Cine en serie – El nacimiento de una nación

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MALDITO CINE (I)

Comienza aquí una nueva sección, «Cine en serie», en la que, a lo largo de varios posts temáticamente relacionados y periódicamente publicados, se van a abordar diferentes cuestiones desde el punto de vista del cine. Para inaugurar la sección vamos a ocuparnos del ‘maldito cine’, aquel que, si bien desde una correcta, y en ocasiones extraordinaria, calidad técnica e incluso artística, defiende posturas ideológicas, políticas, sociales o culturales abominables. Somos conscientes de que el campo es amplio y de que puede abarcar géneros completos, como el western, el bélico o las películas ambientadas en el colonialismo del siglo XIX, en las cuales, la trama principal, generalmente romántica o de aventuras, se ve inmersa en un marco histórico-político determinado que en su momento no resultaba chocante al espectador, pero que hoy por sí solo cuestionaría la admisibilidad del argumento o del perfil de determinados personajes según los cánones actuales de pensamiento. Por el contrario, nos ocuparemos en esta primera serie de posts, de cine de tesis, es decir, de aquel cine que premeditamente está creado, escrito y filmado para la defensa de determinadas posturas ideológicas, bastante lamentables, y que sin embargo han logrado en algunas ocasiones resultados artísticos y técnicos más que notables (y repulsivos panfletos propagandísticos, en otras).

Para empezar, nada mejor que el mayor ejemplo de una obra maestra cinematográfica, artística y técnicamente, pero ideológicamente vomitiva, El nacimiento de una nación, del genio del cine David W. Griffith. Nos encontramos ante un director y una película que ya, en 1915, determinaron las reglas básicas de lo que es la cinematografía, de todas y cada una de las películas que desde aquel lejano año se han filmado, se filman, y se filmarán, por mucho que la técnica avance o los medios económicos e informáticos mejoren: siempre se rodarán las historias tal y como las rodaba Griffith, porque la forma de rodar de Griffith, es el cine.

Quizá la película más adorada y criticada por igual de toda la Historia del cine, despierta tanta admiración por su impecable factura como repugnancia por la postura ideológica subyacente en la misma. Esta verdadera reliquia fílmica es en sí un documento sociológico de primer orden, un producto histórico de valor esencial. Griffith se inspiró en la obra de teatro puramente racista The Clansman: An Historial Romance of the Ku Klux Klan, escrita por un tipejo llamado Thomas Dixon, para construir este monumento cinematográfico. Durante casi cien años escritores, estudiosos, cineastas, expertos, críticos, académicos, profesores, aficionados, y muchos otros, han estado discutiendo, teorizando, elaborando hipótesis, acerca de si Griffith compartía el mensaje racista de la película, y si no era así, cómo había asumido con tanta facilidad la propagación, difusión, incluso la elaboración de una cara «amable» para el racismo norteamericano. Las elucubraciones siguen, y la verdad, probablemente nunca se sabrá con seguridad. Sin embargo, es factible pensar que Griffith, al igual que otros genios contemporáneos (como Murnau) o posteriores (como Hitchcock), veían en las historias no un fin en sí mismo, sino un medio para la exploración del uso de medios técnicos y la explotación de las herramientas que tenían ante sí para elevar al reciente invento a la categoría de séptimo arte, lo que a Griffith le sirvió para sentar las bases del Hollywood clásico, y con ellas, las del cine moderno.

Con la primera película puramente de temática histórica, Griffith demostró que el cine mudo no eran sólo breves recortes de la vida cotidiana filmados por esos graciosos hombrecillos que filmaban con pesadas cámaras montadas en trípodes, ni tampoco los cortos cómicos de la Keystone en los que los policías recibían golpes a mansalva tras los ladronzuelos de turno para despertar la carcajada en el público. Por el contrario, Griffith logró que los espectadores del reciente invento permanecieran más de tres horas viendo las evoluciones en la pantalla de las primeras grandes estrellas del cine: Lillian Gish, Mae Marsh, Miriam C. Cooper, Henry Walthall, y otros. Las innovaciones artísticas introducidas por Griffith son tantas y tan importantes, que se le puede considerar inventor del cine moderno, del lenguaje cinematográfico: primeros planos dramáticos, persecuciones, grandes movimientos de masas (inolvidable la escena de los jinetes del Klan envueltos en sus túnicas blancas y con sus capirotes al viento, cabalgando en gran número para salvar la nación), secuencias simultáneas, montajes paralelos, y también, por vez primera, la introducción de una banda sonora orquestada, componiendo un conjunto soberbio que, lamentablemente, se puso al servicio de una trama y una postura ideológica repugnante.

