De cine y poesía

La poesía en el cine no es el paisajismo vacío ni el esteticismo hueco de la fotografía bella e insustancial. La poesía del cine está en los detalles. Por ejemplo, en dos de los elementos visuales que hacen de El apartamento (The Apartment, Billy Wilder, 1960) una obra maestra.

 1) El espejo roto. El instante en que, durante la fiesta de Navidad de la empresa, Baxter (Jack Lemmon) descubre en poder de la señorita Kubelik (Shirley MacLane) el espejito partido por la mitad que él mismo, poco antes, ha devuelto a Sheldrake (Fred MacMurray) como objeto olvidado en el sofá de su casa, fruto de los escarceos amorosos del gran jefe con una dama desconocida que resulta ser la chica de la que Baxter está enamorado. Rostro partido por la mitad, corazón roto.

2) Baxter es un tipo solitario de vida gris y rutinaria que presta su apartamento para que sus superiores en la empresa tengan un lugar donde echar una cana al aire. Eso le obliga a pasar mucho tiempo fuera de casa. ¿Dónde va? Billy Wilder explica toda una forma de vida y un sentimiento íntimo de soledad a través de de la sugerencia de unos pocos elementos visuales. Por las láminas que cuelgan de las paredes del apartamento nos enteramos de que uno de los lugares más habituales a los que Baxter va a pasar el rato, porque no tiene más remedio y en invierno hace mucho frío, es un museo que cae muy cerca de su casa: el MOMA. Pasa allí tanto tiempo que de vez en cuando compra láminas que utiliza para decorar las desnudas paredes de su apartamento:

La gitana dormida (Henri Rousseau, 1897)

Yo y la aldea (Marc Chagall, 1911)

Alrededor del pescado (Paul Klee, 1926)

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Trafalgar Square (Piet Mondrian, 1939-43)

Los tres músicos (Pablo Picasso, 1921)

El estudio (Pablo Picasso, 1927-28)

Además, otra decena que se muestran parcialmente o en escorzo, lo que hacen difícil su identificación.

Pero como Baxter vive solo, apenas se relaciona con gente y le importan muy poco los detalles de decoración y las servidumbres estéticas de la convivencia y de la vida social, cuelga sus láminas en cualquier parte y… con chinchetas. Un personaje y su modo de vida descrito en cuatro pinceladas visuales y un buen trabajo de dirección artística (Alexandre Trauner). Cuando, al final de la película, Baxter decide mudarse, se lleva su soledad con él. Es decir, sus láminas… y sus chinchetas.

Diálogos de celuloide: El apartamento (The Apartment, Billy Wilder, 1960)

El apartamento' en 14 detalles que la hacen una obra maestra

-¿Te cae bien Castro? Quiero decir, ¿qué opinas tú sobre Castro?

-¿Quién es Castro?

-Ya sabes, ese pez gordo de Cuba. El de la barba.

-¿Qué pasa con él?

-Por lo que a mí respecta, es un mequetrefe. Hace dos semanas le escribí una carta. No me respondió.

-¿En serio?

– Sólo quería que dejara salir a Mickey para pasar la Navidad.

-¿Quién es Mickey?

-Mi marido. Está en La Habana, en la cárcel.

-¿Se ha metido en la revolución?

– Mickey no haría una cosa así. Es jockey. Lo pillaron dopando a un caballo.

-No se puede ganar siempre.

(guion de I. A. L. Diamond y Billy Wilder)

Mis escenas favoritas: El apartamento (The Apartment, Billy Wilder, 1960)

Inolvidable arranque de dignidad de C. C. Baxter (Jack Lemmon) en esta joya del cine, auténtica obra maestra, uno de los mejores guiones jamás escritos, obra de I. A. L. «Izzy» Diamond y de Billy Wilder.

Música para una banda sonora vital: El apartamento (The Apartment, Billy Wilder, 1960)

Entre las múltiples virtudes de esta obra maestra de Billy Wilder se encuentra su partitura, compuesta por Adolph Deutsch, cuya suite es todo un clásico de la comedia «romántica».

Diálogos de celuloide – El apartamento (The apartment, Billy Wilder, 1960)

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C.C. BAXTER: Ya sabes, vivo como Robinson Crusoe, náufrago entre ocho millones de personas. Entonces, un día vi una huella en la arena, y allí estabas… Es algo maravilloso, ¡¡cena para dos!!

The apartment. (Billy Wilder, 1960).

Mis escenas favoritas – El apartamento

Si algo hemos aprendido del cine, del buen cine, es que, por mal que vayan las cosas, por muy mal que nos hagan sentir las circunstancias adversas, siempre queda un mañana, siempre hay algo o alguien que nos recuerda que lo más hermoso de la vida, que eso que nos acerca a lo que entendemos por felicidad, se encuentra en las pequeñas cosas y que éstas, al final, resultan ser las más grandes: una mirada cálida, una sonrisa, la mejor de las compañías, una canción, un libro, un poema, una película, un día de sol o un día de lluvia… Uf, lo dejo, que parezco Isabel Coixet…

¿Hace una partidita?

Feliz 2010 (odisea dos) para todos.