Música para una banda sonora vital: Reencuentro (The Big Chill, Lawrence Kasdan, 1983)

La nostalgia es uno de los sentimientos más en boga, en particular porque es un nicho de negocio que se está explotando hasta lo insoportable. En 1983, Lawrence Kasdan reflexionó acerca de los pros y contras de este sentimiento en esta película, todo un clásico de este subgénero, cuya trama orbita en torno al reencuentro de un grupo de amigos con motivo del funeral de uno de ellos, que se ha quitado de en medio. El paso a la madurez y las responsabilidades, las oportunidades perdidas, el pasado malogrado, el desencanto de un futuro que no es como se había imaginado y la última ocasión de enderezar la vida y «realizarse», todo esto representado por el grupo que forman William Hurt, Kevin Kline, Tom Berenger, Glenn Close, Jeff Goldblum, Meg Tilly, JoBeth Williams y Mary Kay Place.

Además del guion, que contiene buenos diálogos y situaciones muy trabajadas y elocuentes (las zapatillas deportivas como símbolo del ansiado cambio de rumbo en la vida, por ejemplo), aunque también un buen puñado de clichés, lo más destacado es la música de la película, una colección de temas clásicos y populares del rock y el pop de The Temptations, Percy Sledge, Smokey Robinson, The Rolling Stones, Aretha Franklin, The Credence Clearwater Revival, The Beach Boys, The Band, The Rascals o Marvin Gaye, con el que nos quedamos, y su Heard It To The Grapevine, que abre la película.

Y de postre, el cierre, que corresponde a Three Dog Night y su Joy to the World, deseo que no es poco para estas fechas y las circunstancias en que nos encontramos.

La tienda de los horrores – La vida sin Grace

grace

Hay una película española de 1986, escrita, dirigida y protagonizada por José Sacristán, que se titula Cara de acelga. Pues bien, John Cusack, como puede verse en la foto, en este pretenciosamente lacrimógeno drama sentimental, bate el récord Guinness de consecución y mantenimiento del mismo susodicho especimen de careto facial durante los noventa minutos de dramón que suponen esta película dirigida por James C. Strouse en 2007. Si sólo se tratara de una película pastelosamente sentimentaloide ni siquiera hubiéramos considerado introducirla en esta «ilustre» sección, pero como el drama parte de la muerte de una madre de familia, y además miembro de los marines, en la guerra de Iraq, resulta que el devenir de la historia pasa de ser un cúmulo de almíbar y lágrimas a una cinta asquerosamente propagandística, sentimentalmente pornográfica y vulgarmente superficial.

Pues nada, que Stanley (John Cusack) es el encargado de una tienda (absolutamente risible la escena de inicio con todos los empleados haciendo «piña» para hacer el mejor día de ventas posible) que está casado con una marine destacada en Iraq, con la que ha tenido dos hijas que tienen 13 y 9 años. Vivían en su país de Jauja particular, el del sueño americano, con su trabajo, su seguro médico, su casita de planta y piso con jardín y entrada asfaltada hasta el garaje, sin problemas, plácidamente, como reyes, hasta que un día, por culpa de los de la chilaba, la mujer tuvo que sumarse a las gloriosas fuerzas de la coalición internacional para defender la libertad y la democracia ante los bárbaros que la amenazaban. Tan heroico sacrificio es asumido por Stan con la austera resignación de un buen padre de familia y de mejor patriota, y mientras ella está fuera, él se ocupa de las niñas. Problema: que un día dos tipos de uniforme se plantifican en casa de Stan para decirle que Grace ha muerto en combate. Claro, al amigo Stan se le queda un careto que ya no se le va en hora y media… La cuestión, y el absurdo, empiezan cuando, en vez de decírselo a sus hijas, decide llevárselas a un parque temático de Florida para que se lo pasen teta y así, cuando les cuente el desaguisado, pues que no se lo tomen tan mal. Inteligentísima medida, por cierto, tiren los manuales de psiquiatría y/o psicología infantil por el retrete… Continuar leyendo «La tienda de los horrores – La vida sin Grace»