Diálogos de celuloide (Casino, Martin Scorsese, 1995)

 

«¿Qué íbamos a pintar en medio de un desierto? La única razón es el dinero. Ese es el resultado final de las luces de neón y las ofertas de las agencias de viajes, de todo el champán, de las suites de hotel gratis, de las fulanas y el alcohol. Todo está organizado solo para que nosotros nos llevemos su dinero. Somos los únicos que ganamos, los jugadores no tienen ninguna posibilidad».

===============================================

«Sabes, creo que tienes una imagen equivocada de mí, y lo menos que puedo hacer es explicarte exactamente cómo funciono. Por ejemplo, mañana me levantaré pronto y me daré un paseíto hasta tu banco. Luego entraré a verte y… si no tienes preparado mi dinero, delante de tus propios empleados te abriré tu puta cabeza. Y cuando cumpla mi condena y salga de la cárcel, con suerte, tú estarás saliendo del coma. ¿Y qué haré yo? Te volveré a romper tu puta cabeza. Porque yo soy idiota, y a mí lo de la cárcel me la suda. A eso me dedico, así funciono yo».

(guion de Martin Scorsese y Nicholas Pileggi, a partir de la novela de este)

Música para una banda sonora vital: Grease (Randal Kleiser, 1978)

Frankie Valli interpreta el tema principal (de los muchos que tiene) de Grease, célebre musical inicialmente destinado al fracaso más rotundo que, contra pronóstico, se convirtió en un clásico generacional al tiempo que certificaba la muerte del Nuevo Hollywood y anunciaba los tiempos de la regresión ultraconservadora de los ochenta, disfrazando de diversión un mensaje de lo más reaccionario. El entretenimiento vino así a ser la coartada moral bajo la que se inoculó ideológicamente en el público la doctrina neoliberal norteamericana. La animación de los créditos de la película no advierte de apenas nada de lo que sigue…

Diálogos de celuloide – Casino (Martin Scorsese, 1995)

casino_39NICKY SANTORO: Sabes, creo que tienes una imagen equivocada de mí, y lo menos que puedo hacer es explicarte exactamente cómo funciono. Por ejemplo, mañana me levantaré pronto y me daré un paseíto hasta tu banco. Luego entraré a verte y… si no tienes preparado mi dinero, delante de tus propios empleados te abriré tu puta cabeza. Y cuando cumpla mi condena y salga de la cárcel, con suerte, tú estarás saliendo del coma. ¿Y qué haré yo? Te volveré a romper tu puta cabeza. Porque yo soy idiota y a mí lo de la cárcel me la suda. A eso me dedico, así funciono yo.

Casino. Martin Scorsese (1995).

Música para una banda sonora vital – El Álamo

El Álamo (1960) supuso el debut de John Wayne en la dirección, un western historicista que, en la línea conservadora de su director, apuesta por la épica y la grandilocuencia para narrar meticulosamente el episodio histórico del asedio sufrido por los texanos independentistas en la misión de San Antonio de Béjar por parte del ejército mexicano del general Santa Anna en 1836. Aunque el retrato heroico de unos centenares de voluntarios sitiados dista mucho de su condición de ocupantes ilegales, de colonos invasores de un territorio ajeno azuzados por Estados Unidos, y resulta ser poco más que un tributo patriótico desaforado, lo cierto es que Wayne muestra en la película un tacto y un respeto inusitados al retratar a los mexicanos como enemigos legitimados, valientes, aguerridos, heroicos, caballerosos y corteses, sin dotarlos de ninguna negativa connotación de perfidia o crueldad con que los norteamericanos suelen caracterizar a enemigos más poderosos que ellos, y sin apelaciones al infortunio para justificar la derrota. Sin duda, el hecho de que Wayne conviviera tanto tiempo con John Ford, apasionado de México, el más importante cronista de la historia norteamericana y el mayor poeta en imágenes de la historia del cine, por más que en sus films abusara de estereotipos y tópicos, y su propia pasión por el país y por sus mujeres, ayudaron a que la película no fuera un panfleto anti-mexicano.

Cuestiones ideológicas aparte, destaca la famosa música de Dimitri Tiomkin, en particular su excepcional Overtura.