En cuanto a la trama, la larguísima película se divide en dos partes. En la primera, nos encontramos en los idílicos Estados Unidos anteriores a la guerra civil: aristocracia, capitalismo, riqueza, alta sociedad, caballeros, damas… y esclavos. La historia se centra en las relaciones de los Stoneman, familia acaudalada del norte, y los Cameron, de la buena sociedad del Viejo Sur, mientras que se muestran pinceladas de las relaciones de cada una de las familias con sus esclavos repectivos, convertidos en estereotipos raciales perfilados de manera burda y tópica, como tipos cómicos en el mejor de los casos, y casi siempre, despreciables. Cuando la guerra estalla, la trama gira en torno a la lucha de buenos y malos, los guardianes de la nación, de la pureza, de la tradición, frente a las malvadas hordas que luchan contra la civilización, el norte, y dentro de él, los abolicionistas, discurso hoy en día aún vigente, y no sólo en Estados Unidos, cuando, al igual que entonces (los historiadores muchas veces se obcecan en contemplar la guerra de secesión como una cuestión limitada a la lucha por la libertad de los esclavos, cuando las causas fueron más bien económicas y políticas, aunque la cuestión humana se tomara como pretexto, como tantas y tantas veces ha ocurrido y ocurre en la historia norteamericana), mientras que determinados grupos ideológicos intentan extender o salvaguardar los derechos humanos a la mayor parte de población posible y reciben críticas y desprecio por ello, y otros tratan de vender en los medios de comunicación como lucha por los derechos de un pueblo lo que en realidad es un acto de piratería, como sucede hoy por el petróleo, por citar un ejemplo.

Aun siendo difícil, el mensaje racista se acentúa aún más en la segunda parte de la cinta. Tras la derrota del sur, debida a perfidias y malas artes, nunca a la incompetencia militar o la incapacidad de vencer en combate, la historia se centra en el nacimiento, como guardianes y garantes de la esencia de la nación, del Ku Klux Klan, formado por caballeros que luchan contra el maligno progreso. Griffith introduce una historia de amor entre uno de esos caballeros y una joven como trama paralela, estableciendo así dos historias con su principio, nudo y desenlace propios, pero entrelazadas con la trama principal, en lo que es un hito del cine que no dejará de utilizarse hasta el día de hoy.

La película, obra maestra sin paliativos, es igualmente un producto rechazable por convertirse en vehículo de propaganda de una tesis ideológica repugnante. Ya en su estreno provocó campañas, manifestaciones, protestas y disturbios, a los que Griffith respondió, al igual que años después hará Elia Kazan en una situación similar, con otro monumento cinematográfico, Intolerancia (1916), en la que da rienda suelta a una clasificación propia de etnias, razas, pueblos y culturas entre las aceptables y las pérfidas y dignas de desaparición, lo que siembra todavía más dudas acerca de si sus tesis personales se ajustaban a lo mostrado en su cine. Con todo, esta película seguirá siendo objeto de estudio y análisis, y de enseñanza y difusión obligatorias (con la pedagogía adecuada) debido a su gran calidad como obra de arte, aunque su mensaje siga revolviendo el estómago cien años después.

24 comentarios sobre “Cine en serie – El nacimiento de una nación

  1. Uf, tengo un vago recuerdo de esta película…debí verla de pequeña.
    Podríamos entrar en si merece la pena un producto magnífico sirviendo a tan bajos intereses… imagina lo que los espectadores de aquel tiempo pudieron concluir después de verla. Escalofríos me da.Me cuesta perdonar el mensaje. (quizá no entiendo el arte por el arte).
    Buen comienzo de semana!
    PD TODAS las guerras tienen orígenes económicos y políticos. La cuestión humana, desgraciadamente, siempre es un pretexto.

