Diálogos de celuloide: Martín (Hache) (Adolfo Aristarain, 1997)

 

ALICIA: No entendiste, no es que me voy a Madrid. Se acabó. No hay nada que hablar, se acabó, se terminó. Yo no puedo seguir así. No es por las boludeces que decís cuanto te tomás dos copas. No estamos bien Martín, vos lo sabés, prefiero cortar ahora antes de que se pudra todo.

MARTÍN: ¿Y desde cuándo no estamos bien?

ALICIA: Yo no estoy bien, no se si me querés, no se quien soy, soy tu mujer, pero no soy tu mujer. Hace un año que estamos juntos, pero no estamos juntos, yo sigo estando sola. ¡No puedo estar sola Martín, no puedo!

MARTÍN: Ya me parecía que la cosa venía por ahí. Vos tenés miedo que se pudra todo. Si vivimos juntos seguro que se pudre todo.

ALICIA: ¿Por qué seguro? ¿Por qué nos va a ir mal? ¡Y si nos va mal, cuál es el problema!. Si no podemos vivir juntos, nos habremos echado y no pasa nada.

MARTÍN: Pasa, siempre pasa algo. Podemos perder esto que tenemos. No quiero correr el riesgo. No es que no quiera vivir con vos, no quiero vivir con nadie, me acostumbré a estar solo. Me gusta estar con vos, pero me gusta vivir solo ¿Es tan difícil de entender?

ALICIA: Para nada. Está claro. Pensé que yo era distinta, pero soy otro nadie, igual que los demás.

(guion de Adolfo Aristarain y Kathy Saavedra)

Cleopatras de película en La Torre de Babel de Aragón Radio

Elizabeth Taylor in 'Cleopatra', 1963. Queen of the Nile? She ...

Para abrir temporada, última entrega de la temporada pasada de mi sección de cine en el programa La Torre de Babel, de Aragón Radio, la radio pública de Aragón, en este caso dedicada las más célebres encarnaciones en la pantalla de Cleopatra VII, reina de Egipto: Theda Bara, Claudette Colbert, Vivien Leigh, Elizabeth Taylor, Hildegarde Neil…

(desde el minuto 15, aproximadamente)

La tienda de los horrores – Balada triste de trompeta

Canto a la incoherencia. Culto al exceso. Incompleta simbiosis entre el cine de acción y la caspa hispánica. Vómito de fragmentos sin articulación ni elaboración interna. Relato superficial del tardofranquismo. Personajes sin lógica interna, secundarios prescindibles. Estas frases cortas resumen la última película de Álex de la Iglesia, celebrada por una parte de crítica y público, premiada en Venecia al mejor director y al mejor guión (la presidencia del jurado de Quentin Tarantino y su ignorancia de la reciente historia de España fue sin duda decisiva para ello), fracaso total en los últimos premios Goya (últimamente realmente acertados, no especialmente en cuanto a lo que premian, sino a lo que suelen dejar sin galardones) y uno de los más importantes fiascos del cine español reciente, uno más en la carrera del director vasco.

Empecemos por su tan aclamado comienzo. En él destacan dos aspectos: los créditos iniciales y la primera secuencia. En cuanto a los títulos, puede decirse que, sin duda ninguna, quizá son los más creativos y espectaculares del cine español en mucho tiempo, si no desde siempre. La potencia de la música de Roque Baños viene complementada con unas imágenes poderosísimas que resumen la historia y el arte españoles con inteligencia y contenido didáctico y narrativo. En cuanto a la primera secuencia, alabada casi sin excepción, ofrece más reservas: pretendidamente ilustrativa, casi metafórica, del mal de «las dos Españas», se asienta más en la supuesta espectacularidad de la acción, la violencia, las amputaciones y la sangre, y también como construcción técnica, que en su valor narrativo, realmente, como en casi toda la película, casi meramente anecdótico. Esto viene del hecho de encontrarse lastrada por la impericia de Santiago Segura como actor, del histrionismo de un pasadísimo Fernando Guillén Cuervo y de una premisa de guión no demasiado talentosa. Lo mejor de esta fase, sin duda, Fofito. Esta secuencia, realmente apabullante, sin embargo, deja a las claras cuál va a ser el tono y el interés de la película: los efectismos.

Porque, a partir de ahí, esta historia del increíble triángulo amoroso entre dos payasos (Antonio de la Torre y Carlos Areces) y una atractiva y algo casquivana trapecista (Carolina Bang, con un personaje realmente sin dibujar, cuyas acciones resultan completamente incomprensibles, más todavía en lo relativo a sus sentimientos y a su deseo sexual), pretendidamente encadenada a la historia vivida en los últimos años del franquismo, no hace sino naufragar. Primero, porque el marco histórico no consigue ensamblarse bien con la trama de la película a pesar del forzamiento de situaciones y la búsqueda de elementos de unión: la historia, los personajes, el estilo de vida, las cuestiones políticas, se quedan en mero escenario, en marco general que ha de ser recordado a cada momento con recursos metidos con calzador para que el espectador recuerde constantemente dónde se encuentra entre tanta violencia y ensaladas de tiros. Esta parte del argumento, superficial, endeble, casi gratuita, nunca termina de interesar, de ser tratada con inteligencia ni tampoco de convertirse en crónica histórica del fresco de un país en proceso de cambio. Todo ello al servicio, únicamente, del uso de algunos de los espacios más emblemáticos de ese periodo histórico como escenario -siempre de manera forzada, ilógica y gratuita- para la acción (como en la espectacular conclusión en la cruz del Valle de los Caídos). Continuar leyendo «La tienda de los horrores – Balada triste de trompeta»

Diálogos de celuloide – Martín (Hache)

Para mi querido amigo Dante Bertini, camarada de la red, lúcido cronista de la realidad, encarnación del idilio hispanoargentino de estas últimas décadas, al menos en lo referente al cine.

– MARTÍN (HIJO): ¿No lo extrañás? ¿Nunca te dieron ganas de volver?

– MARTÍN (PADRE): Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso es un verso. No se extraña un país, se extraña un barrio en todo caso pero también lo extrañás si te mudás a diez cuadras. El que se siente patriota, el que se cree que pertenece a un país, es un tarado mental. La patria es un invento. ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salceño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Son estadísticas, números sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente. Tu país son tus amigos y eso sí se extraña. Pero se pasa.

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– MARTÍN (HIJO): ¿Te gustan más los hombres que las mujeres?

– DANTE: ¿En general dices? ¡No! De qué sexo sean en realidad me da igual, es lo que menos me importa. Me puede gustar un hombre tanto como una mujer. El placer no está en follar, es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda. Bueno, no es que no me atraigan, claro que me atraen, me encantan, pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve y que vale la pena conocer. Conocer, poseer, admirar. La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes.

Martín (Hache). Adolfo Aristarain (1997).

Mis escenas favoritas – La comunidad

En esta película bastante gamberra y que me recuerda mucho a mi vecindario, que cuenta la historia de unos atípicos vecinos que pretenden hacerse con el premio que uno de ellos obtuvo en las quinielas de fútbol, Terele Pávez y Alex de la Iglesia demuestran que hay cosas que puede hacerlas cualquiera…
Dedicado a los fans de Matrix.