secuencias clave de los propios clásicos cinematográficos que recupera como de material fotográfico de archivo, que recogen la vida en los estudios, los rodajes, la labor de maquillaje, los trabajos de ambientación y puesta en escena, la creación de efectos especiales, o incluso de simpáticas apariciones de actores caracterizados como monstruos en interacción con el personal técnico o los compañeros de reparto (especialmente algunas cómicas apariciones de Karloff, con su maquillaje verde, intentado estrangular a alguien o, sencillamente, tomándose un café), el documental se detiene especialmente en señalar los orígenes literarios de muchas de estas creaciones (incluso a través de secuencias de películas de tema literario referidas a esos momentos, como el film mudo que representa la noche en Villa Diodati en la que Byron y Shelley dieron a luz El vampiro y Frankenstein), los primeros intentos de filmar películas adscritas a este género, tanto en Europa como en Estados Unidos, así como en la divulgación de algunos y muy interesantes trucajes de maquillaje y efectos especiales de aquellos tiempos, sin olvidar, como es lógico en estos casos, un rico anecdotario de sucedidos y fenómenos acaecidos durante la concepción de los distintos proyectos o en el transcurso de los rodajes.

Un magnífico documental para el disfrute de los cinéfilos y de los amantes del género de terror sobrenatural tratado con estilo y sentido (nada de vísceras, de violencia gratuita, del patético recurso a psicópatas de patologías inexplicables), que logra con solvencia sus objetivos primordiales: la mirada nostálgica y sentimental sobre las criaturas y las historias nacidas durante aquel brillante periodo, de tal importancia que han cambiado para siempre la iconografía colectiva sobre este tipo de relatos y personajes, y la reivindicación de la vigencia de aquellas películas como material cinematográfico imperecedero, insuperable, definitivo, en lo que apelar a los temores básicos del ser humano (la soledad, la desaparición, la locura, la muerte por propia mano o por mano ajena, pasados por el tamiz de lo irreal, de lo fantástico), más allá de modas puntuales, se refiere.

10 comentarios sobre “El terror como producto sociológico: Universal horror (Kevin Brownlow, 1998)

  1. «Material cinematográfico imperecedero» Me quedo con esto. Y lo comparto. Gracias!!! Ahora me voy a dormir…quizá sueñe con Elsa Lanchester y su peinado perturbador…(¡parece un Annunaki!) Terrores nocturnos…
    ¡Abrazos!

    1. Te veo poseído por el milenarismo, Marcos, haciendo excursiones para ver las caras de Bélmez, haciendo psicofonías en el baño de tu trabajo, y detectando una conspiración de taxistas, barrenderos y señoras mayores que salen de la peluquería con el pelo violeta para dominar el mundo. En fin, suerte en BCN.
      Abrazos

  2. ¡Qué interesante! A mí me encantan esta películas y la leyenda de ese estudio cinematográfico. Desde el comienzo de los títulos de crédito con ese avioncito que circundaba el globo terráqueo… si es que era todo tan artesanal, todo tan artístico y tan entrañable…y aquellas ambientaciones sombrías y el propio blanco y negro que les quedaba tan bien, algo que en la Hammer lo echo totalmente de menos.
    De las que he visto, yo me quedo con las primeras escenas de La Momia 1932.

    1. ¡Corcho, Carlos! Eres todo un entusiasta de la Universal… Esa que apuntas es magnífica, pero, en realidad, todas lo son. Aquí, hace no mucho, hablamos de «El caserón de las sombras», en la que Melvyn Douglas cantaba, por ejemplo, «Singin’ in the rain» casi veinte años antes de que Gene Kelly lo hciera en «Cantando bajo la lluvia».
      A mí la Hammer también me gusta mucho; es otra cosa, otro concepto, obviamente, pero su tratamiento del color y del espectáculo gótico me resultan muy sugerentes.

  3. ¡Qué ganas de verlo!
    Por cierto ¿sabes qué película no exactamente de terror (más con la ciencia ficción) pero que me sobrecogió y me obsesionó hasta ahora mismito, ja, ja, ja? LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS de Don Siegel… que no es de la UNIVERSAL pero a mí el tema de las vainas y no poder dormir me dio un mal rollo…

    Aquellos terrores de Universal son películas que recuerdo con gran cariño y también pavor… Ese Bela Lugosi con capa acompañó mis pesadillas cuando era pequeña (aunque me daba más miedo el de la Hammer, Christopher Lee). Frankenstein y King Kong siempre me dieron mucha ternura. Así como finalmente la momia. Eran monstruos… pero enamorados…

    También has nombrado otra película que me impresionó tanto que hasta hace nada me impidió ver cualquier película relacionada con zombis: La noche de los muertos vivientes de Romero.

    En fin no te voy a contar más, de momento, sobre… mi paseo por las sombras… ja, ja, ja.

    Besos
    Hildy

    1. Bueno sí, es que el terror y la ciencia ficción se nutren y se relacionan mutuamente. Para mí, por ejemplo, que no soy creyente ni me considero cristiano más que en lo cultural, todas las películas de «terror religioso» (exorcistas, profecías, apariciones, etc.) son a la vez ciencia ficción. Esa que citas da un mal rollito… Incluso en su versión de los 70, con Donald Sutherland, «La invasión de los ultracuerpos».

      Tienes razón: malos pero tiernos… a veces.

      Besos universales

  4. Pues después de leerte me lanzo a buscar este documental… la verdad es que yo el cine de terror en general no lo soporto: no me gusta pasar miedo viendo una película y soy especialmente sensible a las imágenes desagradables de sangre, cadáveres mutilados y demás carnicería. Creo que por muchos años que tenga me seguirán impactando.
    Sin embargo, sí he visto algunas de cine antiguo y me han gustado, a lo mejor porque no tienen ese componente desagradable. Me gustó mucho el Drácula de Tod Browning… la figura de Browning me atrae, aunque lo encuentro inquietante.
    De hecho me compré un libro que hacía un repaso por el cine de esa época y disfruté mucho leyéndolo.
    Ahora que has hablado de este docuental voy a buscarlo, a ver si tengo suerte y lo encuentro subtitulado porque sigo teniendo el mismo nivel de inglés que Ana Botella.
    Saludos!!
    Rosa.

    1. Caramba, Rosa, pues muchas gracias.

      Estas películas son terror con «estilo», nada del morbo y la sangre a los que han querido acostumbrarnos después. Por eso no pasan de época.
      Saludos

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