  2. Pues sí Inma, a mí me cuesta también aceptar cosas así, en este caso una película tan, tan, tan buena, que tenga semejante mensaje… Cuando la vi, alternaba el asombro y el entusiasmo con unas arcadas tremendas.
    Quiero pensar que el final de Griffith fue una pequeña venganza por ello, justicia natural, ya sabes.
    Besos

  3. La película es impresionante. La he visto y hay escenas donde el cine brilla, se adelanta técnicamente a su momento.
    Pero no, no es abominable querido Escalones, la película es UN DELITO, y con el código penal en la mano es para ir a un juzgado de guardia y denunciarlos.
    Y después alejarse lo más posible de director, actores, productores, distribuidores y las madres que parieron a los mencionados.

    Besos sin naciones

    PD: Buena idea sacarla aquí. Es muy interesante.

  4. ¡Qué sorpresa! Regreso y me encuentro este cambio. No esta nada mal, este color me resulta más cómodo para leer.
    Me has dejado muy intrigada ¿Cuál fue el final de Griffith?
    Besos.

  5. Lucía, ¿te gusta el cambio? Mucha gente me hizo ver que se estaba quedando ciega con el otro formato, así que en general se ha agradecido el cambio.
    Griffith tuvo gran éxito con ésta y con la siguiente película, y fundó junto a Douglas Fairbanks, Mary Pickford y Charles Chaplin (raro, ¿no?, que un, en apariencia, racista radical tuviera acuerdos con Chaplin, un comunista muy particular) la productora United Artists. Pero cuando llegó el sonoro, nadie quiso filmar con él, tenía proyectos que nadie quería financiar, se arruinó tan fácilmente como se enriqueció, y, aunque todavía rodó un par de películas (sobre todo, «Abraham Lincoln», con la que intentó mitigar su mala fama de racista para congraciarse con el poder económico de Hollywood), murió en el olvido y alejado del cine. Lástima, tratándose de un maestro sobresaliente, merecido, tratándose de un tipo que expuso las ideas que expuso.

    Besos

  6. Este debate entre ética y estética es bien antiguo, ya. Pero una cosa es la ideología del autor y otra un producto con una determinada ideología. Es evidentísimo que esta pelicula es una obra maestra técnicamente. Es un asco, desde el punto de vista ideológico. Por lo menos para mí. Y al analizarla es inevitable puntualizar ambas cosas, a no ser que se esté de acuerdo con sus presupuestos (cosa que no quiero ni pensar que suceda, aunque sucederá todavía en algunos individuos, seguro). La lástima es que el contenido te obligue a retorcerte en el sillón y no te deje disfrutar bien de la película.

  7. si bien es verdad que la película ideológicamente asusta (como otras del mismo director), también es verdad que probablemente sin Griffith el cine no sería lo que fue más tarde, en mi opinión sentó las bases juntos con Pudovkin y Eisenstein de lo que serían las técnicas narrativas y visuales del cine del futuro, un adelantado a su época como los otros citados. Pero vamos, ideológicamente…….Por cierto, anímate a escribir también sobre alguna otra como Centauros del Desierto o las pelis de los 80, yo creo que tendrían cabida en esta sección
    Un saludo

  8. Si Iván, pero, ¿eso le salva como creador? No digo ni sí ni no, sólo que es un debate interesante.
    Iremos avanzando cronológicamente. Tengo algunas películas ya pensadas para ir colocando aquí, y he de decir que «Centauros del desierto» no estaba entre ellas (creo que el planteamiento no es equiparable a las películas que voy a incluir en la sección; de todas formas, tendrá post seguro). De los ochenta quizá sea mejor un genérico, no una película concreta (en realidad, pensaba pararme en los setenta). Ya veremos.
    Saludos

  9. ya, la verdad que como creador es cuestionable, si si, en teoria, no se debe separar la forma del contenido, a un creador debe asociarsele tanto una cosa como la otra, tienes razón la verdad. Y también es verdad, lo de Centauros del Desierto lo decia porque se suele mencionar como película racista, aunque mi punto de vista es que es bastante más sutil y habría mucho que discutir si lo es o no. Y buena idea lo de los 70, fue una época que se daba bastante a ello (un dia estaria interesante «Punto Limite Cero», esa «gran película» homenajeada en Death Proof y que a mi me parece el decálogo del hippie de pacotilla…..bueno, vale, ya, que me pierdo en divagaciones, sorry, jaja)
    Muy interesante la iniciativa, como siempre, excelente

  10. Iván, creo que el racismo en «Centauros del desierto» no ha lugar. Los indios, además de ser de otra raza, son enemigos, y como tales, han asesinado al hermano, cuñada y sobrina de Ethan. Por tanto, no estamos ante un comportamiento racista, sino vengativo (creo que el verdadero odio de Ethan no va contra los indios, sino contra los soldados de caballería que les han derrotado en la guerra civil). En cualquier caso es una película con tantos matices y cosas de las que hablar, que se hacer imperativo dedicarle un amplísimo post.
    Abrazos

  11. Querido Escalones,
    En el código penal español se estipulan claramente los delitos racistas y xenofóbos en nuestro país. Tu que eres abogado lo sabes bien. Yo lo sé porque he estado siete años en una oficina contra la discriminación racial.
    Of course, que cuando se hizo la peli ser racista no era un delito. Pero de la peli hablamos hoy y no ayer.
    Y para acabar, yo para abominar de una peli no hace falta que tenga un código penal que censure esto o aquello. No faltaba más, amigo mío.

    Como además de ser antiracista adoro el cine vuelvo a repetirte que creo que se trata de una magnifica película, en el más puro sentido cinematográfico.
    Besos, querido Escalones,

  12. Tenía unos cuantos días que no me pasaba por tu sitio, mira el Nacimiento de Una Nación esta considerada una película racista hasta donde yo entiendo, se venera mucho al Ku Klux Klan. Aunque no puedo juzgarla como tal ya que no la he visto completa, un saludo.

  13. Querida Entrenómadas, lo del Código Penal lo mencionaste tú, no yo. Por otro lado, nadie más contento que yo si a Griffith le hubieran dado un buen pescozón cuando se le ocurrió adaptar semejante majadería al cine, y en ese sentido, no defiendo para nada su contenido (espero que de lo expuesto no se desprenda semejante conclusión), aunque es inevitable recrearse en su forma.
    En cuanto a la legislación criminal, ya sabes que no se puede aplicar retroactivamente una ley penal no favorable, y además no tendría sentido actuar penalmente contra una película de este tipo, como no lo tiene el tema del Jueves o las caricaturas de Mahoma. Lo que hay que hacer, precisamente, es utilizarla para negarla, y de paso, enseñar cómo hacer cine (que no vendría mal a las nuevas generaciones). Sobre el tema de la censura, precisamente, trató la siguiente película de Griffith, de la que hablaremos la próxima semana, y que, a mi entender, es tan abominable como ésta, sin que, como bien dices, haga falta código alguno.

    Besos

  14. Tienes razón Asdrúbal, el planteamiento de la película es ese: interpretar el nacimiento de una nación, término despreciable ya en sí, equiparándolo al surgimiento del Ku Klux Klan es desde luego repugnante. Como digo más arriba, lástima que una película tan buena (formalmente) sea ideológicamente perversa.

  15. Ja, me encanta la discusión, aunque una vez más me han renegado en casa por ello.
    Ufff, y eso que estoy fuera y se supone que a mi aire. Vaya día de sorpresas que llevo hoy.
    Vale, vale. Pero mira que responderme eso de que : en ese momento no era delito ser racista en EEUU. Jo, señor Escalones. Que eso ya lo sabía yo hace un ratico.

    Besos, guapo

  16. Nada, nada, que no te regañen, que hay que darle vidilla al tema… ¿Qué querías que te respondiera? Yo creo que no es mala respuesta para un lunes prontico. Lo interesante es que en 1915 ya había una asociación de derechos civiles muy activa y presente en la sociedad que era perfectamente consciente de que lo de la abolición de la esclavitud por Lincoln era un cuento chino. Y gracias a ese grupo, entre otros, a Griffith le fue cada vez peor.

    Besos, guapa

  17. Hola creo que este film que fundó en cierta manera una gran parte de la historia del cine y es una verdadera obra mastra que no se despega tampoco del tinte racista con el que está cargado. Es una de las típicas contradiciones entre forma y contenido de estas grandes paradojas. Muy buena sección y espero la próxima entrega. Saludos!

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